Proclama de Mercedes

Gervasio de Artigas redactando la Proclama de Mercedes

A inspiración del movimiento juntista español, se instala en Buenos Aires una Junta, en mayo de 1810.  La situación en Montevideo era diversa a la de la Capital del Virreinato, la Muy Fiel y Reconquistadora San Felipe y Santiago de Montevideo, apostadero naval español, refugio del último Virrey del Río de la Plata, transcurría impávida los acontecimientos y seguía a las autoridades coloniales.  Cuando se refiere a impávida, no se quiere aludir a la absoluta falta de significación a los acontecimientos de Buenos Aires, sino al contraste entre dichos acontecimientos y la actitud asumida por los vecinos y autoridades de Montevideo.

En cambio, la reacción de la campaña oriental fue diferente, allí aconteció la génesis de la Revolución Oriental.  He aquí el momento de referir a las condiciones geopolíticas de la Banda Oriental; acertadamente se refirió a dicho Estado como “frontera, pradera y puerto”.  La frontera, ha determinado siempre la historia; la frontera seca con el Brasil, en aquel entonces parte del Imperio de Portugal y la frontera fluvial con la Argentina.  La pradera natural, un territorio con una amplia red hidrográfica y sin grandes accidentes geográficos, explican que antes que el hombre estuviese el ganado y que la Banda Oriental, antes que un asentamiento humano fuese una “Banda Vaquería” (1).  Por último, el puerto natural, la bahía montevideana auspiciaba el comercio europeo, admitiendo buques de gran calado, a diferencia del poco profundo puerto de Buenos Aires, y sin olvidar la llave del Plata, puerta de la Mesopotamia, vías hídricas hasta el corazón mismo de América.

Cada territorio trae sus hombres, la pradera albergaba al gaucho, al indio y al hacendado, especialmente de ascendencia europea.  Dicho territorio en lo económico se caracterizaba por una explotación extensiva de la tierra, casi depredatoria.

Aquellos hombres diversos que poblaban la Banda Oriental, aquellos pocos hombres, estaban unidos por un sentimiento de repulsión al elemento español.  El gaucho y el indio, porque veían en ellos a sus perseguidores.  El llano, la vastedad infinita de las pasturas, despertaban un sentido de libertad en aquellos hombres, donde la propiedad no era más que lo que se lleva consigo y lo que había sobre la tierra era de quién se lo procurase primero.  El hacendado, en cambio, veía el elemento español como depositario de beneficios injustificados, como recaudador de impuestos y contribuciones extraordinarias, como limitación al comercio.

Todos esos factores confluyeron en aquel momento histórico, al que se le suma, o más bien lo determina, la insurrección porteña, así fue que el 28 de febrero de 1811, en Asencio, actual Departamento de Soriano, acaece el primer levantamiento oriental.  Dicho levantamiento, a la inversa de la Junta de Mayo, va del campo a la ciudad.

Los historiadores, entre poesía y prosa, refieren a aquellos primeros momentos de la revolución como una revolución de instintos.  La asonada no tenía un perfil ideológico, aquello era un pueblo alzado, el pueblo que se había armado y decidió acometer en sus manos sus destinos, no por un ideal, sino por desprecio al elemento español, el odio al godo.  Era aquello la admirable alarma que se encendía en un pueblo tras otro de la Banda Oriental.

José Gervasio de Artigas fue el hombre que llenó de ideología a aquel conglomerado de pasiones.  Su participación en la Revolución Oriental, luego de ponerse al servicio de la Junta de Buenos Aires, comienza con la Proclama de Mercedes, de 11 de abril de 1811, que se condice con ese estado de excitación en que se encontraba la campaña oriental, ésta es una arenga, un llamado a la lucha que reafirma esa avanzada oriental.

Proclama

“Leales y esforzados compatriotas de la Banda Oriental del Río de la Plata: vuestro heroico entusiasmado patriotismo ocupa el primer lugar en las elevadas atenciones de la Exma. Junta de Buenos Ayres, que tan dignamente nos regentea.  Esta, movida del alto concepto de vuestra felicidad, os dirige todos los auxilios necesarios para perfeccionar la grande obra que habéis empezado; y que continuando con la heroicidad, que es análoga a vuestros honrados sentimientos, exterminéis a esos genios díscolos opresores de nuestro suelo, y refractarios de los derechos de nuestra respetable sociedad.  Dineros, municiones y tres mil patriotas aguerridos son los primeros socorros con que la Exma. Junta os da una prueba nada equívoca del interés que toma en vuestra prosperidad: esto lo tenéis a la vista, desmintiendo las fabulosas expresiones con que os habla el fatuo Elío, en su proclama del 20 de marzo.  Nada más doloroso a su vista, y a la de todos sus facciosos, que el ver marchar con pasos majestuosos, esta legión de valientes patriotas, que acompañados de vosotros van a disipar sus ambiciosos proyectos; y a sacar a sus hermanos de la opresión en que gimen, bajo la tiranía de su despótico gobierno.

“Para conseguir el feliz éxito, y la deseada felicidad a que aspiramos, os recomiendo a nombre de la Exma. Junta vuestra protectora, y en el de nuestro amado Jefe, una unión fraternal, y ciego obedecimiento a las superiores órdenes de los jefes, que os vienen a preparar laureles inmortales.  Unión, caros compatriotas, y estad seguros de la victoria.  He convocado a todos los compatriotas caracterizados de la campaña; y todos, todos se ofrecen con sus personas y bienes, a contribuir a la defensa de nuestra justa causa.

“¡A la empresa compatriotas!  Que el triunfo es nuestro: vencer o morir sea nuestra cifra; y tiemblen esos tiranos de haber excitado vuestro enojo, sin advertir que los americanos del Sur, están dispuestos a defender su patria; y a morir antes con honor, que vivir con ignominia en afrentoso cautiverio.

“Cuartel general de Mercedes, 11 de abril de 1811.  José Artigas”

El paso de aquella miscelánea de hombres parecía irreversible, se sucedían enfrentamientos menores con partidas españolas (Paso del Rey, Collá, Porongos), hasta la batalla decisiva de Las Piedras, el 18 de mayo de 1811, que determinó el primer gran triunfo contra los españoles en la Revolución del Río de la Plata.

Los acontecimientos posteriores son consabidos: el sitio de Montevideo, las invasiones portuguesas, el armisticio de octubre de 1811, las primeras asambleas orientales, el éxodo, el campamento de Ayuí y las intrigas de Sarratea.

El éxodo del pueblo oriental, identificado por la historiografía con el nombre bíblico utilizado para designar la gesta del pueblo de Israel, cuarenta años errantes en el desierto, fue nombrado por el gauchaje, como “la redota”.

Justamente, un sentimiento de derrota llenaba la marcha de aquel pueblo migrante, que debía dejar atrás las glorias obtenidas en el campo de Marte por especulaciones y arreglos diplomáticos.

Las menciones someras a estos primeros empujes de la revolución oriental pretenden mostrar un poco a Artigas como hombre, o más bien descifrar aquellos hechos inmediatos a los sucesos del año XIII que son fundamentales en la delimitación del ideario artiguista.

¿Cuál es entonces el Artigas que esbozará su proyecto social, económico y político, especialmente a partir de las Instrucciones del Año XIII?  En primer lugar, es un hombre maduro en años, con casi 50 años.  Un hombre que se ha revelado contra las estructuras coloniales, plegándose a la Junta de Mayo.  Es un hombre exitoso, es jefe militar y por aclamación del Pueblo Oriental, que ha derrotado en una impresionante batalla a los españoles.  Pero, es también un hombre derrotado y traicionado.  Todo aquello va templando el espíritu, afianza lo peor y lo mejor de los hombres.

Transcurridos 200 años de algunos de aquellos acontecimientos y juzgando a los hombres por sus obras, aquello que es legado y que perdura en el tiempo, puede concluirse que aquellos trajinares arrastraron lo mejor de Artigas.

Referencia

(1) Esta designación se debe a que “el ganado precede al hombre” y se incorpora a la geografía como elemento natural.  La Formación de estas “minas de carne y cuero” en la pradera Oriental condicionan todo el proceso histórico, pero, en particular, en sus inicios porque aportó a la tierra baldía un incentivo económico, determinante de la fijación del “blanco” en ella.  De la “Banda Vaquería” o “Banda Pradera” surgen los faeneros, bucaneros, aparecen los bandeirantes (eran pobladores de origen portugués, iban conquistando territorios, y se movilizaban en forma estratégica como bandadas).

Fuente

Cal Laggiard, Maximiliano – Artigas y la concepción nacionalista del Partido Nacional.

Delgado, Prof. Martín – La Revolución en el Río de la Plata y la definición ideológica del artiguismo.

Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado

La Revista Blanca – Segunda Epoca, Nº 6, Diciembre de 2011, Montevideo (R.O.U.).

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