Como a la denominada Primera Junta, se la trazó dentro del triángulo que allí configuran las avenidas Caseros y Amancio Alcorta con la línea imaginaria de la calle San José. Y como la de Caballito, tuvo en sus cercanías un polvorín cuyo estallido llenó de pavor a Buenos Aires (1).
Un plano catastral de 1817 nos pone en conocimiento del nombre de su propietario, Luis Dorrego; y el patronímico nos acerca a la plazuela del Alto de San Telmo que hoy ilustra el recuerdo de su hermano Manuel, el coronel entero que cayó como una torre en los campos de Navarro.
El lugar es de los históricamente señalados con letras mayúsculas por su significación de sangre, de dolor y de locura, como que estaba inmediato al Hospicio de Sanbuenaventura (hoy Hospital Interdisciplinario Psicoasistencial José Tiburcio Borda) y el Asilo de Inválidos cuya denominación tomaría al transformarse en plaza. Empero, dejemos la pintura del lugar a quien nos dejara el aguafuerte que impresiona por el patetismo de la descripción y los manchones del escenario conocido como el Matadero del Sur, al que entraba la hacienda siguiendo sus dos obligados rumbos: calle Sola o Camino de la Convalecencia (actual Vieytes), y el camino al Paso de Burgos (hoy Amancio Alcorta). Corresponde aclarar que el paso de Burgos (sobre el Riachuelo) después fue llamado Puente Alsina, y desde 1938 “Teniente General José Félix Uriburu” (2). En su libro “El Matadero”, dice Esteban Echeverría:
“El Matadero de la Convalecencia o del Alto, sitio en las quintas del sur de la ciudad, es una gran plaza en forma rectangular colocada al extremo de dos calles, una de las cuales allí termina y la otra se prolonga hacia el Este. Esta playa con declive al sur está cortada por un zanjón labrado por la corriente de las aguas pluviales, en cuyos bordes laterales se muestran innumerables cuevas de ratones y cuyo cauce recoge en tiempo de lluvia toda la sangraza seca o reciente del matadero. En la junción del ángulo recto hacia el Oeste, está lo que llaman la casilla, edificio bajo, de tres piezas de media agua, con corredor al frente, que da a la calle, y con palenque para atar los caballos, a cuya espalda se notan varios corrales de palo a pique, de ñandubay, con sus fornidas puertas para encerrar el ganado (3). La perspectiva del matadero a la distancia es grotesca, llena de animación. Cuarenta y nueve reses tendidas sobre sus cueros y cerca de doscientas personas hollaban aquel suelo de lodo regado con la sangre de sus arterias. En torno a cada res resaltaba un grupo de figuras humanas de tez y raza distinta. La figura más prominente era el carnicero con el cuchillo en la mano, brazo y pecho desnudos, cabello largo y revuelto, camisa y chiripá y rostro embadurnados de sangre. A sus espaldas se rebullían, caracoleando y siguiendo los movimientos, una comparsa de muchachos, de negras y mulatas achuradoras, cuya fealdad trasuntaba las harpías de la fábula, y entremezclados con ellos algunos enormes mastines olfateaban, gruñían o se daban de tarascones por la presa. Cuarenta y nueve carretas toldadas con negruzco y pelado cuero se escalonaban irregularmente a lo largo de la playa, y algunos jinetes con el poncho calado y el lazo prendido al tiento cruzaban por entre ellas al tranco o reclinados sobre el pescuezo de los caballos, echaban ojo indolente sobre uno de aquellos animados grupos, al paso que más arriba, en el aire, un enjambre de gaviotas blanquiazules que habían vuelto de la emigración al olor de carne, revoloteaban cubriendo con su disonante graznido todos los ruidos y voces del matadero y proyectando una sombra clara sobre aquel campo de horrible carnicería. Eso se notaba al principio de la matanza”.
El espacio que desocupara el Matadero del Sur, a fines de 1866, quedó transformado en la Plaza de los Inválidos, así llamada por referencia al cercano asilo de ese nombre. En el año 1887 comprendía una superficie de 58.448 metros cuadrados. Pero la nueva plaza, ya con el nombre de España, trazada durante la administración municipal de Adolfo J. Billrich (1898-1902), redujo su perímetro a 20.964 metros, debido a la creación del Jardín Botánico del Sur (4) que, conforme con los datos arrojados por el Censo Municipal de 1904, pasó a ocupar un claro de 29.684 metros cuadrados, quedando entonces el destinado a dicha plaza, delimitado, como ya hemos dicho, por las avenidas Amancio Alcorta, Caseros y la línea imaginaria de la calle San José.
La plaza fue diseñada por el ingeniero francés, Director General de Paseos Públicos Eugenio Courtois, y al afamado paisajista Carlos Thays.
En 1928 se efectúa la apertura de la calle Vieytes, a través de la plaza, desde Alcorta hasta Caseros. Con posterioridad se suprime su denominación original dándosele a ese tramo el nombre de Sanlúcar de Barrameda. Es una de las calles calle más cortas de Buenos Aires
Entre las estatuas que se hallan en la plaza podemos citar a “El Gladiador Herido”, obra en mármol realizada por el escultor argentino César Santiano, que fuera adquirida por la Municipalidad de Buenos Aires al propio autor en 1909. Otra obra importante es “El aborigen” encargada por el Intendente de la ciudad de Buenos Aires al escultor argentino Hernán Cullen Ayerza. La misma fue esculpida en Italia y durante mucho tiempo se expuso en un lugar destacado en la ciudad de Roma. En Plaza España se halla desde 1961, después de haber estado en la Plaza 11 de Setiembre (1912 hasta 1928) (5), en la Plaza Garay (hasta 1958), y en un depósito municipal, en restauración hasta 1961.
Referencias
(1) “El 19 de diciembre de 1779 –lo dice R. de Lafuente Machain en su obra Buenos Aires en el siglo XVIII- los pobladores de Buenos Aires pasaron uno de esos sustos que marcan época”: un rayo caído en el almacén principal de la pólvora hizo volar los 3.500 quintales que se guardaban. Este almacén se encontraba, aproximadamente, detrás del terreno que hoy ocupa el Hospital Rawson.
El 26 de enero de 1898, decimos nosotros, una gigantesca explosión destruyó la Fábrica Nacional de Pólvora que se encontraba en la parte sur de lo que hoy es el Parque Chacabuco. En ese lugar, ya por los días de 1840, se conocía la llamada “Casa de Pólvora”, lugar que nosotros conocimos con el nombre de “el Polvorín”. Y de ahí que la denominación anterior de la actual calle Emilio Mitre fuera la de Polvorín.
(2 )El “Nuevo Puente Alsina”, de carácter monumental y de estilo neocolonial fue iniciativa del Dr. Pablo Calatayud, ministro de Obras Públicas del Gral. Uriburu y proyectado por el Ing. José María Pérez. Fue inaugurado el 26 de noviembre de 1938 por el entonces presidente Roberto Ortíz y el gobernador bonaerense Manuel Fresco. Al poco tiempo pasa denominarse “Puente Presidente Teniente General José Félix Uriburu”. En la actualidad el nombre de “Puente Uriburu” fue reemplazado por el antiguo de “Puente Alsina”.
(3) Según E. Echeverría sobre la blanca pintura de la casilla se veían los siguientes letreros rojos: “Viva la Federación”, “Viva el Restaurador y la heroína doña Encarnación Ezcurra”, “Mueran los salvajes unitarios”.
(4) Poseía viveros para el cultivo de especies arbóreas que serían utilizadas para parquizar la ciudad.
(5) Debió dejar su lugar de asentamiento para la construcción del monumento a Bernardino Rivadavia.
Fuente
Echeverría, Esteban – La Cautiva/El Matadero – Ed. Losada, Buenos Aires (1984).
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Llanes, Ricardo M. – Antiguas Plazas de la Ciudad de Buenos Aires – Cuadernos de Buenos Aires, Buenos Aires (1977).
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