El Día de la Patagonia, que se celebra el 11 de octubre, recuerda el acto legal y administrativo que en 1878 dispuso la creación de la primigenia Gobernación de la Patagonia con jurisdicción desde el río Negro hasta el Cabo de Hornos. La ley 954, sancionada el 11 de octubre de 1878, creaba una extensa Gobernación “que se extendía desde el océano por el este, hasta la cordillera por el oeste, y desde los ríos Negro y Neuquén por el norte hasta el Cabo de Hornos por el sur”, señaló el historiador rionegrino Jorge Entraigas.
La ley estaba muy ligada al proyecto de la Campaña al Desierto del general Julio Roca, “prueba de ello es su artículo tercero que establecía que el Gobernador de la Patagonia dependía del ministerio de Guerra y Marina, y no de Interior como ocurriría poco después”. “Anteriormente había sido sancionada la ley 947, que disponía el traslado de la frontera del país hasta los ríos Negro y Neuquén, con lo cual el Gobierno Nacional fijaba con claridad su determinación de extender dominios administrativos y militares hasta el extremo sur del país”, destacó el especialista.
La sede administrativa de aquella Gobernación de la Patagonia se estableció en la población de Mercedes de Patagones, sobre la margen sur del río Negro y frente a Carmen de Patagones. En los primeros días de diciembre de 1878 llegó a la zona el gobernador de la Patagonia, coronel Alvaro Barros, viajando en barco como se hacía en esa época sin ferrocarriles ni caminos. En enero de 1879 se realizó la ceremonia de instalación formal del asiento de sus funciones y comenzó la tarea de organizar la administración del lugar, con la designación del primer Juez de Paz de la Patagonia, Isaías Crespo. La localidad de Mercedes de Patagones fue creciendo paulatinamente y en julio de 1879 el gobernador Barros dictó el decreto por el cual se denominaba “con el nombre de Viedma a la población de Mercedes, asiento de este Gobierno”. Viedma sería la única población importante de la Patagonia hasta fines del siglo XIX, con una importante vida social y cultural, vinculada por vía fluvial y marítima con el resto del país. En 1884 el gobierno dictó la ley 1532 por la cual el extenso territorio patagónico se dividió en las gobernaciones de Río Negro, Neuquén, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego. Esta nueva norma legal fue sancionada el 16 de octubre de 1884 y poco después llegó a Viedma el primer gobernador del Territorio de Río Negro, general Lorenzo Vintter.
Ley 954 – Gobernación de la Patagonia
Desde aquel lejano 11 de octubre de 1878, fecha en que creó por ley 954 la gobernación del territorio de la Patagonia, cuya capital fue Viedma, esta vasta y rica extensión geográfica, que desde los Andes abarca hasta más allá de las barrancas del litoral marítimo, aguarda todavía ser integrada definitivamente al país para dejar de constituir uno de los blancos más vulnerables de la soberanía nacional.
A más de un siglo de su efectiva ocupación, aún no se ha cumplido la aspiración del General Julio Argentino Roca, expresada en su orden del día del 26 de julio de 1879 en Carhué, al afirmar en los inicios de la campaña al desierto que “los desolados campos serían convertidos en emporio de riqueza donde millones de hombres y mujeres puedan vivir ricos y felices”.
Desde 1907 hombres como Ezequiel Ramos Mejía, Walley Willis, otros sectores y gobiernos de distinto origen han proyectado la transformación de este inmenso espacio de un potencial de tal magnitud que su pleno desarrollo económico y social esta íntimamente vinculado con el proyecto de Nación a que los argentinos aspiramos, y cuyo logro constituye un imperativo histórico que no admite más desilusiones.
La nueva línea de fronteras
El propósito de la creación de la gobernación de la Patagonia, según lo determinaba el mensaje que acompañaba el respectivo proyecto de ley, era “llevar las fronteras interiores al Río Negro”, encontrándose para ello en preparación la expedición militar al desierto llevado cabo un año después y que finalizará entre 1883 y 1884. Sostenía además que “el nuevo gobierno tendrá por objeto principal fomentar el desarrollo de las poblaciones existentes, (Carmen de Patagones y la colonia Galesa del Chubut), así como promover la fundación de otras y contribuir al éxito de la expedición proyectada, siendo además su existencia indispensable, para la radicación definitiva de la nueva línea de fronteras, una vez que haya sido ocupada”.
Presidía por aquella época los destinos de la república el Dr. Nicolás Avellaneda, vicepresidente era el Dr. Mariano Acosta y el gabinete nacional estaba integrado de la siguiente manera: Interior, Dr. Benjamín Zorrilla; Relaciones Exteriores, Dr. Lucas Gonzalez; Hacienda, Dr. Victoriano de la Plaza; Justicia, Culto e Instrucción Pública, Miguel Goyena, y Guerra y Marina, General Julio Argentino Roca.
En la Cámara de Diputados una comisión especial integrada por los legisladores Amancio Alcorta, Miguel Quintana, Delfin Gallo, Miguel Cané y Norberto Quirno Costa, estudiaron la iniciativa del Poder Ejecutivo y salvo una ligera modificación en el articulo 3ero, fue aprobado, pasando con la firma del presidente de la cámara baja, Dr. Félix Farias, al senado donde el Dr. Cortes lo informó al alto cuerpo que lo convirtió en ley el 9 de octubre de 1878. El presidente del senado Mariano Acosta lo envió al Poder Ejecutivo, siendo promulgada el 11 de octubre de ese año.
Poco después el 21 de octubre el gobierno nacional designaba gobernador de la Patagonia por el término de tres años al Coronel Alvaro Barros.
El Primer Gobierno de la Patagonia
El flamante mandatario hizo designar como secretario de la gobernación al entonces Teniente de Infantería de Línea Don Martín Gras, y recién el 26 de enero de 1879 pudo establecer definitivamente la gobernación en su respectiva jurisdicción.
Ese mismo día nombró Juez de Paz a Don Isaias Crespo y por otro decreto designó la primera comisión municipal compuesta por los vecinos José Real, Guillermo Iribarne, Alejo García, Jorge Humble, Manuel Cruzado, Nazario Contín.
Recién el 26 de enero de 1879, por disposición gubernativa, pudo establecerse definitivamente la Gobernación en su respectiva jurisdicción; es decir, Mercedes de Patagones (actual Viedma), de acuerdo con la respectiva ley.
El acto de inauguración de la mencionada Gobernación, se llevó a cabo una semana más tarde, el 2 de febrero de 1879, en medio de un gran entusiasmo popular. La ceremonia se cumplió en la actual Plaza Adolfo Alsina que había sido engalanada convenientemente. El acto comenzó con la lectura de las leyes Nº 576 y Nº 954 y del decreto de nombramiento del Gobernador. Finalizada la ceremonia en la plaza, las autoridades y vecinos se trasladaron al edificio que ocupa la congregación salesiana, en la actual calle Presidente Yrigoyen 21, donde se colocó una placa recordatorio el 11 de octubre de 1967.
El 4 de julio de 1879, el gobernador Alvaro Barros dictó un decreto por el que se cambia por la denominación Viedma a la población de Mercedes de Patagones, asiento del Gobierno de la Patagonia. Con esa medida, se rendía homenaje “al bravo capitán colonizador español D. Francisco De Viedma y Narváez, que el día 22 de abril de 1779, levantaba los cimientos de la población en la margen sur del río Negro.
Posteriormente, la Ley 1532 de 1884 creó los territorios nacionales de Río Negro, Neuquén, La Pampa, Chubut y Santa Cruz que a su vez por imperio de Ley 14.408 promulgada el 1ero de julio de 1955 se transformaron en actuales provincias las que en su conjunto y genéricamente- junto a Tierra del Fuego, de creación posterior- conforman la Patagonia Argentina.
Alvaro Barros: Perfil de un gobernante
El coronel Alvaro Barros, primer gobernador de la Patagonia, a su brillante foja militar, agregó su condición de fecundo y polémico escritor, periodista y parlamentario.
Fue hijo del coronel del mismo nombre que fuera cadete en el regimiento de Granaderos a caballo y peleó en el sitio de Montevideo con Alvear y Lavalle en sus campañas contra Rosas. Nació en Buenos Aires en 1827 y por las persecuciones que sufriera su padre, unitario, siendo niño se trasladó a Montevideo. Volvió hecho un hombre y con el ejército de Urquiza pelea en Caseros como alférez, interviene en la revolución porteña del 11 de septiembre y en la defensa de Buenos Aires durante el sitio del general Lagos.
Posteriormente lucha contra la invasión del general Jerónimo Costa y en 1856 sale a la campaña con los ejércitos de los generales Escalada, Paunero y Conesa.
Participó en los combates de Sol de Mayo y Río Seco, y retirado del servicio, volvió a reincorporarse para defender a Buenos Aires, amenazada por el ejército vencedor en Cepeda. Después fue nombrado comandante militar de Mercedes, actuó en la batalla de Pavón y en la campaña de Entre Ríos y ya siendo coronel, tomó contactos con los indios en Pillahuincó. En 1868 alcanza el grado de coronel y asiste a la campaña contra el caudillo López Jordán en Entre Ríos. Pelea en la batalla de El Sauce en 1870 y al regresar a Buenos Aires es nombrado senador del partido Autonomista, que era el de sus amigos Leandro Alem y José Hernández. En el desempeño de ese cargo por renuncia del gobernador Mariano Acosta ocurre la revolución mitrista de 1874 a comienzos de la presencia de Avellaneda y Alvaro Barros dirigió la defensa de la capital.
Periodista, escritor y político
En 1878 fue diputado y en 1879 fue designado como primer gobernador de la recientemente creada jurisdicción de la Patagonia. En 1881 terminó su gestión y ejerció algunos cargos administrativos, hasta su muerte, acaecida el 13 de enero de 1892.
Paralelamente a su fama de militar y político afín a las polémicas, actuó en el periodismo. Fue redactor de “El Nacional” y colaboró en otros diarios y periódicos. Sus libros principales son “Fronteras y Territorios Federales de las Pampas del Sur”, publicado en 1872, y “Actualidad Financiera de la República Argentina”.
También escribió “La Guerra Contra los Indios”, que es una continuación de la primera en 1875 y una prédica de la guerra ofensiva.
En el prólogo de uno de estos libros Alvaro Yunque destaca… “el espíritu constructor de ese militar cuya diestra esgrimía el sable y la péñola y cuyo verbo, fogoso desde la banca parlamentaria, ductilizándose, sabía hacerse flexible para entrar en convenios amistosos con esos niños grandes, tan acerbos, tan abestiados que eran los indios pampas”.
Fructífera gestión
El coronel Alvaro Barros cumplió una importante tarea al frente del nuevo gobierno, pese a los escasos dos años de gestión y los muy exiguos medios disponibles.
Al respecto, el historiador R. P. Raúl Entraigas recuerda que el presupuesto para el año 1879 asignaba la suma total de 7.860 pesos, de los cuales, 300 pesos mensuales correspondían al gobernador, 150 al secretario, 40 al capellán y 20 al ordenanza, por ejemplo.
Por su parte el profesor Carlos Salvador Laria, refiriéndose a aquella administración inicial, subrayaba el ritmo que le imprimió Alvaro Barros.
“Desde las primeras semanas el coronel puso manos a la obra, ocupándose del problema de la distribución de las tierras para los pobladores; de la construcción de un edificio para asiento de las autoridades; de la donación de cuarteles para alojar las tropas; de las comunicaciones telegráficas; de las comunicaciones marítimas con Buenos Aires; o de la siembra de cereales…”. Este verdadero vértigo por hacer cosas, consta afortunadamente en las memorias elevadas por Alvaro Barros al gobierno nacional y permiten acceder aún pormenorizado detalle de aquel período.
Una de las más importantes realizaciones fue, sin duda, el censo de población que arrojó 2.716 habitantes para Río Negro, “sin contar la mayor parte de los grupos de indios de la colonia de General Conesa que actualmente se encuentran atacados de viruela”.
Otro indudable acierto fue el envío de una comisión presidida por el Ingeniero Jordán Wysocky en junio de 1879 a San Antonio, para efectuar sondeos en la búsqueda de agua potable, regresando los exploradores, sin alcanzar el objetivo original, pero recomendando fundar una población en aquel lugar.
En Viedma, fundó una escuela y dispuso la construcción de un murallón para evitar las periódicas inundaciones, encargando al ingeniero Ebelot un proyecto para alcanzar una solución integral, desecando la laguna El Juncal, obra que se concretó muchos años después. También se establecieron escuelas en San Javier y en Guardia Mitre.
El Poblamiento
En esos documentos, el mandatario reconocía los impedimentos para administrar el inmenso territorio destacando que “era imposible comunicarse con las poblaciones del Chubut y Santa Cruz”, contentándose “con realizar estudios en las parte que estaba al alcance de mis medios de acción”, consignaba. Para Alvaro Barros la primera etapa del poblamiento de la Patagonia consistía en intensificar los esfuerzos en el Valle Inferior- cuya zona rural se extendió de 30 a 50 leguas río arriba- y unir el área con el puerto de San Antonio. “Creo poder asegurar –decía- que en breve estaría todo doblemente resuelto y abierto el camino que ha de ligar por la vía más corta el fértil valle del río Negro con el futuro puerto de la Patagonia”.
De esa manera “… saldría la colonización desde un punto rico en recursos y aseguradas las comunicaciones se extendería hasta el desierto”. Así, pensaba “…se llegaría a Santa Cruz a través de una cadena de colonias agrícolas de pastoreo y poblaciones a la vera de los ríos y el Atlántico”.
Un Destino Histórico
Algo similar a un determinismo histórico ha hecho que, a través de su rica y prolongada existencia de más de dos siglos, Viedma, desde su fundación en 1779, haya tenido que ejercer en distintos tiempos y condiciones su jerarquía de centro político y administrativo de muy disímiles territorios. Primero fue capital del ex – territorio nacional de la Patagonia, luego del ex – territorio nacional de Río Negro, y después de todo un controvertido proceso, a partir de 1973, es capital de la actual provincia de río Negro.
El Protagonismo
Su papel protagónico comienza con el mismo hecho fundacional que tuvo lugar el 22 de abril de 1779 en la ribera sur del río Negro (hoy Viedma), pero el desborde de las aguas en junio, aconsejó su traslado a la ribera opuesta (actualmente Patagones), sin que se interrumpiera totalmente el anterior poblamiento. Desde ese momento, ambos núcleos fueron durante cien años, acantonamiento militar de los españoles durante el virreinato –denominado Fuerte Nuestra Señora del Carmen, o Fuerte del Río Negro-, puerto de corsarios y guarnición durante la guerra con Brasil, en 1827, jugando también un papel trascendente en la campaña al desierto y en la epopeya civilizadora de los salesianos. Estos humildes caseríos, junto con la colonia galesa del Chubut eran los únicos pobladores blancos de estas latitudes. Un viajero los calificó de “último confín de la tierra”.
Vértice de la Patagonia
Por imperio de la ley 954 la banda sur del Fuerte de Río Negro se transformó en capital del nuevo estado patagónico que abarca Río Negro, Neuquén, Chubut y Santa Cruz, hasta el Cabo de Hornos, Islas del Atlántico Sur y Sector Antártico. Entonces adquirió el nombre de Viedma en homenaje a su fundador por decreto del 4 de julio de 1879, integrando desde ese momento una jurisdicción distinta en Buenos Aires.
La inundación de 1899
En julio de 1899 una inundación afectó gravemente el funcionamiento de Viedma como capital del territorio nacional de Río Negro y en consecuencia con el traslado de las autoridades a Patagones, quedó planteado de inmediato el problema, por pertenecer a la provincia de Buenos Aires. Así se presentaron dos soluciones: reconstruir Viedma, o trasladar el gobierno a Choele Choel, la que fue designada como capital provisoria el 4 de setiembre de ese año. Después de nueve meses de incertidumbre, el 27 de abril de 1900 el presidente Roca promulgó el decreto restituyendo a Viedma su condición de capital.
La Capital y la provincialización.
Una situación similar pero mucho más compleja vivió Viedma en oportunidad de reunirse la convención constituyente de 1957. Cuando los representantes del pueblo fueron convocados para elaborar los mecanismos institucionales y trasformar el ex territorio nacional en una pujante provincia. En aquel momento hubo sectores legislativos que pretendieron cambiar la sede del futuro gobierno rionegrino y localizarlo en la ciudad de General Roca, en pleno Alto Valle. Después de una vibrante polémica regional surgió una fórmula de transacción que amenazó con una postergación sine die del problema. En el artículo 4to, de la carta magna aprobada se asignó a Viedma el carácter de residencia provisoria de las autoridades, explicitándose que la capital definitiva de Río Negro surgiría de una ley especial a sancionarse antes de cinco años. Pero transcurrieron más de 15 años hasta que en octubre de 1973, el parlamento rionegrino por unanimidad de todos los sectores políticos integrantes, sancionó la definitiva capitalidad de Viedma, dando curso favorable al proyecto de ley presentado por el legislador Dante Scatena. Finalmente el proyecto trunco del ex-presidente Raúl Alfonsín, hizo que el anunciado traslado de la Capital Federal al núcleo Viedma-Patagones-Guardia Mitre, se convierta nada más que en una ilusión.
Autora: Lic. Miriam Capasso
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