Combate de Olivera

Gral. Eduardo Racedo (1843-1918)

La primera acción bélica de la Revolución de 1880 se produce en Olivera, en las proximidades de Luján.  Teniendo conocimiento el tejedorista coronel José Inocencio Arias que en Campana, alrededor del 13 de junio, había desembarcado un contingente de 4.000 soldados de línea de las tres armas comandados por el coronel Eduardo Racedo, que todo hacía suponer trataría de evitar que los efectivos de Mercedes se incorporaran a las unidades de la ciudad, durante la noche del 16 se puso en movimiento, obligando al jefe gubernista a atacarlo para evitar la conjunción de fuerzas.

Así las cosas, en la mañana del 17 la vanguardia de Racedo atacó a los rebeldes en proximidades de la estación Olivera con dos regimientos, siendo rechazada.  La fuerza de Arias luego de la incidencia, se alejó ordenadamente de la zona, utilizando el ferrocarril Oeste (actual Sarmiento) hasta la estación Ramos Mejía donde abandonó el tren y procedió a inutilizar las instalaciones, máquinas y vagones.  Los efectivos del Gobierno acantonados en la Chacarita de los Colegiales ya habían ocupado el pueblo de San José de Flores (hoy un barrio de Buenos Aires).  Esquivando este punto, las unidades de Arias se desplazaron hacia el sur hasta llegar a San Justo y cruzando las quintas de Flores acampó el día 18 por la mañana con más de 7.000 hombres en la ribera norte del Río Matanza (o Riachuelo) frente al Puente Alsina.

Sobre el combate de Olivera existen versiones contradictorias para evaluar el hecho y apreciar sus resultados.  Las mismas se pueden extraer del análisis de los partes de los coroneles Racedo y Arias, elevados a sus superiores los ministros de Guerra y Marina de la Nación y de Milicias de la provincia de Buenos Aires.  Veamos el primero de esos documentos:

“Luján, junio 19 de 1880 – Al Excmo. Señor Ministro de Guerra y Marina, Doctor don Carlos Pellegrini – Tengo el agrado de comunicar a V. E. las operaciones practicadas por el cuerpo de Ejército en operaciones con cuyo mando me honró el Excmo. Gobierno Nacional, y que el 17 del corriente ha derrotado sobre el puente de Olivera al Ejército del señor don José I. Arias, que fuerte en 12.000 ocupaba ambas márgenes del Río Luján, debiendo hacer notar a V. E. que la cifra que dejo apuntada puedo garantizarla, pues ha sido confirmada por la declaración de los prisioneros, y entre ellos la del sargento mayor Cayetano Bellera, ayudante del ex-coronel Arias.

“De la población de Campana situada en la cabecera del ferrocarril del Norte de esta Provincia, púseme en marcha a las 12 del día 15 del corriente, con los batallones organizados en cuatro brigadas de infantería y dos de caballería, en la forma siguiente:

1ª. Brigada de Infantería a las órdenes del coronel don Manuel Vázquez, batallones Gendarmes y Guardia Nacional de San Lorenzo;

2ª. Brigada de Infantería a las órdenes del jefe de Estado Mayor, teniente coronel don Genaro Racedo, batallón 1º y 2º de Guardia Nacional de Rosario;

3ª. Brigada de Infantería a las del teniente coronel don Francisco Bosch, batallones 11 de línea y 2º de Guardia Nacional de Río Cuarto;

4ª. Brigada de Infantería a las del teniente coronel don Enrique B. Moreno, batallones 1º y 2º de Guardia Nacional de Córdoba;

1ª. Brigada de Caballería a las del teniente coronel don Ernesto Rodríguez, regimientos Nº 2, 9 y 12 de línea;

2ª. Brigada de Caballería a las del coronel don Silverio Córdoba, regimientos 1º y 2º de Guardia Nacional de San Lorenzo;

Cuatro piezas de artillería del 2º Regimiento a las órdenes del capitán Trasosdi.

“Estas fuerzas en su mayor parte Guardias Nacionales recientemente movilizados, formaban un total de 3.752 hombres.

“Ese día me fue necesario acampar a cuatro leguas de Campana para tomar las medidas precaucionales necesarias al mayor éxito de mi plan de operaciones, el cual reducido a su más simple expresión, estaba limitado por estas dos operaciones: no ser descubierto, y moverme con la mayor rapidez posible para sorprender al Ejército enemigo, que ya sabía era tres veces más numeroso.

“En las primeras horas de la mañana del siguiente día me puse en marcha nuevamente.  Durante ese día no ocurrió mayor novedad que la derrota de una avanzada del ex–coronel Arias, por un escuadrón del regimiento 9 de Caballería, que le hizo 8 muertos, tomándole dos prisioneros y algunos heridos.

“Continué durante ese día y parte de la noche hacia Mercedes, pero a las 6.40 de la mañana del 17 de junio, cambiando rápidamente la dirección de mi columna porque recibí aviso de la situación del Ejército del ex–coronel Arias, que la víspera se había puesto en movimiento hacia la ciudad, hice avanzar hacia los campos de Olivera la 1ª. Brigada de Caballería al mando del comandante Rodríguez con orden de reconocer al enemigo y obrar con arreglo a las circunstancias que se produjeran.  Mis infanterías formadas en columnas paralelas, llevando la artillería al centro, avanzaban rápidamente.

“A las 8.40 de la mañana recibí el parte siguiente: el comandante Rodríguez se había encontrado con el enemigo tan completamente desprevenido, que consiguió arrebatarle numerosas caballadas, y después de haber resistido una carga de todas sus caballerías, tres veces más numerosas, operaba la retirada más brillante que se puede hacer en un terreno completamente desconocido, desorganizando la vanguardia de Arias y haciéndole numerosos prisioneros, valientemente secundado por los comandantes Godoy y Uriburu.

“Despaché en el acto los dos regimientos de San Lorenzo a las órdenes del coronel Córdoba, hice desplegar en guerrilla al batallón Gendarmes de Rosario con dos piezas de artillería dirigidas por mí, y avancé resueltamente hacia ellos.

“El bravo comandante Godoy con su escuadrón desplegado en tiradores cubría mi derecha, y dos piezas de artillería dirigidas por mi Jefe de Estado Mayor don Genaro Racedo, me protegieron desde la retaguardia.

“El enemigo cubría una y otra margen del Río Luján, presentando a mi frente cuatro batallones de infantería en columna, frente al puente con igual número tendido en batalla, y protegidos por fuertes guerrillas y una masa de caballería a la derecha.

“El coronel Córdoba cargó entonces a la caballería enemiga, que retrocedió desorganizadamente, dejando numerosos prisioneros.  Comenzó el fuego de las guerrillas y del batallón Gendarmes de Rosario, pero 3 o 4 granadas que dieron en el centro de los batallones enemigos y la aproximación de mis columnas de infantería que atronaban los aires con vivas entusiastas el Gobierno de la Nación, produjeron el pánico en las filas del Ejército rebelde, que desde ese momento inició su retirada, repasando precipitadamente el puente Olivera.  La batalla estaba ganada.

“Emprendí la persecución con los regimientos 2, 9 y 12 de línea y una fuerza de artillería.

“Para abreviar diré a V. E. que he visto durante el trayecto hasta Luján, cuerpos completos que arrojaron sus armas, fugaban desesperadamente en todas direcciones.  Puedo asegurar a V. E. que sin la circunstancia de que mi infantería, rendida de cansancio hasta el extremo de caer soldados asfixiados, no pudo tomar parte en la batalla por la fuga tan precipitada del enemigo, no habría escapado ni un soldado sin caer muerto o prisionero.

“Próximos a la estación Luján tenían 30 vagones con dos máquinas.  Allí embarcó Arias sus fuerzas, y la cifra de 600 infantes que di en mi parte de anteayer como el último resto de un Ejército que a las ocho de la mañana tenía 12.000 hombres, queda confirmado por el número de vagones en que se embarcaron, cuya mayor capacidad es de 20 individuos.  Dos regimientos de caballería seguían también su retirada por un costado de la línea férrea, bajo la protección de los fuegos que nos hacían del interior de los vagones; pero el comandante don Enrique Godoy que los perseguía de cerca escopeteándolos hasta el oscurecer, a pesar del mal estado de sus caballos, según el parte que me dio a su regreso, consiguió dispersarles mucha gente.

“La batalla comenzó pues a las nueve de la mañana en el puente de Olivera, y el último cañonazo se disparó en Luján a las cuatro de la tarde.

“Resumiendo la jornada del 17 de junio puede reducirse a lo siguiente: el ex–coronel Arias con un Ejército de 12.000 hombres fue sorprendido y completamente batido por tres regimientos de caballería de línea a las órdenes de los teniente coroneles Rodríguez, Godoy y Uriburu, el regimiento San Lorenzo a las órdenes del coronel Córdoba, el batallón Gendarmes de Rosario a las órdenes del coronel Vázquez, y cuatro piezas de artillería; debiendo notarse que la persecución del puente Olivera hasta Luján, sólo se hizo con los tres primeros regimientos y una pieza de artillería.

“Las pérdidas sufridas por una y otra parte son las siguientes: del enemigo: un jefe, seis oficiales y ciento ochenta soldados heridos, sin haberse conocido exactamente el número de muertos; de nuestra parte heridos el valiente comandante Rodríguez, que a pesar de haberlo sido gravemente siguió con su brigada durante toda la batalla, un jefe más, un oficial y cuarenta y ocho soldados; soldados muertos veintiséis.

“Con el objeto de establecer la verdad histórica de estos acontecimientos y destruir la aparente contradicción de haberse escapado el enemigo con sólo 1.200 hombres y llegar a Buenos Aires con ellos a pesar de la dispersión que sufría en su fuga, debo hacer notar que es debido a los contingentes que se le reunían a su paso por los Partidos del oeste desde Luján a Morón.

“Al terminar este parte es de mi deber como un acto de estricta justicia, recomendar a la consideración del Excmo. Gobierno Nacional y del pueblo argentino, la comportación de los jefes y oficiales que han mandado tropas el día de la batalla; y especialmente a los jefes de caballería tenientes coroneles Rodríguez, Godoy y Uriburu y coronel Córdoba, al doctor Estanislao Zeballos y al capitán Pardo, que me han acompañado durante toda la acción; a mis ayudantes el capitán del 10 de infantería don Alberto Capdevila, los capitanes José Arteaga, Modesto Martínez, Aníbal A. Pace y Regino Fuentes, y subteniente Manuel Díaz; como asimismo al infatigable cuerpo médico dirigido por el doctor Juan B. Cross.

“El empeño de los jefes superiores y mi segundo el teniente coronel don Genaro Racedo, en secundar mis operaciones, conociendo como conocían la importancia del movimiento estratégico que se operaba, y la trascendencia del éxito en los acontecimientos futuros; la disciplina admirable de los Guardias Nacionales, el entusiasmo y arrojo de la caballería, y finalmente el resultado obtenido, me dan derecho a hacer una recomendación especial para toda la división a mi mando.  Eduardo Racedo”.

El parte elevado por el coronel Arias al ministro de Milicias general Gainza, fue prohibido en su reproducción literal “para evitar ofrecer datos precisos que pudieran ser aprovechados por el enemigo…”.  A continuación se transcribe el resumen ofrecido por “El Nacional” en su edición del 18 de junio:

“Empieza el coronel diciendo que en cumplimiento de órdenes recibidas, emprendió la marcha hacia el punto convenido.  Que acampó primeramente en Olivera, y en la mañana de ayer continuó su marcha hacia Luján.

“A la media hora de haber emprendido la marcha presentóse a retaguardia una columna enemiga de caballería que pretendió arrebatarle la caballada, visto lo cual la hizo cargar con los regimientos 1º de Buenos Aires y 2º de Policía Rural.  La columna enemiga empezó entonces a retroceder haciendo fuego en retirada, pero pronto vióse en la precisión de huir precipitadamente hasta incorporarse a cuatro batallones de infantería que se hallaban ocultos tras una loma.

“Efectuada esta incorporación, la infantería enemiga avanzó con cuatro piezas de artillería, y en vista de las bajas que hacían los fuegos de éstos en las filas de nuestros regimientos, retiráronse éstos procurando su incorporación al resto del Ejército, lo que se efectuó con todo orden y tranquilidad, continuándose la marcha del mismo modo.

“Un momento después presentóse de nuevo otra columna enemiga, que siguió por algún tiempo hostilizando al coronel Arias con guerrillas flanqueadoras por el costado derecho y el fuego de una pieza de artillería de campaña.  Esto continuó hasta cerca de Luján, donde la fuerza nacional fue obligada a detenerse por el batallón 6 de Giles, prosiguiéndose desde entonces la marcha sin novedad y en orden perfecto.

“El combate de retaguardia fue personalmente dirigido por el coronel Arias, con la cooperación importante, según el mismo lo declara en su parte, de los tenientes coroneles don Abraham Walter y don Domingo Rebución.

“Según los pasados enemigos que se incorporaron al Ejército del coronel Arias, las fuerzas que atacaron a éste constaban de 4.000 hombres de las tres armas.

“El coronel Arias recomienda en su parte por haberse distinguido a su lado durante el fuego, a más de los jefes nombrados, a los comandantes militares Crisol, Castex, Dowlin, Muñoz y Salas, este último al frente del regimiento de San Pedro.  Menciona también a sus ayudantes Lalanne, Eguía, Molina, Lacuesta, Souza y un hijo del general Gainza, que tuvo su poncho atravesado por las balas, y prometiendo recomendar después en el parte detallado a muchos jefes y oficiales que se distinguieron igualmente.

“El coronel Arias con todo su Ejército acampó ayer en Merlo, de donde disponíase a emprender marcha de acuerdo con sus instrucciones”.

Es indudable que la descripción que hacen Arias y Racedo del combate de Olivera tienen diferencias substanciales.  El primero afirma que la vanguardia gubernista que atacó a los rebeldes fue rechazada y que las unidades de Buenos Aires se retiraron ordenadamente, hasta ocupar con más de 7.000 hombres la ribera Norte del río Matanza.  Racedo formuló apreciaciones opuestas sobre el mismo hecho, exagerando conceptos y sosteniendo “que los 12.000 soldados del coronel Arias quedaron reducidos a 600…”  Los acontecimientos posteriores revelaron lo erróneo de esta argumentación.

Fuente

Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado.

Petrocelli, Héctor B. – Historia Constitucional Argentina – Keynes – Rosario (1993).

Portal www.revisionistas.com.ar

Racedo, Gral. Eduardo – Parte de la batalla de Olivera, Luján, 19 de junio de 1880.

Ruiz Moreno, Isidoro J. – La Federalización de Buenos Aires, Buenos Aires (1980)

Serrano, Mario A. – La Capitalización de Buenos Aires – Círculo Militar, Buenos Aires (1995)

Suárez, Martín – Atlas Histórico Militar Argentino, Buenos Aires (1974)

 

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