Nació el 27 de setiembre de 1824 en Boston, Massachusetts, Bajo una cuidadosa instrucción, pronto mostró lo que sería en el futuro. Niño prodigio, leyó a los 3 años y a los 5 recitaba el Latín. A los 10 años de edad le eran familiares los estudios de muchos sabios, dando conferencias ilustradas con experimentos de electricidad.
A los 19 años se graduó en la Universidad de Harvard, con distinciones en Clásicos, Física y especialmente Matemáticas, bajo la inspiradora influencia del matemático Benjamín Peirce.
Gould pronto decidió sobre la rama de la ciencia a la cual dedicaría su vida, y utilizando las relaciones familiares viajó al Viejo Mundo. Estudió y trabajó con George Biddell Airy en el Royal Observatory, Francois Arago y Jean Baptiste Biot en el Observatorio de París, y Johann Encke en el Observatorio de Berlín. Conoció a Alexander von Humbolt, con quien estableció una amistad que le sería muy útil. Pero sin dudas el hecho más destacado ocurrió en 1847 cuando fue aceptado como discípulo del matemático y astrónomo Carl Friedrich Gauss en Göttingen, convirtiéndose en 1848 en el primer norteamericano doctorado en esta rama de la ciencia.
De regreso a su hogar, funda el Astronomical Journal, afrontando los gastos de su propio peculio y limitadas contribuciones de terceros.
Cuando en 1863 se crea la Academia Nacional de Ciencias, el presidente Abraham Lincoln incorpora a ella 50 destacadas personalidades entre los que se encuentra el Dr. B. A. Gould. Es contratado como director del Dudley Observatory en Albany, y trabaja en el Coast Survey en las determinaciones de posiciones geográficas en Estados Unidos.
En 1861 contrae matrimonio con Mary Apthorp Quincy, miembro de una poderosa familia de Boston. La señora Gould, influye en la vida del sabio, y lo apoya notablemente en sus objetivos.
Observatorio Astronómico de Córdoba
Por esa época, la gran mayoría de los observatorios astronómicos se hallaban en el hemisferio norte, razón por la cual no existía adecuada información acerca de los cielos australes. Gould se interesó por este tema y en 1865, cuando Domingo F. Sarmiento se hallaba a cargo de la embajada de Argentina en Estados Unidos de Norteamérica, tuvo oportunidad de entrevistarlo para ofrecerle realizar estudios estelares en el hemisferio sur.
La propuesta fue bien acogida por Sarmiento y en sus conversaciones, también se despertó la iniciativa de instalar en nuestro país un Observatorio Astronómico. Gould le escribió a Sarmiento en 1865, y éste – según confesión de aquél- le contestó cordialmente: “correspondiendo favorablemente a todas mis aspiraciones y prometiendo aún más de lo que yo me había atrevido a pedir”.
Lamentablemente las gestiones que Sarmiento hizo en esa oportunidad, no pudieron encontrar buena acogida en el gobierno argentino. Hay que recordar que el país recién iniciaba la guerra de la Triple Alianza, y Gould mismo señalara que: “el doctor Costa, ministro de Instrucción Pública, en una nota fechada en enero de 1866, expresó su sentimiento porque los onerosos sacrificios que estaba haciendo la Nación en su lucha con el mariscal Francisco Solano López del Paraguay, le impedían poder ofrecer un apoyo más eficaz a la empresa”. Dice luego que “mi plan falló entonces a causa de no haber podido conseguir los necesarios auxilios pecuniarios; sin embargo el interés del señor Sarmiento nunca desmayó. Ni cuando dieciocho meses después fue elegido presidente olvidó el proyecto astronómico entre sus preocupaciones oficiales, trabajos para la educación y asuntos políticos”.
Desde luego que en varias ocasiones, Sarmiento y Gould intercambiaron opiniones acerca de la posibilidad de concretar el proyecto, y de esas inquietudes fue partícipe la señora Mary Mann, confidente de Sarmiento en el país del norte. Ya primer mandatario nacional expresará en su mensaje del 1º de mayo de 1869: “…He añadido al presupuesto de Instrucción Pública un Observatorio Astronómico, con el que tomaremos nuestra parte en el trabajo común de las naciones cultas de avanzar en las ciencias; ya que la presencia del sabio Germán Burmeister nos permite añadir una página valiosa a los progresos recientes del estudio de la naturaleza”.
El 29 de diciembre de 1869, Gould es designado para la realización de los trabajos preparatorios de instalación del Observatorio, que comenzaba a despertar interés en la prensa y el comentario mucho más favorable que la idea de la Exposición Nacional, acerca de la cual el diario “La Capital” de Rosario, emprendió una violenta campaña contraria, por considerar que el país no estaba en condiciones de realizarla.
Pero en Córdoba el gobierno se encargó de buscar un lugar adecuado, el que necesariamente, debía estar en cierta elevación sobre el nivel de la capital mediterránea. Mientras se emprendían los trabajos para la Exposición, se comenzaron también los de la erección del edificio del Observatorio. Sarmiento encargó a Gould que adquiriera todos los elementos en Estados Unidos y algunos de los aparatos en Europa, antes de su partida, con su familia hacia la Argentina.
Su llegada a Buenos Aires se produjo el 25 de agosto de 1870, entrando enseguida en contacto con Sarmiento y disponiéndose a viajar a Córdoba. Lo hizo en compañía de su esposa, Mary Quincy, nieta del presidente de los Estados Unidos, John Quincy Adams, dama de extraordinario espíritu, que habría de convertirse en una de las colaboradoras más eficaces de Gould, a pesar de todos los infortunios que debió soportar durante su estada en Córdoba. Su fina sensibilidad, había de captar la simpatía de la sociedad de la ciudad interior, y dueña de una voz agradable, en más de una ocasión se hizo escuchar en conciertos de beneficencia,
Llegado a Córdoba poco después Gould recordará en las páginas de sus “Resultados del Observatorio Nacional Argentino en Córdoba” (Buenos Aires, 1881), que el instituto estaba ubicado en una altura “de 33,6 metros arriba de la plaza central de la ciudad” y que “las excavaciones para los cimientos del edificio se principiaron el 14 de octubre de 1870, habiendo sido construido todo, fuera de lo que toca a la albañilería, en los Estados Unidos antes de mi partida. El edificio se hallaba ya bastante adelantado para poder colocar el telescopio ecuatorial el 4 de julio de 1871”. Lo cierto es que los aparatos, traídos de Europa, sufrieron una larga postergación en llegar. Justamente cuando habían sido embarcados estalló la guerra franco-prusiana, y en varios puertos hubo demoras. Posteriormente, los hielos del Báltico bloquearon a las embarcaciones, y otros meses fueron transcurriendo. Al llegar a Buenos Aires los aparatos y después a Rosario era cuando la fiebre amarilla diezmaba a la población. Los cajones estuvieron en cuarentena en Rosario y por fin pudieron llegar a Córdoba. Eran entre otros instrumentos, un Círculo Meridiano de 12,5 cm de Repsold, Hamburgo,
Uranometría Argentina
La presencia del doctor Gould en Córdoba era un orgullo para la ciudad. Como debía emplear en algo el tiempo, comenzó entonces a escribir lo que habría de ser su obra básica: “Uranometría argentina”, anotaciones de todas las estrellas del cielo austral, miradas a simple vista o con la ayuda de un anteojo de teatro. El edificio continuaba siendo construido, y en su parte central “se halla dividida en cuatro piezas cada una de 5,8 metros por costado. Tiene alas a los lados del este y oeste, formadas cada una de un cuarto de 3,6 metros de ancho y 4,2 de largo, destinado para observaciones meridianas, y a la extremidad de éste una torre circular del diámetro de 6 metros. Dos torrecillas menores del diámetro de 4 metros, forman proyecciones a los lados del norte y sud, en las cuales se hallan las entradas principales del edificio. Así la construcción entera se asemeja algo a una cruz, terminando en una cúpula cada una de sus cuatro extremidades”.
Daba cuenta Gould que además del aparato comprado en Hamburgo, “el ecuatorial grande con objetivo y tubo fueron hechos por D. Enrique Fitz, de Nueva York y el mecanismo por los señores A. Clark e hijos de Cambridgeport. Un pequeño ecuatorial de 5 pulgadas de abertura, hecho también por los señores Clark, se halla colocado en la torrecita del norte, sobre la entrada principal del Observatorio”. El cronógrafo fue construido por W. Bond e hijo de Boston.
Desde el 9 de setiembre de 1870 en que Gould llegó a Córdoba y se instaló en la quinta de José María Aldao, en cuyos terrenos se levantaron los edificios para el Observatorio, no había dejado de estar en comunicación con el gobierno y las gentes de la ciudad que pudieran ayudarle en su tarea. Intervino también en el jurado de la Exposición Nacional y su consejo fue muy apreciado. En las diarias crónicas de aquel tiempo, su nombre siempre aparece rodeado del prestigio que poseía, por su significativa carrera científica.
Inauguración
Después de inaugurada la Exposición, y luego de una fiesta celebratoria de su apertura, el 22 de octubre de 1871, se llegó a la fecha de la inauguración del Observatorio Astronómico. El 24 de ese mismo mes, Sarmiento presidió la ceremonia, a la que asistieron también las personalidades que estuvieron en el acto de la Exposición.
Tres discursos fueron pronunciados en aquella solemne circunstancia. Gould expresó que se estaba en presencia de un verdadero “templo de Dios y de la ciencia, consagrado a las investigaciones de aquellas verdades que el actor omnipotente y omnisciente de la naturaleza se ha servido escribir con su propia mano sobre el universo visible, en caracteres tan majestuosos, que la inteligencia humana se siente incapaz de percibir en la plenitud de su gloria, ni comprender la mente augusta de ellos”. El doctor Nicolás Avellaneda, expresó la satisfacción del gobierno al haber podido realizar aquella obra, y, finalmente, el presidente de la República, expresó que las autoridades argentinas no hacían sino ponerse en el tono de la época de avance científico. Lo manifestó en uno de sus párrafos, y lo reiteró a lo largo de su discurso. “No es esta la primera vez –dijo dirigiéndose a Gould- que nos asombramos y regocijamos de vernos reunidos aquí en este Observatorio, en la América del Sur y en mi país, tal como al otro extremo de este Continente y bajo otro cielo lo habíamos proyectado años ha. ¡Cuántas veces es dado realizar un buen pensamiento a través de las vicisitudes humanas; y con cuánta justicia debemos congratularnos de haber traído a cabo y buen fin el nuestro!”. Manifestó que “las duras vigilias del astrónomo” eran miradas con simpatía por la sociedad de Córdoba, que no era menos que la conquistada por “el buen vecino, el modelo de cultura y benevolencia, y el grupo de jóvenes estudiosos y morales que comparten vuestras tareas”.
Al ser inaugurado, el Observatorio, además de su director, contaba con un excelente personal, integrado por el subdirector, astrónomo Juan M. Thome; el primer astrónomo Francisco Latzina; astrónomos de tercera categoría, John Davis, Enrique Wiggin y Ricardo Stevens; Luciano J. Correa, que fue director de la oficina meteorológica; el secretario Vicente Pereyra Oliva y el prosecretario Juan Dreesen.
Pasados los momentos entusiastas de la inauguración, y las otras fiestas, y alejados los visitantes, Gould se entregó a trabajar ardientemente con sus colaboradores. Era preciso seguir la construcción del edificio, que fue terminado al finalizar 1872. También se demoraron las observaciones, y hubo que rectificar errores en el péndulo. “Las primeras observaciones que prometieron un valor permanente se hicieron el 25 de junio de este año” (1872) recordará Gould. Paulatinamente se fue avanzando en los trabajos científicos. El 14 de febrero de 1873, Gould enviaba al presidente una fotografía de la Luna, obtenida con “la lente quebrada”. Le expresaba que casi tenía vergüenza de hacerle llegar ese trabajo, “pero su valor principal viene de que no existe sino otro telescopio dióptrico capaz de hacer una impresión semejante. Además le manifestaba no haber en Córdoba “recurso para aumentar el tamaño e imprimir la fotografía aumentada sobre el papel”, indicando cómo podían verse en el borde de la Luna, montañas y picos del terreno.
Retorno a los Estados Unidos
Cuando se hallaba en la plenitud de su accionar, Gould y su familia vieron ensombrecidos sus días con una tragedia. Un domingo de diciembre de 1873, salió con su esposa y dos niñas pequeñas, sus hijas, a un paseo campestre. Llegaron a la costa del Río Primero, en sitio cercano al actual Cerro de las Rosas, en el lugar denominado Baracaldo. Las niñas quisieron tomar un baño acompañadas de la institutriz, cuando el río, por efectos de la lluvia que la noche anterior se había producido en las lejanas serranías, creció violentamente en contados segundos. Arrastró a las niñas y a quien las cuidaba. Vanos fueron los esfuerzos del conductor del carruaje en el que habían ido hasta aquel sitio y de otras personas. Las tres perecieron. La desgracia conmovió a toda la ciudad. Los esposos Gould no hallaban consuelo. Solicitó licencia para realizar un viaje. Sarmiento, en su mensaje presidencial de 1874, subrayará “El profesor Gould, encargado de sus trabajos, víctima de un accidente desgraciado que amargó su existencia, ha obtenido licencia por algunos meses para alejarse del teatro de la desgracia que el país entero deplora. Al despedirse deja constancia de haber ejecutado con limitado personal, obras que en cinco años no habrían ejecutado con decuplicadas fuerzas y con más instrumentos, los Observatorios de Greenwich o de París”.
Pero Gould y su esposa regresaron a Córdoba. Otros hijos pusieron esperanza en aquel matrimonio. La esposa fue nuevamente una de sus constantes animadoras en la obra fecunda. Durante aquel viaje por el exterior hizo acopio de nuevas experiencias y trajo más aparatos para su Observatorio, permanente desvelo de su vida. La obra científica era bien pronto conocida y apreciada en el mundo entero. Mucho más lo fue, cuando comenzaron a publicarse sus observaciones, y sobre todo, su “Uranometría Argentina” (1879), “Catálogo de Zonas” (1884) y un año después de su partida el “Catálogo General Argentino” (1886) con la medición de 33.500 estrellas australes.
Estaba entregado a su constante labor, cuando falleció en Córdoba la esposa del doctor Gould. El astrónomo no quiso continuar permaneciendo en la ciudad y renunció a la dirección del Observatorio. Volvió a su patria y su nombre siguió figurando entre los de quienes eran figuras de primera magnitud por su tarea dentro de la astronomía, participando en congresos internacionales. Quedó en el instituto cordobés, Juan M. Thome quien proseguiría las observaciones hasta 1908.
El 26 de noviembre de 1896, día de Acción de Gracias, un mal paso al bajar la escalera en su casa de Boston, le hace perder el equilibrio cayendo con tan mala fortuna que se golpea la cabeza. Pocas horas después muere en compañía de sus hijos.
Fuente
Bischoff. Efraín U. – Córdoba, a 100 años de la Exposición y el Observatorio-
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Paolantonio, S. – Benjamín Apthorp Gould – Adaptado de “Uranometría Argentina 2001, Historia del Observatorio Nacional Argentino”, S. Paolantonio-E. Minniti, UNC (2001).
Portal www.revisionistas.com.ar
Todo es Historia – Año V, Nº 54, Buenos Aires (1971)
Artículos relacionados
• John Macon Thome
• Félix Aguilar
Se permite la reproducción citando la fuente: www.revisionistas.com.ar