El Archivo del General Mitre, conserva interesante documentación relacionada con los tratos entre el “huinca” -el blanco- y el indio, antes de la definitiva conquista del desierto. El coronel Juan Carlos Walther, en su documentada obra, transcribe, en la parte documentación, como “Anexo Nº 4”, los textos siguientes de particular expresividad y sintaxis un tanto caprichosa:
“Monte Chilué, marzo de 1863 (C. el 6 de mayo). Al señor Presidente de la República D. Bartolomé Mitre. Muy honorable presidente: con el mayor respeto que a mí me corresponde, saludo a V. E., que goce de perfume y laureles en compañía de su segundo de Buenos Aires, y que obedecen a vuestras órdenes.
Quedo bueno, a Dios gracias, para lo que usted ordene, pronto y súbito de V. E.
Señor Presidente D. Bartolomé Mitre: Estoy tan aburrido en este distrito en que me hallo, porque las mentiras son muchas. Cada vez que mando a traer las raciones del Azul, siempre me mandan decir que yo estoy por ir a malón; yo no sé por qué es tanta desconfianza, siendo así que yo cuando hice los tratados con usted, no los hice por faltar a mi palabra, sino para ser firme y ser leal. Así como yo no tengo la menor desconfianza de ustedes, no deben desconfiar a mí. Crea usted que soy un hombre de palabra. Todo el mundo lo sabe y yo no me muevo para nada, y aún más, tengo prudencia cuando los míos me dicen que estoy vendido por azúcar y yerba y varias cosas; pero esto no me importa nada a mí. Vivo bien con todos aunque siempre digan que voy a malón, esto no es cierto; éstos que de mí hablan es por malquistarme con los cristianos, no pase a creer semejante cosa, que yo no soy loco ni zonzo para deshacer lo que tenemos hecho, y el convenio de nuestras paces, y aún de haberle escrito dichas cartas le mando ésta acompañada de mis enviados. Va mi yerno, se llama Ignacio Aveldaño; éste es un hombre de los mayores principales y unos tres de su compañía, que lleva, son de toda mi confianza; mando para que usted viva más seguro y conforme, y no crea que su amigo ha de faltar a su palabra; nunca faltará.
Señor Presidente D. Bartolomé Mitre: Mi deber es ponerle en conocimiento que varios amigos, uno es el infrascrito don Galván, proveedor de Bahía; este es uno de los principales ricos; es muy ladrón. Cuando yo mando mis enviados a Bahía, pues tiene la desfachatez y potestad de retármelos a mis enviados, insultándomeles como mejor gana la da a este señor Galván. Espero me le dé una reprensión sobre este asunto, en lugar de regalármeles, aunque fuera un cigarro, los insulta de un modo diciéndoles que son unos ladrones y pícaros. Esto no me es bien parecido a mí ni a mis enviados: son manteles del señor Galván para que él tenga la facultad; no hay motivo en esto; espero lo reprenda usted.
Como le digo de mi compadre Rivas, otro ladrón de primera clase; él me da de lo que mejor gana le da; no me da lo que tiene ordenado de usted. Las yeguas vienen cuando él ya ha ganado doble con las que usted me pasa. Le pido una cosa buena; me manda lo que no sirve; yo no sé cuál es el motivo de todo esto. Y el Comandante O. Llanos hace otro tanto peor; nunca me manda una cosa que sirva, o si no aquello que no sirve, como también tiene el atrevimiento de retar a mis enviados; como si todos estos gastasen algún dinero conmigo; no me dan un cigarro, me roban todo lo que usted me da. Le mando avisar para que sepa lo que éstos están haciendo conmigo y con usted. A mí me roban, a usted le roban, porque si me llegan a dar unos estribos de compasión, lo ponen en conocimiento como que me han regalado el valor de cinco mil pesos; estos hombres el gasto que hacen por mí no es mayor; cosa como le digo son ciertas.
Señor Presidente: hágame el favor, si no es perjuicio, de ordenar al Coronel Rivas que me dé quinientas vacas y quinientas yeguas, como también le digo que a mis enviados les haga hablar con mi amigo Coliqueo.
Señor: Le dije que iba a mandar a mi hijo Millacurá, y no lo mando porque está en el Azul; mando mi yerno, que es lo mismo. Tenga usted la bondad de hacerme el favor de mandármele unas botas granaderas, y un recado completo bueno. Esto es para mi escribano. Se llama Manuel. Me manda por escrito lo que le manda para él: un chapeadito también. Juan Calfucurá.
P. D. – Señor Presidente: Tenga usted la bondad de mandar una carta a Juan Catriel, que vive en desavenencia con Lucio; los dos son caciques, como que estamos debajo de sus órdenes, y para que vivamos con el corazón contento. Yo lo he hecho, lo mismo en aconsejar a estos dos amigos míos – Juan.
Amigo Mitre: De tantos cuentos estoy loco de la cabeza. Me dicen muchas mentiras, pero yo no creo nada de esto.
Con confianza y no tenga usted cuidado de su amigo. Si en algún tiempo hay algún combate con usted, cuenten en todo tiempo con su amigo y su fuerza está a su disposición, amigo.
Como también le digo que por la causa de muchos ladrones que hay, estoy siempre recibiendo reprensiones, no teniendo culpa ninguna; no me importa que a estos ladrones ustedes los agarren; y si llegan a acordar de mí, pueden hacer lo que mejor gana le dé a usted. Hay tantos indios que yo no los gobierno; estos son muy ladrones, y no puedo contenerlos de ningún modo. Qué hacer entonces. Usted determine lo que hago; me harán el favor de mandármelo a Ignacio, que lo agarraron en el Bragado; andaba robando. Si puede me lo manda, si no, como le digo, que cuando mande a mis enviados, pues el lenguaraz Ciriaco, el Mayor Andrés, Juan Millacurá y Creuil, que yo supe que me había mandado un dinero. Quiero que me diga cuál de estos enviados recibió la plata, porque a mí no se me entregó nada de plata. Yo cuando mando, no mando pedir plata nunca, porque la cara se me cae de vergüenza. Este es el motivo de que yo nunca mando pedir dinero suelto; y así es que usted me mandará decir con cuál me mandó el dinero para yo castigarlos por lo mal que han hecho.
Señor Presidente: Cuando mandé mis enviados me manda usted espuelas, chapeado y estribos de plata, rebenque, poncho también y varias cosas más me manda usted; pero de todo esto no recibí más que unas estriberas, el chapeado me dijeron que se perdió, ídem se perdieron las espuelas; el rebenque también me dicen que se perdió. Recibí lo de poca importancia; todas las prendas de plata que usted me mandó, nada recibí de las prendas; me dijeron que se le habían perdido por el camino. Mi lenguaraz Ciriaco, que traía todas estas prendas, se vino con el coronel Juan Cornet. Yo no sé si estos dos usaron de picardía conmigo, se perdieron siete prendas de plata, freno, espuela, estribo, chapeado, el pretal, el rebenque, fiador; se perdieron siete mantas, un poncho de paño. Todas estas prendas que le digo de ellas, no recibí ninguna cosa. De esto sin duda, éstos se quedarían con todo. Cuando me mande, mándeme por escrito lo que me manda.
Amigo: Lleva ésta de todo, poniéndole en conocimiento que ahí va ese hombre de toda mi confianza. Esta le puse que nunca pedía dinero pero tenga usted la bondad de mandarme dos mil pesos con el portador, pues es mi yerno, a ver si los pierde otra vez como sucedió vez pasada que me decía que todo se perdió.
A éste mi yerno hará el favor de dármele unas espuelas de plata, un chapeado, unos estribos y un recado bueno, un rebenque, un pretal de plata, un tirador, un puñal de plata, el tirador con botones; también un sobrepuesto bordado, y doscientas yeguas. Démele mil pesos plata. Todo esto es para los enviados.
Otro poncho, espuelas, chapeado con freno, estribos de plata, pretal, puñal, doscientas yeguas, tirador, un recado con todo completo, sobrepuesto bordado todo de plata.
Para el platero chapeado con frenos, estribos de plata, pretal, puñal, 200 yeguas, tirador con botones de plata, recado completo, sobrepuesto bordado.
Sin más que esto. Juan Calfucurá.
P. D.: Démele al portador de ésta unos estribos de plata, unas espuelas, un tirador con botones, un recado bueno con cojines bordado, un puñal, unas botas granaderas finas, sombrero, camiseta fina, poncho de paño. – Juan Calfucurá”.
Fuente
Benarós, León – Calfucurá se queja al presidente Mitre: el proveedor Galván y otros lo estafan y le insultan sus enviados.
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Portal www.revisionistas.com.ar
Todo es Historia, Año V, Nº 54, Buenos Aires (1971)
Walther, Juan Carlos – La Conquista del Desierto – Círculo Militar, Buenos Aires (1964).
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