Guerra de la Triple Alianza. Tras la victoria brasileña de Riachuelo, Mitre se embarcó en Buenos Aires (17 de Junio) para dirigir desde Concordia las operaciones. Allí se concentraron los efectivos aliados. El 24 ordenó a Urquiza, que seguía en Basualdo, avanzase sobre el Río Corrientes a fin de no perder contacto con los paraguayos. El mismo día, Osorio, con los 15.000 brasileños que ocupaban la República Oriental, cruzó el Uruguay y llegó a Concordia.
El 3 de Julio Urquiza va a entrevistar a Mitre. Los entrerrianos, que de mala gana habían obedecido a su general, creen en un abandono. Como un reguero de pólvora corre la noticia por el campamento de Basualdo; “Compañeros: el Capitán General se ha ido a su casa y es necesario que nosotros también nos vayamos. No sean tontos; no se dejen engañar”, se repiten los milicianos. Inútilmente los jefes –el general Ricardo López Jordán, los coroneles Manuel Navarro, Domingo Hereñú y Manuel Caravallo- tratan de contener la desbandada. Se oyen gritos “¡Viva Urquiza y muera Mitre!”. Imitando el aullido de los zorros, los nogoyaceros y victorianos van dando de carpa en carpa la señal de la deserción y buena parte de las divisiones se desbandan.
La noticia llega a Urquiza a la madrugada en la estancia de Gregorio Castro, donde ha hecho noche en su viaje a Concordia. Monta rápidamente, pero su presencia es inútil: cerca de 3.000 entrerrianos han dejado el campamento, y los restantes parecen resueltos a imitarlos. Urquiza ordena fusilamientos y proclama que “la patria exige ir a la guerra”; todavía su prestigio es grande, pero no detiene la desbandada que seguirá en las noches siguientes. Hasta el 7 de Julio, en que para mantener su vacilante autoridad, licencia todo el campamento. Hará una nueva convocatoria en el Yuquerí; pero la tarea resulta difícil. López Jordán desde Paraná le escribe el 31 de Julio “que la gente se reunirá donde V. E. ordene pero no quieren ir para arriba”; el coronel Juan Luis González escribe el 19 de setiembre “que si esta marcha no es contra Mitre, ellos (los entrerrianos) no salen de sus departamentos”.
Con esfuerzo Urquiza reúne en Yuquerí 6.000 hombres; ha recorrido los departamentos y los ha hecho recorrer por gente de su confianza a fin de levantar un contingente aceptable. El 8 de Noviembre llega con los nuevos voluntarios de infantería, pues ha vendido sus caballos a Brasil, a las márgenes del arroyo Toledo; la división Gualeguaychú inicia el desbande en masa, seguida por todas las demás. No han esperado esta vez la ausencia de Urquiza, y nadie, ni el mismo Capitán General en persona, puede impedir la resolución de “no ir para arriba” y menos de a pie. “Esta vez se trata de una rebelión abierta contra toda orden de don Justo, cuya energía de esa noche nada pudo hacer contra la actitud decidida de los soldados antiliberales”, dice Chávez.
La furia de Urquiza es tremenda. Ordena el fusilamiento de los desertores que fuesen habidos. Numerosos entrerrianos se unen a los paraguayos o cruzan a refugiarse en el territorio oriental.
Se ha disuelto el Ejército de Vanguardia. Urquiza quedará en su palacio de San José; no ha podido cumplir un rol militar en la guerra contra los paraguayos, ni se encontrará después de Basualdo en condiciones de seguir la intriga iniciada ante Robles. En cambio desempeñará una función comercial: sus establecimientos proveerán la carne consumida durante la guerra por los ejércitos aliados.
Fuente
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
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Rosa, José María – La Guerra del Paraguay y las Montoneras Argentinas, Buenos Aires (1985)
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