Rosario Vera Peñaloza

Rosario Vera Peñaloza (1873-1950)

Rosario Vera Peñaloza nació el 25 de diciembre 1873 en el Valle de Malazán, provincia de La Rioja; más precisamente en Atiles, Departamento Rivadavia, así llamado en esa época, hoy denominado Juan Facundo Quiroga en virtud de una ley sancionada en 1948. Sus padres fueron Eloy Vera y Mercedes Peñaloza. Tuvo tres hermanas: Delicia Ocampo de Vera, Fortunata Vera Peñaloza de Peñaloza y Teolinda vera de Peñaloza de Vera, todas mayores de ella.

Siendo muy pequeña tuvo la mala suerte de quedar huérfana, y fue su tía materna y madre de crianza quien le enseño las primeras letras.

Como no existían escuelas primarias por la zona, culminó sus estudios primarios en la escuela de las hermanas Villascuse en la vecina provincia de San Juan. En 1884 regresó a su tierra natal e ingresó a la Escuela Normal de La Rioja, fundada ese mismo año por las maestras norteamericanas, Annette Haven y Bernice Avery. Allí realizó los estudios secundarios y curso la carrera de magisterio, recibiéndose de Maestra Normal en 1888.

En 1892, la joven maestra, se dirigió a Paraná (Pcia. de Entre Ríos), obteniendo el título de Enseñanza Superior en 1894; allí fue alumna de Sara Eccleston, una de las maestras traídas al país por Sarmiento. Dicha docente nació en Filadelfia y en 1884 se la contrató para organizar la Escuela Normal de Profesores de Paraná, una de las más importantes del país hasta ese momento.

Pero sus deseos de aprender no culminaron y estudió Trabajo Manual, Dibujo y Pintura, Ejercicios físicos, Modelado, Tejido de Telares, Grabado, Corte y confección, Artes Decorativas, etc. Desde allí. Vera Peñaloza realizó una notable labor actualizando los programas de estudio para la carrera de maestra jardinera, que no existía en nuestro país. Asimismo difundió el trabajo manual en las escuelas primarias para que los chicos desarrollen habilidades prácticas.

En 1900, a los 27 años de edad decide regresar a su tierra natal, La Rioja, viviendo en el domicilio del Ingeniero Dionisio Peñaloza Vera. Ya en su provincia dicta Trabajo Manual y Castellano en la escuela Normal donde había estudiado; allí fundó el primer Jardín de infantes anexo a la misma institución, que todavía existe. Sería el primero de una larga serie que se jalonaría en las ciudades de Córdoba, Buenos Aires y Paraná, abocándose al estudio de planes y programas de educación preescolar.

En 1906 fue nombrada vicedirectora de la Escuela Normal de La Rioja y al año siguiente ocupó el mismo cargo en la Escuela Provincial “Alberdi” de Córdoba.

En Buenos Aires fue directora de la Escuela Normal N° 1 “Roque Sáenz Peña” entre 1912 y 1917. Con suma sencillez y modestia, sustituía al profesor que faltaba y más de una vez a los especialistas en Ciencias o Letras, con la ventaja de desempeñarse siempre como eximia pedagoga. Cuando tomó la dirección, la escuela tenía una matrícula de 227 alumnas, el Normal y 300 en el Curso de Aplicación. Cuando dejó el cargo, la escuela contaba con más de 1.500 alumnas.

Fue nombrada también Inspectora de las Escuelas Municipales, además de dictar las cátedras de Pedagogía y Matemática en la Escuela Normal “Del Divino Maestro”, incorporada al Profesorado en Lenguas Vivas.

Luego, fue injustamente declarada cesante, situación que se reparó en el año 1924 al designarla Inspectora de Enseñanza Secundaria Normal y Especial. En este cargo se desempeñó hasta su jubilación, por razones de salud, en el año 1926.

A pedido del Dr. Carlos María Biedma, fundador de la Escuela Modelo, recorrió el país impulsando la enseñanza popular y dictando conferencias y cursos para transmitir la utilización de las nuevas técnicas y para fundar bibliotecas.

Desde el inicio de su carrera, tuvo un sueño que se concretó en 1931. El Museo Argentino en el Instituto Félix Bernasconi. La idea del museo se basaba en la teoría pedagógica de Joaquín V. González, la geografía como base de toda enseñanza que, si bien fue bastante resistida por sus pares, fue el motor que generó la creación del museo. A él le dedicó 17 años de su vida en forma gratuita. Estableció una correlación de materias y de temas. Rosario Vera agregó a las salas del Museo elementos regionales como preparación de dulces, trenzados, danzas folclóricas, instrumentos musicales autóctonos. Creó también la cátedra de estudios folklóricos en la que los maestros aprendían a conocer y utilizar elementos del acervo nativo para mantener el carácter nacional en un país con tanta inmigración.

Hoy el Museo, se halla organizado en 12 salas, en el primer piso del Instituto Bernasconi, en él se exponen desde los elementos y dibujos más simples hasta los más complejos, para dar ideas al niño del poder de las fuerzas naturales y del ingenio del hombre en la explotación de las mismas. El material creado personalmente por Rosario Vera Peñaloza y elaborado por ella, desde 1931 hasta su muerte, hoy está a disposición de los docentes y alumnos de todos los niveles para admirar y aprender.

Más allá de sus múltiples cargos y tareas docentes, en Paraná, La Rioja, Córdoba y Buenos Aires, la veta educadora que transversalizó su existencia, se expresó en numerosos libros, conferencias, cursos para docentes, fundaciones escolares y tareas asistenciales, resultado de sus observaciones y diálogos con colegas de todo el país, recreados y convertidos en estrategias docentes y material didáctico para su soñada reforma metodológica

Entre su obra escrita se encuentran: “El hombre que rehusó el Olimpo”; “Los hijos del sol”; “Historia de la Tierra”; “Un viaje accidentado”; “Cuentos y Poemas” y “Pensamientos breves sobre juegos educativos”.

Sus grandes obsesiones: La Reforma Escolar Argentina, los Jardines de Infantes y La Formación Docente consumieron su vida de investigación y práctica, ensamblando la ciencia y el espíritu desde la sagacidad analítica que caracterizó su pensamiento.

Martha Salotti, su alumna, editó tras la muerte de Rosario doce trabajos científicos y el Instituto Sanmartiniano le confirió el Primer Premio por su “Credo Patriótico” y una condecoración por “Vida del General San Martín”, adaptada para los niños.

El avance del nivel Inicial en Argentina se debió al impulso dado por la Asociación Pro-difusión del Kindergarten encabezada por R. V Peñalosa, acompañada por Custodia Zuloaga y otras. A este grupo de maestras pertenece el texto “El kindergarten en la Argentina, didáctica froebeliana”, en donde se perfila la planificación didáctica y la normativa vigente, en esa época, anterior a la organización de la formación de la maestra jardinera. Para Rosario Vera Peñaloza, el juego en el jardín de infantes adquiere un valor de estrategia casi excluyente y lo confirma cuando dice: “… es así como trabajamos aunque parezca que jugamos”. Se brindó generosamente para dictar cursos para jardineras, que más tarde tuvieron reconocimiento oficial.

Rosario Vera Peñaloza no sólo fue difusora de los principios de Froebel y Montessori, sino que se dedicó a estudiarlos, compararlos y adaptarlos a la realidad argentina. Logró ensamblar la rigidez montessoriana con el excesivo simbolismo froebeliano; es decir, que adecuó el material didáctico realizándolo con desechos para que estuvieran al alcance de toda la población; recomendaba la observación de la naturaleza y el aprovechamiento de los variados e innumerables materiales que proporciona. Con algodón, paja, lana, piedras o arena podían, las maestras, permitirse una mayor creatividad con bases científicas, nada librado a la improvisación.

Rosario Vera Peñaloza dio mucha importancia a la utilización de la mano como activadora de la función cerebral y como instrumento a través del cual el niño se expresa en forma creadora.

Con motivo de cumplir sus bodas de oro con la docencia, se formó una comisión de homenaje que se encargó de recibir las adhesiones que llegaban de todo el país y de Chile, Uruguay y Perú. Se recogieron firmas de colegas, alumnos, ex alumnos y amigos en un álbum ilustrado con el siguiente texto:

“A Rosario Vera Peñaloza, espíritu superior, noble y generoso, mujer abnegada y educadora ejemplar, que se ha dado y se da por entero a la educación, sin reparar en sacrificios y sin esperar recompensa y que tiene ganado, en buena ley, por su vasta cultura, su clara inteligencia, y su gran corazón el título de MAESTRA DE LA PATRIA, devotamente le ofrecen sus amigos de todo el país, colegas, admiradores, ex discípulos, este modesto recuerdo en sus bodas de oro con la escuela argentina. Día del Maestro, 11 de septiembre de 1945″.

El 28 de mayo de 1950 falleció, a los 77 años. En su homenaje, esa fecha fue declarada Día Nacional de los Jardines de Infantes.

Fuente
Archivo Escuela Nacional de Paraná
Dirección General de Escuelas – Mendoza
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Fernández Doux, Prof. Norma – Biografía de Rosario Vera Peñaloza (1873-1950)
Flores, Luis – Rosario Vera Peñaloza, Su Vida y sus Pensamientos.
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