Cuando los navegantes y conquistadores europeos llegaron a las costas americanas llamaron a sus habitantes (indios), porque estaban convencidos de haber llegado a la Indias, en las costas asiáticas. Los indios o aborígenes americanos llegaron desde Asia hasta el continente en diversas épocas, atravesaron el estrecho de Bering y pasaron de Siberia a Alaska. En el transcurso de unos 18 mil años llegaron hasta el sur del continente. Durante esa lenta expansión, que a lo largo de seiscientas generaciones les llevó hasta la actual Tierra del Fuego, sufrieron considerables cambios. A éstos se sumaron los aportes de los nuevos elementos llegados por mar a la costa del Pacífico.
Estos primitivos habitantes tenían características mongoloides, propias de un tipo especial de población que fue común a Asia y Europa, de la que quedan aún substratos en zonas marginales del Viejo Mundo, así como entre los aborígenes australianos y entre los ainos del Japón. Así, el probable homo tipo indoamericano fuese de piel cobriza, más que amarilla, y quizás fuera producto de un cruce entre amurios (o habitantes de la región asiática del río Amur) y mongoloides.
Resultado de sucesivos cruces y aportes inmigratorios fueron las tribus que habitaban el suelo argentino, a la llegada de los españoles, en los primeros años del siglo XVI. Estas tribus y grupos indígenas, que en su mayoría aún se hallaban en estado nómada, no lograron alcanzar el gran desarrollo y la civilización que sí habían alcanzado los mayas, aztecas e incas, en otras zonas del continente.
Fuente
Torres Barreto, John D. – Aborígenes de Argentina
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