Basílica de San Francisco

Iglesia de San Francisco de Asís a mediados del siglo XIX. A su izquierda, la Capilla de San Roque.

Los franciscanos llegaron por primera vez a Buenos Aires con la expedición enviada desde España en 1538 al mando de Alonso de Cabrera, que traía seis padres, entre ellos fray Bernardo de Armenta. En 1580, al fundar Juan de Garay la ciudad de Buenos Aires, asignó a los franciscanos el lote 132 en el reparto de tierras. Este mismo solar, en la esquina de las actuales calles de Alsina y Defensa, es el que todavía hoy ocupa la orden.

De inmediato se dieron a la construcción de una capilla, la que habilitaron a mediados de 1583, y en 1587 poseían un pequeño convento, llamado de Las Once Mil Vírgenes, que no pasaba de ser una simple ranchería.

Recién en 1602 los franciscanos edificaron la primera iglesia formal, situada donde ahora se encuentra la capilla de San Roque, sobre la calle Alsina. Esta construcción tenía techo de madera de palma y teja y era de regulares proporciones. Había sido elevada debido al celo del obispo franciscano del Paraguay, Martín Ignacio de Loyola, sobrino de San Ignacio de Loyola. La capilla se utilizó hasta 1754, año en que se inauguró el templo que subsiste hasta nuestros días, iniciado en 1730 por el obispo doctor Juan de Arregui. El 25 de marzo de 1754 fue librado al culto y bendecido por el R. P. Bernardo de Molina, a pesar de no estar concluido.

El templo tiene unas noventa varas de longitud, catorce de ancho y más de veinte de altura, y sus planos fueron ideados por el hermano Andrés Blanqui, ayudado por fray Vicente Muñoz, arquitecto de la Orden Seráfica. Simultáneamente se construyó con planos del capitán de navío José de Echeverría un edificio para convento, el cual adolecía de algunos defectos, entre ellos el coro, que obligó a su demolición alrededor de 1768 y a su total reconstrucción.

En 1770 el virrey ordenó la clausura de la iglesia debido a unas grietas que aparecieron en la bóveda y que amenazaban peligro. Hecho un registro de la fábrica por los peritos de la ciudad, entre los que se contaban Antonio Masella y el maestro mayor Francisco Alvarez, se demostró que no había tal peligro y el templo se reabrió a principios de 1771.

El 28 de setiembre de 1783 fue consagrado solemnemente por el obispo de Buenos Aires, fray Sebastián Malvar y Pinto.

El 15 de diciembre de 1807 se desplomó todo el frontis y las torres que lo coronaban. El virrey Liniers ordenó un reconocimiento del edificio, después del cual se decidió hacer venir de Montevideo al arquitecto Tomás Toribio para que proyectase un nuevo frente. La primera medida que éste tomó fue la de colocar unas llaves de hierro en las paredes laterales para evitar el derrumbe de la bóveda de cañón corrido. Aprobado el plano de la nueva fachada en 1808, las obras no se comenzaron sino unos años después, procediendo a su ejecución el maestro Cañete, autor de la Pirámide de Mayo.

El estilo arquitectónico del templo de San Francisco fue neoclásico en un principio, pero luego de sucesivas modificaciones se transformó al barroco, debido sobre todo a la intervención del arquitecto alemán Sackman, hacia 1900.

En la parte media y superior del costado oeste el convento ostenta un original reloj de sol vertical, construido en 1802 por el padre Juan Alegre, autor de otro cuadrante en la Chacarita de los Franciscanos, en Flores.

El interior del templo está decorado muy ricamente en blanco y dorado, y tiene hermosos bajos relieves. Los seis lienzos de la bóveda fueron pintados por el artista español Julio Borrel.

Posee joyas artísticas de gran valor, como el altar mayor y el púlpito de San Francisco, que fueron trabajados, al parecer, por indios de las Misiones del Paraguay. Se conserva asimismo el altar portátil que San Francisco Solano llevaba durante sus expediciones misioneras.

La biblioteca del convento es una de las más antiguas y valiosas de Buenos Aires, y sus volúmenes llegan a unos veinte mil, habiendo entre ellos rarísimas obras de historia, misales y códices medievales.

Hasta el mes de diciembre de 1811, en que fue tronchado por un pampero, se conservaba en el patio del convento un ciprés plantado por fray Luis de Bolaños en 1600, hoy reemplazado por otro.

Como dato curioso relacionado con la historia del convento de San Francisco mencionaremos que durante la revolución de 1880 sirvió de hospital de sangre, prestando los religiosos su ayuda a las víctimas de aquellos acontecimientos.

Si interior fue incendiado y destruidos sus altares, retablos, imágines y reliquias durante los tristes sucesos ocurridos la noche del 16 de junio de 1955.

Declarado Monumento Histórico por Decreto Nº 120.412 del 21 de mayo de 1942.

Fuente
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Portal www.revisionistas.com.ar
Vigil, Carlos – Los monumentos y lugares históricos de la Argentina. Editorial Atlántida, Buenos Aires (1959)

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