Situada en la calle Junín 1904, junto al cementerio de la Recoleta, la iglesia de Nuestra Señora del Pilar estaba en la época de su edificación en lo que era entonces pleno campo, sobre el camino del bajo. Debe su nombre por habérsela puesto bajo la advocación de la Virgen de Pilar, patrona de la ciudad de Zaragoza, donde nació el fundador del convento, Juan de Narbona.
Está edificada en un terreno adjudicado a Rodrigo Ortiz de Zárate, éste lo transfirió en 1604 al general de Beaumont y Navarra a cambio de alguna ropa, según dice la tradición. Después de diversos traspasos llegó en 1608 a poder del capitán de caballos corazas Fernando Miguel de Valdez y Inclán, y su esposa, Gregoria de Herrera Hurtado. En 1716 se firmó la escritura por la cual los anteriormente nombrados donaban una fracción del terreno para un convento de recoletos.
Por otra parte, habiendo solicitado en 1705 el gobernador de Buenos Aires, Juan Alonso de Valdez licencia al rey para edificar un convento de frailes recoletos, se había presentado Pedro Bustinza, vecino de la ciudad de Santa Fe, ofreciendo veinte mil pesos para levantar las construcciones.
Debido a la lentitud de los trámites y gestiones, sólo el 28 de junio de 1716 quedó autorizada la erección del convento por Real Cédula de Felipe V.
Mientras tanto, había fallecido Bustinza, pero Juan de Narbona, rico mercader y contrabandista, apareció para reemplazarlo en su generoso ofrecimiento con la única condición de ser el síndico y administrador de la obra.
Antes de edificarse el templo actual, los recoletos tuvieron probablemente capilla, ya que en la escritura de donación del terreno se menciona una “con cuatro celdas y sus oficinas necesarias para la dicha fundación y que habitan en ella algunos religiosos recoletos descalzos”. Posiblemente sea ésa la que en la actualidad está destinada a San Pedro de Alcántara.
En 1716 iniciaron la construcción del convento, y al lado del mismo colocaron los cimientos de la actual iglesia, seguramente contra el muro de la antigua capilla. En cuanto a la proyección de los planos y a la dirección de las obras, se sabe que intervino el célebre arquitecto Andrés Blanqui. Sigue el estilo de las construcciones de los jesuitas y se conserva, salvo algunas refecciones, como era en la época de su terminación, 12 de octubre de 1732.
La fachada es muy sencilla. Su única torre se levanta sobre la izquierda y está en parte cubierta de azulejos, que fueron colocados en 1866. Del otro lado hay una espadaña, de doble arco, verdadera joya arquitectónica, coronada por un curioso reloj esférico ubicado entre dos perillones.
En 1822, a consecuencia de un decreto dictado el año antes por el gobernador Martín Rodríguez y su ministro Rivadavia, los recoletos que ocupaban el convento del Pilar debieron pasar al de San Francisco o a la Recolección de Catamarca, destinado el solar que ocupaba la huerta a cementerio público.
Nuestra Señora del Pilar fue erigida parroquia en 1830 y el 30 de mayo de 1843 consagrada por el obispo del Paraguay, José Palos. Algo más de un siglo después, el 24 de mayo de 1936, fue elevada a Basílica Menor.
Además de su antigüedad, esta iglesia ocupa un lugar destacado por las imágenes y alhajas que atesora. Una valiosa obra la constituye el altar mayor, exponente maestro del arte barroco, en cuyo nicho central se encuentra la Virgen del Pilar. También de indudable valor artístico es el llamado “altar de las reliquias”, de caoba con aplicaciones de bronce, obsequiado, según la tradición, al padre Altolaguirre por el Rey Carlos III.
El templo guarda con legítimo orgullo la más extraordinaria joya de la ingeniería española que haya llegado a tierras de América: el San Pedro de Alcántara tallado en madera. Esta magnífica escultura, traída por el padre Altolaguirre a fines del siglo XVIII, es atribuida a Alonso Cano, aunque debido a su acentuado misticismo más bien parecería de Pedro de Mena, discípulo y continuador del anterior, o de algunos de los artistas de la escuela de Roldán.
Los recoletos, que ocuparon muchos años el convento y el templo del Pilar, y que dieron nombre al cementerio y luego al paseo, pertenecían a la Orden fundada en 1484 por Juan de la Puebla y Sotomayor, conde de Belalcázar.
Fue declarada Monumento Histórico por Decreto Nº 120.412 del 21 de mayo de 1942.
Fuente
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
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Vigil, Carlos – Los monumentos y lugares históricos de la Argentina. Editorial Atlántida, Buenos Aires (1959)
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