La Capilla de San Roque lleva este nombre por el santo bajo cuya advocación fue construida, patrono de las enfermedades y pestes. Perteneció a la Orden Tercera Franciscana, y está situada en el mismo sitio que ocupó en 1602 la segunda construcción del convento e iglesia de San Francisco, en la calle Alsina mirando a Defensa. Este terreno fue vendido en 1727 a los Terceros por los padres franciscanos, y su extensión era de “cuarenta varas de sitio de largo este a oeste y de norte a sur once y media…”.
Las dimensiones que tenía el terreno y el nombre del arquitecto que construyó la capilla figuran en una escritura extendida por el escribano público y de gobernación, don Francisco de Merlo, fechada en esta ciudad el 3 de agosto de 1750. Se estipuló en el contrato que los religiosos de la Orden Tercera debían dar a los franciscanos, en compensación, la suma de cinco mil pesos moneda corriente, que serían empleados para edificar la iglesia de San Francisco. Por una cláusula del convenio de donación, en el año 1785 los padres franciscanos tuvieron que ceder todavía un pedazo de terreno de una vara y media de ancho por tres de largo para que se pudiese edificar una dependencia de la capilla al lado de la sacristía, lugar que hoy está ocupado por el zaguán y la escalera que conduce a las habitaciones del piso alto.
Una suposición bastante difundida remonta la creación de la capilla de San Roque a época muy lejana, admitiendo que había existido primitivamente cierta ermita de este santo, dato que figura en varias actas del Cabildo. Se ha podido comprobar que esta ermita no pasó de ser un deseo –no cumplido- de los devotos del Santo. Parece que en 1621 los hermanos de la Orden Tercera habían pedido autorización para levantarle una capilla a San Roque, patrono de las pestes, con motivo de la que asolaba nuestra ciudad. Pero se sabe positivamente que esta construcción no se llevó a cabo, entre otras cosas por un acuerdo que dice que las misas y procesiones se celebraban entonces en la iglesia de San Francisco.
Más o menos en 1726 los hermanos Terceros de San Francisco tenían guardado, de las limosnas recibidas y del ahorro de los gastos anuales, el dinero que emplearían en la construcción de su capilla. Adquirido el terreno en 1750, procedieron a la erección de la misma, cuyos planos y los del panteón fueron realizados por el hermano Andrés Blanqui. Como la obra tardó varios años en llevarse a cabo, en sus distintas épocas estuvo bajo la dirección de Antonio Masella y de fray Vicente Muñoz, lego franciscano muy entendido en arquitectura. Este último se encargó de la dirección de los trabajos durante un año por haber asegurado que la capilla podría proseguirse sin peligro de ruina, refutando así a quienes decían que los muros y pilares no tenían el espesor suficiente para sustentar la bóveda.
En 1756 no estaba concluida, y como los fondos destinados se habían agotado, se resolvió pedir dinero de caridad.
Se sabe que en 1758 los maestros alarifes Manuel Alvarez de Rocha y Francisco Alvarez hicieron un contrato con la Orden Tercera proyectando construir el techo, la media naranja y el frontispicio. Finalmente, fue terminada más o menos en 1762.
En 1792, según lo propuesto por el ministro Martínez de Hoz, se cambió el techado de teja española por uno de ladrillos asentados con argamasa para evitar que pasara el agua. En 1880 y en 1901 se hicieron algunas mejoras.
La capilla, que tiene con panteón y sacristía treinta metros de largo por ocho de ancho y nueve de alto, fue decorada en barroco alemán por el arquitecto Sackman. En la espadaña hay una campana de bronce fundida en Sevilla por Zacarías Ditrich en 1759, que tiene grabadas las imágenes de San Roque y San Francisco.
El panteón es el enterratorio subterráneo más grande de Buenos Aires; tiene dos escaleras de acceso y tres ventanas. Después de 1882 se prohibió sepultar en este sitio.
Históricamente, la capilla de San Roque tiene valor por haberse congregado allí el 1º de diciembre de 1828 los unitarios que declararon derrocado de su gobierno a Manuel Dorrego y aclamaron en su lugar al general Lavalle.
Quemada y destruida, sólo sus muros quedaron en pie después de los vandálicos acontecimientos ocurridos en la noche del 16 de junio de 1955.
Fue declarada Monumento Histórico por Decreto Nº 120.412 del 21 de mayo de 1942.
Fuente
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
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Vigil, Carlos – Los monumentos y lugares históricos de la Argentina. Editorial Atlántida, Buenos Aires (1959)
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