La explosión paraguaya que saludó y derrotó a Manuel Belgrano y su ejército en las batallas de Paraguarí y Tacuarí en el año 1811, fue básicamente obra del localismo provincial y desconfianza sobre la conducción de Buenos Aires. Ello no fue debido a la lealtad a la corona española. Durante los siglos posteriores a la Conquista, el Paraguay se había desenvuelto en soledad; con cultura, manera de vivir y raza diferentes y había vivido sin ayuda de nadie.
La huída del gobernador Velasco, respetado y admirado, del campo de batalla de Paraguarí, rompió la vinculación más fuerte del Paraguay con la metrópoli. Según Julio César Cháves, esta pérdida de respeto fue fatal al gobierno de Velasco, porque mientras “El gobierno sigue unos meses más por inercia: en Paraguarí ya ha caído el poder español en el Paraguay”. (1)
Después de la batalla de Paraguarí, el prestigio del gobernador con su pueblo y con los militares provinciales fue destruido. Además, desde el otoño de 1810 había indicaciones de que la provincia estaba desengañada con la corona española. Complots para derribar el gobierno fueron descubiertos en Asunción en octubre de 1810 (2), en Villa Real de la Concepción, en noviembre (3) en Yaguarón, el 7 de enero (4), en Itá el 13 del mismo mes (5) y otra vez en Asunción el 5 de abril de 1811 (6).
El complot mencionado de Itá en enero de 1811 preocupó a Velasco porque uno de los conspiradores fue un alférez (Pedro León) del ejército patriota, un indicio malo. Pero el gobernador tenía otras razones para preocuparse con los militares de la provincia. El sabía que el coronel Manuel Atanacio Cavañas había usurpado la autoridad del gobierno ajustando un acuerdo con Belgrano en Tacuarí, aceptando los términos de Belgrano, el vencido, por la rendición y la paz. Sabía también que Belgrano, durante su retirada lenta y larga desde el río Tacuarí, se había reunido varias veces con oficiales criollos paraguayos, había intercambiado correspondencias con ellos y generalmente en términos cordiales con los militares de la provincia.
En parte a causa de estos conocimientos, Velasco despidió y desmovilizó las unidades paraguayas en forma brusca. Pocas semanas después de su llegada al campo del ejército en Tacuarí el gobernador envió a su casa a la mayoría de los soldados de las compañías de milicias, despidiéndolas en Misiones para evitar que pasasen por la Capital a recibir las gracias del gobierno. Milicias de Curuguaty fueron puestas en los cuarteles de Asunción, y Velasco recogió muchas armas de las tropas cuando salieron de Misiones, cuidando especialmente en recoger las armas de fuego.
Entonces, el gobernador puso su atención en los oficiales, entre quienes muchos fueron considerados héroes por la población y por eso fueron un peligro potencial para Velasco. En abril, Blas José Roxas fue puesto en Corrientes como teniente gobernador de aquella provincia, recientemente tomada por un escuadrón paraguayo; el coronel Juan Manuel Gamarra fue “ascendido” al puesto de mayor de Plaza en Asunción, removido del mando directo de tropas; el coronel Manuel Atanacio Cavañas, el héroe de la campaña concluida, no podría ser castigado por su heroísmo, pero fue también “relegado” con un empleo sin mando de tropas, el de Sub-Inspector General de Armas; y al fin, el teniente coronel Fulgencio Yegros fue nombrado teniente gobernador de Misiones, y enviado a su base en Itapúa, bastante lejos de la Capital. Los únicos oficiales de rango elevado que escaparon de la “purificación” de Velasco fueron los peninsulares quienes participaron en la desgracia de su Jefe en Paraguarí.
Tal vez la cosa más seria fue el despido del ejército sin pago, porque muchos de los soldados habían servido en campaña hasta por ocho meses, dejando sus familias y negocios para proteger la provincia. Parece que este asunto fue el más importante que se tuvo en cuenta como factor de la revolución, ya que en tres días: 16 de mayo (un solo día después de la revolución), y 20 y 25 del mismo mes, unos 13.180 pesos fueron extraídos de la Tesorería “vacía” para pagar “las tropas acuarteladas”. (7)
El gobernador Velasco, necesitando apoyo para sostener su gobierno de las amenazas interiores y exteriores, arrasó el Cabildo ultra-realista de Asunción. Este cuerpo, que rigió la provincia de enero a marzo mientras el gobernador estaba con el ejército o en su cuartel general en Yaguarón, dibujó un negro cuadro sobre los peligros que amenazaban al Paraguay, y durante los primeros días de febrero convenció a Velasco de la necesidad de llamar a los portugueses como auxiliares militares para guardar las vulnerables fronteras de Misiones. Tal vez contra su deseo, el gobernador aceptó el encargo y el 3 de febrero, él y el coronel Cavañas escribieron a las autoridades militares portuguesas del sur (8). Cavañas, en una de las dos notas que dirigió aquel día al coronel Francisco das Chagas Santos, comandante de las tropas portuguesas en la Banda Oriental, menciona claramente que “Mi Gral. el Sor Brigadier Velasco me manda abrir y empezar con V. S, una correspondencia”… (9). En la otra nota del día, Cavañas informa a Chagas Santos que sus espías habían visto algunas 600 a 700 tropas argentinas (revolucionarias) por Santa Rosa de Misiones bajo el mando del porteñista Teniente Gobernador de Misiones, Coronel Rocamora, “…lo que aviso a V. S. para que siendo servido auxiliarnos con alguna tropa…” Pide Cavañas 200 tropas “de línea” para ser enviadas inmediatamente a Misiones donde serían puestas a su servicio (10).
La carta de Velasco al Capitán General de Río Grande do Sul, Diego de Souza, de la misma fecha, fue casi igual a las de Cavañas a Chagas Santos, pero la contestación del capitán-general indica que los portugueses reaccionaron. En su respuesta del 25 de febrero, Souza escribe que él tiene permiso de auxiliar a las autoridades legítimas de las provincias españolas contra los rebeldes, para proteger “… os direitos da Princeza Nosa Senhora D. Carlota Joaquina de Borbón…..”, como heredera legítima a la corona española. Souza entonces propone poner a disposición de Velasco no las 200 tropas perdidas, “… porem de oitocentos a mil, concistindo em Cavalaria, Artilheria, e Cazadores”, las cuales él había dirigido a San Borja. “… onde devem esperar avizos de V. S.” (11)
En los últimos días de marzo, Souza, avisado por Velasco marchaba triunfalmente por Misiones después de la batalla de Tacuarí, escribió al gobernador pidiendo una reunión personal. Congratulando a Velasco por las dos victorias de las armas paraguayas, reiteró Souza: “Conte V. S. pois com os auxilios neles prometidos: e querendo que nos avistemos para coordinar o Plano de Operasoens sucesivas, como juzgo precizo, avizeme em que dia, e lugar nos podemos encontrar…” La nota, traída por el capitán Sebastián Barreto, llegó a Misiones solamente después de la vuelta de Velasco otra vez al norte y la interesante entrevista nunca tuvo lugar (12).
Souza perdió la oportunidad de hablar directamente con Velasco (lo cual quizás habría cambiado el curso de la historia paraguaya). Deseando coordinar planes y obtener un pedido formal y definitivo para la próxima operación, decidió enviar mensajeros personales y formales directamente a Asunción para tratar con el Cabildo y con el gobernador. Para esta tarea delicada escogió al teniente de Dragones José de Abreu, un oficial guapo y decidido, quien debía de tener éxito en Asunción. Acompañado por el teniente Núñez, Abreu llegó a Itapúa a mediados del mes de abril; allí fue detenido por el coronel Yegros; avisó a Asunción sobre la llegada de Abreu y recibió permiso para viajar a la capital. Yegros, conspirador contra el gobierno, sin duda se dio cuenta de la razón de la misión Abreu y probablemente detuvo a Abreu para notificar a los demás complotados de Asunción.
El teniente Abreu, hombre apresurado, escribió al gobernador de Itapúa el 15 de abril y le notificó que llevaba cartas oficiales del capitán general Souza, quien estaba a “… S. Borja com mil e qinhentos omens de Tropa viva… contando com mais a Tropa de Milicias…”. (13)
Con cada carta, el auxilio ofrecido por los portugueses crecía, a pesar del hecho que la amenaza de Belgrano por ese tiempo fuera desapareciendo. Para el nervioso Velasco, el auxilio tal vez era ya un peligro,
Después de una demora de algunas semanas en Itapúa, Abreu al fin viajó a Asunción, donde al llegar fue saludado por un gran número de personas (14). El 10 de mayo, el día siguiente de su llegada, Abreu se reunió con el gobernador, y entregó unas cartas de Souza a Velasco, una fechada el 1º de abril, en la cual Souza, después de exagerar la renovada amenaza al Paraguay desde el sur, magnánimamente ofreció al Paraguay unos 1.500 hombres incluyendo 200 cazadores, 20 cañones y varias otras piezas de artillería liviana (15). El gobernador, quien había estado tratando con el Comandante de Coimbra en Matto Grosso sobre un auxilio similar (16), no obstante parece haber mantenido su pedido original de solamente 200 soldados de caballería para resguardar una parte de Misiones (17).
El 11 de mayo, Abreu, un poco frustrado concurrió a una sesión larga del Cabildo, a la cual también asistió Velasco. Aquella sesión, que duró de las 4 a las 11 de la noche, fue amarga. El Cabildo, parece, se unió en un pedido más fuerte (más de 200 efectivos) para el gobernador, pero el cuerpo capitular se dividió en facciones cuando Abreu por primera vez mencionó el precio por el auxilio militar.
El teniente portugués dijo francamente a la asamblea que para recibir el auxilio pedido, ellos tendrían que reconocer los derechos de Carlota Joaquina a la corona española y sus dominios abierta y formalmente (18). A esto, algunos miembros del Cabildo, y sin duda, Velasco también, desanimaron. El gobernador ya estaba tomando un riesgo, muy grande en aceptar aún un soldado portugués en tierra paraguaya, porque él no había recibido permiso del virrey Elío de Montevideo y sin este permiso sería a lo mejor un paso ilegal y lo peor, una traición al rey español. No hay dato sobre cuándo Velasco mencionó este asunto tan importante al virrey y pidió permiso, pero es evidente que Souza por sí mismo escribió a Elío en Montevideo el 25 de febrero, informándole sobre las cartas de Cavañas y Velasco y sus contenidos. Pero Souza no dio indicación alguna sobre si aceptaría los pedidos o no. (19)
En el transcurso de dos días de la reunión, los cabildantes más conservadores influyeron con sus ideas sobre el resto, y el Cabildo formalmente aceptó el auxilio portugués, probablemente en el número de 500 hombres. (20)
Aquel día Velasco, no obstante su vista personal, apoyó el pedido del Cabildo de “ponerse a los pies” de Doña Carlota Joaquina (21), pero hay un documento desconocido que contiene preguntas sobre esta interpretación. Este documento, firmado por Velasco y escrito enteramente por él, dice:
“Iltmo y Exmo Sor. En vista de las Cartas de V. E. de 22 de marzo y 10 de abril anteriores, conducidas por el teniente de Dragones José de Abreu, debo contestar a V. E. que por ahora no necesita esta provincia el auxilio de tropas que tan generosamente me ofrece, esperando que si acaso volviese este país a ser invadido por los enemigos del reino no le faltará su protección.
El teniente Abreu se ha portado con la mejor conducta y no puedo menos de recomendarle a V. E., de quien estimare, me proporcione el auxilio de veinticinco mil pesos, que es lo que ahora necesito para mantener la fidelidad de estos honrados provincianos.
Dios guíe a V.E., Asunción, 13 de mayo de 1811. Bernardo de Velasco. Iltmo y Exmo Sor. Don Diego de Souza”. (22)
Esta carta, si es auténtica, es posible que haya sido escrita el 15 de mayo para disminuir fuerza a los revolucionarios quienes fundaron su rebelión en no aceptar la ayuda portuguesa; esto aporta nueva luz sobre la revolución.
En base a las pruebas muy limitadas de que se disponen, nos parece que el documento es auténtico. Velasco, por medio de esta carta modificó la decisión del Cabildo, un hecho para el cual el gobernador tenía bastante autoridad. Velasco estuvo preocupado sobre la legalidad y las consecuencias en admitir tropas portuguesas en tierra bajo la soberanía de España y por eso su vacilación entre febrero y mayo. Además, y esto es importante, él habría sido mal visto si tomara por sí mismo la responsabilidad de reconocer independientemente como jefe del Paraguay, el derecho de Carlota Joaquina a la corona, algo que un Virrey vacilaría en hacer; especialmente ahora que el peligro representado por Belgrano había pasado. También la oferta portuguesa, que crecía como pelota de nieve, tuvo que haber aparecido al gobernador tan sospechosa como aparece al lector de hoy. En el momento más peligroso había pedido 200 efectivos para rechazar la invasión y ahora tenía que aceptar unos 1.500 hombres bien armados, después de la derrota del invasor.
Su pedido, como consta en la carta de más arriba, por 25.000 pesos, sin duda para pagar a los militares disgustados, probablemente refleja su voluntad de confiar en la autosuficiencia de la provincia militarmente, probada en Paraguarí y Tacuarí, por si él pudiera comprarla con dinero. Habría sido normal que Velasco atribuyese la desconfianza existente entre sus oficiales a la falta de pago. Esta idea es más interesante por el hecho mencionado arriba, del pago inmediato de las tropas después de la revolución. Velasco tal vez pensaba que un ejército provincial bien y rápidamente pagado, era menos peligroso que un ejército extranjero en tierra paraguaya.
En la primera nota de la revolución, del capitán Pedro Juan Caballero a Velasco, Caballero acusa al gobernador de querer entregar la provincia a una “Potencia extranjera”, Portugal (23); recibiendo una contestación inmediata y un poco fuerte de Velasco. En su nota de rendición, Velasco indignadamente responde sobre este punto que:
“A pesar de que espero que ese Cuartel tendrá ocasión de desengañarse que jamás cupo en mi imaginación entregar esta provincia a dominio extranjero, como se acreditará con todos los documentos de la materia”. (24)
En otra nota breve del día 15, Caballero menciona que mientras era bueno hablar de esos documentos, él preferiría ver los originales por sí mismo. (25)
El 16 de mayo, se refiere el gobernador otra vez a los documentos que probarían su inocencia, escribiendo que él había entregado los documentos al escribano público y del Gobierno para copiarlos y guardarlos (26), y aquí parece terminar la historia. Habría sido natural y muy conveniente que los revolucionarios nunca pudiesen hallar esos documentos porque estas pruebas habrían debilitado su posición revolucionaria al mismo tiempo que Velasco habría incrementado su prestigio.
Un documento más entra en la historia, de origen desconocido y sentido no muy claro, pero lo cual quizás (si se trata de él) da luz en el asunto. El 29 de agosto, un documento titulado “Manifiesto Secreto de la Junta”, apareció, notando en parte:
“Por las serias diligencias que se han practicado ha sido descubierto que los documentos contra la fidelidad al Rey y amor a la Patria de D. Bernardo Velasco han sido y son falsos, y supuestos por la perfidia, como a su tiempo se dará toda satisfacción”. (27)
Si la satisfacción mencionada fue dada, este escritor lo ignora; pero el documento claramente no refiere las razones por las cuales Velasco fue depuesto definitivamente de su oficio el 9 de junio. Comunicación con jefes y oficiales españoles no constituyen traición al Rey y al país. Tal vez, este documento trata de nuestro asunto, alguien descubrió uno de los documentos “perdidos” en mayo, uno de los cuales puede ser la carta reproducida arriba.
Hay que tener en mente que la carta del 13 de mayo puede ser un engaño: una copia del 15 para demostrar a los oficiales rebeldes que Velasco nunca había pensado en aceptar la ayuda portuguesa, pero por las razones delineadas arriba, es creído por el escritor actual que las circunstancias favorecen la validez de la carta a tal grado que historiadores en el futuro tienen que tenerla en cuenta en sus evaluaciones e interpretaciones de la Revolución de Mayo paraguaya.
Referencias
(1) Julio César Chávez – Historia de las relaciones entre Buenos Aires y el Paraguay,
(2) Ibidem, página 58, y Atilio García Mellid, “Proceso a los falsificadores de la Historia del Paraguay”, volumen I, página 125, Buenos Aires (1963)
(3) Roberto Quevedo Pfannl. “Villa Real de la Concepción en los días de la Independencia”. Historia Paraguaya; Anuario del Instituto Paraguayo de Investigaciones Históricas, 1962, páginas 61 y 62.
(4) A.N.A,, S.H., volumen 215, folio 16, página 1. Carta del Gobernador Velasco desde el cuartel general de Yaguarón a su ayudante mayor, José Teodoro Fernández. 7 de enero de 1811.
(5) A.N.A., S.H., volumen 184, Folio 2, página 178. Col. Juan Manuel Gamarra desde Asunción a Velasco en Yaguarón.
(6) A.N.A., S.H., volumen 215, Folio 17, páginas 5 y 6. Testimonio dado a los tres cabildantes quienes actuaron como gobierno interino durante la campaña de Belgrano.
(7) A.N.A., Sección Libros de Caxa (L. C.), Vol. 14 (1811), páginas 30 y 84.
(8) Efrín Cardozo, “Afinidades entre el Paraguay y la Banda Oriental en 1811” Montevideo (1963), páginas 13-14.
(9) A.N.A., S.H., Vol. 432, Folio 1, página 27. Manuel Atanacio Cavañas a Francisco de las Chagas Santos, Febrero 2, 1811.
(10) Ibidem, página 26.
(11) Ibidem, página 24. Capitán General Diego de Souza al gobernador Velasco, desde San Borja, Febrero 25, 1811.
(12) Ibidem, página 40, Souza a Velasco, Marzo 22, 1811. Ver también Cardozo, “Afinidades…”, página 22.
(13) Ibidem, página 31, José de Abreu a Velasco de Itapúa, Abril 15, 1811.
(14) Cecilio Báez, Historia Diplomática del Paraguay, 2 Vol., Asunción, Imprenta Nacional, 1931-32,, Vol. 1, página 139, Abreu por si mismo calculó más o menos 3.000 personas que le recibieron.
(15) A.N.A., S. H., volumen 432, folio, página 32. Souza a Velasco de San Borja, Abril 1, 1811.
(16) A.N.A., S.H., volumen 215, folio8, página 2, Velasco al Comandante de Coimbra, Febrero 6, 1811, volumen 432, folio 1, páginas 34, 37, 38 y 39, Velasco al Comandante de Coimbra, Mayo 1º, Mayo 8 y Mayo 9, 1811.
(17) Báez, “Historia Diplomática….”, volumen 1, páginas 139 y 140.
(18) Cardozo, “Afinidades…”, páginas 27 y 28.
(19) A.N.A., S.H., volumen 432, folio 1, página 25. Souza al virrey Elío en Montevideo, Febrero 25, 1811. También el 6 de Mayo de 1811, Velasco dio su permiso al Cabildo para evitar un miembro de aquel cuerpo a Montevideo a hablar con el virrey, probablemente sobre la cuestión de auxilio portugués. A.N.A., S.H., 215, folio 8, página 17. Velasco al Cabildo, 6 Mayo, 1811.
(20) Francisco Wisner, “El Dictador del Paraguay, José Gaspar de Francia”, Editorial Ayacucho, Buenos Aires, 1957, página 28. Ver también Guillermo Cabanellas “El Dictador del Paraguay, Dr. Francia”, Buenos Aires (1946), página 112.
(21) Sergio Buarque de Holanda, “Historia general de la civilización brasileña”, 4 Vol., Sao Paulo, 1958, Vol. III, página 310. Robertson, J. P. y W. P., Cartas sobre Sud América, 3 Vol., London 1943, Vol. I, página 126. Ver también Wisner, página 28 y Cardozo, “Afinidades….”, páginas 27 y 28.
(22) A.N.A., S.H., volumen 184, folio 2 (2), página 184. Velasco de Asunción a Souza en San Borja, Mayo 13, 1811.
(23) A.N.A., S.H., volumen 213, folio 1, página 1. Pedro Juan Caballero desde Cuartel al gobernador Velasco, Mayo 15, 1811.
(24) Ibidem, Fol. 2. Velasco a Caballero, 15 de Mayo de 1811.
(25) Ibidem, página 3. Caballero a Velasco, Mayo 15 de 1811.
(26) Ibidem, página 6. Velasco a Caballero, Mayo 16 de 1811.
(27) A.N.A., S.H., volumen 214, folio 1, página 120. “Manifiesto Secreto de la Junta”.
Fuente
Efemérides – Patricios de Vuelta de Oligado
Historia Paraguaya – Anuario de la Academia Paraguaya de la Historia, Asunción (1969/70)
Portal www.revisionistas.com.ar
Williams, John Hoyt – El gobernador Velasco y los portugueses. (1968)
Artículos relacionados
• Campaña del Paraguay (1810-1811)
Se permite la reproducción citando la fuente: www.revisionistas.com.ar