La extraordinaria majestuosidad de la Basílica de Nuestra Señora de Luján y los antiguos juegos de kermés a orillas del río homónimo; los recuerdos (estampitas, rosarios y velas) que se venden en los típicos carritos ambulantes y los abandonados lugares para el otrora pic-nic familiar. Cuatro postales de una ciudad que nos ha dado, casi con seguridad, las primeras nociones religiosas de nuestro existir cuando, al despuntar del Jueves o Viernes Santo, íbamos de visita para degustar algunos platos típicos de vigilia previa visita a la Santa Virgen de Luján, quien nos protegía con su bendición.
Rubricada en los documentos de la época federal como Villa del Luján, tiene en su haber un récord que pocos pueden advertir: es la ciudad turística más importante de la República Argentina. Fortín de frontera en la época colonial, que se extiende desde 1776 hasta 1810, Luján conserva historias que mezclan situaciones y personajes tanto gauchescos como aborígenes, y también de tacuaras, boleadoras y viejos fusiles. De toda aquella añeja e hispánica cosmovisión subsiste una muy antigua edificación que hoy es un restaurante de la villa.
El cuartel de los Blandengues
La casa que hoy se ha transformado en el restaurante “1800” fue construida en el año 1741, y ya aparece señalada en el original de la traza del plano de Luján. Es decir, se levantó cuando nuestro país se hallaba dividido en gobernaciones; en este caso, estaba en la jurisdicción de la Gobernación del Río de la Plata.
Queda probado que en 1741, el entonces gobernador Miguel de Salcedo inició diversas gestiones para que se designara al caserío como pueblo o Villa, esto en respuesta de la solicitud que le hizo el vecindario que deseaba agruparse para defenderse mejor de la acción destructiva de malones y vagabundos que desertaban del servicio de las armas.
El peligro que abrigaba la desolación de la campaña lujanera, hizo menester la creación de una compañía de milicianos del Cuerpo de Blandengues de la Frontera por 1755. Este glorioso cuerpo que cuidaba las fronteras gauchas, y de cuya formación en la Banda Oriental formó parte nuestro héroe José Gervasio de Artigas, tuvo su cuartel en la casa que luego se convertiría en una fonda del Luján. La construcción tuvo como objetivo principal la defensa contra los indios, prestar guardias a las carretas en las expediciones a las salinas y perseguir a los cuatreros y desertores que deambulaban, errantes, por la zona.
El Cuerpo de Blandengues consistía básicamente en una tropa de caballería ligera, y su ámbito de acción eran los parajes poco habitados de las pampas, allá donde nadie quería ser enviado. Su año de creación es un tanto confuso. Algunos lo ubican por la década de 1730, y otros señalan que aparecieron a mediados del siglo XVIII con carácter de milicias.
Varios años más tarde, en 1784, los Blandengues fueron declarados veteranos. Varias veces, por el olvido que generaban estos lugares vírgenes, el cuerpo estuvo a punto de ser disuelto, y no pocas veces se lo ha dado por abandonado a su suerte, pues no eran atendidos los reclamos para el envío de nuevas armas, municiones o vestimentas para el frío o el calor. Entre 1750 y 1775, aproximadamente, los Blandengues recibían una exigua ración de comida y ninguna paga por el cuidado que hacían de las líneas fronterizas.
Sobrevenido el grito de Mayo de 1810, el veterano Cuerpo de Blandengues de la Frontera pasó a llamarse Regimiento de Caballería de la Patria, aunque siete años más tarde volvió a tener su antigua denominación. Se disolvió en 1820 pero reapareció nuevamente a los dos años. Los Blandengues se extinguieron definitivamente en 1824, en las postrimerías de la Guerra de la Independencia y en los primeros tiempos de la guerra unitarios-federales.
Características de la casona
La puerta principal del actual restaurante “1800”, se hallaba sobre la calle Rivadavia, y en el techo se conserva una suerte de puerta-trampa que, aún intacta, servía para acceder y así defenderse, a los tiros, de los malones y las bandas de asaltantes. Las paredes interiores están revocadas en adobe, muy peculiar en la época.
La casa contaba entonces con cuatro habitaciones sobre la calle Progreso, hoy Rivadavia, y de espaldas a éstas se ubicaban las caballerizas de los milicianos Blandengues. Otras 3 habitaciones estaban sobre la calle Almirante Brown.
En 1875, ya disueltas las montoneras y desaparecidos los Blandengues, se lleva a cabo un nuevo trazado de la Villa del Luján, lo cual determinó que la casa quedara 90 centímetros dentro del terreno y la puerta se ubicó en la ochava. De cuartel de los Blandengues pasó a constituirse en una casa de citas, y fue uno de los más afamados lugares de diversión de los lugareños. Pronto, la Municipalidad de Luján ordenó su clausura.
La propiedad se mantuvo casi intacta, a pesar de la cantidad de dueños que tuvo. En una etapa no determinada, su dueño fue un francés de apellido Peyyut, y más tarde una mujer de la alta sociedad: Doña Celina N. de Moreau. Un hombre dedicado a la cocina, Don Salgado, la adquirió en el año 1923, y de él pasó a su hijo, Manuel Salgado, el actual dueño.
En este lugar histórico, el visitante puede degustar verdaderos manjares al tiempo que contempla una construcción de antes de mediados del siglo XVIII. Milicias, gritos de malones y platos con aromas increíbles. Una postal de Luján que no muchos deben conocer. Un auténtico rincón de la patria gaucha.
Por Gabriel O. Turone
Bibliografía
Alonso Rodríguez, Capitán Edison. “Artigas. Aspectos Militares del Héroe”, Centro Militar, Montevideo, Julio de 1954.
Crónica Histórica Argentina (“La Rebelión de Elío”), N° 5, Editorial Codex S.A., Buenos Aires, Argentina, 1968.
Restaurante 1800 (folleto), Luján, 2006.
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