El cuidador de bóvedas del cementerio de Flores, don Carmelo Ottati, es toda una institución dentro de esta necrópolis situada en el suroeste de la ciudad de Buenos Aires. No solamente porque atesora en su humanidad 89 lúcidos años de edad, sino porque, además, su memoria es prodigiosa y custodia de historias del Bajo Flores antiguo, de anécdotas que atraviesan los grises muros del lugar donde trabaja desde hace varias décadas.
Así fue como en una tarde calurosa del verano de 2014, y en medio de una pausa, nos pusimos a dialogar con Ottati sobre temas diversos. Con total naturalidad, surgió una entrevista sobre temas turbios y bohemios, con estampas de compadritos y personajes que supieron darle al barrio porteño de Flores –y, por qué no, de los alrededores también- una impronta de dureza que, las modas y el progreso, han dispersado para siempre. Por eso es válido el testimonio del casi nonagenario Carmelo Ottati, porque brinda impresiones de tiempos idos:
Gabriel O. Turone (GOT): - Carmelo, ¿qué recuerda usted de los guapos o gente del hampa que habitaban acá, cerca del cementerio de Flores?
Carmelo Ottati (CO): - Me acuerdo de Mafucci, por ejemplo. Mafucci fue un “Robin Hood” del Bajo Flores en los años 30, cuando esto era un bañado. Robaba y lo repartía a los pobres. Pero un día lo llevaron al lado del autódromo, y ahí… Porque resulta que había robado con unos malandrines y él se había quedado con una guita y no lo mandaron en cana. Entonces, un día se encontraron en Martínez Castro y Avenida del Trabajo (hoy Eva Perón) que había un bar, y le preguntaron “che, ¿y la guita?”, y les respondió “Mañana la tienen”, pero nunca entregó nada. Y entonces, un día lo tomaron de los pelos y se lo llevaron donde está el Autódromo, en Avenida Roca; ahí en un costado lo encontraron muerto y atado con un alambre.
GOT: - ¿Y los otros malandras cómo se llamaban?
CO: – Los hermanos Mendiatesta. Carmelo Mendiatesta, Bruno Mendiatesta y Mingo Mendiatesta. ¡Qué trío! Toda una familia. Eran cuatro, porque había uno que se llamaba Pepe Mendiatesta que era un alma de Dios. Todos los hermanos ponían todo a nombre de él, porque Pepe era un alma de Dios que no jodía a nadie.
GOT: - Carmelo, ¿usted no conoció a otro personaje de esos años, que era de Ciudadela y al que llamaban Manolo Crítica?
CO: – No, no lo conocían acá.
GOT: – ¿Y del Pibe Cabeza, oyó hablar?
CO: – Sí, lo mataron en las “7 Esquinas”. El Pibe Cabeza estaba viviendo en Av. del Trabajo entre Martínez Castro y Laguna…
Oscar A. Turone (OAT): - ¿Ahí vivía?
CO: – Sí, ahí. Ahora hay un garaje grande. Pero eso era un terreno grande y había un ombú. Ahí vivía el Pibe Cabeza, ahí andaba él. Lo mataron en las “7 Esquinas”, en Avenida Alberdi donde está la curtiembre.
OAT: – Me acuerdo que de pibe mi viejo me decía “vení a ver los agujeros de las balas”, porque todavía estaban los huecos de los tiros cuando lo mataron.
CO: – También en el Bajo Flores estaban los hermanos Mellado… ¡qué nenes! Venían así para allá, bajaban (señala con la mano) y cada vez que agarraban los caballos no los podían agarrar los agentes policiales. Ni con los jeep los podían alcanzar.
Pero una tarde, en San Pedrito y Lafuente, a mitad de calle, a los dos hermanos Mellado los hicieron pelota, los cortaron por la mitad. Eran ladrones y los hicieron miércoles.
GOT: – Carmelo, ¿alguna vez vio algún duelo a cuchillo o duelo criollo?
CO: – No, no. Tirar tiros, sí, montones. Lo que pasa es que desde que existió el revólver los cuchillos no existen más… ¡Qué vas a hacer!
Yo no me olvido más de un tiroteo que hubo cuando tenía 20 años e iba al servicio militar. Porque estaba reunido en plaza Once a punto de ir al Regimiento Nº 11 de Infantería “General Las Heras” en Rosario (1), donde hice la colimba. Y entonces ahí, de la estación vieja del ferrocarril salieron militantes de Tamborini-Mosca, y del lado del subterráneo estaban los simpatizantes de Perón-Quijano con pancartas y todo. Y se armó un tiroteo, ¡mamita querida!
Después nosotros tuvimos que levantar a los muertos. Cada vez que paso por plaza Once, me acuerdo de un tipo que levanté que ya estaba muerto y que lo tuvimos que poner arriba de un camión.
GOT: – ¿Pero cuántos murieron, muchos?
CO: – Y, murieron muchos, sí. Esto fue en 1946, cuando Perón subió a la presidencia; yo tenía 20 años. Incluso, tuvimos que cuidar las urnas de Peroncito.
GOT: – ¿Y por qué fue a Once cuando lo llamaron para ir a la colimba?
CO: – Porque yo estaba en el Arsenal, y ahí me dijeron “bueno, usted tiene quince días de licencia”, y después me mandaron una carta en donde me decían que me tenía que presentar y me presenté. Entonces, nos reunimos en plaza Once, y ahí justo es donde se armó el tiroteo ese. Y luego, nos llevaron con un camión del Ejército para Rosario. ¡Esa vez sí que salí rajando cuando vi los tiros…patitas pa’ que te quiero! (Risas).
Me acuerdo que a nosotros nos llevaban al Saladillo a hacer instrucción. ¡Hijunagran siete!, nos hacían arrastrar en los pinches, en los cardos esos…¡cómo puteábamos! Había un sargento 1º Saá que era un desgraciado (Risas). “¡Salto e’ rana, cuerpo a tierra!”. Al que no se tiraba lo hacían revolcar más todavía, y a veces la ligábamos todos por uno solo. Y nuestra arma era fusil Mauser. ¡Cuántos recuerdos!
Referencia
(1) Desde el año 1964, el Regimiento de Infantería de Montaña Nº 11 “General Juan Gregorio de las Heras” se halla establecido en la ciudad de Tupungato, provincia de Mendoza.
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