Nació en Maldonado, República Oriental, el 26 de noviembre de 1783, siendo sus padres Manuel de Olivera y Ana Techera. Se inició en la carrera de las armas desde el comienzo de la guerra de la Independencia, actuando como baqueano de las fuerzas patriotas en las operaciones contra los españoles en el territorio de la Provincia Oriental.
Olivera se incorporó a las legiones artiguistas cuando operaron contra las fuerzas porteñas y en julio de 1818 se le encuentra en calidad de alférez, a las órdenes de Rivera, que operaba contra las tropas lusitanas mandadas por el general Silveira en la región del Cebollati; y a fines del mismo mes fue encargado por Rivera para trasladar al Brasil, hasta pasar el río Yaguarón en la frontera del Río Grande, a numerosos soldados portugueses pertenecientes al ejército de ocupación de la ciudad de Montevideo, que se pasaban a las fuerzas de Rivera que sitiaban unas la plaza de referencia (400 hombres de avanzada) y el resto situadas en el Potrero de Milán, en el Canelón Grande. Posteriormente pasó al servicio de los invasores, cuando éstos se apoderaron de toda la Banda Oriental.
El 1º de marzo de 1823 se le encuentra ostentando los galones de comandante, al mando de una fuerza situada en el Arroyo Malo, donde permanece hasta el 10 de mayo del mismo. Olivera había contribuido a establecer el dominio en su Provincia natal.
En 1825 Fructuoso Rivera era Brigadier y Comandante General de Campaña al servicio del Brasil, con asiento en Montevideo, y Olivera actuaba como su ayudante, conjuntamente con José Augusto Possolo. A principios de abril de aquel año, Rivera salió de aquella ciudad con los dos ayudantes y una escolta de 25 orientales mandada por el capitán Varela y marchó a la Colonia. Estando allí recibió comunicaciones del general Barón de Laguna, desde Montevideo, avisándole que Lavalleja había salido de Buenos Aires con destino a la costa del Uruguay con intenciones hostiles y le ordenaba perseguirlo y prenderlo.
Rivera salió de la Colonia con su escolta aumentada a 70 u 80 hombres y se dirigió al “Perdido”, esperando la incorporación del mayor Bonifacio Isaac Calderón con sus Dragones, y al efecto, despachó un segundo chasque que fue tomado por gente de Lavalleja, el cual se impuso por esta circunstancia de la situación de Rivera, y al amanecer cercó la estancia de Cayetano Olivera, distante 6 leguas de el “Perdido”, donde tomó al baqueano principal del general Rivera que había pernoctado allí. Este baqueano, llamado Juan Báez (o Páez), oriental, vecino de Colla, había sido antes soldado de Lavalleja, de modo que fácilmente se plegó a éste, y se ofreció conducirlo al punto donde se hallaba Rivera. Al efecto marchó Lavalleja, adelantándose Páez para encontrarse con la guardia avanzada de 8 hombres a cargo de Leonardo Olivera, a quien dijo que la fuerza que se aproximaba era la de Calderón, lo que comunicó a Rivera por medio de un soldado, marchando Olivera al encuentro de Calderón, pero al llegar y ver su engaño, se entregó a discreción.
Rivera con el aviso de que llegaba Calderón, tomó su anteojo y al divisar la fuerza que se aproximaba, montó a caballo y con su negro Yuca (1) se dirigió a su encuentro. Por su parte, Lavalleja dispuso que su hermano Manuel, Atanasio Sierra, Manuel Oribe y otro individuo, se adelantasen para perseguirlo si intentaba evadirse. Pasó Rivera al galope cerca de ellos y los saludó con la cabeza, dieron vuelta y lo siguieron hasta que penetrado entre la fuerza reconoció su engaño. Se le acercó Lavalleja mirándolo como su prisionero. Lo desarmaron y se le puso en la guardia de prevención, mandando en seguida al ayudante Leonardo Olivera, que por orden de Rivera desensillasen los caballos y que los oficiales se trasladaran a donde él estaba. Los últimos cumplimentaron la orden y al llegar donde estaba Lavalleja, fueron desarmados y tomados presos. La tropa marchó a pie a la costa del arroyo distante 3 o 4 cuadras, para donde se dirigió Lavalleja y les intimó rendirse. Proclamados, tomaron partido los que eran orientales, con lo que las fuerzas de aquél subieron a cerca de 150 hombres. Por su parte, Rivera habló con Lavalleja, a pedido del primero, y después de dos horas de secreta conversación, salieron ambos Generales como amigos, asociándose en la empresa libertadora.
Encargado Olivera de sitiar a la Colonia, el 24 de junio de 1825 sostuvo un combate con los defensores de aquella plaza, en el que salió herido, siendo reemplazado en el mando por el coronel Juan Arenas. El 11 de julio rechazó a una fuerza sitiada que salió de la plaza; el 1º de agosto una nueva salida efectuada por los brasileños tuvo igual fin.
Mandando las milicias de Maldonado, Olivera asistió a la batalla de Sarandí el 12 de octubre de 1825, en la cual, la reserva de Lavalleja estuvo constituida por las milicias de Maldonado y las de San José, éstas a las órdenes del coronel Juan José Quesada. Olivera tuvo comportamiento distinguido en la acción, y tomó parte en la persecución de los imperiales después de la misma. El 19 de octubre pasó el Yí y quedó Olivera en el Durazno.
El 31 de diciembre de 1825 con 20 hombres, Olivera sorprendió en el Chuy la tropa brasileña que componía la guarnición de la fortaleza de Santa Teresa, fuerte de 70 hombres, mandados por el mayor Mariano Pereira; que fue tomada por Olivera, que se apoderó inmediatamente de la fortaleza.
El 1º de febrero de 1826 batió en San Carlos (Maldonado) una fuerte partida imperial, arrebatándole 1.200 caballos. El 5 de noviembre del mismo año, Olivera con su división impidió en el puerto de Maldonado, el desembarco de tropas brasileñas de la fragata “Emperatriz”, ocasionándole averías a ésta y 7 bajas en la tropa.
Al partir del campamento del Arroyo Grande el Ejército Republicano, Olivera marchó por orden de Alvear emitida el 7 de enero de 1827, al paso Hondo del Arroyo Malo, a donde llegó el Ejército en aquella fecha. Incorporado al 1er. Cuerpo mandado por Lavalleja, el coronel Olivera al frente de las milicias de Maldonado tomó parte en la ocupación de la ciudad de Bagé, el 24 de aquel mismo mes.
Combatió valerosamente en Ituzaingó, el 20 de febrero, donde Olivera estuvo bajo el mando directo del general Julián Laguna. Las milicias de Maldonado fueron rechazadas en sus repetidas cargas a los imperiales. En el parte de Alvear sobre la batalla se lee: “El coronel Olivera con la división de Maldonado y el 1º de Caballería acuchillaron esta fuerza en su retirada (rechazada por el 2º de Cazadores) y fue dispersa y puesta fuera de combate”.
Olivera quedó herido en la batalla, y mereció el escudo y cordón de oro que fueron acordados por el Congreso y el Gobierno de la República a los vencedores en la categoría de Jefe,
Después del combate de Camacuá, el general Alvear encomendó al coronel Olivera recabara del general Soler, Comandante General de Armas de la Provincia Oriental, la entrega de los soldados que componían la guarnición de Maldonado. El 13 de mayo de 1827, Olivera, al mando de una división de caballería, batió a las fuerzas brasileñas que se hallaban en el paraje Guardia del Monte (Castillos Grandes), en el departamento de Rocha. Olivera (2) había salido de Maldonado pocos días antes al frente de 465 hombres y había marchado al territorio enemigo por Santa Teresa. Esta marcha de Olivera en dirección al Río Grande, debía ser realizada paralelamente al Océano Atlántico, para “penetrar por el camino que hay entre la Laguna Merim y el mar, dirigiéndose sobre San Gonzalo, para de este modo dar la mano al ejército con las caballadas que tomase por aquellas partes”. Pero el resultado de esta operación fue nulo, pues el general Alvear no tuvo noticias de este movimiento hasta el 14 de junio, y cuatro días después le llegó la noticia de la retirada de Olivera. Las lluvias torrenciales que cayeron desbarataron por completo el plan.
El 19 de agosto de 1827, el general Lavalleja y el coronel Olivera atacaron Punta del Este, siendo rechazados por el teniente coronel Severino dos Reis, jefe de las fuerzas imperiales, que ocasionaron 11 bajas a los atacantes. El 25 de setiembre del mismo año, Olivera con unos 600 hombres, rechazó un ataque brasileño en Punta del Este.
El 24 de enero de 1828, Olivera sorprendió en los Cerros de Santa Teresa una avanzada de caballería enemiga, fuerte de 40 hombres, de los cuales mató 6 y quedaron 7 en poder de los republicanos. El 29 del mismo mes, a la oración, emprendieron su retirada los enemigos que ocupaban el Fuerte de Santa Teresa, con la mayor precipitación, tomando el camino de la Coronilla. Olivera se apoderó inmediatamente de aquél, destacando en persecución de los imperiales un escuadrón, que no pudo darles alcance. (3)
Cuando en abril de aquel año se ordenó la toma del Río Grande, el coronel Olivera tenía la misión de efectuar idéntica operación a la del año anterior, mandando esta vez en jefe las fuerzas encargadas de la operación de la precitada Villa y de la Laguna Merim, el general José María Paz, Jefe del Estado Mayor del ejército de operaciones. Olivera partió de Maldonado para ejecutar la parte de la misión que se le había asignado, dependiente del coronel Isidoro Suárez que comandaba los Regimientos 4, 8 y 17 de Caballería, a los que se unían las milicias de Maldonado mandadas por Olivera. Este y Suárez marcharían costeando el Atlántico. El ataque imperial a la vanguardia republicana en Las Cañas, el 15 de abril, impelió al general Lavalleja a dar contraorden, regresando los cuerpos a sus respectivos acantonamientos.
Terminada la guerra e independizado el Estado Oriental, casi de inmediato el coronel Olivera fue hablado para entrar en una revolución contra el gobernador provisorio, general Rondeau, pero se negó terminantemente.
Al subir a la Presidencia el general Manuel Oribe, en abril de 1835 nombró a Olivera Jefe Político del Departamento Maldonado. Caído aquel Presidente a raíz de la derrota del Palmar, que le obligó a renunciar el 23 de octubre de 1838, el coronel Olivera emigró a la República Argentina.
Cuando Pascual Echagüe invadió el Estado Oriental en 1839, el coronel Olivera operó en el Departamento de Maldonado. El 17 de octubre de aquel año fue derrotado por Fortunato Silva cerca de San Carlos. Vencido Echagüe en los campos de Cagancha, debió regresar a Entre Ríos, acompañándolo todos los que habían marchado a aquella campaña.
Formó parte del ejército de Echagüe, asistiendo al combate de Don Cristóbal contra Lavalle, el 10 de abril de 1840, acción en la cual Olivera estuvo a las órdenes directas del general Oribe; tomando parte también en la del Sauce Grande, el 16 de julio. Quedó en Paraná enfermo, cuando Oribe pasó a la provincia de Buenos Aires para tomar el mando del “Ejército de Vanguardia de la Confederación Argentina”.
Después del triunfo del Arroyo Grande, marchó con Oribe a poner sitio a Montevideo, figurando en el ejército sitiador hasta agosto de 1851.
En 1853 volvió a desempeñar la Jefatura Política de Maldonado. El 12 de abril de 1863 falleció repentinamente en la villa San Carlos (donde era nacido). Olivera era viudo de Ana Corbo, hija de Pedro Corbo y de Josefa Borrego.
Referencias
(1) El pardo “Yuca”, asistente de Rivera, más tarde general José María Luna.
(2) Olivera, en cumplimiento de las órdenes de Alvear, el 12 de mayo de 1827 inició su marcha, desde Maldonado con 465 hombres, a los que siguieron el 15 dos compañías más de Minas, llevando todo el armamento y municiones que pudieron hallar.
(3) En la “Gaceta Mercantil” Nº 1272, del miércoles 20 de febrero de 1828 se halla el parte de Olivera y la relación del material que tomó en el Fuerte.
Fuente
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
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Yaben, Jacinto R. – Biografías Argentinas y Sudamericanas – Buenos Aires (1939).
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