Nació en Buenos Aires el 3 de febrero de 1860 y sus padres fueron Juan Bernasconi, conocido importador y fabricante de calzados, establecido en esta capital desde fecha lejana, y Justa Bolzani; ambos de origen suizo.
Pasó aquí su infancia y adolescencia, terminando sus estudios primarios e iniciando los secundarios que completó en Europa. Más tarde se dedicó a la empresa comercial que fundara su padre y a esto se debió que vivirá alejado del país natal durante muchos años, absorbido por los negocios que le tocó dirigir y acrecentar.
Su vida de trabajo merece ser destacada como ejemplo para la posteridad.
Espíritu activo, rico en iniciativas, infatigable en la faena y dotado de excelentes condiciones de carácter y de inteligencia, pronto conquistó un sólido prestigio comercial y el respeto y simpatía de cuantos lo conocieron y trataron, por la corrección de sus procederes y la honradez de su conducta.
Amante de los viajes, recorrió Europa y enriqueció su espíritu con la cultura que recoge el buen observador de las costumbres, los paisajes, el arte y las riquezas de otros pueblos.
Demostró siempre especial afecto por los niños, de cuya compañía gustaba; reía con ellos y se dolía de sus sinsabores. Esta condición dominante y selecta de su espíritu fue, sin duda, lo que determinó el hermoso gesto que perpetuará su memoria y por lo cual recibirá el justo agradecimiento de las generaciones.
Su testamento es una lección de moral; no sólo se preocupó de asegurar el beneficio cultural de los niños sanos, donando la mayor parte de su cuantiosa fortuna para la edificación del “palacio para escuela” levantado con el nombre de Instituto “Félix Fernando Bernasconi”, sino que recordó también a los que sufren favoreciendo al “Hospital de Niños”, al “Asilo de Huérfanos” y al “Asilo de Niños Desvalidos” de esta Capital, con cincuenta mil pesos para cada uno.
Igual cantidad dejó para el “Hospital de Mujeres” y otro tanto para el “Hospital de Hombres”. Si a los legados anteriores se agregan los cuarenta mil pesos oro al “Ospizio della Beata Vergine”, en Mendrisio, de veinte mil pesos oro al “Instituto Rachitici”, de Milán; y de veinte mil pesos oro al “Asilo Infantile Comunale de Mendrisio”, se verá que se cariño paternal que siempre dispensó a los niños, fue en él, sentimiento de profundo arraigo que floreció en sus disposiciones testamentarias.
La muerte le sorprendió en Paris a la edad de 54 años, el 4 de mayo de 1914 y al reintegrar en beneficio de la Nación la enorme suma de $ 4.512.939,48 grabó su nombre en el libro de los buenos servidores del país haciéndose acreedor a la consideración y gratitud permanente de sus conciudadanos y muy especialmente de los niños que reciben directamente el beneficio de su grandiosa obra, en el Instituto que lleva su nombre.
Instituto Félix Fernando Bernasconi
El 26 de septiembre de 1921 se colocó la piedra fundamental del Instituto Félix Fernando Bernasconi. La ceremonia tuvo como padrinos al presidente de la Nación, Hipólito Yrigoyen y a la señora Dalmira Cantilo de Gallardo. Así empezó a concretarse el sueño del emprendedor industrial argentino, que permitió concebir en su testamento el palacio para una escuela. El instituto fue inaugurado finalmente el 22 de octubre de 1929, 8 años después.
Emplazado entre las calles Cátulo Castillo, Catamarca, Rondeau y Esteban De Luca, en Parque de los Patricios, el Instituto Félix Fernando Bernasconi se eleva en un terreno en forma de meseta, como un palacio de principios de siglo
El establecimiento, diseñado por el arquitecto Juan Waldrorp (hijo), es un macizo edificio estéticamente agradable, inspirado en el estilo florentino, con influencias clásicas, que muestra una perfecta armonía y simetría. Dotado con su propio museo creado por Rosario Vera Peñaloza, dos piletas de natación con agua caliente en su subsuelo, amplias aulas y un majestuoso auditorio con 400 butacas. Alberga cuatro escuelas primarias, un jardín de infantes con 18 salas, una escuela de adultos, Escuela de Coro y Orquesta y un Centro Educativo de Nivel Secundario. También es sede de la Escuela de Capacitación Docente, con 400 alumnos que cursan los postítulos de literatura infantil y matemática. En el 2004 pasaron por sus aulas 4.600 alumnos.
Además posee una biblioteca, departamento de audiovisuales, consultorio médico odontológico, centro de orientación vocacional, gimnasio y dos amplios comedores.
Un gran parque rodea el edificio con árboles añosos, entre ellos se destaca el Aguaribay del Perito Moreno, plantado en 1872, que en 1940 fue declarado “árbol histórico”.
Alberga diversas obras de arte no sólo en el Complejo Museológico, sino también en el interior: cuadros, salas de arte, tablas grabadas por Rosario Vera Peñaloza y esculturas, como los grupos escultóricos con simbolismos mitológicos griegos, obra del argentino Alberto Lagos, que flanquean la entrada principal, sobre la calle Catamarca.
El establecimiento ha sido declarado por el gobierno argentino “Sitio de Interés Cultural”.
Una generación de pedagogos
Pasaron por sus aulas los representantes del progreso de la educación argentina, entre otros, Rosario Vera Peñalosa, Alicia Moreau de Justo, Juan B. Terán, Ángel Gallardo, Pablo Pizzurno y Guillermo Correa, Alicia Zanca, Eleonora Wexler y Alejandro Agresti. También los maestros como Martha A. Salotti, dejaron allí su impronta.
Desde sus inicios hasta el presente este “Palacio-Escuela” realiza una obra de formación intelectual constante, logrando el objetivo para lo cual fue creado: la educación, formación e integración de “la familia-escuela”.
Fuente
Camillozzi, Rubén D. Julio – El legado educacional del suizo Félix Bernasconi en Argentina.
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
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