Lucio Victorio Mansilla

General Lucio Victorio Mansilla (1831-1913)

Nació en Buenos Aires el 23 de diciembre de 1831, siendo sus padres, el general Lucio Norberto Mansilla, guerrero de la Independencia, y Agustina Ortiz de Rozas, hermana del Juan Manuel de Rosas. Desde 1849 actuó en las milicias y en la Guardia Nacional, como soldado, cabo y subteniente, sirviendo en el Regimiento 3º de Guardias Nacionales, a las órdenes del coronel Mateo Martínez.

Actuó en la batalla de Cepeda, el 23 de octubre de 1859. El 13 de junio de 1861 fue dado de alta como “capitán a guerra”, siendo destinado a la Plana Mayor del Departamento Norte, y el 28 de octubre del mismo año fue reconocido como capitán de línea, después de haberse hallado en la batalla de Pavón en calidad de secretario del general Emilio Mitre que era el jefe de la Frontera Norte, con asiento en Rojas.

El 23 de noviembre de 1861 pasó a prestar servicios en el Batallón 2º de Infantería de Línea, con el cual permaneció acampado frente al Rosario hasta el mes de febrero del año 1863, fecha en que regresó con su cuerpo a Buenos Aires. De julio del mismo año a diciembre volvió de guarnición al Rosario. Tenía s su cargo la 3ª Compañía del cuerpo a que pertenecía.

De enero a abril de 1864 estuvo destacado en a Isla de Martín García y el 25 de noviembre del mismo año se dispuso que tomase el mando de dos compañías del 2º de Infantería que se hallaba en Melincué. Con motivo del estallido de la guerra del Paraguay, el 26 de mayo de 1865 se dispuso su alta en el Batallón de Zapadores en clase de capitán encargado de la mayoría; y el 24 de agosto del mismo año fue promovido a sargento mayor, y conjuntamente con el comandante Juan Ayala, tuvo la misión de organizar el Batallón 12 de Línea, de nueva creación.

Con este cuerpo se incorporó al ejército de operaciones contra los paraguayos a fines de 1865. Asistió a las principales acciones de guerra en la cruenta campaña: se encontró en el Estero Bellaco, el 2 de mayo de 1866; en la sangrienta batalla de Tuyutí, el día 24 del mismo mes; en las rudas jornadas del Boquerón y Sauce, el 16 y 18 de julio de igual año. Asistió al asalto de Curupaytí del 22 de setiembre de 1866, donde el 12 de Línea hizo prodigios, dando un brillante ejemplo de subordinación y valor, calidades marciales que le habían sabido inculcar sus jefes. Justamente a raíz de este hecho de armas, que si fue glorioso, las víctimas sacrificadas por una imprudente demostración de valor del comando aliado, no respondían a las posibilidades que podían esperarse del ataque, el comandante Mansilla escribió célebre correspondencia con el seudónimo de “Orión” sobre las razones que motivaron aquel desastre, estudiando tranquilamente las causas y estableciendo la verdad histórica y las responsabilidades de cada uno de los aliados. Su crítica guerrera en aquella época le valió justa nombradía, como la adquirió después, debido a sus interesantes obras. Mansilla fue herido en Curupaytí en un hombro.

Ascendido a teniente coronel graduado el 1º de noviembre de 1866, a comienzos del año siguiente Mansilla debió bajar del Paraguay con el 12 de Línea para concurrir a sofocar la rebelión que había estallado en las provincias de Cuyo. Llegó al Rosario en marzo de 1867, marchando a la provincia de Córdoba, donde permaneció acantonado en el Fraile Muerto (hoy Bell Ville) los meses de junio y julio. Pero la batalla de San Ignacio, ganada por Arredondo el 1º de abril de aquel año había sido un golpe de muerte para la montonera alzada, y esta circunstancia hizo innecesaria la presencia del 12 de Infantería en aquella zona, razón por la cual regresó a los esteros paraguayos, llegando al campamento de Tuyú-Cué en el mes de agosto del mismo año.

Asistió al segundo combate de Tuyutí, el 3 de noviembre de 1867, y desde aquellos lejanos campamentos, Mansilla, a fines de este último año propició la candidatura de Sarmiento para presidente de la República, por medio de un movimiento en el ejército, en momentos en que los partidos políticos dividían sus preferencias entre otros dos candidatos: El Dr. Rufino de Elizalde y el general Urquiza.

El 15 de enero de 1868 fue promovido a teniente coronel efectivo y a coronel graduado, el 19 de octubre del mismo año, marchando después a la provincia de Corrientes con el general Emilio Mitre, encargado de dominar la revolución encabezada por el general Nicanor Cáceres.

El 28 de diciembre de 1868 fue nombrado jefe de la Frontera Sur de Córdoba, con asiento en Río IV, recibiendo la efectividad de coronel el 1º de marzo de 1869. El 27 de marzo del año siguiente solicitó autorización del comandante general de fronteras S. de Córdoba, San Luis y Mendoza, general Arredondo, para trasladar la línea fronteriza del Sur de Córdoba y llegar hasta las tolderías de los caciques Mariano Rosas y Baigorrita, jefes principales de los Ranqueles. El permiso le fue concedido por el comandante en jefe mencionado, pero al comunicar éste a la Superioridad esta circunstancia, el general Emilio Mitre contestó que la licencia acordada al coronel Mansilla perturbaba la causa que se le seguía en Buenos Aires.

Dejando a cargo de su 2º, el teniente coronel Antonino Baigorria, el puesto fronterizo de su comando, Mansilla con 15 hombres, penetró en el desierto hasta las tolderías de los caciques mencionados; siendo el primer oficial del ejército que había llegado tan “tierra adentro”.

El 9 de abril de 1870 fue suspendido en el cargo de jefe de la Frontera Sur de Córdoba y el 5 de junio del mismo año se dictó resolución en la causa que se le seguía, siendo destinado a la P. M. D. En el desempeño de aquella jefatura fundó el Fuerte Sarmiento, base del pueblo de igual nombre, y adelantó la línea de frontera al Río V.

De su gira hasta el corazón del dominio de los indios, Mansilla escribió un libro de reconocida importancia que tituló: “Una excursión a los indios Ranqueles”, que apareció en Buenos Aires por primera vez en el diario “Tribuna”, en forma de folletín, y posteriormente editado en la de libro, fue traducido a varios idiomas.

Su desacuerdo con Sarmiento, que originó la causa por la cual fue suspendido de su mando en fronteras, persistió durante toda la presidencia de aquél; siendo destinado el 1º de setiembre de 1872 a la Plana Mayor Activa. El 6 de noviembre de 1874 fue designado jefe de las fuerzas movilizadas y las que se movilizasen, en la provincia de Córdoba; siendo nombrado por el mismo decreto, Jefe del Estado Mayor del ejército de reserva que mandaba el general Juan Ayala, el que en 18 días alcanzó a la cifra de 3.000 hombres, que se logró equipar por suscripción popular.

El 5 de marzo de 1875 un decreto del Poder Ejecutivo nombró al Dr. Dardo Rocha y a los coroneles Lucio V. Mansilla y José Ignacio Garmendia para redactar el proyecto de Código Militar; del cual había sido encargado el doctor Francisco Pico por decreto del 28 de junio de 1870, pero éste había contestado que no podía consagrar al asunto más que el tiempo que le dejasen libres sus deberes oficiales.

El 7 de junio del mismo año fue comisionado para hacer los estudios, levantar planos y presupuestos para establecer la línea fronteriza “de la menor distancia posible” que protegiera de las invasiones de los indios los departamentos Unión, Tercero Abajo, San Justo, Santa Rosa y Río Seco; en la provincia de Córdoba. Mansilla debió trasladarse a aquella zona para cumplimentar su misión.

Poco después fue nombrado para desempeñar la Intendencia Militar de Córdoba y La Rioja, que sólo ejerció hasta comienzos de 1876. Nombrado el 15 de febrero de este año para formar parte de la Comisión Examinadora del Colegio Militar, renunció el 9 de marzo, antes de dar comienzo a la tarea, por razones personales. Había quedado a cargo de la Intendencia de Córdoba, el 2º jefe, comandante Aureliano Cuenca.

El 10 de mayo de 1876 se le concedió autorización para desempeñar el cargo de Diputado al Congreso Nacional, pasando a la Plana Mayor Activa, y el 1º de enero de de 1877 a la Pasiva hasta el mismo día del año siguiente en que volvió a la Activa. El 6 de mayo de 1878 se le concedieron 4 meses de licencia para ausentarse al Paraguay. En noviembre del mismo año fue nombrado gobernador del Chaco Austral, cargo que ejerció hasta el 15 de mayo de 1879, en que pasó a la Plana Mayor Pasiva; delegando aquél en el comandante Luis Jorge Fontana por haber sido comisionado Mansilla para marchar a Europa en misión oficial ante los gobiernos de Italia, Francia y Suiza. Siendo gobernador del Chaco fundó la actual ciudad de Formosa, que fue después la capital de aquel territorio.

Desempeñando aquella misión de orden diplomático y militar, el coronel Mansilla envió al Gobierno numerosos informes sobre tópicos de interés, especialmente del desempeño de sus tareas como representante en los Congresos de: Electricistas, Pasaje de Venus y Protección de los Cables Submarinos. Tales informes fueron de singular interés, en particular para las instituciones armadas.

El 1º de mayo de 1882 fue destinado a la P. M. D. y el 1º de enero de 1883 pasó a la Plana Mayor Activa. Fue promovido a general de brigada el 27 de setiembre de este último año. En agosto de 1885 nuevamente era diputado al Congreso Nacional, pasando el 19 de mayo de 1886 a revistar en la “Lista de Oficiales Superiores”, en virtud de hallarse comprendido en la Ley de 2 de julio de 1856, por ser diputado nacional.

El 1º de febrero de 1889 fue dado de alta en la 2ª Brigada de la 1ra División del 2º Cuerpo, pero desempeñó las tareas parlamentarias arriba mencionadas. Su actuación en el Congreso culminó en los sucesos revolucionarios de julio de 1890, en que consecuente con el mandatario en desgracia, fue uno de los pocos que se pronunció en contra de la aceptación de su renuncia en las famosas sesiones de agosto de aquel año.

Por su actuación en aquellos días fue ascendido a general de división el 27 de julio de 1890. Al crearse la Junta Superior de Guerra por decreto del 14 de enero de 1892, el general Mansilla fue nombrado vocal de la misma; y al ser derogado aquel decreto, el 19 de marzo de 1893, pasó a la “Lista de Oficiales Superiores”. El 12 de febrero de 1892 también había sido designado jefe de la 2ª División del 1er Cuerpo de Ejército. El 16 de setiembre y el 13 de octubre de este mismo año, por desinteligencias con el Gobierno, solicitó su baja y absoluta separación del ejército; la que no le fue concedida por decreto del Presidente de la República del 25 de octubre de 1892, “en atención a sus distinguidos servicios”.

El 1º de mayo de 1895 pasó al Consejo Superior de Guerra y Marina y el 8 de junio del mismo obtuvo permiso para trasladarse a Europa (Inglaterra), dándosele la comisión de estudiar la organización de los ejércitos de aquellas naciones y su adaptación al de nuestro país. Desde París, el 11 de setiembre de 1896 solicitó su retiro del ejército, el que le fue concedido el 22 de enero de 1898, con 45 años, 7 meses y 22 días de servicios aprobados.

Mansilla representó a la República ante Alemania, en cuya Corte impresionaba al Kaiser por sus desplantes; pero a pesar de su jovialidad y franqueza, era un diplomático de verdad. En Europa llama la atención por su modalidad en el vestir, por su insuperable elegancia, por su palabra fácil y amena, por su verbosidad admirable; se dice que en los salones mundanos y en las mesas amigas, como la del general Mitre “conversaba tanto como Pedro Goyena”, “y tan bien como él, o competía con Eduardo Wilde en el rasgo humorístico y la anécdota ingeniosa”.

Todo lo había visto y todo lo había leído. Le interesaba todo, pero en especial la naturaleza humana, que estudiaba con interés en la vida y en los libros. Fue autor de retratos sicológicos, atrayéndole en forma evidente, los moralistas como Montaigne y La Bruyere, a quienes citaba continuamente. Después de haber charlado con exquisita volubilidad en una rueda, observando sutilmente a los demás oyentes, el aparente frívolo se encerraba a leer sus autores favoritos y hacía sus anotaciones marginales en los diálogos de Platón. “En ciertas cosas he quedando siendo un nene –dice en alguna parte- y no es porque me falte malicia”. No disfrazaba sus ambiciones, las que por otra parte eran muy legítimas. Era incapaz del disimulo o de la fingida solemnidad. Prefería siendo él mismo con su sinceridad, , sus vanidades un poco ingenuas y sus alardes, que muchos no podrían perdonarle. Era amante de la indumentaria pomposa y el atuendo personal: las lujosas levitas, los pantalones claros, anillos y cadenas rutilantes y bajo el puño impecable de su camisa asomaba una áurea pulsera con dijes. Mansilla, como se ve, gastaba en estrepitosas prendas y era espontáneo y exuberante como gascón.
Pero su personalidad perdurará sobre todo como escritor; a más de su conocida obra sobre los Ranqueles (“Una excursión a los indios Ranqueles”, premiada por el Congreso Internacional Geográfico de París y traducida a varios idiomas), dio a la publicidad otros trabajos igualmente notables, impregnados casi todos de reminiscencias autobiográficas, cuya lectura será siempre provechosa por el cúmulo de noticias fidedignas que contiene acerca del pasado porteño. “De Aden a Suez” es otra obra interesante, producto de su magnífica pluma. “Relatos y Recuerdos” se llama un volumen que publicó en 1894, con un conjunto de armoniosas semblanzas de viejos servidores del país, a quienes había conocido en Paraná. “Entre Nous”, es el título de otra de sus obras, en cinco volúmenes de anécdotas, siluetas, recuerdos y narraciones, que publicados originariamente en el folletín del diario “Sud América”, en los años 1888 a 1890 fue reunida después por un editor. “Rosas” y “Mis memorias”, son dos volúmenes que encierran una admirable evocación de lo que era Buenos Aires a mediados del siglo XIX y un valioso conjunto de observaciones y referencias acerca del Brig. Gral. Juan Manuel de Rosas y su vida íntima. “Máximas y pensamientos” y “En vísperas”, son los títulos de otros libros de Mansilla, de trascendencia ocasional, pero que contribuyeron a cimentar su recia personalidad.

Cuando la época ruda de la campaña del Paraguay, al comandante Mansilla le tocó durante la célebre entrevista entre López y Mitre, en Yataytí-Corá, estar encargado de vigilar y guardar la persona del General en Jefe argentino.

Alejado de la política activa, Mansilla halló un tranquilo remanso en la diplomacia, ejerciendo la representación argentina ante algunos gobiernos europeos, entre los cuales el de Alemania, como queda dicho. Ya general de división, retirado del servicio militar y de las tareas políticas y diplomáticas, vivió sus últimos años en París, ciudad donde falleció el 9 de octubre de 1913. En febrero de 1864 presentó un proyecto de “Reglamento para la instrucción y maniobras de la infantería del Ejército Argentino”.

El general Mansilla había constituido su hogar en su juventud, el 18 de setiembre de 1852, con su prima Catalina Ortiz de Rozas, nacida el 12 de mayo de 1831 y fallecida el 26 de noviembre de 1895; hija del general Prudencio Ortiz de Rozas, con la que tuvo numerosa y hermosa descendencia, pero que el infortunio debía destruir casi totalmente. Mucho más tarde, contrajo segundas nupcias con Mónica Torromé, la compañera ideal de su vejez; ya en esta época su barba era blanca, pero en los ojos refulgía aún el brillo enérgico de antaño y la silueta se mantenía esbelta, bajo el entallado rendigote y así se le vio en sus años postreros, ocultando a las miradas ajenas las claudicaciones de su privilegiado organismo.

El 26 de agosto de 1907 le fue otorgada la medalla por la campaña del Chaco.

El duelo con Pantaleón Gómez. Una acuarela de Francisco Fortuny muestra a Mansilla, con sus padrinos, antes de iniciarse el trágico lance.

Los contemporáneos apreciaron a Mansilla más por sus cualidades personales que por su talento literario. La posteridad lo reivindica y hoy, su obra va adquiriendo cada vez mayor prestigio. Ricardo Rojas ha fundamentado el siguiente juicio póstumo del General y hábil parlamentario. “Le falto disciplina en la conducta, ahínco en el estudio, rumbo en la vocación, para haber hecho de su talento una fuerza más útil y de su obra una creación más hermosa. Escribió mucho, habló más, sus conversaciones pasaron casi estenografiadas a sus libros. Faltó a sus trabajos literarios meditación y concisión; pero aún así, deshilvanada, ligera y redundante como es su prosa, ella descubre una vasta experiencia del mundo y un sentimiento profundamente humano de la vida”.

El general Mansilla tuvo un duelo que fue de funestas consecuencias para el adversario y dio mucho párvulo al comentario público. Un día apareció en “El Nacional” un artículo atacando la actuación del general Mansilla, quien sintiéndose ofendido envió sus padrinos al director del periódico, que era su amigo Pantaleón Gómez, quien se declaró responsable del artículo. Mansilla tenía fama de temible duelista. El encuentro se realizó el 7 de febrero de 1880, día de carnaval, en las inmediaciones de Palermo; las condiciones eran terribles, pues a diez pasos de distancia debían disparar las armas simultáneamente hasta que uno de los adversarios quedara inutilizado para continuar el combate. Las armas debían descargarse a la tercera palmada que diera uno de los padrinos. Al sonar la segunda, Mansilla hizo fuego sin dar en el blanco. Los padrinos insistieron en que Gómez disparase a su vez, pero éste sostuvo que a Mansilla se le había escapado el tiro. El segundo disparo fue infructuoso; en el tercero, Pantaleón Gómez recibió una bala que le atravesó el corazón. María Molina de Gómez, sobrevivió a su esposo medio siglo, pues falleció el 9 de mayo de 1930, a la edad de 98 años.

Fuente
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
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Yaben, Jacinto R. – Biografías Argentinas y Sudamericanas – Buenos Aires (1939).

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