Aunque nació en Asturias (España) hacia 1746, inició su formación en Madrid. Fue una personalidad contradictoria y sumamente interesante. Cuando Rubin de Celis hubo cumplido quince años, ingresó como cadete en el Colegio-Academia de Artillería de Segovia inaugurado en 1764, siendo su director el Conde de Gazzola, a la sazón teniente general de los Reales Ejércitos, e Inspector General del Cuerpo de Artillería.
Miguel Rubín, promovido al empleo de teniente de artillería el 17 de febrero de 1772, fue destinado a Melilla, donde permaneció un año de servicio en aquella guarnición. Con posterioridad pasó destinado a Sevilla como jefe de taller de la fundición de cañones. Transcurren tres años en este destino sevillano, y el 27 de enero de 1776, le fue concedido el pase, que había solicitado voluntariamente, a la Marina, en calidad de teniente de fragata, con la especialidad de artillero. Esta determinación la tomaría Rubin de Celis al conocer el informe que, le anotó su coronel en la Hoja de Servicios, el año 1775. Decía así: “Este oficial tiene gran talento, pero poco inclinado al servicio de artillería, desdeña el trato con sus compañeros y no repara en criticar a sus superiores; de suerte que pudiera ser un sobresaliente oficial de artillería, como se dedicara a ello”.
Su foja de servicios nos indica que en 1777 fue designado alférez de navío, y destinado a Cartagena; la valoración que se le tenía en el arma se verifica en el hecho de que dos años después va a Brest, Nantes e Indret para hacer reconocimiento de material de artillería, y a estudiar procesos de fundición en Francia.
El 15 de diciembre de 1780, siendo ya teniente de fragata, fue enviado a Guatemala y Nicaragua en una controvertida misión para proveer de artillería sus fortificaciones, pero los errores de navegación en que incurrieron los oficiales de la Santa Balbina durante la travesía le hicieron arribar al Río de La Plata donde hubo de afrontar las repercusiones del enfrentamiento habido con el comandante de la fragata durante el viaje. Los conflictos que tuvo con el capitán signaron su vida inmediata, ya que a raíz de los mismos le siguieron Consejos de Guerra en España, y se le ordenó por Real Orden del 9 de abril de 1782 que regresase inmediatamente.
Comienza así la aventura de Rubin de Celis, que para evitar cumplir con esta situación se incorpora a cuanta tarea insólita se le presenta en el Virreinato del Río de la Plata. En 1781, declara haber venido a Buenos Aires “para ser empleado en la Demarcación de Límites entre España y Portugal” tareas a las que efectivamente nunca se incorporó por el conflicto existente.
Desde fines de 1782, fue comisionado para efectuar el reconocimiento de la Mina de Fierro del Chaco, dando origen a una increíble expedición de más de 200 hombres a cargo de Rubin de Celis, Pedro Antonio Cerviño y Gabino Arias. Tras llegar a Santiago del Estero, y recorrer luego cerca de 300 kilómetros hacia el Este, localizaron en el área de Campo del Cielo la supuesta “mina”, de la que tomaron algunos trozos. (1) Ello dio pie a que luego en 1786, Rubin de Celis escribiera una Memoria “científica” publicada por la Sociedad Real de Londres en que esboza su origen volcánico y la teoría de que la “mina” es una especie de planta de hierro con raíces. De esta primera acción de Rubín de Celis nos han quedado dos testimonios cartográficos fechados en 1783, y que se conservan en Sevilla.
De aquí, Rubin de Celis, ya en conocimiento de la orden de que debe regresar a España, logra se lo envíe a Potosí a asesorar sobre el socavón del Cerro Rico que ha tenido una baja pronunciada en su rendimiento por agotamiento e inundaciones. En setiembre de 1783, está en Potosí donde midió y niveló “con todo rigor geométrico la periferia o circunferencia del cerro, su altura y la profundidad de las mismas aguadas”.
El 27 de noviembre de 1783, realizó un dictamen que le genera problemas con los mineros Hilario Malaver y Yañez de Montenegro, pues Rubin de Celis abandonando nuevamente su papel de medir topográficamente el cerro, intenta incursionar en la producción minera. Así se construyó un trapiche o ingenio para molienda de metales que intenta pasar como propio. El Gobernador Intendente Juan del Pino Manrique, dice que la idea fue de él tomada de los viajes de Frezier y del Diccionario Enciclopédico que la construyó Malaver y que Rubin de Celis solicitó un sitio para ingenio y la copió. Este conflicto debió originar su traslado a La Paz pero nos dejó un plano del Cerro de Potosí con vistas y cortes fechado el 16 de diciembre de 1783.
El fracaso de Rubin de Celis en Potosí donde luego de descalificar a los que allí estaban por ser “sujetos sin ningunos conocimientos facultativos” se fue sin dejar ninguna solución, llevó pedidos de que pasara el ingeniero Custodio Saá y Faría, y posteriormente culminó en 1790 con el arribo de la expedición del Barón de Nordenflich con los ingenieros y “geómetras subterráneos” Gotlob Federico Mothes y Juan Daniel Weber.
En 1784, pasó a La Paz donde ante la carencia de profesionales, el Obispo engañado por la apostura y los conocimientos geométricos y cartográficos de Rubin de Celis lo considera “apto para dirigir las obras de la catedral”. La participación de él en la obra de dicha Catedral –de singulares problemas técnicos- le lleva a enfrentamientos con Manuel Tomás Franco a cargo de los trabajos, quien no cree en las soluciones propuestas por nuestro intrépido marino.
La catedral amenazaba derrumbarse por el presbiterio cuya cimentación superaba los 10 metros de alto a raíz de la pendiente de la calle. Rubin de Celis reconoce el edificio el 9 de julio de 1984, y aconseja apuntalar la zona cuarteada, desmontar el terraplén y hacer una nueva muralla de 3 varas de ancho, y finalmente trasladar el cementerio. Franco, a su vez, sostiene que si se demuelen “las ruinas” se caerá el edificio por lo que cree conveniente hacer un nuevo presbiterio y sacristía, lo que es aprobado por Rubin de Celis finalmente.
Mientras tanto las presiones del Virrey y del gobernador de La Paz para que se cumplan las reales órdenes de que regrese a Buenos Aires y de allí de España se hacen difíciles de soslayar. Rubin de Celis alega en La Paz estar enfermo y su imposibilidad de regresar por las obras “en que había entendido y actuales achaques”, y hace propuestas al rey de pedir su retiro y de ayudarlo para la conquista del Chaco. La respuesta obviamente fue una sola, el 28 de febrero de 1785. Se indica que regrese inmediatamente a España a someterse al Consejo de Guerra donde se encuentra ya a fines de dicho año. Arribado a El Ferrol se dispuso pasara a la Corte donde fue suspendido en su empleo y embarcado en el “Santa Florentina”.
En julio de 1787, dice estar casi ciego, y el Rey lo dispensa y le da el retiro. Sin embargo, el 21 de setiembre en su carácter de teniente de fragata se le nombra astrónomo en la comisión a cargo de la línea divisoria de demarcación de límites con Portugal. El 12 de febrero de 1782, le fue admitida la dimisión del sueldo y uniforme pero con audacia increíble solicitó le diesen el gobierno de Potosí.
En 1791, se encuentra residiendo en Bayona (Francia) y pidió permiso para embarcar a Indias con su mujer con “el fin de recaudar los intereses que dice tiene abandonados en aquellos dominios”, lo que le fue denegado. Aparentemente estos “intereses” eran el trapiche de Potosí, lo que evidenciaría la persistencia en aventuras de quien estaba prácticamente ciego cuatro años antes. No sólo eso, sino que fue el autor de un trabajo original para la época, titulado Discours sur les príncipes fundamentales d’une constitution libre, destinado a establecer un gobierno demócrata republicano tanto en Europa como en América. Consideraba que sólo era suficiente que los pueblos tuviesen fe en ese gobierno que quisiese establecerlo, y que se interesase por ser fuertes y conservarse libres. El pueblo debía ser la base y centro donde se debía establecer el gobierno, porque la ley era expresión de la voluntad general y el legislativo el poder máximo.
Las leyes fundamentales eran las que establecían la democracia política y los derechos humanos. El pueblo –decía Rubin de Celis- era el señor, el justo infalible cuando decidía por sí mismo; de aquí, que en el gobierno representativo debía delegar sólo contadas funciones. De esta manera su sistema de gobierno tenía por eje la soberanía popular. Se nota que era una reacción a la tiranía de los monarcas, por eso, seguía a Rousseau y a Montesquieu negando la intervención divina en las monarquías que encadenaban al hombre, que era un azote de la humanidad y más funesta que todos los males existentes.
Este revolucionario de Bayona proclamaba la justicia de “la guerra que defiende la libertad natural del hombre contra sus opresores”. Fuera de esto, y volviendo a la forma de gobierno opinaba que era necesaria la independencia del poder legislativo del poder ejecutivo, Sus ideales liberales dieron motivo a que el Ministro de Gracia y Justicia comunicase la real orden emitida por el gobierno español al Administrador General de Correos de Buenos Aires del 15 de enero de 1793, disponiendo el secuestro de dicha obra. Se la consideraba como un papel libertino y sedicioso al igual que Impronta d’un Espagnol admis para aclamation et a l’unanimité aux Club des amis de la Constitution de Bayone, prohibiéndose la introducción, publicación y lectura de tales papeles, como a interceptar y a no permitir correspondencia alguna con él, orden severísima impuesta por el virrey Nicolás de Arredondo.
Presentó varios proyectos en las Cortes de Cádiz, pero repudiado por el Rey de España se le confiscó sus presuntos y fantasiosos bienes en el Río de la Plata. Murió ahorcado en Bayona en 1799. Probablemente estaba casado con María Josefa Files.
En el Partido 12 de Octubre, de la provincia del Chaco, justo en el lugar que llaman “Campo del Cielo”, hay un cráter meteorítico -el más profundo de los localizados hasta la fecha- que lleva el nombre de Miguel Rubín de Celis.
Referencia
(1) Estudios posteriores determinaron que se trataba de un meteorito metálico (siderito), caído hace aproximadamente 4.000 años.
Fuente
Cutolo, Vicente Osvaldo – Nuevo Diccionario Biográfico Argentino – Buenos Aires (1983).
De la Vega Viguera, Enrique – Militares académicos (1752-1988). Sevilla (1989)
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Peña Guerrero, María Antonia – Voluntad nacional y representación política en la ilustración española: el discurso de Miguel Rubín de Celis – Huelva, España (2010)
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