Según unos autores nació en Luján (Prov. de Buenos Aires), el 18 de setiembre de 1854, y otros han pretendido demostrar que era oriundo de Moneglia, Prov. de Génova. Italia, donde dicen que nació el 19 de setiembre de 1853, hijo mayor de un humilde matrimonio genovés en trance de expatriación. De sangre itálica fue hijo de Antonio Ameghino y María Dina Armanino. Radicados en Luján, Florentino cursó sus estudios primarios en la Escuela Municipal de Mercedes desde 1862 a 1867; luego ingresó a la Escuela Normal de Preceptores, en Buenos Aires, donde permaneció solamente un año, pues el gobierno hubo de cerrarla; por tal motivo, obtuvo el título de subpreceptor.
Tenía quince años, cuando José Manuel Estrada le hizo nombrar en 1869, maestro elemental en la Escuela Municipal de Mercedes, con un sueldo de cuarenta pesos mensuales, cargo que ocupó hasta ser ascendido en 1877 a Director del mismo establecimiento.
Por aquellos años, Luján era una aldea rica en yacimientos fosilíferos, y en sus horas libres Ameghino recorría las barrancas del río entregado a la búsqueda de restos fósiles, que acrecentaban su colección, y de paso servían para elaborar el pasado zoológico pampeano con clarividencia asombroso.
Era un autodidacta genial, y bien pronto su colección particular y su ciencia fueron en aumento. Todo ello, le valió la calificación popular de “el loco de los huesos. En 1875, tenía ya escrito el plan de su obra Las antigüedades indias de la Banda Oriental. Un periódico de la localidad de Mercedes llamado La Aspiración recogió sus inquietudes, y le publicó sus primeros ensayos como El Tajamar y sus futuras consecuencias y El Origen de la Tosca. De seguido se agregan otros escritos: El Diario de un naturalista, resumen de sus observaciones y planes de trabajo para “La Patria Argentina”; estudio del canal de los Andes; proyecto de un sistema taquigráfico editado cinco años después, como asimismo Ensayos para servir de base a un estudio de la formación pampeana; Ensayos de un estudio de los terrenos cuaternarios de la Provincia de Buenos Aires.
En 1878, concurrió con sus colecciones al Congreso Internacional de Ciencias Antropológicas, que se celebró en París lo que causó la admiración de los hombres de ciencia. Allí trabó amistad con los más famosos de Europa, y en 1880, publicó en colaboración con el naturalista Henry Gervais un libro titulado Los mamíferos fósiles en la América Meridional, luego continuaron otros trabajos y la famosa obra La Antigüedad del Hombre en el Plata, en dos volúmenes.
En 1881, regresó a la Argentina y se halló en una apurada situación económica, agravada por la exoneración que sufrió del cargo de Director en la Escuela de Mercedes. Pero el sabio no desmayó, y de inmediato abrió una modesta librería del Glyptodon, donde nació su obra genial Filogenia.
En 1884, desempeñó en la Universidad de Córdoba la cátedra de zoología, fundó el Museo y alcanzó los títulos de doctor “honoris causa” y de académico en la Facultad de Medicina. Desde 1885 a 1902 estuvo retirado a la vida privada, y ese lapso marcó la época más brillante y fecunda de su carrera científica. Alcanzó gran número de distinciones honoríficas, fue miembro correspondiente y de número de institutos y academias científicas del país y del extranjero. Posteriormente fue profesor en las Universidades de Buenos Aires y La Plata, y desde 1902, Director del Museo de Historia Natural.
Dejó de existir en La Plata, el 6 de agosto de 1911. Su labor formidable por sus proyecciones, se tradujo en obras valiosísimas que forman una bibliografía de 186 publicaciones, resultado de una investigación de cuarenta años de rudo y perseverante trabajo. Con toda su gloria, aún no tiene su estatua, a pesar de los proyectos presentados en el Congreso de la Nación, para levantársela en la ciudad de Luján, en el parque que lleva su nombre.
Era más bien bajo y delgado. Su rostro era fino, de tipo italiano, tenía la frente límpida y muy alta; la oreja grande y regular de los generosos, dando a su cabeza notable capacidad bajo un aspecto de equilibrada medianía; el ceño, decidido sin violencia. Su nariz hallábase respecto al entrecejo y a la frente, en la armoniosa proporción del pilar con el arquitrabe y con la bóveda. En su boca, acentuadamente voluptuosa, amaba una mueca de amargura; pero el bigote pacífico, parecía afilar una sonrisa sobre las mejillas lozanas; y ligera canicie iba emblanqueciendo, sin solemnidad, su cabello escaso y su barba sobria. Tal es sintéticamente, el retrato físico de Ameghino realizado por Leopoldo Lugones, en Elogio de Ameghino.
Fuente
Cutolo, Vicente Osvaldo – Nuevo Diccionario Biográfico Argentino – Buenos Aires (1968).
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Portal www.revisionistas.com.ar
Artículos relacionados
• Francisco Javier Muñiz
• Manuel de Torres
Se permite la reproducción citando la fuente: www.revisionistas.com.ar