Nació en Río de Janeiro (Brasil), el 1º de enero de 1823. Fueron sus padres Armand Julien Palliére y Agustina Elisa Julia Grandjéan Ferreira ambos artistas franceses. Pocos días después de su nacimiento fue inscripto en el Registro Civil de la Legación de Francia con los nombres de Jean Pierre León. A los siete años fue llevado por sus padres a París, donde inició en 1836 su educación artística bajo la dirección de François Edouard Picot, figurando entre sus compañeros Lenepveu, considerado por algunos autores en forma errónea como maestro del artista.
En 1848, realizó una breve visita a Buenos Aires en compañía del francés Galdon. Su permanencia fue corta, pues no tardó en radicarse en Río de Janeiro. En esta ciudad ingresó en la Academia Imperial de Bellas Artes, donde fue alumno de Emilio Taunay. En 1849 obtuvo una beca para perfeccionarse en Europa, y al año siguiente se trasladó a Roma. Siguió los cursos en la Academia de Francia de esa ciudad que funcionaba en la Villa de Médicis. Allí volvió a encontrarse con su condiscípulo Lenepveu, quien había ganado el Premio de Roma en 1847.
Palliére permaneció en el Viejo Mundo hasta 1855, ya que su beca fue ampliada por dos años más, para el perfeccionamiento del grabado en planchas de acero. En la Academia ejecutó además decoraciones para los techos de la Escuela Nacional de Bellas Artes de Río de Janeiro que tituló Alegoría de las Artes. En esa época visito Italia y España con estadas en Valladolid, Sevilla, Toledo y Madrid realizando también un viaje a Marruecos.
A fines de 1855 decidió regresar a América, pero en vez de desembarcar en Río de Janeiro lo hizo en Buenos Aires, adonde arribó en diciembre de ese año, a bordo del vapor “Camille”. En nuestra ciudad se vinculó con lo más granado de la sociedad porteña, figurando entre sus amistades: Mariquita Sánchez de Mendeville, Sarmiento Lamas, Marcó del Pont, Varela, Estrada y otras destacadas personalidades.
En enero de 1856 vivió en una casa de la calle Maipú Nº 17, y en agosto del mismo año se mudó a Cuyo Nº 48, donde residió largo tiempo. Se dedicó a la enseñanza en su taller, y solía exponer sus cuadros en las ventanas que daban a la calle.
Por intermedio de su amiga Mariquita fue nombrado profesor de dibujo en la escuela que funcionaba en el Casa de Huérfanos (1858). Realizó frecuentes viajes a Montevideo, donde dibujó con precisión de detalles aspectos típicos de la ciudad y sus gentes, como puede apreciarse en la acuarela titulada La puerta de la Ciudadela. Durante sus estadas en Buenos Aires, acostumbraba alejarse de la ciudad y recorrer los alrededores hacia el norte hasta el Tigre, y en 1858, ya construido el primer ferrocarril, del Oeste hasta Morón, estudió la vida del campo bonaerense.
En su taller realizaba numerosas obras, sirviéndose de los apuntes que había obtenido en sus excursiones. Estas ilustraciones adquiridas por extranjeros, despertaron viva curiosidad en Europa, y aparecieron dos de ellas en “The Illustrated London News”, y en “L’Ilustration de París”. Palliére se fue así transformando en el historiador gráfico de toda una época argentina.
Deseoso de conocer el interior del país, se embarcó en 1858 en una nave que surcó el Paraná; en Rosario tomó la diligencia que lo llevó a Mendoza atravesando las pampas, pasando por Saladillo, Fraile Muerto, Río Tercero, Totoral, Río Cuarto, Achiras, Portezuelo y San Luis, lugares que documentó en apuntes y dibujos admirables. Efectuó este largo viaje en compañía del duque Guillermo de Mecklemburgo-Schwerin y de su ayudante de campo, barón Jorge de Brackenheim.
Pintó una vista de Mendoza de gran valor informativo, pues nos muestra la ciudad tal como era antes del terremoto que la destruyó en 1861. Pasó la Cordillera de los Andes a lomo de mula y residió cuatro meses en Chile, donde se relacionó con el artista francés Narciso Desmadryl. Pintó varios óleos: Vista de Santiago, Vista de Valparaíso y sus alrededores.
En agosto de 1858, se embarcó en Valparaíso rumbo al puerto boliviano de Cobija, y desde ese punto llegó hasta Salta, atravesando el desierto de Atacama. A caballo, en carreta o en diligencia, siguió su viaje acompañado por dos arrieros, atravesando Tucumán, Santiago del Estero, Córdoba, hasta que regresó a Buenos Aires en octubre de 1858. Poco después expuso sus cuadros en la casa Fusoni Hnos.
En julio de 1859 realizó otra exposición con el joven pintor Enrique Sheridan, donde reunieron 60 obra sobre temas de costumbres y edificios de la ciudad, mientras que en la campaña inmortaliza al gaucho en distintos aspectos de la vida agreste.
En 1860 visitó Entre Ríos, Chaco, Misiones y el sur de Brasil. De esta excursión son sus obras: Palacio de San José, Carga de Caballería entrerriana, Una canoa, Río Paraguay, etc.
En el Salón de París de 1863, presentó un cuadro de costumbres rioplatenses: Nido en la Pampa, obra que se reprodujo en “L’Illustration”, de esa ciudad, el 6 de junio del mismo año. Entre abril de 1864 y agosto de 1865, publicó el famoso Album Palliére. Escenas Americanas. Reproducción de cuadros, acuarelas y bosquejos, que habría de publicarse mensualmente, acompañado de espléndidas carátulas, editado unas veces por Pelvilain y otras por Berheim y Jones hasta totalizar el número de las cincuenta y dos láminas litografiadas en negro sobre fondo sepia, aunque también las hubo sobre fondo blanco y gris. El Album…. tuvo gran resonancia en el público y en la prensa de la época, anunciándose su aparición en “La Tribuna”, “El Nacional” y “El Correo del Domingo”. Palliére tuvo un gesto de agradecimiento para con los suscriptores de la publicación –en la cual también se reflejan aspectos de la vida en el Paraguay, Chile y Bolivia-, y en colaboración con Sheridan, ejecutó una de sus más hermosas láminas: Tropa de Carretas en la Pampa, que obsequió a sus favorecedores. Se ignora el número de ejemplares que tenía la edición original, aunque las colecciones completas en la actualidad no pasan de veinte, razón que explica el elevado precio que ha alcanzado en las ventas.
En 1865, en el Teatro Coliseum (más tarde llamado Teatro Argentino), realizó una serie de figuras alegóricas en sus muros, de las cuales se conocen Música guerrera y Música báquica, por reproducciones litográficas publicadas en “El Correo del Domingo”. También desarrolló en Buenos Aires actividades de arquitecto, proyectando entre otras obras, el Mausoleo de Bernardino Rivadavia.
En abril de 1866, regresó definitivamente a Francia, y Carlos E. Pellegrini, después de acompañarlo hasta el muelle, escribió en “El Nacional” una sentida nota de despedida.
En París se instaló en el Nº 31 de la rue Vernon, donde continuó pintando. Expuso en el Salón de París (1868), obras de temas argentinos como La Cuna y La pisadora de maíz, y siguió exponiendo hasta 1882. Realizó viajes a Suiza, España e Italia, lugares donde encontró temas para sus cuadros, algunos de los cuales fueron reproducidos en grabado por la casa Goupil de París.
Al estallar la guerra con Prusia en 1870, ofreció sus servicios a la patria, alistándose en la Guardia Nacional. Pintó el cuadro titulado Bazeilles, inspirado en esa campaña, y en 1876, obtuvo en el Salón local una mención honorífica.
En 1878 se casó con Louise Astrés-Chavanneau Blanchard. En Lorais pasó los últimos años de su vida dedicado a pintar cuadros de temas históricos y mitológicos. Falleció en ese pueblo, el 12 de febrero de 1887, donde se encuentra su sepultura. Muchos años más tarde, Antonio Santamarina adquirió a los herederos del pintor, cientos de acuarelas, óleos, “guaches” y dibujos que integraron su valiosísima colección, y a cuya generosidad se debió la edición del Diario de viaje por la América del Sud, del artista, pues Palliére era también tan buen escritor como pintor.
Fuente
Cutolo, Vicente Osvaldo – Nuevo Diccionario Biográfico Argentino – Buenos Aires (1978).
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
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