Nació en Buenos Aires, el 27 de agosto de 1757, hijo de Ignacio Chorroarín y de Inés de Serrano. Realizó sus primeros estudios y fue alumno del primer curso público de filosofía que se dictó en esta ciudad, y cuya apertura tuvo lugar el 24 de febrero de 1773, bajo la dirección del doctor Carlos José Montero. En enero de 1776, rindió examen general de filosofía, y en mayo defendió en acto público las materias del programa completo de esa especialidad, para lo cual fue expresamente designado por sus examinadores. Se graduó de doctor en filosofía y se ordenó de sacerdote, en 1779.
El 5 de marzo de 1783, fue nombrado regente de la cátedra de filosofía en el Real Colegio de San Carlos, donde en 1791 llegó a ser Rector. A la muerte del presbítero doctor Vicente Anastasio Jáunzaras, uno de los primeros rectores del referido instituto educacional, Chorroarín pronunció una oración fúnebre en la Iglesia Catedral el 19 de julio de 1786. Diez años después, el 29 de noviembre de 1796, se hizo cargo de idéntico desempeño, en las exequias del Obispo Diocesano doctor Manuel de Azamor y Ramírez. Tuvo entre sus discípulos a Manuel Belgrano y a Diego Estanislao Zavaleta.
A sus distinguidas prerrogativas de que gozaba como catedrático de filosofía y como prefecto de estudios, se sumó en noviembre 5 de 1804, el empleo de Cancelario de los Reales Estudios, “persuadido de que su literatura, probidad y prudencia prometen su cabal desempeño”. Sus enseñanzas filosóficas fueron conocidas a través de los Apuntes tomados por alumnos en el curso de filosofía dictados en latín. . . . . en el año 1783, editados por la Universidad de La Plata.
Patriota cabal y generoso, Chorroarín hizo en varias oportunidades donativos de dinero: en 1793, para costear la guerra de España contra los jacobinos franceses, y en 1809, a favor del Cabildo porteño para contribuir a pagar los gastos del combate contra los invasores ingleses.
El 22 de mayo de 1810 asistió al Cabildo Abierto, donde votó por el cese del virrey para que aquél asuma el gobierno como representante del pueblo. El posterior gobierno revolucionario de los criollos contó desde el primer momento con su decidida colaboración. Así, con motivo de haber resuelto la Junta establecer una Biblioteca Pública, el Rector del Colegio de San Carlos incorporó a tal fin, no sólo todos los libros del Convictorio Carolino, sino que donó también muchos volúmenes de su uso particular. Poco después, el 30 de enero de 1811, el gobierno nombró director de la Biblioteca al doctor Chorroarín.
Fue un diligente bibliotecario, e interesado por los libros organizó pacientemente la Biblioteca Pública que fue inaugurada el 16 de marzo de 1812. El acto se realizó un año y medio después de haber sido lanzada la iniciativa de su creación. Chorroarín siguió trabajando sin descanso a favor de la Biblioteca durante algunos años, a tal punto que no fue injusto Rivadavia cuando lo reconoció como el fundador de la Biblioteca Nacional.
Desempeñó otros cargos y comisiones de importancia. Fue vocal de la Junta Conservadora de la libertad de imprenta, en 1812-13, y asimismo, diputado a la Asamblea del año XIII, en cuya oportunidad formó parte de la comisión redactora del Proyecto de Constitución para las Provincias Unidas, y presentó con fray Cayetano Rodríguez, un plan general de educación.
En 1813, fue promovido a Canónigo de Gracia de la Catedral, y a Cancelario en los colegios de San Carlos y Seminario fusionados. Además en 1812, bendijo el matrimonio de José de San Martín con Remedio de Escalada.
Habiendo quedado la iglesia bonaerense con sede vacante, en 1815, fue designado el doctor Chorroarín, Vicario Capitular y gobernador eclesiástico de la diócesis, pero el mismo día de su elección presentó su renuncia, invocando razones de salud, la que fue rechazada por el gobierno con un anota laudatoria sobre su personalidad. Por tercera vez renunció al alto cargo de provisor, siéndole aceptada su renuncia el 14 de diciembre del mismo año.
Elector de diputado en 1815, resultó él también elegido, en 1817, diputado al Congreso Nacional que, desde Tucumán, se había trasladado a Buenos Aires. En dicho parlamento tuvo brillante desempeño, y se opuso a la necesidad de dictar en seguida una Constitución para el país, debido a que era imprescindible “consagrarse primero a la reforma y preparación conveniente de las costumbres en que debía apoyarse.”
Por su salud quebrantada, Chorroarín solicitó que no se le reeligiera diputado, pero su deseo no prosperó, y en 1818, era exaltado a la presidencia del Congreso. A él se le debe la figura heráldica del Sol en nuestra bandera de guerra, proyecto que fue aprobado por la Sala, después de algunas reflexiones.
Ejerció la dirección de la Biblioteca Nacional hasta 1821, fecha en que el gobierno resolvió por decreto del 22 de setiembre, que se colocase su retrato en la Sala principal de la institución. Esta resolución no se pudo cumplir porque tropezó con la invencible modestia de Chorroarín, que se negó tenazmente a posar para un pintor. Por esta razón, la iconografía argentina carece de su retrato.
Quebrantado por sus dolencias y casi ciego, falleció en Buenos Aires, el 11 de julio de 1823, después de haber dado poder para que se redactara su testamento de acuerdo a sus instrucciones. Un decreto de Rivadavia del 23 de setiembre de 1826, dispuso que se fundase un pueblo con la denominación de “Chorroarín” en lugar de la conocida Chacarita de los Colegiales. Se realizó la fundación el 11 de marzo de 1827, presidiendo el acto el doctor Vicente López y Planes, por el Departamento Topográfico, con dieciséis familias alemanas, quien explicó a los circunstantes el motivo justiciero del nombre dado a ese pueblo, como el medio de perpetuar la memoria de los buenos servidores del país. Luego, al renunciar Rivadavia, poco a poco no quedó rastros de dicho pueblo. Además, se consiguió por decreto del 21 de noviembre de 1828, del gobernador Manuel Dorrego, que uno de los monumentos sepulcrales que habían llegado de Europa, se destinase para honrar sus cenizas en el Cementerio del Norte, pero no se llevó a cabo. En una lápida de mármol se grabó la siguiente inscripción en latín, que traducida dice textualmente: “Aquí, yace don Luis Chorroarín, Canónigo Presbítero de la Santa Iglesia Catedral, Rector por veinticinco años del Colegio San Carlos. Fundador de la Biblioteca. Murió el 11 de julio de 1823. Dio jóvenes innúmeros al foro, a los altares, a las armas. Su fama será perenne por otras tantas lenguas gratas”. Una calle de Buenos Aires lleva su nombre.
Fuente
Cutolo, Vicente Osvaldo – Nuevo Diccionario Biográfico Argentino – Buenos Aires (1969).
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
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