Nació en Buenos Aires, el 15 de setiembre de 1839. Fueron sus padres Juan Bautista Ortiz de Rozas, hijo de Juan Manuel de Rosas, y Mercedes Fuentes. Acompañó a su abuelo en el exilio después de Caseros, cuando contaba doce años de edad, y permaneció hasta su juventud en Southampton, regresando luego al país para entrar a desempeñarse como empleado en algunas casas mercantiles inglesas.
A los 19 años se inició en la vida pública, como agregado en la legación argentina en Montevideo. Apenas restablecidas las relaciones entre Buenos Aires y la Confederación, después del pacto de San José de Flores, se radicó en aquella ciudad, abriendo una oficina de corretajes y consignaciones.
En 1862, en Buenos Aires figuró entre los partidarios de Adolfo Alsina. Al estallar la guerra del Paraguay se incorporó como voluntario a las fuerzas que comandaba el general Mitre cuyo jefe era el coronel Emilio Conesa, que lo hizo su ayudante, con el grado de subteniente. Participó en las acciones de Paso de la Patria, 2 de Mayo, Tuyutí, Estero Bellaco y Boquerón, cayendo gravemente herido en esta última, por lo que debió ser trasladado a Buenos Aires para su curación. Por su comportamiento mereció ser ascendido en el campo de batalla al grado de capitán, con el que dejó las filas.
Volvió a ocuparse de sus intereses, logrando formar una sólida fortuna. Radicado en Morón, donde estableció su residencia, ocupó los cargos de comandante militar, consejero escolar, municipal y juez de paz. Vinculando su nombre a importantes obras del progreso local.
En 1876 fue elegido diputado a la Legislatura de la provincia, y dos años después, senador, manteniendo su vinculación con el parlamento hasta 1886. En estos años intervino, entre otros, en los debates que culminaron con la federalización de Buenos Aires y la creación de La Plata como capital de la provincia. Fue designado posteriormente consejero de educación y vicepresidente del Consejo durante la presidencia de Sarmiento.
En 1884 se le nombró director general de Escuelas de la provincia. Imprimió un fuerte impulso a la enseñanza pública, con la fundación de 240 escuelas e incrementando la población estudiantil en más de quince mil alumnos. Al aceptarse la renuncia que hiciera de ese cargo, con motivo del cambio de gobierno, el primer magistrado bonaerense, doctor Máximo Paz, hizo el cálido y expresivo elogio de su actuación.
En 1888 fue miembro de la Convención Constituyente de la provincia. Integró la comisión que proyectó las modificaciones a la misma, y fue su miembro informante. En dos oportunidades ocupó bancas en el Consejo Deliberante de La Plata; fue consejero de la Facultad de Agronomía Veterinaria por dos períodos. Además actuó como ministro de Hacienda y encargado de la cartera de Obras Públicas en el gobierno de Julio Costa, enfrentando en 1891 la difícil situación económica que permitió el pago a los tenedores de cédulas de crédito de la República. Fue creador del convenio que permitió el pago a aquellos tenedores por valor de 59 millones de pesos en el término de 25 años y sin interés.
Pasó después a ejercer la presidencia del Banco de la Provincia en liquidación, luego de los desastres de 1893. Fue director del Banco Hipotecario durante la administración del doctor Bernardo de Irigoyen y presidente de esa institución; dirigió la construcción de los palacios de la Legislatura, la Dirección de Escuelas y la Escuela Normal de La Plata, que resultaron los de más rápida ejecución, los más perfectos y económicos realizados en ese tiempo. Fue, asimismo, miembro de la Convención Nacional Reformadora de la Constitución en 1898, director y consejero de los Bancos de la Nación y de la Provincia.
Durante la primera gobernación del doctor Marcelino Ugarte desempeñó por segunda vez la cartera de hacienda, promoviendo en ese tiempo el renacimiento del Banco de la Provincia.
Colaboró con la ley que actualmente gobierna esta última institución de crédito, la más antigua del país. Dejó ese cargo para ocupar en representación del partido Conservador, una banca de diputado nacional, y en ella fue elegido para ejercer la presidencia por el voto de los sectores vinculados al gobierno nacional. Pero cuando éste clausuró, en 1908, al Congreso, lo que importaba un atentado institucional, Ortiz de Rozas se elevó una vez más por sobre sus conexiones políticas en salvaguardia del decoro de su investidura. Esa actitud reafirmó la consideración que se profesaba a su figura con mucho de patriarcal, y fue electo gobernador, el 4 de junio de 1913, para completar el período constitucional del general Arias que había fallecido el año anterior.
Asumió el gobierno de la provincia el 12 de julio de 1913, y dejó de existir en La Plata, el 1º de setiembre de ese año, en el desempeño de su alto cargo. Estaba casado con Malvina Ezcurra y Bond Ortiz de Rozas.
Al margen de su militancia partidaria, la figura de Ortiz de Rozas estuvo siempre al servicio del país, y de sus instituciones, lo que no defraudó a la opinión, de manera que su muerte promovió una justa y grande demostración de congoja pública. Era de ojos profundos, fisonomía borbónica, y de palabra amplia y precisa.
Fuente
Cutolo, Vicente Osvaldo – Nuevo Diccionario Biográfico Argentino – Buenos Aires (1978).
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
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