Bartolomé Hidalgo

Bartolomé Hidalgo (1788-1822)

Nació en Montevideo, el 24 de agosto de 1788. Fueron sus padres Juan Hidalgo y Catalina Jiménez, ambos argentinos. Huérfano de padre a los doce años, en su condición de único hijo varón entre cuatro mujeres, tuvo que subvenir desde esa temprana edad a las necesidades del hogar de humilde condición. “Ya he dicho –afirma Hidalgo- que soy de una familia muy pobre, pero honrada; que soy hombre de bien y que esto es todo mi patrimonio”.

Su instrucción fue accidental, y nada confirma que asistiese en forma regular a escuela alguna, salvo que debió participar de la educación impartida por los padres franciscanos a los niños pobres de Montevideo. También se dice que fue oficial de peluquería -rapista dice Ricardo Rojas, o barbero, como lo censura Lugones-, y en 1803, estuvo empleado en la tienda de Martín Artigas, padre del futuro caudillo oriental.

Por su práctica contable, ingresó en 1806 en el ministerio de la Real Hacienda. Al año siguiente, participó en la refriega del Cardal, pues sentó plaza en el batallón de milicianos y civiles, durante las Invasiones Inglesas.

Después de los acontecimientos de mayo de 1810, el poeta que se había manifestado opositor a los españoles, salió de Montevideo, y se dirigió al interior del país donde se encontraban los jóvenes revolucionarios organizando el movimiento del 28 de febrero de 1811, bajo la dirección de José Artigas. Incorporado como voluntario a las tropas que mandaba el comandante José Ambrosio Carranza, jefe de la expedición argentina, marchó contra los portugueses y reconquistaron Paysandú.

En 1811, Carranza lo nombró comisario de guerra del ejército, y al informar al Triunvirato porteño, manifestó que “don Bartolomé Hidalgo, quien no se ha separado de mi lado, llevando la dirección de mis consejos y trabajando en obsequio de la patria todo cuanto le era posible en el cargo, que provisionalmente le di, de comisario y director, por sus conocimientos, capaces de encargarse de cualquier mayor comisión”. El mismo Triunvirato, el 18 de octubre de 1811, lo declaró “Benemérito de la Patria”. En ese mes, Hidalgo escribió la Marcha nacional oriental.

Permaneció en Paysandú hasta la llegada de su amigo Artigas, quien lo contaba entre los patriotas insurgentes. El mismo poeta nos dice: “Que sirvió a la patria de 1811 a 1815; que estuvo en el sitio contra Montevideo y en los 22 meses del nuevo sitio, sin que jamás faltara a su deber”.

En abril de 1814, compuso un Cielito a la aparición de la escuadra patriótica en las puertas de Montevideo. Tomada la ciudad el 23 de junio de 1814, entró con las tropas del general Alvear. Al mes siguiente, fue nombrado administrador de Correos. Retiradas las fuerzas argentinas en 1815, el nuevo gobierno nacional de Otorgués designó a Hidalgo, ministro interino de Hacienda, puesto que dejó al poco tiempo para ocupar el cargo de oficial mayor en el mismo ministerio.

El 30 de enero de 1816, se representó en la Casa de Comedia, sus Sentimientos de un patriota, y la Libertad Civil, ambas merecieron una general aceptación. Casi de inmediato se le nombró Director del Coliseo, cargo que desempeñó hasta mayo de 1817, después de haber realizado una obra de reforma en los espectáculos por la censura que ejerció, tratando de adaptarlos al sentimiento cívico del pueblo.

Con ocasión de las negociaciones entre los gobiernos de Buenos Aires y Montevideo, a raíz de la amenaza de la invasión portuguesa, Hidalgo actuó en misión diplomática junto con Francisco Bauzá, realizando varios viajes entre ambas ciudades.

Luego de la toma de Montevideo por el general Lecor, la situación política hizo insostenible su permanencia, por lo que, se radicó en Buenos Aires, a principios de mayo de 1818. Vivió de su trabajo y de su pluma, escribió sus Cielitos en estilo gauchesco, que él mismo vendía en las calles de la ciudad, y sintió de cerca el triunfo de sus letras.

Se vinculó con distinguidos escritores de su tiempo. Consta que gozó de la amistad y el aprecio de Esteban de Luca. Quizá asistiera también, como escribe Martiniano Leguizamón, “a las memorables tertulias de una de las porteñas más bellas y elegantes, Margarita Sánchez Velasco, cuya rara habilidad para tocar la vihuela celebró en una oda”, publicada anónimamente en “El Censor”.

El 26 de mayo de 1820, contrajo matrimonio con Juana Cortina, siendo bendecida esa unión por el notario mayor Silverio Martínez, compañero del poeta en las luchas emancipadoras de 1811.

Su mejor producción se concentra entre 1821 y 1822, con sus tres diálogos patrióticos, escritos con fervor y contemplación. El primero se titula Diálogo entre Jacinto Chano, capataz de una estancia en las islas del Tordillo, y el gaucho (Ramón Contreras) de la Guardia del Monte. Los dos paisanos pasan revista a los acontecimientos de los diez años que lleva de vida la Patria y encuentran motivos de pesadumbre y desaliento; se duelen de la afligente situación de los soldados del general Manuel Belgrano y de los dudosos manejos de las finanzas públicas. El final contiene una exhortación de Chano a la unión de sus compatriotas despreciando las riquezas y deponiendo ambiciones.

El Nuevo Diálogo…. Entre los mismos personajes, es como continuación del anterior, y trata de la fracasada jura de Fernando VII, el desarrollo de las luchas por la Independencia, y en especial, la guerra gaucha y la actitud de Belgrano ante los vencidos en Salta.

El tercero, o sea, la Relación que hace el gaucho Ramón Contreras a Jacinto Chano de todo lo que vio en Las Fiestas Mayas de Buenos Aires, en el año 1822, es la pieza más celebrada y ejemplificadora de su labor poética. Como su título lo informa, el diálogo abarca la descripción de las fiestas mayas, siguiendo la realidad de todos los días desde la noche del 24 de mayo, que incluye la ornamentación de la plaza, las inscripciones de la pirámide, la música y los cantos, los fuegos artificiales, la ceremonia oficial, los honores militares, el pueblo reunido, las funciones teatrales y los bailes, el gracioso palo enjabonado y los rompecabezas, el asombro por las mujeres, las carreras de sortijas, etcétera.

Estos diálogos tuvieron la vitalidad poética y difusión popular, que se encontraban en bocas de todos.

Atacado por una afección pulmonar se trasladó en 1822, a Morón (Pcia. de Buenos Aires), en busca de mejores aires para su salud. Allí falleció el 28 de noviembre de 1922, en la mayor pobreza, y sin que los periódicos dieran noticia suya. Consta que el cura párroco de Nuestra Señora del Buen Viaje le administró los sacramentos y enterró en el cementerio local, pero con los años nadie ha podido individualizar su sepulcro. “Fue tan oscuro su destino –dice Falçao Espalter- que al morir, su cadáver ha sido pasto de la fábula, pues nadie sabe aún donde fueron a parar los tristes huesos de aquel hombre. Posiblemente, la miseria, que como un fraile del Orden de San Francisco, le acompañó desde la cuna a la sepultura, mezcló en la fosa común las cenizas calientes de Hidalgo”.

Su biógrafo más fervoroso, el doctor Leguizamón, describe al poeta: “con el pálido rostro enfermizo, en que resaltaban los ojos penetrantes sobre el esmalte vivo de la renegrida barba, y la lacia melena cayendo bajo el ala del chambergo, mientras retoza en sus labios de decidor festivo una copla de la tierra”.

A la producción poética de Hidalgo, se agregan algunos cielitos que le pertenecen, aunque figuren hoy como anónimos, y otros que se le atribuyen sin pruebas suficientes. Parecen ser auténticos: el Cielito oriental (agosto de 1816) y los titulados Un gaucho de la Guardia del Monte contesta el manifiesto de Fernando VII y saluda al Conde de Casa-Flores con un cielito en su idioma (1920); En honor del Ejército Libertador del Perú (1821) y Al triunfo de Lima y el Callao (1821). En cuanto al Cielito de la Independencia (1816), la paternidad es rechazada por Falçao y aceptada por Leguizamón sin pruebas y con débiles argumentos, y el compuesto A la venida de la expedición española al Río de la Plata (1819) es también sólo probable como el Cielito patriótico que compuso un gaucho para cantar la acción de Maipú (1818).

Fuente
Cutolo, Vicente Osvaldo – Nuevo Diccionario Biográfico Argentino – Buenos Aires (1971).
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
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