De familia de inmigrantes genoveses nació en Buenos Aires el 13 de marzo de 1881. Fueron sus padres, Tomás Finochietto y Ana Chammas. Su figura, señera de la Cirugía en Argentina, dejó una estela de discípulos y también fue ejemplo para generaciones posteriores. Porteño de estilo y rango, cursó sus estudios primarios en la escuela Nicolás Avellaneda, y los secundarios en el Colegio del Salvador. “Se distinguió como buen alumno —dice Uriburu (1)- y si no fue brillante en todas las materias, sobresalió en ciencias y dibujo”. A los 16 años ingresó en la Facultad de Ciencias Médicas, como se denominaba entonces, y su vocación quirúrgica apareció desde el comienzo: disector de anatomía, trabajó como practicante del Hospital de Clínicas al lado de Alejandro Posadas y, tras su fallecimiento, de Marcelino Herrera Vegas.
Como practicante y junto a su condiscípulo Pedro Solanet —medalla de oro del curso—, publicó en 1903 su primer trabajo científico: Toxidermias yódicas. Luego se unió a Pedro Chutro en Esofagotomía externa y sus complicaciones, donde hacían alarde de una florida bibliografía francesa. Posteriormente seguiría su tesis de doctorado Pie bot varus equinus congénito, con esquemas, radiografía y un estilo conciso y claro. En esos años ilustró, a su vez, la tesis de Chutro sobre Fracturas de la extremidad inferior del húmero de los niños. Como premio a su labor artística, el autor le dedicó un ejemplar con las siguientes palabras: “a mi querido amigo el gordo Finochietto, compañero de compras, orquestas y otras yerbas”.
Ingresó como médico interno al Hospital Rawson, donde desarrollaría su perfeccionamiento y su escuela quirúrgica. Su primer viaje a Europa, en 1906, incidió favorablemente para tal fin. Volvería al viejo continente en 1918, en plena Primera Guerra Mundial, para trabajar en el Hospital Argentino de París, aún hoy vigente. Francia, agradecida, le otorgó el título de oficial de la Legión de Honor. (2)
Finochietto creó un estilo quirúrgico. Estilo quirúrgico es la mejor manera de hacer algo, no determinada manera. Asentadas definitivamente la anestesia, la antisepsia y la hemostasia, la cirugía moderna comenzaba a crecer y a instrumentarse. Precisamente, los instrumentos eran escasos (algunos de ellos aterraban por su aspecto), y sus inventores también lo eran. Finochietto fue uno de ellos. Él mismo decía: “La técnica quirúrgica no es inmóvil, su conocimiento se adquiere en forma continua y progresiva, en la tarea propia y ajena. Se siente de tiempo en tiempo hacer un alto para poner las cosas en orden con los hábitos y las posibilidades de un ambiente determinado”. Inventó el separador torácico con cremallera irreversible, que se utilizaría luego en todo el mundo. Al presentarlo, expresó (3):
“1º Este separador es de grandes dimensiones, adecuado para facilitar las maniobras en la profundidad de la cavidad torácica.
2º Las placas de apoyo están ampliamente fenestradas. Cuando el instrumento está aplicado y en tensión, los tejidos comprendidos en los límites de la ventana “hacen hernia”; lo cual impide que el instrumento se desplace.
3º La manivela es una palanca de 11 cm de largo; lo cual permite separar los bordes de la herida, sin gran esfuerzo. Algunas veces —sobre todo en los sujetos de edad avanzada— prodúcese una fractura incompleta y subperióstica de las costillas adyacentes, si es que no se las ha seccionado previamente. Además la manivela es articulada; de tal manera que —en cualquier posición— puede acostársela fuera delcampo operatorio, sin que haga relieve que pudiera estorbar las
maniobras.
4º La cremallera ofrece la particularidad de que no vuelve atrás”.
Además del esquema del instrumento, había detallado en pocas palabras su uso, complicaciones y practicidad.
En 1917 inventó el trépano eléctrico automático y luego haría lo propio con el estribo, llamado “de Finochietto”, que Chutro se encargó de difundir por Europa. También le daría forma al ecraseur y al cierra-nudos para la cirugía gastrointestinal, que facilitaba la hemostasia.
Como expresa Fernández, (4) es indudable que Finochietto no sólo había creado todo este instrumental, sino también un estilo. Sus discípulos lo destacaron como cirujano, (5) (6) como maestro de una escuela (7) y resaltaron la importancia de su consultorio y las “operaciones a domicilio” que, según su hermano Ricardo, había realizado en los 10 primeros años desde su graduación (1904-1913).(8) Desde la mirada de Zancolli, (9) “la Escuela Quirúrgica de Finochietto se inicia cuando se descubre un método particular de enseñar cirugía masivamente. Nacido por cerrado enlace desde dos impulsos: el estilo quirúrgico de Enrique Finochietto por un lado, y el método para reproducir dicho estilo por Ricardo Finochietto desde el otro. El método emerge así de la ligazón de dos virtudes generativas”.
En los días en que no operaba, acudía al famoso Pabellón IX del Hospital Rawson luego de haber pasado por el Sanatorio Podestá y se informaba de las novedades a través del jefe de clínica, su hermano Ricardo. Su tesis de profesorado fue Los métodos operatorios para la exclusión del píloro. No llegó a ser titular de Cirugía pero, ante su renuncia a la docencia, la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Buenos Aires lo designó Profesor Honorario. Su conferencia en 1924 sobre Los quistes hidatídicos en el pulmón le posibilitó el nombramiento como miembro de la Academia de Medicina de Madrid.
Nada de lo que fuera medicina le era ajeno. Nicolás Repetto, en su libro Mi paso por la medicina, relata que había aprendido a manejar el aparato de radioscopia en el servicio de Posadas, junto con Pedro Chutro, y tal era su espíritu zahorí que fue el primero en utilizar el bario como medio de contraste. (10)
Frecuentaba la amistad de Mario Bravo, Ricardo Rojas, Alberto Gerchunoff, Juan Pablo Echagüe, Emilio Becher, Charles de Soussens, Rodolfo Franco, Rogelio Yrurtia, Agustín Riganelli y muchos otros literatos y artistas. Pero era hombre de pocas palabras y poca ostentación. La sala de cirugía fue el laboratorio de este investigador que, como tal, era hombre humilde y concentrado. Las escasas palabras que empleaba eran las justas. También fue proverbial su generosidad: como otros grandes de la cirugía, afirmaba que el dinero de los enfermos debía volver a los enfermos. Así, todas las mejoras introducidas en su Pabellón IX del Rawson salieron del propio peculio. (11)
Murió el 17 de febrero de 1948. Al referirse a las intervenciones quirúrgicas, había sostenido que “en un momento determinado ese proceso de preparación, de ordenación y de puesta a punto se da por concluido. En ese momento se ve la operación con toda claridad, en todos sus detalles, como el pintor ve un cuadro antes de pintarlo”. Finochietto fue un artista plástico de la cirugía y vivió intensamente, tal el anecdotario que lo recuerda. (12), (13)
Julio de Caro (14) publicó un libro con numerosas ilustraciones, al que tituló El tango en mis recuerdos. Allí evoca las emotivas circunstancias que dieron motivo a la creación y posterior dedicatoria del tango Buen amigo. Corría el año 1924. En una mesa del desaparecido cabaret Chanteclair estaban sentados Pedro Chutro, Florencio Lezica y Enrique Finochietto. Escuchaban a la orquesta típica de un amigo común: Julio de Caro. En un intervalo llega un compañero de este último, solicitando ayuda para su mujer ante un grave trance en el momento del parto. De Caro, confundido, opta por pedir la ayuda de los médicos presentes. Todos concurren a la casa del amigo. Finochietto interna a la mujer en el Sanatorio Podestá y la opera con la ayuda de Chutro. La mujer se salva junto con su hijo. “Durante el trayecto a casa —cuenta De Caro—, evoqué tan doloroso episodio, y laxo como estaba, fui campo propicio para que me invadiera una sensación inexplicable… flotando entre este mundo… y el otro… de mi envoltura física, por esta transformación, cual si la hubiese colgado en un perchero, entrando maquinalmente en el departamento, me dirigí a una mesita, brotando así, de un tirón, el tango prometido, y seguidamente orquestado”. Lo estrenó al día siguiente y tuvo que repetirlo en varias oportunidades. Esa noche lo escuchó Finochietto. Ante su pregunta frente a la obra desconocida, De Caro le contestó: “Este es su tango, Don Enrique, se llama Buen amigo, porque usted es un buen amigo”.
Referencias
(1) Uriburu JV. Enrique Finochietto. Pequeña biografía de un gran hombre. La Prensa Médica Argentina. 1982;69:15-20.
(2) Pérgola F. Enrique Finochietto. Capítulo Médico. Entre consultas. Buenos Aires. 1987;1(3):2.
(3) Finochietto E. El separador torácico con cremallera irreversible. La Prensa Médica Argentina. 1915;24:1288-1289.
(4) Fernández LL. La creación de un estilo. La Prensa Médica Argentina. 1981;68:820-821.
(5) Zavaleta DE. Enrique Finochietto: el cirujano. La Prensa Médica Argentina. 1982;69:21-24.
(6) Pataro V. La técnica quirúrgica de Enrique Finochietto a través de Ricardo Finochietto. La Prensa Médica Argentina. 1983;70:481-486.
(7) Marino H. Enrique Finochietto: el maestro y jefe de escuela. La Prensa Médica Argentina. 1982;69:24-25.
(8) Pataro V. Enrique Finochietto y ‘las operaciones a domicilio’. La Prensa Médica Argentina. 1982;69:29-32.
(9) Zancolli EA. Escuela Quirúrgica Finochietto. Un método de enseñar cirugía. Revista de la Asociación Médica Argentina. 2002;115(2):9-17.
(10) Buzzi A, Pérgola F. Clásicos argentinos de medicina y cirugía (tomo I). Buenos Aires: López; 1993.
(11) Pérgola F. Historia de la medicina argentina. Desde la época de la dominación hispánica hasta la actualidad. Buenos Aires: Eudeba; 2015.
(12) Pataro V. Enrique Finochietto anecdótico. La Prensa Médica Argentina. 1981;68:821-833.
(13) Chikiar A. Enrique Finochietto. Un bisturí que hizo escuela. El Arca. 1998;7(35):26-29.
(14) De Caro J. El tango en mis recuerdos. Buenos Aires: Centurión; sin fecha de edición.
Fuente
Efemérides – Patricios de vuelta de Obligado
Pérgola F. Enrique Finochietto. Rev Argent Salud Pública. 2016; Mar;7(26):43-45.
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