La radiografía de un fabulador

Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888)

I – INTRODUCCIÓN. Nos encontramos hoy, y como siempre, y aunque muchos no lo hayan advertido (y otros no lo quieran advertir) al borde de la disolución de la Nación Argentina. Se está perdiendo la última valla que nos separaba de llegar a la disolución de la Nación: La cohesión interna. Argentina parece entregada.

Hemos abandonado hasta el instinto de conservación, y resignándonos a los dictados de otros organismos, particularmente sin Nación, sin defender ni siquiera ya, nuestros límites soberanos territoriales, con la falacia de “Hechos Consumados”, ¡y a otra cosa…!.

Agredida la Nación externamente por todas partes: hemos bajado los brazos. El país, la Patria, se desintegra. Y por dentro, es agredida por quienes forman esta especie de “República de Enanos”: los partidos políticos, que comercian votos, se reparten el mercado electoral, gritan, vociferan, acusan, y el “circo” en marcha hacia el “prode” electoral, donde todo seguirá como ahora: vaciamiento de empresas privadas nacionales, vaciamiento de todas las empresas estatales (Flota Fluvial; Aerolíneas Argentinas; Gas del Estado; Agua y Energía, etc.) estrangulamiento del crédito con intereses usurarios, permitido y promovido con terquedad alarmante y suicida por el Estado “Moloch”, que gracias a nuestros “democráticos políticos y economistas” nos va absorbiendo y se va infiltrando en nuestras vidas, invadiendo nuestro espíritu.

Por eso señores, ante la nueva “República de Weimar” o la “República española” de Alcalá Zamora y Largo Caballero o Líster o la asesina “pasionaria” que se cierne mortífera sobre la Nación, el mundo se presta a asistir a su velorio, para repartirse luego sus despojos, en un festín corrupto (pero sí, “ecuménico…!”); y a nosotros nos toca referirnos a alguien que coadyuvó con su persona y más, con sus ideas, a lo que actualmente sufre en carne propia, el cuerpo y el espíritu de la Nación: Domingo Faustino Sarmiento….

Domingo F. Sarmiento es un personaje de nuestra historia que, a rigor de los elementos que aquí se aportarán, podemos decir que resultan prácticamente desconocidos para la mayoría de la gente.

Se ha intentado formar una imagen de Sarmiento como la de una persona afable, bonachona de carácter sencillo, de rigurosa moral, educador, emprendedor, visionario, etc. Todo lo cual resulta ser falso, juzgado a la luz de sus propias palabras y actitudes por él descriptas.

Justamente el criterio para conocer y evaluar la personalidad de algún personaje histórico, en forma correcta, con sus vicios y virtudes, debe ser el siguiente:

1) Basarse en hechos documentados;

2) Esos documentos emanar del propio sujeto objeto del estudio ;

3) Demostrar comparativamente, con dichos textos, las propias contradicciones de fondo ( o no), y el fondo moral, línea de conducta, de la persona a investigar;

4) La etopeya de quien se estudia. Es decir, que los acontecimientos históricos no son por sí mismos nada, si no se consideran en su relación con el sujeto histórico que los produjo, con la persona, con el alma que los verificó.

Es decir, cuando se estudia a un hombre, se deben estudiar no sólo sus actos, sino también su carácter personal, el de sus acciones y el de sus costumbres.

Así, la historia interpretada, deberá consistir necesariamente en la etopeya de la argentinidad en la descripción de los rasgos espirituales, que constituyen las estructuras permanentes del alma Nacional.

El error en el estudio de la Historia y de la Política en general, consiste en anteponer una idea política ó social preconcebida a la realidad.

Es anteponer un esquema abstracto como molde, y tratar de insertarlo en la realidad viva de nuestra esencia, es decir, de lo que ya somos. Así piensan y actúan quienes pretenden “crear• una “Nación” a su gusto, lo cual dicho sea de paso, ya está creada y tiene una vida propia que nos trasciende: anterior, posterior y superior, a quienes contemporáneamente y circunstancialmente forman.

Pretender “crear” una Nación, repito, en base a un “Librito Mágico” ó a razonamientos de laboratorios, e insertarlos en el cuerpo vivo de la sociedad, se adapte a ello o no, es lo que comúnmente se denomina “ideologías”.

El profesor Genta decía que “…las ideologías son esquemas mentales elaborados en base a abstracciones que parcializan la realidad , o ,de generalizaciones abusivas de la experiencia… ”(1)

Así, el populismo, el clasismo, y el socialismo, como el culto idolátrico al número como verdad absoluta, son distintas clases de ideologías. Esta última, una ideología reciente en nuestro país, pero con una antigüedad un poco mayor en el mundo, desde la subversiva revolución francesa, es un culto ciego al número por contraposición a la realidad, que es una categoría permanente de la razón.

El profesor suizo Gonzague Reynod nos habla sobre el famoso y nunca entendido correctamente “contrato social”, un “estatuto del egoísmo personal”, y nos dice que “…la voluntad constante de todos es la Voluntad General. Cuando una Ley es propuesta a los electores, lo que se desea saber no es precisamente si aprueban o rechazan la proposición, sino si está de acuerdo con la Voluntad General. Cuando la opinión opuesta a la mía prevalece, ello significa tan sólo que yo estaba equivocado, y que lo que supuse, la Voluntad General, no existía. Si mi opinión particular hubiere, en cambio, prevalecido (contra la mayoría) yo hubiese hecho otra cosa de lo que hubiese querido hacer (sic)…” (2). Así como se ve hoy en día que “sólo el 30% de los electores desea votar”, (La Nación 24 de setiembre de 1983).

La población rechaza, pues, el sistema, aunque se verá “obligada” a su “derecho democrático” de ejercer el voto (!), so pena de severas sanciones administrativas, penales, y civiles. Lo irracional manda. Ya decía Veuillot que “…pensar de manera distinta a aquellos que se dicen “tolerantes” ( partidócratas) es algo que el “partido de la tolerancia” (partidos políticos) no puede tolerar (sic)….” (3). Muy democrático!.…

Un aspecto particular de la vida de Sarmiento que trataremos primeramente, es su llamada política educativa, luego analizaremos su faz política propiamente dicha.

II – POLÍTICA EDUCATIVA

Con respecto a su “política educativa”, densos volúmenes han sido escritos para glorificar en Sarmiento su alma de educador. Lo que constituye una falacia más de nuestra historiografía oficial, porque como luego se verá, Sarmiento no fundó escuela alguna. Él mismo reconoce su fracaso como pedagogo, y su propia impotencia, torpeza, e ineptitud intelectual.

Al cumplir 45 años, en 1856, Sarmiento contaba solamente con unos pocos meses de maestro elemental en Santa Rosa de Chile, donde fue exonerado; algunos meses en San Juan, en el Colegio de su tía, la rectora fundadora Doña Tránsito de Oro, de donde escapó de la furia de la población, salvando milagrosamente su pellejo; y, finalmente, estuvo casi 2 años de Director de la Escuela de Preceptores de Chile, en donde coronó su labor con un rotundo fracaso como maestro, expulsando al 93 % del alumnado. Durante el resto de su vida, jamás dio clase ni dirigió escuela alguna particular….” (4).

En 1856 fue nombrado Director de Escuelas de Buenos Aires, cargo en el que permaneció tres años y no fundó escuela alguna, ni nombró maestro alguno como consta en el Registro Provincial y como el mismo Sarmiento lo reconoce (5). El 9 de agosto de 1858 el presidente de la Comisión de Educación de la Municipalidad, Senador Nacional Don Gabriel Flores informa que “…las escuelas públicas, bajo la dirección del Departamento de Escuelas, desde que el actual jefe lo preside, marchan a su completo fracaso …” (6). El mismo Sarmiento dice que fundó dos escuelas, la actual José Manuel Estrada, y otra edificada en una finca confiscada a Rosas en Moreno y Perú, pero posteriormente reconoce que “…fue íntegramente suscripta por los vecinos…” (7).

Entre 1866 y 1868, siendo Embajador en EE.UU., propone formar “…una colonia norteamericana en San Juan … con los emigrados de California se está formando en el Chaco una colonia norteamericana que puede ser el origen de un territorio, y un Estado Yankee con idioma y todo…” (8). Patético. Se ve claramente la catadura moral, su ideologismo y su poca envergadura intelectual que lo hace soñar y desvariar, delirando con una Argentina-colonia desarraigada.

Éste es el “pro – hombre” que desde hace tantos años quieren hacernos entrar como un chaleco de fuerza, como un adalid de la cultura, cuando, por ejemplo, como él mismo dice, despidiéndose de la Jefatura del Departamento de Escuelas en 1881: “… no se ha construido una sola escuela en más de 20 años” (9). Si Sarmiento lo dice …

En 1881, Roca lo nombra Superintendente General de Escuelas, cargo en el que duró pocos meses, por inepto y por pelearse con todo el mundo: Estrada, Goyena, Dardo Rocha.- De Guido y Spano dijo “…¡¡¿Cómo voy a gobernar al Consejo de Educación con un burro como Guido y Spano ?!!…” (10).

El mismo Sarmiento reconoció derrotado en 1878 “… que la educación estaba más difundida en 1800 que ahora. La educación se ha detenido y atrasado. El nivel es deplorable….” (11). En 1878 en el Senado sentenció soberbiamente “…la educación Universitaria no interesa a la Nación, ni interesa a la comunidad… Nuestro pueblo es uno de los pueblos más exquisitamente ignorantes que yo conozco…” (12). La Nación y los estudiantes agradecen las palabras de Sarmiento celebrando el “día del maestro” el día de su muerte…. ¡Y así andamos…!

En realidad, todo lo que se atribuye a Sarmiento en el campo educacional y pedagógico es obra de Nicolás Avellaneda, que se manejaba con absoluta independencia con respecto a la persona de Sarmiento. El propio Avellaneda dice que “… la firma de los decretos por Sarmiento, daba prestigio a mis actos, sin embargo su acción se redujo a ésta acción moral…” (13).

Así pues, poco le debe el país a Sarmiento, ni siquiera en su faz educadora, la cual se puede afirmar que en los hechos, tal como se documenta, no existió. Lo que sí nadie tan mal educado. El diario “La Nación” escribía por aquella época “…Sarmiento es el hombre más grosero y peor educado de la sociedad…”. La prédica vana, vacía, insolvente, anárquica.

Su vanidad y egolatría eran patológicas. Sarmiento mentía, mentía siempre: en 1882 ocupó el cargo de Secretario General de la masonería y cuando antes, en 1880 habíase presentado como candidato a Presidente de la República, él negó públicamente su condición de Masón, pero en la logia exclamó: “… ¡Yo sólo he cumplido con la consigna masónica de no revelar mi carácter de tal…” (14).

Sarmiento utilizaba la mentira, la intriga y la violencia como método y sistema (Paunero uno de los procónsules de Mitre, le decía a éste que Sarmiento era un “déspota Jacobino”).- Él lo reconoce en carta a su amigo Manuel Rafael García, el 28 de octubre de 1868; siendo nada más y nada menos que Presidente de los argentinos: “…¡Si miento lo hago como don de familia, con la naturalidad y la sencillez de la verdad !…” (15).

¡He aquí al “prócer” (sic), el “Gran sanjuanino” (sic) , “el ¡educador!” (sic). Símbolo y guía para todos los argentinos que siguen viviendo en el fraude sobre su historia, porque siguen alimentándose del error y de la mentira, base de toda ideología; error y mentira prescripta que ha sido elevada a dogma indiscutible e indestructible, sin más testimonio que la avale, que las palabras grandilocuentes y los deseos fundados en intereses particulares y/o foráneos.

III.- POLÍTICA PROPIAMENTE DICHA

Con respecto a su “política propiamente dicha” comienza, por así decirlo, como periodista en Chile luego de haberse fugado milagrosamente con vida de su país, habiéndose escondido debajo de la cama, salvándolo el Gral. Benavidez.

Desde aquél país, indujo al mismo “…con singular tesón, a seguir con aquel paso (el de ocupar el estrecho de Magallanes) ” escrito en el Diario “La Crónica” del 5 de agosto de 1849 (16). Así lo repite en el mismo diario el 15 de noviembre de 1849; nótese que habla como si fuese chileno: “…en recompensa de nuestros esfuerzos nos prometemos ser nombrados diputados, cuando menos alguna legislatura por la Provincia de Magallanes, cuyos principios y población hemos favorecido tanto…” (17).

Sarmiento, haciendo uso de su traición, su trampolín al poder, descubre que casi toda la Patagonia pertenece a Chile; así el 11 de enero de 1843 ya declaraba en el Heraldo Argentino que “…los argentinos residentes en Chile desde hoy debemos vivir sólo para Chile, y en ésta nueva afección deben ahogarse las antiguas afecciones nacionales..” (18).

El 25 de Mayo de 1900 siendo Ministro de Chile en la Argentina (¿?) (sic) declara en forma solemne y altisonante “..soy declarado por unanimidad bueno y leal chileno, ¡ay del que persista en llamarme extranjero…” (19). Cuando el gobierno argentino sale en defensa de nuestra soberanía patagónica, Sarmiento escribe el 11 de marzo de 1849 en el periódico “La Crónica” que “…los derechos de Chile el gobierno de Buenos Aires debe por decoro cuidar de no atropellar…, para Buenos Aires es una posesión inútil, … ¿qué hará Buenos Aires con el Estrecho de Magallanes ? ¡mejor que ocupe el Sur hasta el Colorado y el Negro y deje el estrecho al quien lo posee con provecho! …Magallanes pertenece a Chile por el principio de Conveniencia propia sin daños de terceros…” (20).

Este agravio a la Nación de un ser que reniega de su país, es decir, un descastado, llega al asombro de sugerir que toda la Patagonia le correspondería a Chile, porque a renglón seguido dice que “…quedaría por saber aún si el título de erección del Virreinato de Bs. As. expresa que las tierras al sur del Mendoza entraron en su demarcación; que, a no serlo, Chile pudiera reclamar todo el territorio que media entre Magallanes y las Provincias de Cuyo…” (21).

Del mismo modo, pero más contundente aún, dice en “La Crónica” del 4 de agosto de 1849 “…no se me ocurre en mi simplicidad de espíritu cómo se atreve Buenos Aires a sostener ni mentar siquiera sus derechos al estrecho de Magallanes… sus reclamos están desnudos de todo fundamento…” (22).

Esto hace muchos años se llamaba “traición” pero parece que actualmente parece que actuar así es un pasaporte seguro, en nuestro país, para llegar a ser un ¡héroe nacional! El diario “La Nación” que era un diario Mitrista se expresó contra Sarmiento en innumerables ocasiones, pero basta un ejemplo: lo escrito el 4 de octubre de 1868, fustigando a Sarmiento diciéndole “… Ud. ha sostenido en Chile contra su patria los pretendidos derechos de un país extranjeros para despojarlo de su territorio…no creo que haya ningún hombre que intente justificar al Sr. Sarmiento, pues todo pueblo del mundo ha condenado terriblemente a quien atenta contra la integridad de su propio país…” (23). Y así ha sido: despreciado por el pueblo argentino y exaltado por los funcionarios de turno y docentes enciclopedistas que no hacen más que repetir a lo largo de los años la historia según el “Billiken”.

¿Qué piensa Sarmiento de organizar una marina?

Entre muchas sinrazones nos quedamos con una que expresa mejor su cortedad moral y política, al escribir desde el Diario “El Nacional” el 7 de mayo de 1879 “….las costas del sur no valdrán nunca la pena de crear para ellas una Marina. ¡Líbrenos de ello y guardémonos nosotros de intentarlo!…. El día que Buenos Aires vendió su escuadra hizo un acto de inteligencia que le honra. No debemos ser Nación marítima….” (24).

Pero, se ha rendido un homenaje a quien ha abominado de la marina durante toda su vida, como así también de las FF.AA. en general, y lo que ella representan: la custodia y defensa de nuestra soberanía territorial y marítima. Así, en setiembre de 1972 el entonces Director de la Escuela Naval, Capitán de Navío Roberto Ulloa, rindiendo homenaje a Sarmiento diciendo (sin saber nosotros si sabía lo que estaba diciendo) que ”…la demostración más que un deber de gratitud (¿?) implica, además, un compromiso de vigencia real. Aquí estamos para ratificar públicamente nuestra fe en los valores que defendió Sarmiento (sic), de los que la Escuela Naval Militar se siente custodio (resic), y así lo ha demostrado en su labor fecunda…” (25). Grotesco. Es como decir, que le agradecemos al verdugo habernos degollado.

Gracias a Dios -como dice el historiador Patricio José Maguirre, miembro de la Junta de Historia Eclesiástica Argentina, egresado de la Escuela de Defensa Nacional, etc.- ningún egresado de la Escuela Naval entregó la Patagonia a Chile, ni las Malvinas a Inglaterra, ni renegó de su patria por un salario (Sarmiento cobró 5 sueldos conjuntamente, del presupuesto nacional), es decir, una persona a la que Mitre, presidente de la Nación, lo designa representante diplomático en 1864 en EE UU, ante su total ineptitud como Gobernador de San Juan en 1864 mismo, diciendo que Sarmiento era sencillamente “inaguantable” (26).

También Félix Frías, sostuvo agrias disputas con él, y Pedro Goyena dijo de Sarmiento en 1883 “…Sarmiento, un asalariado de Chile, sostuvo que las tierras australes de la Argentina pertenecían al que arrojaba la moneda en su rostro de escritor venal…” (27).

¿Qué opinaba Sarmiento de las Malvinas? Oigamos de sus propios labios la respuesta “patriótica”, en el diario “El Progreso” el 28 de noviembre de 1842: “…La Inglaterra se estaciona en las Malvinas para ventilar el derecho que ella tenga. Seamos francos: Esta invasión (¡por lo menos lo reconoce!) es útil a la civilización y al progreso (de Inglaterra y Chile, suponemos)” (28).

El mismo Sarmiento dijo posteriormente “…¡Lástima grande que los habitantes de Buenos Aires no conocieron en aquel momento las instituciones inglesas, pues en aquel momento (se refiere a las invasiones inglesas) perdimos 50 años de civilización” (29).

¿Qué pensarán de esto los miles de combatientes que pelearon en 1982 contra la invasión inglesa a las Malvinas? ¿Qué pensarán los familiares de quienes allí murieron? ¿Qué pensarán en especial, los marinos de este alarde de entrega y traición? No importa. Recordar que el 11 de septiembre es el “Día del Maestro” es hoy en día, el parecer, cívico homenaje… Así se viene educando a los argentinos, con una historia oficial aguachenta, insulsa, armada y recreada para consumo masivo. ¿Este es el Hombre que defendió -según el capitán Ulloa- nuestros valores? ¡Qué orfandad de conocimientos políticos y que peligro que ello encierra!

Ya los grandes pensadores clásicos como Maeztu, Menéndez y Pelayo, Azorín, Balmes, Maurras, La Tour du Pin, Fichte, etc. decían y dicen, con razón, que ninguna nación será grande si no es consciente de sí misma, de su pasado con sus grandezas y miserias. Es decir, no sabremos nunca lo que somos y queremos ser, si no sabemos lo que hemos sido.

Quizás viene a colación y es aplicable al caso que nos toca, lo dicho por Saavedra, cuando en 1806 -primera invasión Británica- Castelli, Vieytes, Beruti, buscaron el apoyo del General Beresford para obtener la independencia bajo la tutela británica, ante ello, Saavedra exclamó con irónico sarcasmo “…¡qué bellos sentimientos de Independencia…!” (30).

Sarmiento también participó en la idea, en 1843, de Florencio Varela, otro “prócer”, de segregar las provincias de Entre Ríos, Corrientes, Misiones, para constituir con Uruguay una Nación aparte. En sus visiones proféticas de lo mediocre y rastrero, llegó a soñar en formar un ¡estado yankee en el Chaco! En carta a María Mann, el 23 de enero de 1866 le dice “…imagínese lo que sería una colonia Norteamericana en San Juan produciendo plata y educando al pueblo…” y en carta del 1 d abril de 1868 le escribe diciendo que “con los emigrados de California se está formando en el Chaco una colonia norteamericana. Puede ser el origen de un territorio, y un día, de un Estado Yankee (con idioma y todo)…” (31). Estas expresiones denotan la falta de equilibrio y delirios extravagantes que tenían el carácter y personalidad de Sarmiento.

Nótese el contrataste con respecto a Juan Manuel de Rosas, cuando éste en el momento de la derrota de la Confederación Peruano-Boliviana, al mando del General Santa Cruz, rechaza las pretensiones de varios federales de “aprovechar” la anarquía de esa zona para apoderarse de Tarija, por la fuerza, en lugar de buscar dicha situación por medio d acuerdos y tratados: en carta a don Angel Pacheco el 17 de noviembre de 1841 y Manuel Oribe el 12 de enero de 1842 en la cual en esta última, trasciende de los meros hechos para transcribir párrafos escritos en la carta a Pacheco donde dice: “…y con respecto a Tarija, no es digno de la República Argentina incorporarla nuevamente por la fuerza, ni reclamar nuestros derechos en circunstancias que Bolivia se haya envuelta y afligida en terrible anarquía. Que esto debe ser obra de la paz, por negociaciones pacíficas y dignas y honorables, en que por un tratado quede restituida, lo que no nos será difícil conseguir así que Bolivia se encuentre en perfecta tranquilidad, presidida por un gobierno justo y verdadero amigo, con el que conseguiremos también otro de límites y comercio… que la guerra fue contra Santa Cruz, no contra Bolivia…” (32).

Esta es una de las cartas del “degollador” y “bárbaro” Rosas que nos muestra y enseña nuestra historiografía pero que demuestran el criterio y justeza de principios que sustentaban su accionar político prudente y recto, no aprovechando una situación fáctica para hacerse de Tarija, por la razón, que hoy parecerá prosaica, de que no correspondía.

Su clarividencia y genio diplomático, su tacto sociológico, a la par de un Napoleón o Clausewitz, queda reflejado en la calidad moral e intelectual de los hombres que lo rodeaban, entre ellos Felipe Arana, Tomás Guido, Eduardo Lahitte, Lorenzo Torres, Baldomero García, Tomás Anchorena, González Peña, Campana; precisamente el 26 de maro de 1842, el primero de los nombrados le escribe al segundo una carta en la que expresa “…no se me oculta que bien conocen los soberanos europeos cuánto vale en el Nuevo Mundo la subdivisión de los Estados y las influencias comerciales que ejercen (¡si no que se lo pregunten a Sarmiento, Mariano Acha, De Vedia, del Carril, Varela, Paz, Fructuoso Rivera, etc.!) pero no por esto ni podemos ni debemos dejar de hacer los últimos esfuerzos para afianzar nuestra independencia y garantizar las libertades públicas…, etc” (33).

El contraste es demasiado claro y contundente: Por un lado esta última luminosa comprensión del momento actual y el sentido de equilibrio del Gral. Rosas que no aprovecha una coyuntura favorable para, por la fuerza, lograr algo que el entendía no era ni el modo ni el medio correcto aprovechándose de la debilidad del vecino; y por otro: el esquizofrénico y alucinado Sarmiento que imponía su autoridad a degüello, como surgen de sus propias palabras, cuando por ejemplo, en su “Proyecto de Reorganización Argentino” de 1845, al propiciar la presencia del general Paz, dice que “…a los que no reconozcan a él debiera mandarlos ahorcar, fusilar, degollar. Este es el medio de imponer en los ánimos mayor idea de autoridad…” (34). En carta a Aristóbulo del Valle en 1880 decíale; ” aquí en este país, no puede haber más política que la del garrote y la macana…” (35). Este es el “liberal” Sarmiento ¿Será este el ideal sarmientino que quiere imponerse e inculcarse como un chaleco de fuerza sobre el cuerpo real de la Nación? ¿Querrán nuestros “educadores” educarnos como prescribía Sarmiento que debía educarse, es decir : ¿a garrotazos!?

Al imponerse, desde la derrota argentina a manos de Brasil y sus aliados llamados por la traición del Gral. Urquiza en 1852, el ejemplo “democrático” de Sarmiento y sus ideas Pseudopolíticas ¿quieren decirnos que debemos emplear el terror, la mentira elevada a sistema, para desmembrar la Nación, como deseaba imperiosamente Sarmiento? Este interrogante, irónico, surge porque en 1857, en las elecciones ganadas por la banda de Sarmiento, éste prescribe el 17 de Junio a Domingo de Oro, el método “Liberal” utilizado: “…para ganarlas, nuestra base de operaciones ha consistido en la audacia y el terror que, empleados hábilmente, han dado este resultado. Los gauchos que se resistieron a votar por nuestros candidatos fueron puestos en el cepo y quemados sus ranchos, perdiendo sus escasos bienes y hasta su mujer. Establecimos depósitos de armas, cantones de gente armada, encarcelamos a los complicados en una supuesta conspiración, y bandas de soldados armados recorrían las calles acuchillando y persiguiendo a los opositores. Tal fue el terror que sembramos el día 29, que triunfamos sin oposición. Esta es la palanca con que siempre se gobernará a los porteños, que son unos necios, fatuos y tontos…” (36).

¡Digno hijo de la Revolución Francesa!. Sarmiento puede reclamar, con todo derecho, la filiación como hijo legítimo de la Comuna de París. No existe mucha diferencia entre el frío y sanguinario Maximilian Robespierre y su aventajado y descastado alumno americano.

Este es el hombre que nos han inculcado y nos inculcan como el más grande “civilizador” contar la “barbarie”. El error no sólo es grave sino que se vuelve criminal cuando es adrede. Nos han inventado una historia de consumo. Lo peligroso es lo dicho al principiar este ensayo: Si no sabemos lo que fuimos no sabremos lo que somos y hacia donde queremos ir. Es como un principio matemático: Errado el principio fundacional o esencial, todo el razonamiento posterior por más logicidad que aparente, que tenga, conducirá a un error. Hoy a eso lo llamamos “ideología”.

Urquiza le escribía a Mitre en 1852 diciéndole ofuscado que “…Sarmiento era un loco, intrigante, pretencioso y anarquista…” (37). El 4 y 6 de octubre del mismo año el diario La Nación lo describe con pocas pero certeras palabras “…es un abogado de un gobierno extranjero contra su propio país…”.

¿Qué decir de Sarmiento y su amor por la entrega física y espiritual de la Argentina? La respuesta la tendremos de los propios labios del Gral. San Martín en carta a Gregorio Gómez “…¡No aprobaré jamás que un hijo del país se una a una nación extranjera para humillar a su patria!…”, y en carta a J.M. de Rosas define el 10 de mayo de 1839 “…pero lo que no puedo concebir es el que haya americanos que por un indigno espíritu de partido (argentina, dixit) se unan al extranjero para humillar a su patria y reducirla a una condición peor que la que sufríamos en tiempos de la dominación española, una tal felonía in el sepulcro la puede hacer desaparecer…” (38).

Sarmiento se sabe aludido y molesto e irritado, durante años despotricó contra San Martín. En 1846, 4 de septiembre, le escribe a su amigo Antonio Aberastain y entre otros denuestos antiargentinos, le dice: “…San Martín es ahora un ariete descontrolado, ve en Rosas al defensor de la independencia amenazada. Aquella inteligencia declina y todas sus ideas se confunden…” (39).

Al entregar, de hecho y de palabra, la Nación a hombres e intereses ajenos, de parte de Sarmiento, denota “per se”, la pérdida y el desquicio de todo decoro intelectual y moral que fuera patrimonio y honra de nuestros compatriotas, que jamás se habrían permitido hablar mal de nuestra Nación; hecho avergonzante, pero comprensible en el desequilibrio psíquico de Sarmiento por sus frustraciones juveniles en lo atinente a su tan promocionada “docencia”, la cual como se vio no existió.

La egolatría de Sarmiento se manifiesta en el juicio que él tenía de sí mismo. Con humildad reconoce en 1843 que “Jamás he reconocido otra autoridad que la mía. Soy el juez de la importancia de un libro, sus ideas; y de esta falsa posición (¡por lo menos lo reconoce!) ha nacido la independencia de mi criterio…” (40) confesando, también que “…los Sarmiento tienen una reputación de embusteros heredada de padres a hijos, la cual nadie niega (¡!)” (41).

Sarmiento se enorgullece de ser embustero, e hijo de embusteros y mentirosos. Se considera a sí mismo una deidad y la mentira es para él un arte que maneja día a día y la perfecciona. En carta a Rafael García, el 28 de Octubre de 1868 reconoce que “SI MIENTO LO HAGO COMO DON DE FAMILIA, CON LA NATURALIDAD Y SENCILLEZ DE LA VERDAD (¡!)” (42). Poco se puede agregar a esta confesión de Sarmiento, lo que sí no puede negársele es su gran capacidad de hipocresía y cinismo, dado que debe existir pocas personas que se jactan de sus propios defectos.

La historia “plastificada” comienza en Caseros; lo reconoce el propio Sarmiento “ …La batalla, para el público, puede leerse en el boletín Nº 26: Novela (¿?) muy interesante que tuvimos el honor de componer Mitre y yo… ” (43). Posteriormente continúa con la mistificación de los personajes históricos. “El “Facundo” fue fruto de la inspiración del momento …sin auxilio de documentos…con el propósito de acciones inmediatas…más adelante echaré al fuego de buena gana cuantas páginas precipitadas he dejado escapar en el combate…” (44). En el diario “Crónica del día 26 de diciembre de 1853, se felicita a sí mismo de sus calumnias reconociendo que en su “Facundo” “…los muchos errores que contiene son una de las causas de su popularidad….”.

Esa insistencia de Sarmiento en vanagloriarse de sus mentiras, errores adrede, falsedades, dan una acabada idea de agrado de paranoia y de afán de poder enfermizo que precede sus actos; tal como el mismo Sarmiento lo reconoció, pues cuando se refiere a “Recuerdos de Provincia” dice ”…éste es un cuento que se refiere a un loco y no significa nada(¿?)” (45). A aquel primer libro (Facundo) se refiere Alberdi diciendo que “…además de estar lleno de máximas inmorales y maquiavélicas, es un libro pernicioso, como calumnia y satiriza a la Argentina y su sociedad…” (46).

Demos un ejemplo más de la autoglorificación de Sarmiento y su protagonismo en la falsificación de nuestra historia: al escribirle a Avellaneda el 16 de diciembre de 1865, le dice sin empacho alguno, “…los unitarios los han suprimido (se refiere a los tratados firmados entre unitarios y federales) con aquella habilidad con que sabemos rehacer (¡!) la historia…”. Exacto. Prueba concluyente sobre la mentira como sistema, en la cual se “construye” nuestra “historia oficial” (sic).

Sarmiento, a lo largo de toda su vida, vitupera y calumnia sin ton ni son, sin desmayos. En sus juicios se nota, no solo una desinformación, sino una falta de cultura que hace ver su poca inteligencia, su corta visión, aunque, por supuesto, no su astucia. Así, por ejemplo dice que “…EEUU es el único país culto en toda la tierra. España es inculta y bárbara. En 300 años no ha producido un solo hombre que piense, un solo escritor de nota, ningún filósofo, ningún sabio. Es la nación más pobre que se conoce…” (47). Menéndez Pelayo, es uno de ésos “incultos” a los que refiere Sarmiento diciendo que “…hace alarde de la más crasa ignorancia…”.

¿Qué piensa Sarmiento de los gauchos, de los humildes, de los huérfanos? Los gauchos son “una Chusma de haraganes” dirá en el diario “El Nacional” del 3 de febrero de 1857. El 20 de setiembre de 1861 le recomendaba a Mitre “…no trate de economizar sangre de gaucho. Este es un abono que es preciso hacer útil al país. La sangre de esta chusma criolla (¿él no lo era?) incivil, bárbara, es lo único que tienen de seres humanos” (48). “.. el estado no tiene alma. No tiene caridad. Si los pobres se han de morir, ¡que se mueran!(¡que nobles sentimientos!) el mendigo es como la hormiga: Recoge los desperdicios, los huérfanos son los últimos seres de la Sociedad. No se les debe dar más que comer…” (49).

Para Sarmiento, los argentinos, los que pelearon contra los españoles por la independencia, contra los franceses, contra los ingleses, contra los brasileños, sólo tienen de seres humanos, su sangre. Sarmiento dice que el Estado no tiene alma: La realidad es que un Estado representa lo que son quienes lo representan, por lo tanto, un Estado será abusivo, absolutista, ¡sin alma!, si quienes lo presiden son seres abusivos, absolutistas, sin alma, por ejemplo del propio Sarmiento que fue presidente…

Sigamos los argentinos en el error, sigamos en la mentira de la historia “inventada” (palabras de Sarmiento). Sigamos creyendo en el “ideal sarmientino”, sigamos levantando templos y monumentos en su nombre, sigamos renegando de nosotros mismos y educando a nuestras generaciones en al impiedad y nada quedará de nosotros, sino tan solo seres sin conciencia, sin pasado, sin memoria, pasto de quienes quieren diluir nuestras fuerzas, y que sí saben lo que quieren y como lograrlo, debilitando el espíritu nacional, con una gigantesca y organizada y pausada acción que poco a poco nos va disolviendo en las contradicciones con la realidad que ella acarrea. Así una vez, debilitados en nuestras defensas, mansamente seremos, ya definitivamente, juguete de quienes como ya sabemos, no tienen más patria que el billete… finalmente como diría George Bernanós, quizá seremos fusilados por curas bolcheviques…

Una prueba más sobre el desprecio por su patria y sus hijos, que sentía Sarmiento, se evidencia cuando en 1871, siendo presidente de un “estado sin alma”, el pueblo padece la famosa “fiebre amarilla” que segó la vida de miles de personas. Sarmiento huyó despavorido. Pasó por Mercedes y luego a Chivilcoy. Entonces la ciudad quedó acéfala por cuatro meses. Tan grave fue la situación que se crearon dos diarios dedicados a dar noticias de la epidemia: “El Boletín de la Epidemia” y “Marcha de la Epidemia”. De aquí extrajo el académico historiador Dr. José Luis Molinari algunas referencias acerca de ese “paladín y prócer” que se llama Sarmiento: “…Aún no se ha podido descubrir en ninguna de las listas de suscripción popular los nombres del presidente Sarmiento y sus Ministros. Al que haga el descubrimiento se le dará una buena gratificación…cuando el presidente de la República, obedeciendo a un instinto de conservación excesivamente pronunciado (eso y decir que era un cobarde, es lo mismo) emigró a Mercedes… No cabe nulidad mayor que la que reúne el hombre que tan contra el sentido común y las instituciones de esta Nación, nos preside; Diógenes, con toda su calma se hubiera visto apurado para encontrar otro ser menos digno del honroso y elevado puesto que el Sr. Sarmiento ocupa…pero que un pueblo, tras la más pésima de las administraciones, deje continuar cínicamente en el poder al hombre que lo abandona en el medio de la desolación y el espanto, sin valor para afrontar el peligro, es cosa que la imaginación se resiste a creer. El pueblo ha luchado solo y tiene derecho para decirle a quien le dio las espaldas: ¡huye de aquí, cobarde y no me hagas solidario de una afrenta que es absolutamente tuya!…” (50).

Es lapidario. Aquí surge el perfil nítido de Sarmiento, y el concepto que de él se tenía. Y surge una pregunta: ¿Puede ser posible que la desintegración nacional que sufre día a día nuestra Argentina tenga como origen la falsificación de la historia? ¿y con qué fines? Sabemos que toda nación tiene hombres arquetípicos, los cuales se muestran como ejemplo de generación en generación, a fin de actuar o imitarlos, así como toda persona tiene como ideal de vida determinados próceres e intenta imitarlos y ajustar sus vidas y sus conductas a la de esos hombres elevados a ejemplos y guías.

Son necesarios los arquetipos, como normas de conducta, como normas a las cuales ajustar conductas. Si una Nación toma como guía a hombres supuestamente virtuosos pero que en realidad no lo son, las consecuencias con el correr del tiempo serán funestas: caeremos en el error, provocado premeditadamente, día a día se perderá la identidad y creyendo ser lo que nunca fuimos, se cumplirá el sueño de Mitre de “…enterrar históricamente a nuestros prohombres…” (51), lo que en verdad implica enterrar la Nación real, histórica. Así “enterraron” a San Martín el cual según Sarmiento “…castigado por la opinión, expulsado para siempre de América, olvidado por 20 años, es una digna y útil lección…” (52). He aquí, lectores, Sarmiento y su verdadero rostro, sin máscara, sus intenciones y su desprecio por el Libertador.

Sarmiento era un anarquista en todo el sentido de la palabra: Brutal, disolvente, ególatra, subvertidor del orden; y queda patentizado en el panegírico que hizo de Garibaldi al decir que “…Garibaldi es una gloria Argentina (¿?), una gloria de América (¿¿??) ” (53).

En realidad, como dice Héctor Daliadiras “…Garibaldi saqueó el litoral, arrió la bandera argentina en 1842 en la Isla Martín García e izó la bandera inglesa. Menos mal que Brown lo derrotó en la gloriosa batalla de Costa Brava…” (54). Pero no importa, para Sarmiento era “una gloria argentina”. Brown le decía a su mujer con respecto a la lucha de 1942 “…la conducta de estos hombres (se refiere a Garibaldi y sus salvajes acompañantes) ha sido más bien de piratas que de guerreros pertenecientes a un pueblo civilizado, saqueando o destruyendo cuanta criatura o cosa caía por desgracia en su poder…” (55).

Sarmiento tenía la costumbre de expresarse sobre otros personajes de nuestra historia. El “educador” decía de Urquiza que era “…un decrépito, idiota…” (56), Artigas es “…un tártaro terrorista, asesino, cruel, bandido, monstruo, ignorante, sucio y sangriento, salvaje animal de rapiña, degollador, saqueador y violador, desbaratador de toda civilización…” (57). De Güemes sentenció con desparpajo “…destruyó todo derecho para hacer valer el suyo propio…” (58). Del heroico defensor oriental contra la intromisión lusitana, don Manuel Oribe dijo que “…era un bárbaro sangriento. Nunca vi un monstruo como él…” (59). Del ilustre Carlos Guido y Spano simplemente dijo “…es un burro…” (60). De José Manuel Estrada, Emilio Lamarca, Pedro Goyena, dijo que eran “…unos charlatanes infatuados, sarnosos, pulgosos, etc…” (61). A su hora le hizo llegar su cólera a Mitre con estas “alabanzas” el 26 de junio de 1869: “…La verdad es que Mitre en su vida ha abierto un libro. Es un presuntuoso y por su pretensión de dañar, desvaría. Es un charlatán. Es de quien quiera alquilarlo. Se ha presentado 3 veces ebrio en el Senado. Es un pigmeo, un vendido…” (62), cosa que si se conoce a Mitre y sus famosas carnicerías en el Sur y su dudosa historia sobre Belgrano, no deja de ser cierto lo que dice Sarmiento, aunque como hemos visto él no ha sido diferente a Mitre.

Urquiza en 1861 escribió al General Rudecindo Alvarez confesándole que “…el círculo pérfido de Buenos Aires me traiciona. Están decididos…a someter a las demás provincias al capricho, a la ambición, y a la voluntad del mismo círculo (Sarmiento-Mitre). El Plan es manifiesto. Se proponen hacer del liberalismo el ariete para destruir, para dividir las provincias y para construir el despotismo absurdo de ese círculo a que deben sacrificarse…” (63). Finalmente el pronóstico se cumplió y la Nación comenzó a disgregarse…

Corrían los años en que los procónsules de Mitre como Ignacio Rivas, Venancio Flores, Wenceslao Paunero, Arredondo, etc., asolaban el país pasando a degüello a cientos de criollos. Eran los tiempos de Pavón…

Los cuerpos degollados eran exhibidos en postes a lo largo de los caminos como señal de advertencia. Entre los masacrados figuraban: El General Jerónimo Costa, cuyo delito fue defender la Isla Martín García contra el enemigo francés; Santa Coloma; el Coronel Martiniano Chilavert, uno de los principales defensores, junto a Brown y Mansilla, de la heroica defensa de la Vuelta de Obligado en 1845. También brutalmente asesinado fue Vicente Peñaloza de quien José Hernández describe como “…un patriarca, héroe y general del ejército Nacional a las órdenes de Urquiza y Derqui, prestigioso y valiente soldado y militar…” (64). Lanceado Peñaloza, expuesta su cabeza “civilizadamente” por 8 días, Sarmiento grita alborozado y le escribe a Mitre el 18 de Noviembre de 1863 diciéndole que “aplaude la medida, precisamente por su forma (¡!)” José Hernández escribe “…la cabeza del General Peñaloza, el hombre ennoblecido por su inagotable patriotismo, fue llevada al bárbaro Sarmiento como prueba del buen desempeño del asesino. El unitarismo tiene un crimen más que escribir en la página de sus horrendos crímenes. El partido que invoca la ilustración y el progreso, acaba con sus enemigos cosiéndolos a puñaladas. Matan por índole perversa. Maldito sea el partido envenenado con crímenes que hace de la República Argentina el teatro de sus sangrientos horrores…” (65). Alberdi exclamó “…la vida real del Chacho no tiene un solo hecho de barbarie igual al asesinato del que fue víctima…” (66).

Ante semejantes actitudes “civilizadas” que la “barbarie” no comprendía, Samiento tuvo que “huir” del país y Mitre lo envía como una especie de embajador a los EEUU en 1864. El diario inglés de Buenos Aires “Standard” escribía el 18 de julio de 1864: “…su política injusta ha hecho tal daño al país que Mitre le hace el favor a él y a San Juan removiéndolo…” (67). Ya llegado a Nueva York, Sarmiento le escribió a la hija de Vélez Sarsfield “…estoy escribiendo un libro sobre el “Chacho”. El Chacho concluyó en mis manos…” (68). Así reconoce Sarmiento lo que las generaciones posteriores se niegan a reconocer: su mistificación de la historia, porque como él lo confiesa sus “obras” no son más que “cuentos”, a lo más, “lindos”. Y también reconoce su propia intervención en la muerte del Chacho, además vanagloriándose de ello.

Luego del asesinato de Urquiza por las logias, que lo habían en su momento elevado, Sarmiento exclamó en Rosario el 18 de noviembre de 1873 “…¡no quedará vivo soldado alguno de los batallones de los gauchos correntinos!…” (69).

Trascartón de sus genocidas advertencias, Alejo Peyret, residente en Entre Ríos, escribió “…Sarmiento, partidario de la intolerancia, es un Robespierre: Civiliza a cañonazos y bayonetazos…” (70). Sarmiento establece un método seguro de exterminio en masa: Matar a todos. Arredondo, sanguinario lugarteniente de Mitre le recordaba que dicha forma de proceder era instigada por Sarmiento, diciéndole en 1874 “…asesinatos al por mayor son los que Ud. me aconsejaba en una carta cuando me decía que corte las cabezas y las deje en el camino…” (71). Aquí lo vemos a Sarmiento de cuerpo entero: “civilizando”, sí, pero a cañonazos, y por qué no a bayonetazos (¿sería por lo silencioso…?). Pero, eso sí, a lo grande, “al por mayor” cortando cabezas y “adornando” al camino con ellas.

Pero a pesar de todo, sufridos oyentes y lectores, no olvidéis que la historia nos “enseña” (¿?) las “bondades” y la obra “civilizadora” de Sarmiento. Aceptadlo como dogma so pena de excomunión, de crimen de Estado; no vaya a ser que en los colegios secundarios y primarios se sepa la verdad de los hechos (a través de documentos nunca leídos al alumnado) y nos privemos de festejar “El Día del Maestro” (¿?) en honor del Primer “educador” (¿?) argentino y “gran civilizador demócrata” (¿?). Crimen de Lesa Patria y además Ud. podría ser tildado de “ignorante”, cuando no de “Bárbaro”….

Para finalizar transcribiré uno de los tantos perfiles que el diario “La Prensa”, no precisamente un diario rosista, escribió el 14 de julio de 1876 sobre Sarmiento. Elijo éste porque condensa en pocos renglones toda la catadura moral, de quien carecía de todo escrúpulo, principios, con su ilimitada ansia de poder, por el poder mismo: “Ni Rosas firmó nunca órdenes como ésta. No se explica uno que semejante fiera ande suelto por las calles libremente…” (72).

Creo que poco más se puede agregar de este “extracto de Sarmiento” que hemos descripto. He de aclarar que quien desea conocer más sobre el tema tiene la biblioteca Pública Nacional, el Archivo Mitre, el Archivo Histórico Nacional, etc. esto no es más que un incentivo para profundizar por uno mismo más sobre el tema.

Queda de Sarmiento su imagen real, sin la máscara oficiosa y falsa, que nos revela su ordinariez y chabacanería, su pequeñez moral, su egolatría y autosuficiencia genocida; su agresivo instinto disolvente y disgregador.

Pero como corolario, a modo de epitafio oigamos, si se quiere, las palabras del Diario La Prensa del 23 de mayo de 1880: “… DONDE QUIERA QUE HA PUESTO LA MANO HA DEJADO LOS RASTROS DE SU CARACTER PROCAZ, IRASCIBLE Y SANGUINARIO. MANDABA A CLAVAR EN PICAS A SUS ENEMIGOS. EL HA ORDENADO A SUS SUBALTERNOS EL DEGUELLO DE SU PRISIONEROS. DICTABA CENTENARES DE SENTENCIAS DE MUERTE. EL RECUERDO DE ESA SOMBRIA SERIE DE MATANZAS ORDENADAS POR EL, QUE HAN HUNDIDO PARA SIEMPRE SU NOMBRE EN UN CHARCO DE HUMEANTE SANGRE HUMANA, NOS LLENA DE REPUGNANCIA Y HORROR…¡SARMIENTO! ¡FIERA MALVADA, FIERA DE DOS PIES, VERDUGO DE SUS SEMEJANTES!…” (73).

¡Qué distinto a lo que se enseña ¿no?.! Pero como dice Alberdi “…La mentira puede ocultarlo todo, puede tergiversarlo todo, menos las fechas, los actos históricos y los nombres de quienes los suscriben. He aquí la historia que Mitre no hará porque no es agradable ni da votos para la presidencia (rigurosa actualidad ¿no?) Pero la verdad (categoría permanente de la razón) aunque amarga, a veces, es lo único que aprovecha a los pueblos…” (74).

Hasta aquí hemos llegado a una apretada síntesis, acerca de Sarmiento, sus obras y sus motivaciones. Quedan muchos aspectos interesantes de su vida, a donde remito para ahondar más, pero con lo descripto queda suficientemente demostrado, vía documental, aún del propio Sarmiento, el carácter mesocrático, más aún, caquistocrático, de este hombre vulgar (en todo sentido del a palabra) elevado a genio por necesidades políticas mezquinas.

Detengámonos aquí, porque he aquí el drama, la tragedia que se nos presenta: No es lo peor el hecho de que Sarmiento haya sido un débil de carácter y cobarde (como, por ejemplo, al huir de la Capital, durante su presidencia, cuando la fiebre amarilla azotaba Buenos Aires).

No es lo peor el hecho que haya sido un vulgar pero peligroso mentiroso según su propia confesión, ni su sed de sangre y su “tierna” criminalidad genocida (como lo atestiguan, entre otros, Hernández, Alberdi, Rawson, Goyena, los distintos diarios de la época, y la propia jactancia del sanjuanino) al cual se le puede bien aplicar la conocida frase de Netchaieff en su “catecismo Revolucionario”, cuando decía “…¡contra los cuerpos, la violencia; contra las almas, la mentira…!” (75).

No es lo peor el hecho que se considere chileno, renegare de su patria y quisiese entregar toda la Patagonia, Chaco, San Juan, mesopotamia, etc. a poderes extraños (al fin y al cabo no fue ni el primero ni será el último).

No es lo peor la circunstancia de que no fundara nunca una Escuela, y que donde estuvo, fue echado prácticamente a patadas, por su ineptitud.

Lo realmente grave para la comunidad Nacional, no es solo el error, sino que se eleve al error, o mejor dicho, a quien lo comete, a la categoría de virtuoso, guía de conducta para nuestros semejantes; que se eleve a dichos personajes al altar del heroísmo nacional, que se los mezcle en un mismo plano con quienes en verdad lo fueron, que se los señale como modelos de conducta, ejemplos a seguir, arquetipos a quien imitar. Porque así se transmite de generación en generación un error que se multiplica geométricamente haciendo estragos en la inteligencia de los nacionales, perdiendo con el correr del tiempo la noción y el conocimiento de lo que fuimos, por tanto de lo que somos, al querer ser otro (que es como querer dejar de ser, diluyéndose nuestra identidad).

Así nos debilitamos interiormente y vaciamos nuestra existencia de las realidades de nuestro pasado que impiden, por no conocer quienes hemos sido, el proyectarnos hacia adelante en el tiempo, sabiendo lo que queremos y habremos de ser. Con respecto a esto el Dr. Alberto Otalagano dijo en 1974 “…La historia es a las Naciones lo que la memoria es a los hombres: El conocimiento o la noción del origen, de una identidad a través del tiempo y del espacio, que se integra con el conocedor, en cuanto a tal, conformando su ser existencial. El presente es hijo del pasado, como el futuro lo es del presente. Conocer realmente el pasado es conocer la génesis de la problemática del presente para encontrar la solución. La historia es la forja de la conciencia Nacional (o sea el conocimiento de lo que se es por lo que se ha sido y en función de lo que se deberá ser). Definición por antonomasia del “ser argentino” y especificación de su destino… El hombre en tanto historia, integra una comunidad de destino en lo universal, o sea profesa una religión común, tiene un pasado común y un presente común a todos los que habitan con él en su mismo territorio: conciencia de tener una comunidad y de haberla tenido, o sea, conciencia histórica. Conciencia de una tradición común, presente común y de un futuro común…” (76).

Y quiénes hemos sido, lo han señalado con sus vidas nuestros hombres consustanciados con lo suyo (Saavedra; Rosas, Brown, Chilavert, Manuel Moreno, Belgrano, Oribe, Genta, Irazusta, Scalabrini Ortiz, Savio, Mosconi, San Martín, Güemes, Dorrego, Lavalleja, Giachino y quienes cayeron en Las Malvinas, etc.) defendiendo lo bueno y tratando de corregir lo equivocado, aún con sus propios errores, pero siempre con la vista tendida más allá, puestos los ojos y sus vidas en el bien común de nuestra patria histórica; tratando, como decía De Maeztu, no tanto “en ir mejorando a los hombres, sino restableciendo las condiciones sociales que los induzcan a mejorarse…” (77).

Condiciones sociales, y por tanto, morales (y legales, entendiendo a la ley no como una expresión de voluntad abstracta y general o particular, sino -como dice Santo. Tomás- como una ordenación racional enderezada al bien común).

Esa comunidad de destino histórico que lleva en sí impreso nuestro carácter, queda demostrado en la descripción que hace Manuel García Morente del “Caballero cristiano” como símbolo y expresión arquetípica de la esencia de la Hispanidad “…los españoles dan preferencia a las relaciones reales sobre las formales. Las reales son las que se fundan en lo que cada persona es, siente, piensa y valora y vale. Las formales se basan en abstracciones puras (“ser humano”, “ciudadano”) simple forma, concepto despojado de realidad personal. Por eso, el español, no se inclina ante la autoridad conceptual, abstracta, por ej., no se somete a la mera idea jurídica de la soberanía basada, dado el caso, en el voto. La ley debe ir acompañada de fuerzas reales: prestigio, jerarquía natural, carácter, clase intelectual, y moral. La hostilidad profunda del caballero español a todo formalismo falso se compadece mal con la democracia parlamentaria, que atribuye mando y soberanía no a los que más vales, pueden y saben, sino a los “elegidos” por el sufragio, que poco o nada saben acerca de lo que eligen. La competencia, la capacidad, el esfuerzo y la valía personal son sustituidos por la habilidad, por una designación hija del soborno y las promesas materiales o espirituales, por un nombramiento que se “encomienda” -locura insigne- a la mas caprichosa, irresponsable, adulable, cambiante, irracional, impersonal. A tal y tan absurda consecuencia tenía que llegar una doctrina que empieza por escamotear la realidad de cada hombre para substituirla por la abstracción irreal de los “ciudadanos”, todos iguales entre sí (naturalmente hablando, no desde la óptica sobrenatural y religiosa). Más para que dos hombres sean iguales entre sí, claro está que hay que empezar por despojarlos de todo lo que cada uno de ellos ES EN REALIDAD y reducirlos así a la mera función abstracta de los conceptos…” (78). De la ideología abstracta de la igualdad natural, al marxismo no hay más que un paso.

Es imperativo que hay que desenmascarar los fines perversos de los ideólogos, desterrando y enseñando las causas que lo originan. Se debe entender que el hombre no es una abstracción, un número (un voto), una cifra, una entelequia, sujetos sin relaciones con lo social; ni tampoco la consecuencia que de ello se desprende, es decir, una máquina que produce, un “homo económicus” hacia el cual nos quieren llevar.

Sepamos que en el plano histórico, el hombre es una persona (unidad definida, diferenciada) integrante de una comunidad familiar (padre, hijo, hermanos, etc.) profesional (obrero, comerciante, médico, etc.) político (miembro de un barrio, municipio, pueblo, país) religioso y a ese título debemos respetarlo (por más que le duela a Sarmiento y sus apóstoles) y más aún, defenderlo. “…porque la persona representa una concepción de vida basada en el predominio de la realidad sobre la abstracción o ficción ideológica (no importa el signo que lleve), del ser individual sobre la definición racional, de la persona sobre la especie, y de lo privado sobre lo público…” (79).

Goethe definió “…no se puede amar lo que no se conoce…”. Y el conocimiento es un hecho de la razón, que apoyada en la moral y en la inteligencia, nos conduce a la verdad de los hechos. Así el conocimiento no depende de nuestra voluntad o sentimientos o de elucubraciones más o menos filosóficas, pero que no se apoyan en el conocimiento de la verdad (la cual, recordemos es una categoría permanente de la razón). No llevar los hechos históricos reales, a conocimiento de nuestra Nación y sus hombres, a conocimiento de nuestros jóvenes, es preparar una generación de descreídos, nihilistas, resentidos, descastados, es TRAICION RAIGAL: Crimen, el peor crimen que a una Nación se le puede cometer, todo por meros intereses coyunturales, circunstanciales, de partidos; porque, como dijo San Martín, “…tal felonía, ni el sepulcro la podrá hacer desaparecer…” (80).

Por el Dr. Gonzalo V. Montoro Gil

Indice Bibliográfico

(1) GENTA, Jordano Bruno. “El Nacionalismo Argentino”. Ed. Cultura Arg. Bs. As. 1975
(2) GONZAGUE DE REYNOD, “La Europa Trágica”
(3) VEUILLOT, Luis. “Los odeurs de París” Ed. Crés. Pág. 32.-
(4 ) DALIADIRAS, Héctor : “Algo más sobre Sarmiento”, ed. Nuevo Orden, Bs.As.1965
Pág. 39-40.-
(5) GALVEZ, Manuel : “Vida de D. F. Sarmiento” Bs. As. 1957, Ed. Tor; Pág.223 .SARMIENTO, “Obras Completas”, Ed. Luz del Día. Bs. As. 1948 – 56. T. XXIV pág 34.-
(6 ) SARMIENTO Ob. Cit., T XLIV ; Pág. 142.-
(7) GALVEZ, M. Ob. Cit. Pág. 224; 293; 455; SARMIENTO, D. Ob. Cit. T. XLIV ; pág 124/ 9 y 130.-
(8) GALVEZ, M. Ob. Cit.Pág. 285; 338.-
(9) SARMIENTO, D. Ob. Cit. T. XLIV Pág. 309; 323.-
(10) GALVEZ, M. Ob. Cit. Pág. 381; 403; 406.-
(11) SARMIENTO, D. Ob. Cit. T. XX Pág. 288/ 90 ; T. XXXVII Pág. 223; 227.-
(12) SARMIENTO, D. Ob. Cit. T. XX Pág. 274; 275; 285; 286.-
(13) GALVEZ, M. Pág. 135 Ob. Cit.-
(14) ANTONIO ZUÑIGA, “La Logia de Lautaro y la Independencia”, Bs. As. 1922; Pág. 338.- REVISTA MASÓNICA AMERICANA, T. I. ;pág.9 (Se adjunta discurso Masónico de Derqui del año
1860. Su tapa).-
(15) GALVEZ,M.- Ob. Cit. Pág. 455 y 456.-
(16) SARMIENTO,D. Obras Completas T. XXXV; pag.30 a 33; Ed. Luz del Día, Bs. As. 1948-56
(17) SARMIENTO, D. Pag 283
(18) SARMIENTO, D. T. VI pag. 105.-
(19) SARMIENTO, D. T. XXXV; pag.358.-
(20) SARMIENTO, D. T. XXXV; pag 13.-
(21) SARMIENTO, D. T. XXXV; pág. 21.-
(22) SARMIENTO, D. T . XXXV, pág. 50
(23) GALVEZ, M. Ob. cit. Pag 293/4. Diario ‘La Nación’, Biblioteca Mitre.-
(24) SARMIENTO, D. T. XLI pag. 165; T. XVI, pág 376.-
(25) Diario ‘La Nación’, 12/9/1972.-
(26) PATRICIO JOSE MAGUIRRE, “Informaciones sobre la Masonería” 4ta. de. N.3,1981.
(27)GALVEZ, M.Ob.Cit. Pág. 418.-
(28)SARMIENTO, D. Ob.Cit. T.XXXV Pág. 75
(29)SARMIENTO D. “Conflicto y armonía de las razas de América” 1883/5.-
(30)RAMALLO, JORGE M. “Los grupos políticos en la Revolución de Mayo” De. Macchi, Bs.As. 1983.
(31) GALVEZ, M. Ob.Cit. pág. 285
(32)ARCHIVO DE LA NACION, documentos del Gral.Pacheco. Correspondencia del año 1841, T.IX.
(33) ARCHIVO GENERAL DE LA NACION, Archivo del Gral.T.Guido.Legajo 10.
(34)GALVEZ, M. Ob.Cit. pág. 272, 328,453
(35)GALVEZ, M. Ob.Cit. Pág. 357.
(36) GALVEZ, M. Ob. cit.
(37)GALVEZ, M. Ob.Cit. Pág. 177.
(38)CHAVEZ, Fermín “Correspondencia e/S.Martín y Rosas”. De. Theoría, 1975
(39)SARMIENTO, D.F. Ob.Com. T.V. pág. 118, 119, 130. SALDIAS, “Hist.Conf.Arg. T.VI Pág.153
(40)SARMIENTO,D.F. “Recuerdos de Provincia”. T.III. Pág. 168.
(41)SARMIENTO, D.F. “Idem”. T.III Pág. 154.
(42)GALVEZ, M.Ob.Cit.Pág. 455 y 456.
(43)SARMIENTO,D.F. “Campaña del Ejército Grande”
(44)SARMIENTO, D.F.Ob.Com. T:VII, pág. 16
(45)SARMIENTO,D.F. Ob.Com. T. II pág. 371, T.III pág. 25
(46)ALBERDI,J.B. “Escritos póstumos”. T.X. año 1887.
(47)SARMIENTO,D.F. Ob.Com. T. XXXVIII. Pág. 405 y sgtes.
(48)SARMIENTO,D.F. T.XXXVI. Pág. 349, T. XL pág. 153
(49)SARMIENTO,D.F. Ob.Cit.T.XVIII Pág. 303,305.
(50)MAGUIRE,P.J. “Informaciones sobre la masonería”. Ed.I.R.A. Bs.As. Año 1981. Nro. 3; “Boletín de la Academia Nac. de la Historia”, 1ra. sección, 1964. Pág. 382, 384, Bs.As.
(51)LOPEZ, Vicente Fidel, “Manual de la Historia Argentina”, año 1920, Bs.As.
(52)SARMIENTO, D.F.,Ob.Cit. T.XXXVIII, pág. 160.
(53)SARMIENTO,D.F. Ob.Com. T.XLV Pág. 337
(54)DIADIADIRAS. H. “Algo más sobre Sarmiento”. Ed.Nuevo Orden, 1965, Bs.As.
(55)CAILLET-BOIS, “Los marinos durante la Dictadura” De. Pág. 118-123.
(56)SARMIENTO,D.F. Ob.Com. T.XVII Pág. 104, 124.
(57)SARMIENTO,D.F. Idem. T.XVII, XV, XXXVII, XXXVIII
(58)SARMIENTO,D.F. Idem. T.VII, Pág. 93
(59)SARMIENTO,D.F. Idem. T.XXV Pág. 334.
(60)GALVEZ, M. Ob.Cit. Pág. 217, 405,406.
(61)Idem 44.
(62)SARMIENTO, D.F. Ob.Com. T.L. Pág. 178, 182.
(63)VICTORICA, Julio “Urquiza y Mitre”. Bs.As. 1960.
(64)HERNANDEZ, José. “Vida del Chaco”. Paraná, año 1863. Biblioteca Nac.Nro.31608.
(65)Idem
(66)ALBERDI,Juan B. “Pequeños y grandes hombres del Plata”. 1987.Bs.As.
(67)SARMIENTO,D.F. Ob.Com. Pág. 384
(68)SARMIENTO,D.F. Ob.Com. T.XXIX Pág.48
(69)GALVEZ,M. Ob.Cit. Pág.355
(70)PEYRET,A. “Intervención en Entre Ríos”.Bs.As.1873.
(71)GALVEZ,M.Ob.Cit.Pág.371
(72)GALVEZ,M. “Ob.Cit.Pág.286
(73)LA PRENSA, “diario”: 1/8/75;14/7/76;23/3/80
(74)ALBERDI,J.B. “Escritos Económicos” 1895; “Pequeños y Grandes Hombres del Plata”.1887, Bs.As.
(75)MAEZTU, Ramiro “Defensa de la Hispanidad”Bs.As.Ed.Poblet,1952,Pág.89
(76)OTTALAGANO, Alberto “Conferencia de la U.O.C.R.A.”Ed.1974.
(77)DE MAEZTU, Ramiro de, Ob.Cit. Pág.105
(78)GARCIA MORENTE, Manuel “Conferencia en Bs.As.el ½ de Junio de 1938”, en “Idea de la Hispanidad”. Ed.Espasa Calpe, 1961.Pág.86
(79)GARCIA MORENTE, Manuel:Ob.Cit.Pág.91
(80)CHAVEZ, Fermín “Correspondencia entre San Martín y Rosas”. Ed.Tehoría.1975.

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