Nació en Buenos Aires, el 13 de agosto de 1850. Fueron sus padres Federico Casiano Terrero y María Gertrudis Baldomera de Escalada, sobrina de Mons. Mariano Escalada, primer Arzobispo de Buenos Aires.
Recibió su primera instrucción en el Colegio San José; cursó luego el bachillerato en el Colegio Nacional Central e ingresó en la Facultad de Derecho de donde egresó en 1875, obteniendo el título de doctor con una tesis titulada Estudio sobre la ausencia, que mereció ser recomendada.
Durante un tiempo ejerció la abogacía, pero luego decidió abrazar el sacerdocio. Marchó a Roma para realizar los estudios en el Colegio Pío Latino Americano. En 1880, completados los de teología, recibió la orden del presbiterio, se ordenó sacerdote el 18 de diciembre de 1880, cantando su primera misa en Santa María la Mayor.
Regresó al país en 1882, y al poco tiempo fundó “La Voz de la Iglesia”. Se inició sobre los mejores auspicios, pues ya eran conocidas sus condiciones morales y su espíritu religioso. Capellán en el Colegio de la Santa Unión, en 1882 fue designado juez de conciliación por Mons. Aneiros, en 1884, y comenzó a actuar como fiscal eclesiástico en 1886.
Mons. Terrero actuó como párroco en San Telmo en 1888, y al año siguiente, pasó a ocupar igual cargo en la Iglesia de La Merced. Durante varios años actuó Terrero en esa parroquia, conquistando el respeto y la simpatía de los fieles.
Al fallecer Mons. Aneiros en 1894, y al ser elegido monseñor doctor Juan Agustín Boneo vicario capitular, éste nombró al doctor Terrero su provicario. Siendo elegido Arzobispo de Buenos Aires, Mons. Uladislao Castellano en 1895, nombró a Terrero, primero, su secretario de cámara, y luego Vicario general del Arzobispado. En 1898, León XIII lo elevó al episcopado de Delcos in partibus infidelium, y lo nombró auxiliar del Arzobispado de Buenos Aires.
Fue consagrado Obispo por Mons. Castellano el 19 de junio de ese mismo año. La Santa Sede lo nombró segundo Obispo de La Plata, con fecha 7 de diciembre de 1901. Su nombramiento constituyó uno de los hechos memorables de la época. El prelado viajó a la capital de la provincia en un tren especial, siendo aclamado en las estaciones del camino por multitudes integradas por congregaciones religiosas, asociaciones civiles y público. A su llegada a La Plata, monseñor Terrero fue recibido por el gobernador de la provincia, Dr. Bernardo de Irigoyen, quien pronunció un discurso meduloso. Luego se formó una columna, en la cual marchó el nuevo Obispo bajo palio hasta San Ponciano, donde prestó juramento. La actuación de Mons. Terrero en el Obispado fue memorable. Recorrió toda la provincia, difundió los principios religiosos, y extendió los dominios de la fe.
Murió en Buenos Aires, el 10 de enero de 1921. Sus exequias se celebraron en La Plata, el 11 del mismo mes, y sus restos fueron trasladados al día siguiente, a la basílica de Nuestra Señora de Luján, donde recibieron piadosa sepultura. En ocasión de su fallecimiento, el diario “La Prensa” analizó en un amplio discurso su personalidad, diciendo que “reunía los prestigios de la sabiduría cristiana, de la filantropía social y del apostolado religioso”.
Mons. Terrero era pariente colateral de la esposa del Gral. José de San Martín. En tal carácter y en prueba del respeto que el prelado les inspiraba, los descendientes del San Martín le donaron los cubiertos de plata del prócer, los que se encuentran en la actualidad, en el Museo Histórico Nacional. Asimismo, en la Catedral de La Plata se encuentra una joya regalada a San Martín por las damas de Chile, la que perteneció posteriormente a Mons. Terrero.
Fue, en síntesis, una de las más prestigiosas figuras de la Iglesia argentina. Dotado de una rara energía, que asociaba a la suavidad de sus maneras, cumplió su sacerdocio con inteligencia, rectitud y bondad.
Fuente
Cutolo, Vicente Osvaldo – Nuevo Diccionario Biográfico Argentino – Buenos Aires (1985).
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
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