Pedro Rivas

Pedro Rivas (1825-1892)

Nació en Buenos Aires, el 20 de julio de 1825. Era hijo de Francisco Rivas y de Margarita Segovia. Realizó algunos estudios en su ciudad natal, y a temprana edad, cuando sólo contaba 17 años, publicó algunas composiciones poéticas en “La Gaceta Mercantil”, en homenaje a Juan Manuel de Rosas y a su hija Manuelita, tal vez vinculado a su política, o bien, por congraciarse con el Restaurador. Desempeñaba por entonces, un empleo de oficial de mesa en el Departamento de Policía.

Adolfo Saldías refiere cómo debió ocuparse con su jefe de las diligencias inherentes a la llegada de Camila O’Gorman, que luego fue fusilada, por estar vinculada a un episodio que produjo mucho escándalo en aquella época. También intervino para detener a Juan Cuello, cuya fama de perdonavidas se extendía por los suburbios, a quien llevó preso hasta el Departamento de Policía.

Entusiasmado por la poesía dio a conocer Mis Ecos, editado por la Imprenta de “La Gaceta Mercantil” en 1847, versos plenos de un recalcitrante lirismo, propios de la época del romanticismo de Esteban Echeverría. Rivas fue de los primeros poetas argentinos que reunió su producción en una pequeña colección, después de aquel vate. En la segunda parte del libro citado, reunió otras composiciones bajo el título de Las Canciones. Al año siguiente, publicó en el periódico “Mosaico Literario”, dirigido por Miguel Navarro Viola y José A. Wilde, unos versos intitulados La Campana. En 1850, instaló la Imprenta Americana, en la calle Santa Clara Nº 66. También escribió una Oda al Jefe Supremo, que se publicó el 8 de octubre de 1851.

Después de producida la batalla de Caseros, trabajó en el periódico “Los Debates” de Bartolomé Mitre, en 1852, pero pronto quedó sin empleo. Alistado en las fuerzas de la Confederación, combatió el localismo de sus conciudadanos. Benito Hortelano lo recuerda en esa época en sus Memorias por haber simpatizado con él, a raíz de que estaba encargado de una oficina en la administración de los sitiadores, donde podía venderle algunos libros y artículos de escritorio, y establecerse con un negocio de importancia. Como el sitio se levantó fracasaron esas operaciones. Luego Rivas fue agente de Hortelano para llevar libros al Paraguay.

Durante breve tiempo instaló una librería en la calle Federación Nº 155 (hoy Rivadavia), y después se trasladó al interior en busca de nuevos negocios a fin de radicarse.

En 1857, formó parte de la Sociedad Tipográfica Bonaerense. Al año siguiente, decidió ir a Paraná, donde publicó un ensayo de literatura narrativa: Pecado y expiación, que lleva fecha de su estada en aquella capital, y dice ser continuación de Cinco años después. Allí estuvo relacionado con el grupo que trabajaba en “El Nacional Argentino”, dando a conocer varios artículos, mientras atendía su negocio de librería situado a poca distancia de la Plaza Ramírez.

Después pasó a Rosario, y a comienzos de julio de 1862, se hallaba en Córdoba regenteando la librería “Lucien”, en la calle General Paz (luego San Martín) Nº 24. Su negocio fue centro de reunión de gente aficionada a la lectura. Colaboró en “La Unión Argentina” con unos versos rotulados En el álbum de mi esposa, bajo el seudónimo de “Savir”, y hasta ejerció el oficio de tipógrafo.

En 1863, publicó en folleto su Canto a Mayo, dedicado a su amigo el comandante Rudecindo Ibazeta. Es por entonces, cuando escribió sus obras teatrales, la primera Un pasante y un dragón, en 1864; Los pretendientes de Julia, y La Hermana de Caridad, drama en tres actos y en verso, estrenada el 11 de agosto de 1865. De esta última publicaría su libro en Córdoba, en 1866, en oportunidad de representarse la obra en Buenos Aires. También dio a luz varias piezas poéticas denominadas Desahogos, dedicada a Luis V. Varela, el primer libro de versos aparecido en la “docta”.

Posteriormente, en el teatro Victoria, la compañía de Rita Carbajo, estrenó el drama La mano de Dios, el 29 de octubre de 1868, libreto que recién pudo imprimir en diciembre de 1871. Todos los dramas de Rivas pertenecen al arte teatral argentino por su ambiente y sus problemas.

Entre tanto, había desempeñado algunas funciones públicas. En 1867, fue Inspector General de Escuelas de Córdoba; también tomó la iniciativa de ofrecer una medalla al general Emilio Conesa después de la sublevación en la provincia del sargento Simón Luengo. Integró la Municipalidad local en ese año, encargándose de las escuelas comunales, y al producirse la epidemia del cólera que asoló la provincia colaboró activamente en 1868.

Siguió actuando en el periodismo, con escritos en “El Progreso”, de Ramón Gil Navarro; en “La Estrella Matutina”, y en 1870, fundó y dirigió “El Ferrocarril”. Formó parte de la Comisión de recepción de la Guardia Nacional al regreso del Paraguay, en diciembre de 1869, y luego de la que otorgó los premios en la Primera Exposición Nacional de 1871.

Decidido a darle impulso a su negocio, instaló una imprenta que fue la principal de la ciudad y una de las mejores del interior del país, a la que anexó una librería en la que se vendían tanto las novedades llegadas de Buenos Aires como libros usados y papelería.

En 1872, se ausentó a Rosario, donde instaló la Imprenta del Comercio, que editó el periódico “El Mercurio”, y luego “El Avisador Rosarino”, periódicos que fracasaron.

En 1873, publicó una reedición de Canto a Mayo, seguido de Elisa, episodio de una expedición al Desierto. Esta última, es un poema épico influido por La Cautiva, de Esteban Echeverría, donde se narran los episodios de una expedición al Desierto, dividido en doce cantos en octosílabos, e ilustrado con notas históricas.

Pero su obra más importante, son sus Efemérides Americanas, desde el descubrimiento de América hasta nuestros días, editado en 1879, libro denso que contiene 3.074 efemérides, y al cual acompañó un franco éxito al agotarse a poco de aparecer.

En 1884, publicó en Barcelona, la segunda edición aumentando a 4.000 el número de sus efemérides, y el mismo año, extrajo de él, un libro para uso de los escolares que tituló Lecturas históricas, según el orden de las principales efemérides argentinas, para el uso diario de las escuelas. “Libro de consulta, realizado con amor y conciencia –escribe Ernesto Morales- ha sido tan utilizado con provecho cuanto poco citado. Al mismo, acompañan un Apéndice con la lista de Adelantados, gobernadores, virreyes y directores del Río de la Plata, e intendentes, tenientes gobernadores y gobernadores de las provincias argentinas; un Indice general de materias, y una Tabla análitica de las personas y los hechos que figuran en esta obra. Todo cual, hace del citado libro, una obra valiosa para el investigador”.

El 25 de abril de 1885, el gobernador de Córdoba, Gregorio I. Gavier daba un decreto disponiendo que el libro de Rivas fuera adoptado como texto en las escuelas provinciales.

Al decir de Ricardo Rojas es “tan poco original en prosa como poco inspirado en verso”.

Rivas se trasladó después a Buenos Aires, instalándose en el pueblo de Belgrano donde residió sus últimos años, vinculado siempre al periodismo. Falleció en esta ciudad, el 14 de febrero de 1892. Se había casado con Carmen Serrantes, con la que tuvo descendencia.

Fue un espíritu activo, emprendedor, esencialmente progresista, un todo homogéneo en fin, capaz de asociarse a todas las iniciativas, dice un periódico de la época.

Fuente
Cutolo, Vicente Osvaldo – Nuevo Diccionario Biográfico Argentino – Buenos Aires (1983).
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
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