Nació en Basildon, condado de Berkeshire (Inglaterra), el 28 de junio de 1794. Desde pequeño sintió vocación por el mar y 1808, se incorporó al Royal Naval College, de Portsmouth, de donde egresó como guardiamarina. Se hizo a la mar en 1810, a bordo del “Fortune”. Después fue trasladado al “Phoebe” que salió en busca del corsario norteamericano “Essex”, con el que sostuvo un terrible encuentro frente a Valparaíso.
Durante 25 años consecutivos prestó servicios en la Marina Real, y se distinguió en acciones de guerra. Recorrió el mundo y conoció la existencia de pueblos paganos, a quienes aspiró llevarle el conocimiento de la fe cristiana.
Fue con motivo de su visita a Chile en el “Dauntless”, en 1822, cuando simpatizó con los aborígenes del continente sudamericano, sintiendo interés por ellos. Impresionado por el éxito de la obra misionera en Tahití, ese mismo año, resolvió abandonar la marina, para seguir el pastorado evangélico, pero sus ofrecimientos a las sociedades misioneras no prosperaron. Y fue junto al lecho de muerte de su esposa, en 1834, que decidió ser “un pionero de una misión cristiana que convirtiera a almas abandonadas”, según dice él mismo.
Inmediatamente, se radicó por tres años en Natal (Africa), para aprender la lengua zulú, y explorar el país, más la lucha entre los nativos y los Boers (1) le obligaron a marcharse a Nueva Guinea y a las diversas islas del archipiélago Indico. Tantas contrariedades le decidieron poner en ejecución el viejo proyecto acariciado.
Casado en segundas nupcias en 1836, llegó a Chile, vía Buenos Aires y Mendoza, por lo que atravesó con su familia la pampa y la cordillera dos años después. En la región de Bío-Bío tomó contacto con las tribus residentes en Piligen. Bien recibido por el cacique Corvalán que reunió a su tribu para aprobar sus propósitos, le autorizaron a construir su vivienda. Pero pronto aquél, le notificó que debían irse porque su permanencia ofendería a la aguerrida tribu vecina.
Embarcado en Talcahuano el 1º de enero de 1839, partió para Valdivia, desde donde pasó a evangelizar los indios del Lago Ranco. Luego hizo un fatigoso viaje desde Antilque a Cruces, y de allí hasta Queule, apareciendo en Talca tras frustrada tentativa, para alcanzar a los indígenas del este de la cordillera, y cinco meses después, se embarcaba en Valdivia de regreso a Inglaterra.
Este inquieto aventurero pronto salió para evangelizar los nativos de Sidney y Nueva Guinea, pero cosechó amargas decepciones porque fueron los protestantes holandeses los que le prohibieron radicarse para realizar sus proyectos misioneros entre los indígenas.
Volvió a Valdivia, el 10 de mayo de 1841, completando así la vuelta al mundo al cabo de los años. Pasó a la isla de Chiloé, con el propósito de introducir la Biblia y los folletos, encontrándose con el cura Manuel, quien tuvo la gentileza de disculparse de su anterior resistencia regalándole un diccionario arauco-castellano sabiendo que deseaba aprender dicha lengua; tal amistad hizo que en San Carlos la opinión se tornara a favor de su obra.
Como no se dio por vencido, pensó en las Islas Malvinas como sede para evangelizar a los indígenas de Tierra del Fuego y de la Patagonia. Para ello, las acogió como cuartel general, estableciéndose con su familia el 23 de diciembre de 1841, en Berkeley Sound (2), estación naval del gobierno inglés. Desde dicha base partió hacia la bahía San Gregorio, al norte del estrecho de Magallanes para entablar contacto con las tribus del lugar, pero no encontró rastro alguno. Informado que ya habían estado dos misioneros norteamericanos, que convivieron con los nativos, pero que tuvieron que desistir de sus propósitos, Gardiner conoció a San León, cacique criollo, quien le garantizó que podía establecerse con toda libertad y realizar la obra que quisiera, lo que confirmó más tarde, el poderoso cacique Wissale.
Muy animado partió Gardiner, en octubre de 1842, para Inglaterra a fin de proponer a la Sociedad misionera anglicana la creación de una misión en la Patagonia. Como ésta no la aceptó, fundó en Londres su propia sociedad y mientras se organizaba volvió a viajar a la Argentina el 8 de setiembre de 1843, para difundir el Evangelio.
En Buenos Aires hizo traducir cuatro folletos, de los que se imprimieron dos; partió para Córdoba, con cartas de recomendación al doctor Gordon, médico del gobierno, quien realizó la autopsia de Facundo Quiroga, luego pasó a Santiago del Estero y Tucumán, donde tuvieron buena acogida sus Biblias, pero pronto se produjo la reacción creada por el clero. Regresó a Córdoba camino a Inglaterra tocando Buenos Aires y Montevideo, donde conoció a Samuel Lafone, que tanto le secundaría en sus planes.
Esta experiencia le sirvió para organizar su propia sociedad misionera para Sudamérica, la que surgió en Brighton donde residían, la “Patagonia Missionary Society”, creada el 4 de julio de 1844, llamada también “South American Missionary Society”, en la que ocupó el cargo de secretario, adoptándose el reglamento de la iglesia anglicana.
Acompañado por el maestro de escuela Roberto Hunt como catequista, se embarcaron en la “Rosalie” en febrero de 1845, hacia el puerto de Oazy, desde donde podían alcanzar a las tribus del sur de la Patagonia. La buena acogida que tuvo la primera vez se tornó en hostilidad, agravada por la presencia del padre Domingo, cura indígena de Fuerte Bulnes. Una vez más se ve obligado a retornar a Inglaterra en junio de 1845, produciendo tal desaliento que algunos aconsejaban disolver la sociedad. Pero se optó seguir sondeando otras regiones de Sudamérica, para lo cual se ofreció Gardiner.
Así se inició la misión a Bolivia hacia donde partió con el español Federico González, el 23 de setiembre de aquel año. Al llegar a Montevideo, el doctor Gordon le informó como el clero de Córdoba había hecho una hoguera con las Biblias que él colocara. Gardiner no se desmoralizó y llegó a Bolivia, cuyo gobierno le permitió establecerse con la condición de no hacer proselitismo. Hecho el convenio y elegida la zona donde trabajaría, dejó a González, y tornó a Inglaterra en busca de apoyo, donde llegó en febrero de 1847, encontrándose con la noticia de que la Sociedad había resuelto apoyar las misiones en Nueva Inglaterra y América Central, en vez de hacer obra misionera en región tan lejana, donde además trabajaba la iglesia católica.
Tras largas reuniones en Londres, nueva sede de la Sociedad, se aceptó la propuesta de un joven español Miguel Robles, que se ofreció ir a la América del Sud, enviándoselo junto a González. Pero éste, tuvo que dejar Bolivia, porque el gobierno de Belzú, influenciado por el clero hostilizó la obra misionera.
Ante el nuevo fracaso, Gardiner realizó una patética cruzada a través de Gales, Escocia e Inglaterra, dando conferencias y levantando colectas para su proyecto. Al cabo de un año, logró reunir una pequeña suma para adquirir dos precarios botes, y acompañado por cuatro marineros se embarcó en el “Clymene”, en 1848, zarpando para Paita (Perú).
Ya en el archipiélago fueguino, al avistar la Isla de los Estados, Gardiner escogió una ensenada al norte de la isla Picton como apropiada para establecer una misión, y la llamó Banner. Las dificultades climáticas le impidieron desembarcar, por lo que ordenó regresar a la nave “Clymene” que partió hacia su destino.
En Paita despidió Gardiner a los marineros, y él regresó por Panamá llegando a Inglaterra el 4 de agosto de 1848. A pesar de los contratiempos sufridos no se dio por derrotado. Insistió en su proyecto, mas ninguna sociedad misionera lo apoyó, inclusive la morava que tanto éxito tuviera en Groenlandia, rehusó su pedido.
La sociedad por él fundada, lo autorizó a reunir fondos. Gardiner volvió a realizar una gira por el interior de su país, levantando ofrendas y reclutando compañeros. La generosa donación de 700 libras hechas por miss Jane Cook lo decidieron a organizar la segunda expedición.
Llegó a Tierra del Fuego a bordo del “Ocean Queen” desembarcando nuevamente en la ensenada de Banner, el 29 de noviembre de 1850, con seis compañeros, pero recibidos hostilmente por los indígenas, debieron irse hasta Puerto Español (3), lugar desolado e inhóspito. Regresaron en busca de alimentos enterrados en Banner, pero acosados por los patagones regresaron pronto padeciendo de hambre y frío, hasta que fueron atacados por el escorbuto. Allí sucumbieron en poco tiempo por falta de alimentación, siendo el último en hacerlo el capitán Gardiner.
Los socorros para los misioneros llegaron tarde, y quien más se preocupó desde Montevideo fue Samuel Lafone que representaba a la Sociedad Misionera de la Patagonia. Logró despachar un buque que naufragó, luego otro cuyo capitán no cumplió lo tratado, hasta que descubierta su falta, se apresuró a despachar en julio, el John Davidson” que llegó a los veinte días de la muerte de Gardiner.
En enero de 1852, arribó la fragata “Dido” enviada por el Almirantazgo Británico, que de Banner siguió a Puerto Español. El oficial que desembarcó para efectuar un reconocimiento dio con el cadáver mutilado de Gardiner tirado en la playa y en el fondo de una caverna el esqueleto de un compañero. Ambos fueron sepultados con todos los honores militares. Los dirigentes de la “Patagonian Missionary Society” dieron su nombre al primer barco que tuvo la Sociedad.
Referencia
(1) Colonos holandeses que se instalaron en el cabo de Buena Esperanza en 1652 y durante dos siglos se extendieron hacia el N, ocupando Natal, Orange y Transvaal y constituyendo una república. Un primer intento de anexión por parte de Gran Bretaña terminó con el reconocimiento de la autonomía bóer, pero el descubrimiento de oro y de diamantes provocó nuevos enfrentamientos. Tras la Guerra bóer (1899-1902) los británicos consiguieron incorporar los estados bóers de Transvaal y Orange a la colonia de El Cabo, territorios que, en 1910, constituyeron la Unión Sudafricana. República de Sudáfrica desde 1961.
(2) Bahía de la Anunciación situada al noreste de la Isla Soledad, Islas Malvinas, Argentina.
(3) Peninsula Mitre, Pcia de Tierra del Fuego e Islas del Atlántico Sur, Argentina.
Fuente
Cutolo, Vicente Osvaldo – Nuevo Diccionario Biográfico Argentino – Buenos Aires (1971).
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
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