Nació en Buenos Aires, el 2 de agosto de 1754. Era hijo de Eugenio Romero y Juana Bautista de Silva. Dedicado al comercio, instaló un almacén de ventas (ferretería), en la calle San Nicolás (ahora Corrientes), logrando formarse una posición holgada. Se desempeñó en el Cabildo como Defensor General de Menores (1808 y 1815) y fiel ejecutor.
Con motivo de la primera Invasión Inglesa, el 8 de octubre de 1806, le fueron otorgados despachos de teniente coronel del Cuerpo de Patricios, ejerciendo como segundo Jefe de éste. Dicho nombramiento le fue conferido a Romero “por aclamación del pueblo por Junta que mandó hacer el señor Liniers en el Consulado, de más de 300 hombres, y fue ratificada con presencia de él al siguiente día en el patio de la Fortaleza, por más de 500 hombres; en cuya razón me hallaba yo enfermo en cama, donde recibí esta infausta noticia para mí, de los que venían a felicitarme creyendo sería de mi agrado lo que jamás deseé ni pensé”. (1)
Era Romero alcalde de 2º voto cuando se produjo la primera invasión inglesa, y fue él quien pidió que se tocase la campana del Cabildo, con lo que se evitó mayores derramamientos de sangre.
“Las cartas 1, 2 y 3 –prosigue Romero- patentizan que habiendo tenido órdenes del finado Liniers, para clavar los seis cañones, o parte de ellos, de la batería de los Olivos, que estaba a mi cargo y mando, sin embargo de ser de 18 y 24 los cañones, lo que recibí la orden de que me retirara, y tomé mi disposiciones y salí de allí al ponerse el Sol, dejando sólo los ranchos, y amanecí en el Monte de Cueli (2), desde donde mandé a mi ayudante Díaz Vélez, pidiendo órdenes, y se me ordenó mandase los cañones y tren volante a Retiro, y marchase con las tropas al cuartel y a las cuatro de la tarde de ese días marchamos a Barracas a esperar a los Bretones”.
A partir de entonces se produjo el repliegue de los defensores hasta los Corrales de Miserere, donde Liniers es derrotado. Posteriormente la heroica resistencia final de Buenos Aires trajo la victoria.
Actuó con brillo en la Defensa de Buenos Aires en la segunda invasión mereciendo Romero la siguiente mención por parte de Cornelio Saavedra:
“Plana Mayor: el 2 y 3, Comandantes D. Esteban Romero y D. José Domingo de Urien, han desempeñado sus funciones con todo acierto y pulso, acreditando el más heroico patriotismo, estimulando y dando ejemplo en la defensa de esta Capital, con un celo propio de los sentimientos que los distinguen”.
Cuando estalló el motín del 1º de enero de 1809, Romero en su carácter de regidor saliente integraba el Cabildo presidido por Alzaga. Hizo causa común con sus colegas, actuando de mediador con Matías Cires en el cuartel de Patricios para que sus camaradas de milicia no atacaran a los partidarios de Alzaga. Después de haberse aplastado esa sedición Romero no fue desterrado a Patagones como otros cabildantes.
Concurrió al Cabildo Abierto del 22 de mayo de 1810, con su graduación militar, y al votar apoyó la moción de Pascual Ruiz Huidobro, quien propuso que “debía cesar la autoridad del Excelentísimo Señor Virrey, reasumirla el Excelentísimo Cabildo como representante del Pueblo para ejercerla, ínterin forme un Gobierno provisorio dependiente de la legítima representación que haya en la Península de la Soberanía de nuestro augusto y amado Monarca el Señor Don Juan Fernando Séptimo, fundando esta opinión en los datos que de palabra ha manifestado el Excelentísimo Cabildo”.
El 25 de mayo, Romero estampó su firma en la primera foja del cuadernillo donde los vecinos, comandantes y oficiales de los cuerpos voluntarios exigían al Cabildo la sustitución de la Junta presidida por Cisneros por otra que encabezaba Cornelio Saavedra. Volvió a ratificar su posición cuando el Cabildo citó a los jefes de la guarnición local, en que tomó la palabra para significar que era imposible sostener al virrey como presidente de la Junta.
El gobierno patrio lo ascendió a coronel graduado de ejército del Regimiento Nº 2, el 13 de junio de 1810. Al marchar la expedición al Alto Perú la ayudó pecuniariamente promoviendo una suscripción voluntaria de los individuos de su regimiento.
En 1811, resultó electo apoderado del pueblo para asesorar al gobierno. Reemplazó a Saavedra en el mando del Regimiento de Patricios cuando dicho jefe fue electo presidente de la Primera Junta. Asimismo auxilió a armar la escuadrilla al mando de Guillermo Brown suministrando fondos, y socorrió las necesidades de Manuel Belgrano en Tucumán. Hombre disciplinado en el manejo de las tropas, impuso orden y arreglo en los cuadros castrenses.
En 1820, fue alcalde 2º del Cabildo, y en ese año, también formó parte de la Junta de Representantes que le tocó ratificar el 27 de noviembre el tratado de paz perpetua entre las provincias de Santa Fe y de Buenos Aires.
Cuando se tuvo que elegir gobernador, Romero votó por Martín Rodríguez, y al renunciar éste a la primera magistratura, influyó con su palabra para constituir gobierno pronunciándose por Manuel Dorrego.
Después vivió alejado de la milicia activa y de la política, contrayéndose a sus negocios y hogar.
Escribió una Relación autobiográfica, que fechó en setiembre de 1822, detallando los servicios que prestó a la Patria.
Falleció en Buenos Aires, el 5 de diciembre de 1824, a los 70 años de edad. En su testamento pidió que enterrasen su cadáver amortajado con el hábito mercedario –como hermano tercero de dicha Orden- en el convento de los Recoletos. Estaba casado con María Micaela Suárez, porteña, hija de Félix José Suárez y Juana Josefa Moreno, con la que tuvo descendencia. Bisnieto suyo fue el célebre comediógrafo argentino Gregorio Laferrére. Fue un ciudadano sincero, probo y desinteresado.
Referencias
(1) ”Memorias” del coronel Esteban Romero.
(2) Hoy Jardín Botánico, con “la Pólvora de Cueli” en el viejo polvorín, que ahora es invernadero.
Fuente
Cutolo, Vicente Osvaldo – Nuevo Diccionario Biográfico Argentino – Buenos Aires (1983).
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
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Yaben, Jacinto R. – Biografías argentinas y Sudamericanas – Buenos Aires (1939)
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