Nació en Buenos Aires el 31 de agosto de 1810, siendo bautizado el 1º de setiembre de 1810 en la Basílica de Nuestra Señora de la Merced, siendo padrinos sus abuelos: Benito González Rivadavia y Rafaela Vera del Pino. Fueron sus padres Bernardino Rivadavia (1) y Juana del Pino. En su niñez recibió la más esmerada educación al lado de los suyos, pasando después a Europa a completarla en los mejores colegios de España y Francia, donde su padre, representó a nuestro país en misión diplomática.
Regresó a Buenos Aires en octubre de 1825, junto con su progenitor, elegido en aquella época para regir la República, y cuando al año siguiente abandonó el cargo para marchar al destierro, su hijo Joaquín no lo acompañó.
En 1829 se incorporó como voluntario en uno de los cuerpos de caballería del general Lavalle. En uno de los primeros encuentros en que se halló contra las fuerzas federales, Joaquín Rivadavia fue herido. Al caer el gobierno de Lavalle, emigró a Montevideo, donde permaneció hasta 1833. De regreso a Buenos Aires pasó a Mercedes (Banda Oriental) a hacerse cargo de una estancia de su padre.
Cuando se organizó la “Legión Libertadora” que se embarcó para Martín García el 2 de julio de 1839, Joaquín Rivadavia marchó con los expedicionarios en clase de capitán del Escuadrón de Jefes y Oficiales. Se halló en la batalla de Yeruá el 22 de setiembre de aquel año, como también en el combate de Don Cristóbal, el 10 de abril de 1840 y por su honroso comportamiento en esta parte de la campaña, el general Lavalle lo promovió a sargento mayor poco después de la última acción nombrada, jerarquía con la cual participó en el combate de Sauce Grande, el 16 de julio y en el desembarco en San Pedro, el 5 de agosto de aquel año.
Se halló en el avance sobre la Capital y en el ulterior retroceso del “Ejército Libertador”, asistiendo al asalto y toma de Santa Fe y a la sangrienta batalla de Quebracho Herrado, el 28 de noviembre de 1840 (2).
Al reorganizar sus fuerzas el Gral. Lavalle, Rivadavia se incorporó a ellas, y se batió en los campos de Monte Grande o Famaillá, el 19 de setiembre de 1841. Destruido el “Ejército Libertador”, acompañó a sus restos en su marcha hasta Jujuy y los escoltó los despojos de Lavalle hasta que fueron depositados en la catedral de Potosí.
Rivadavia se halló en tierra extranjera, con una mano casi inutilizada a consecuencia de una herida recibida en la campaña; rendido de fatiga, sin recursos de ninguna clase, sin parientes y sin amigos. En tan crítica situación abandonó Bolivia, y atravesando la meseta de Mato Grosso, se halló en tierra brasileña después de sufrir lo indecible en la travesía. De allí pasó al Estado Oriental.
Al iniciar el general Manuel Oribe el sitio de Montevideo, el 16 de febrero de 1843, Rivadavia figuró entre sus defensores y se distinguió en numerosos hechos de armas. A
Cuando el Gral. Paz abandonó la defensa de aquella plaza para hacerse cargo de las fuerzas que se organizaban en Corrientes, Rivadavia marchó a incorporarse a éstas, asistiendo a la campaña que se realizó en enero-marzo de 1846, a raíz de la invasión de Urquiza a aquella Provincia.
Disuelto el “Ejército Aliado Pacificador” a consecuencia de las intrigas del gobernador Madariaga, hondamente preocupado por la suerte de su hermano el general Juan, que había caído prisionero de Urquiza, Rivadavia acompañó al Gral. Paz cuando emigró al Paraguay.
También se había hallado en la campaña sobre Santa Fe, en julio y agosto del año anterior, asistiendo a la toma de la ciudad de este nombre, el 6 de julio y al combate de Mal Abrigo, el 12 de agosto de 1845, que puso punto final a aquella expedición, que fue dirigida por el Gral. Juan Pablo López. Pasó entonces al Brasil y luego a Montevideo.
Paso al bando federal
En 1848, vino a Buenos Aires enrolándose en la parroquia del Juzgado de Paz de Catedral al Norte, donde prestó servicios en la 2ª Compañía. Contrajo matrimonio el 7 de diciembre de 1849, con Melchora Ximeno, hija del coronel Pedro Ximeno, capitán del Puerto de Buenos Aires, y de Isabel de Cires de Cossio y de la Cruz. Por entonces su familia residía en el partido de San José de Flores.
Al producirse el pronunciamiento de Urquiza en 1851, se alistó en el ejército rosista. Para no pocos autores de cuño liberal, tal el ejemplo de González Arrili, los muchachos varones de nuestro primer presidente fueron unos “comodones” que “se fueron de rondón al “federalismo” del tirano”, aunque más razonable que este argumento ideologizado puede resultar el hecho de poner punto final a una vida llena de derrotas unitarias, exilios o expatriaciones, tal como sucedió con José Joaquín Rivadavia desde 1828 hasta 1848.
De hecho, al año de haberse arrimado al Gobernador Rosas, José Joaquín Rivadavia le escribe una carta llena de lisonjas y retractaciones que, fechada el 3 de octubre de 1849, decía lo que sigue en uno de sus párrafos salientes:
“Al poner mi planta en el suelo de mi patria, Excmo. Señor, y después de estar en ella tengo el derecho de pedir también a V. E. me permita demostrarle de este modo mi gratitud y buenos deseos. El que V. E. se haya dignado perdonar mis pasados errores de haber hecho parte del Salvaje bando unitario; no es bastante para recobrar en el concepto de V. E. y en el de mis conciudadanos el nombre ilustre con que tan debidamente se distinguen los hijos de nuestra cara patria y causa federal. Ansío por demostrar que estoy penetrado de la justicia de todos los actos de Gobierno de V. E. y de la entera fe con que yo lo reconozco…”
Asistió a la revolución del 11 de setiembre de 1852, y a la defensa de Buenos Aires. Se vio comprometido en los movimientos de 1854 por lo que estuvo preso.
En 1857, al ser repatriados los restos de su padre fue invitado oficialmente junto con sus hermanos a las imponentes ceremonias que se le realizaron. En esa oportunidad solicitó ser reincorporado al ejército en atención a que le sería bochornoso no estar repuesto en su empleo el día en que llegaran las cenizas de su padre. Sólo a medias se satisfizo su pedido, siendo reincorporado el 11 de mayo con el grado de sargento mayor. Luego fue destinado al Regimiento 1º de Guardias Nacionales, que mandaba en San José de Flores, Pedro Naón. Quedó fuera de servicios después de la batalla de Cepeda, el 23 de octubre de 1859.
Producida la Guerra del Paraguay, Rivadavia se alistó en las filas del ejército, asistiendo a la batalla de Yatay, toma de Uruguayana, combate del Paso de la Patria, sorpresa de Estero Bellaco, batalla de Tuyutí, combates de Yataytí-Corá y Boquerón y asalto de Curupaytí, formando parte del Regimiento “General San Martín” mandado por Esteban García.
Durante algún tiempo formó parte del Detall General del Ejército, adquiriendo en la campaña una enfermedad por la cual debió regresar a Buenos Aires, el 11 de abril de 1867, con el fin de reparar su salud quebrantada.
Recibió las medallas por la batalla de Yatay, por la toma de Uruguayana y el cordón de Tuyutí. El 2 de setiembre de 1867 pasó a la Plana Mayor Disponible, donde revistó hasta que fue dado de baja por decreto del 8 de junio de 1880.
Retirado definitivamente de la milicia, buscó la paz del hogar para vivir tranquilo sus últimos años, dedicado a la educación de su único hijo Joaquín, que se recibió de abogado.
Falleció en Buenos Aires, el 7 de mayo de 1887, a los 76 años de edad. Sus restos se hallan en el Cementerio de la Recoleta.
La única descripción más o menos completa que se tiene de este hijo de Rivadavia, es la que aparece casi a finales de 1851, y que lo describe así:
“JOAQUIN RIVADAVIA (…) – calza bota fuerte – es sano – no es borracho – natural de Buenos Aires – no sabe domar – sabe andar a caballo – se ocupa en un escritorio de Agencia – Su domicilio Calle del Parque (3) num. 51. Sabe leer y escribir y en prueba de ello firma la presente clasificación – se halla enrolado actualmente en el Juzgado de Paz de la Catedral al Norte (…) – de estado casado – color blanco – pelo castaño algo cano – es hombre de pueblo – es bueno para caballería.”
Y en el vestir, se dice que “usa la divisa y cintillo federal”, mientras se enfatiza que “no es borracho”, que tiene “chaleco punzó” y “bota fuerte”. Lo que se dice, un vestuario digno de un federal neto.
Referencias
(1) Los hijos de Rivadavia fueron: José Joaquín, nacido el 31 de agosto de 1810: Constancia, el 26 de agosto de 1812; Bernardino, el 26 de febrero de 1814 y Martín, el 23 de abril de 1923.
(2) Triunfo federal. Lavalle perdió en esta batalla mil trescientos hombres entre muertos y heridos, cerca de seiscientos prisioneros, de los cuales sesenta eran jefes y oficiales, toda su artillería, bagajes, parque, su correspondencia, etc. El triunfo del Quebracho era tan importante para los federales como el que acababa de obtener la diplomacia de Juan Manuel de Rosas por medio de la convención con Francia, la cual puso término a las diferencias entre ese gobierno y el de la Confederación Argentina.
(3) Actual calle Lavalle.
Fuente
Cutolo, Vicente Osvaldo – Nuevo Diccionario Biográfico Argentino – Buenos Aires (1983).
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
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Turone, Gabriel O. – José Joaquín Rivadavia, el hijo federal de Bernardino – Buenos Aires (2017).
Yaben, Jacinto R. – Biografías argentinas y Sudamericanas – Buenos Aires (1939)
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