Nació en Santa Fe, el 23 de julio de 1743, siendo sus padres el general Antonio Candioti Mujica, español, valiente defensor de la Serena, que fue muy atacada por los indios, con tanta decisión y heroísmo que determinó a Fernando VI, a autorizarlo para usar como propio el escudo de armas de la mencionada plaza, y de María Andrea de Zeballos, criolla (1).
Cursó sus estudios en la histórica escuela de los padres franciscanos, distinguiéndose por su clara inteligencia. Durante su adolescencia realizó frecuentes y periódicos viajes al Paraguay y Perú, llevando haciendas y mercaderías para venderlas a cambio de onzas de plata y oro, negocio que le proporcionó pingües beneficios, y unido a las riquezas heredadas, lo decidieron a emprender en gran escala, los trabajos agrícolas.
Desde los 17 años sirvió en esta frontera como en la del Paraguay “a su costa y mención”, y posteriormente, obtuvo el grado de sargento mayor de milicias. Vigiló las fronteras contra los indios, y lo hizo con celo y sin violencias. El frecuente trato con los caciques le facilitó a Candioti el cumplimiento de tales funciones.
En repetidos años desempeñó el cargo de Alcalde ordinario. Sus posesiones de campo se extendían en las actuales provincias de Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes, y tenía tierras también en Perú, heredadas de su padre. Los campos de Candioti se prolongaban más allá de la margen izquierda del Río Uruguay en territorio de la República de Brasil.
A partir de 1764, comenzó a adquirir tierras para poblarlas con gran cantidad de ganado de toda especie, que llegó a sumar más de 500.000 cabezas entre caballos, mulas, vacunos y lanares. Fue Candioti –como dice un autor- el auténtico pionero criollo, que impulsó una de las más sólidas fuentes económicas del país: la ganadería.
En sus viajes al Alto Perú vendió o canjeó productos donde abundaba el metal, pero se carecía de mulas, cueros y yeguarizos.
Fue objeto de honrosas distinciones, y el 10 de mayo de 1784, Francisco Basavilbaso lo designó Maestro de Postas y Guarda de la Real Renta en Las Tacuaras, en medio del Sauce y del Guayquiraró en su provincia, nombramiento confirmado por el virrey Marqués de Loreto.
Fue capitán de fronteras en la ciudad de Coquimbo, y producida la erección del Consulado en Santa Fe, fue el primer juez, cargo que desempeñó hasta 1801, con acierto y eficacia. En esa fecha, solicitó su retiro “con fueros y el grado inmediato superior”, siendo Comandante interino de la ciudad de Santa Fe. Los motivos de su alejamiento son principalmente que los años le impiden continuar con la agilidad que requiere el desempeño de tales tareas, como también la de cuidar sus numerosas estancias. Desde 1801, sacrificó su vida al campo.
Producida la Revolución de Mayo, el pueblo de Santa Fe solicitó su designación a la Junta como Teniente gobernador, a lo que no se hizo lugar, nombrándose en cambio al coronel español Manuel Ruiz.
Resuelta la expedición del general Manuel Belgrano al Paraguay, cuando éste arribó a Santa Fe, el 2 de octubre de 1810, encontró en Candioti un colaborador decidido y eficaz, quien lo acompañó hasta su estancia en Arroyo Hondo, en el límite con Corrientes, donde lo proveyó generosamente de dinero y haciendas, carretas y otros enseres necesarios.
En 1813, a raíz de nuestras guerras civiles en el litoral, Candioti fue comisionado ante Artigas con el fin de celebrar pactos de unión con el caudillo oriental. Movido por un gran sentimiento de unidad y auténtico nacionalismo, Candioti como teniente coronel y comandante del Regimiento de Cívicos de Santa Fe en compañía con el Padre Mariano Amaro, convino en Betlen, con Artigas, el 23 de abril de 1814, como representante del director Posadas, un pacto de unión, que por desgracia no fue ratificado y trajo fatales consecuencias. Este pacto constituye un precedente destacado en nuestro federalismo.
Fue partidario del general Gervasio de Artigas, apoyándole en el sostenimiento de la doctrina federal en la época en que el general Eustoquio Díaz Vélez actuaba en Santa Fe por delegación del poder central de Buenos Aires.
Interesados en lograr la autonomía de Santa Fe, el 24 de marzo de 1815, Artigas, el coronel Mariano Vera y Candioti avanzaron sobre dicha provincia después de sublevar la indiada de San Javier, obligando a parlamentar al general Díaz Vélez, quien solicitó se le permitiera regresar a Buenos Aires con sus soldados, previa entrega del armamento y municiones que se hallaban almacenados en el fuerte de la Aduana. El 2 de abril del mismo año, el Cabildo de Santa Fe, reunido en sesión extraordinaria, lo eligió gobernador de la ciudad. El pueblo acogió la designación con un júbilo indescriptible, y se enarboló la bandera de Artigas: azul y blanca cruzada por una franja roja. No obstante hallarse enfermo, se hizo cargo de sus nuevas funciones al ser proclamado en el Cabildo Abierto del 25 del mismo mes.
Debió hacer frente a necesidades premiosas motivadas por las dificultades económicas que atravesaba la provincia. Contribuyó también a que se enviara un diputado a Buenos Aires para tratar la unión, con la instrucción expresa de que se declarara la independencia nacional, un año antes de la que se practicó en Tucumán. Se ocupó en establecer cantones en la zona norte para contener las invasiones de los indios, y envió misiones franciscanas y jesuitas que predicaban la doctrina cristiana con el propósito de atraerlos a la paz y civilización.
Este personaje santafesino, que alguien llamó “príncipe de los gauchos”, no fue ni gaucho ni príncipe. Fue tan sólo un criollo, señor de estancias y haciendas logradas con su trabajo personal, y constante sacrificio. Dueño de una sólida fortuna y dotado de hermoso y apuesto físico, vestía con singular elegancia y riqueza. Fue, como bien lo aclaró José Luis Busaniche, no un gaucho, sino “un criollo principesco” que despertaba admiración, no sólo por su apostura, sino por las relevantes condiciones personales y morales que lo adornaban, por ser extremadamente generoso y cordial con sus hombres y modesto a pesar de su inmensa riqueza.
En el desempeño de su cargo, enfermó de gravedad y en sus últimos días delegó el mando en Pedro Tomás Larrechea, alcalde de primer voto. Falleció en Santa Fe, el 29 de agosto de 1815, a los 72 años. Su cuerpo fue sepultado en la Iglesia de Santo Domingo, rindiéndole Viamonte con sus tropas, los honores militares correspondientes.
Se casó con Petrona Zalazar, y muerta ésta, muchos años después contrajo nuevo matrimonio con Juana Ramona de Larramendi, con la que tuvo hijos. No se ha podido precisar el número de sus hijos naturales, que reconoció públicamente como legítimos, llevaban su apellido y le atendía sus intereses. John Parish Robertson conoció seis a comienzos de 1814. Este, junto a su hermano William Parish Robertson, trazaron el retrato de Candioti en sus famosas Cartas, al decir: “Señor de 300 leguas cuadradas de tierra, propietario de 250.000 cabezas de ganado, dueño de 300.000 caballos y mulas; y de más de 500.000 pesos atesorados en sus cofres, en onzas de oro importadas del Perú.(…)“Llegaba a la sazón de una de esas excursiones a aquel país; se sentaba sobre el lomo de un bayo lustroso y potente; decididamente el animal más lindo que yo había visto en el país. Nada más espléndido como caballo y jinete tomados en conjunto, y en relación con el estilo gauchesco de montura en boga, se podría encontrar en Sud América” (…) “Su pequeña boca y nariz estrictamente griega, su noble frente y finos cabellos delicadamente peinados en quedejas de plata, sus penetrantes ojos azules y su semblante tan sano y rubio como si hubiera pasado su vida en Noruega, en vez de cabalgar en las Pampas, eran todos interesantes”.
Su retrato, reconstruido por J. A. Terry, existe en el Museo Provincial de Bellas Artes “Rosa Galisteo de Rodríguez”, en Santa Fe.
Referencia
(1) Según L. Montenegro de Arévalo: la ciudad de Lima, en el Perú, acogió a Teodoro Candioti (1666 -1726), abuelo de Francisco Antonio, alrededor de 1716, con sus hijos y su mujer, de apellido Mujica. A su arribo, Teodoro ingresó al servicio del virrey, príncipe de Santo Buono, en tanto que su hijo Antonio, oficiaba como paje. En 1720, al cesar en sus funciones el príncipe de Santo Buono, junto al habitual Juicio de Residencia del funcionario, sobrevino la persecución de Teodoro Candioti por parte de la Inquisición, a raíz de sospechas religiosas vinculadas con su ascendencia veneciana. En 1721, fue puesto en prisión, y falleció en la cárcel, a manos de la Inquisición, el 19 de mayo de 1726. Luego de su muerte, su nombre y el de su familia fue rehabilitado, concediéndoseles a los hijos Antonio y Juan, la gracia de Familiares del Santo Oficio, cargo que en aquella época no sólo representaba una distinción, sino facilidades de vida y otras prebendas.
Fuente
Cutolo, Vicente Osvaldo – Nuevo Diccionario Biográfico Argentino – Buenos Aires (1969).
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Montenegro de Arévalo, Liliana – Francisco Candioti primer gobernador independiente - El Litoral, Santa Fe (2015)
Portal www.revisionistas.com.ar
Roberston, Johm Parish y Robertson, William Parish – Letter on Paraguay y Letter on South America (1815-1816)
Se permite la reproducción citando la fuente: www.revisionistas.com.ar