Nació en Cambiano, Turín (Italia), el 8 de octubre de 1819. Era hijo de Domenico Mossi y Domenica Cuore. De su padre, hombre culto, heredó la inclinación por el estudio de las lenguas, pues conocía y hablaba latín, francés, español y alemán. Hizo sus primeros estudios en el Colegio de Nuestra Señora de los Angeles, de donde pasó al Seminario de Chieri, pues deseaba abrazar la carrera eclesiástica. Luego ingresó a la Congregación “Propaganda Fide”.
En 1843, se ordenó de sacerdote en Turín, y al año siguiente, viajó hacia América en calidad de misionero apostólico. Tras un penoso viaje, arribó a Chile. Permaneció durante diez años en el Chaco boliviano donde predicó el evangelio entre los indios, y estudió las lenguas aborígenes. Logró aprender más de cuarenta dialectos, lo que le dio facilidad para hablarles en su mismo idioma. Estuvo en Potosí, y fue uno de los más eficaces evangelizadores porque se identificó con aquel medio primitivo. Comenzó a escribir su primera parte de la Gramática quichua.
En 1845, pasó a los valles calchaquíes de Salta. Dos años después, volvió a recorrer Potosí, Chayanta y Tupiza, en busca de nuevos elementos idiomáticos. También continuó su labor evangelizadora. En 1854, dio a luz en Sucre, su Gramática quichua, elaborada después de fatigosas vigilias.
De regreso a Bolivia, publicó en 1857, su Ensayo sobre las excelencias y perfecciones del idioma quichua. Al año siguiente, apareció su Clave Harmónica o concordancia de los idiomas. Su primer Diccionario de la lengua quichua, se editó en 1860, obra que firmó con el seudónimo de fray Honorio Mossi, que al secularizarse en 1870, lo mudó por su verdadero nombre.
Hallándose en Cochabamba, en 1862, publicó un breve trabajo: Teología mística, que es un tratado de apologética cristiana. En 1864, se trasladó a Madrid, donde fue muy bien recibido porque se lo consideraba como uno de los filólogos más grandes de la época. La Academia del Lenguaje Universal le encargó la traducción de una gramática latina, tarea que realizó en tres meses, y que le valió el nombramiento de miembro honorario. Luego marchó a Italia para gestionar su secularización, y tras separarse de la congregación a que pertenecía, regresó a América.
Incorporado al clero americano fue destinado a Trinidad, en la República Oriental del Uruguay, donde fundó un colegio que mantuvo a sus expensas. Permaneció hasta 1872, en que fue trasladado a Chascomús (Prov. de Buenos Aires), pero antes se supone que debió haber residido algún tiempo en Buenos Aires, debido a la publicación que hizo de los Discursos filosóficos sobre el magnetismo y espiritismo, fechado en aquel año, y en el que impugnó las teorías espiritistas de la época, de gran auge.
En Chascomús formó parte como vocal de la comisión que la Municipalidad nombró el 30 de agosto de 1872, encargada de la fundación de la biblioteca pública. Creemos que se le puede atribuir dicha creación porque la Biblioteca Popular fue inaugurada con gran ceremonia, el 1º de enero de 1873, en cuya oportunidad Mossi pronunció un discurso.
Durante su permanencia estableció una imprenta que denomino “El Pueblo”, con la que inició la publicación de un periódico titulado “El Cóndor” (8/12/1872 al 26/1/1873), del que se conservan ocho números. Mossi figura como director y gerente. Allí editó el Tratado fisiológico y psicológico de la formación del lenguaje (1873), obra que dedicó a monseñor León Federico Aneiros (1826-1894), y la cual está precedida por un Discurso histórico sobre la variedad de las lenguas, que le sirve de introducción. Este libro es considerado el primero impreso en la provincia de Buenos Aires.
Trasladado a la ciudad de Buenos Aires decidió fundar un colegio en el pueblo de Belgrano, al que sumó una imprenta y el periódico “La Prensa de Belgrano”, que salió el 1º de octubre de 1873.
Se ausentó para Santiago del Estero en marzo de 1874, y en el Colegio Nacional local dictó cátedras de latín y literatura española. Desde 1877 a 1878, enseñó en el Colegio Nacional de Tucumán las materias de filosofía, latín y griego. Al año siguiente, en la ciudad de Rosario, al mismo tiempo que dio clases en el Colegio Nacional, en el cual ocupó por seis meses la rectoría, colaboró intensamente en el periodismo de la ciudad, siempre sobre temas de su especialidad. Posteriormente, regresó a Santiago donde gobernó parroquias pobres, como las de Chopo, Choya y Atamisqui hasta que fue designado capellán del Colegio de las Esclavas del Sagrado Corazón, en la capital de la provincia. En 1888, concluyó su obra que versa sobre la fauna y flora de aquella región. Mantuvo activa correspondencia con el sabio Samuel A. Lafone Quevedo.
Trató inútilmente de conseguir la creación de una cátedra para la enseñanza del idioma quichua. Escribió: “Es una lengua que morirá si no hacemos un esfuerzo para conservarle la vida, y con ella se perderán inapreciables tesoros históricos y lingüísticos que aún permanecen ocultos“.
Recuerda Ricardo Rojas: “Mi padre fue también hábil quichuista, y de sus dos ministros no lo fue menos uno de ellos, don Jesús Fernández; el otro, el doctor Nicolás Leiva, era buen amigo personal del padre Mossi y a él dedicó un libro, del que conservo un ejemplar”.
En 1889, pasó a la ciudad de Córdoba para dirigir la impresión de su Manual del idioma general del Perú. Gramática razonada de la lengua quichua comparada con las lenguas del antiguo continente, dispuesta por el gobierno de Santiago del Estero para enviarla a la Exposición Universal de París.
El Padre Mossi encontró similitudes entre el quichua y el hebreo antiguo, llegando a señalar 600 raíces similares, su tesis fue aceptada por algunos estudiosos y cuestionada por otros.
Sus últimos años, los vivió medio paralítico, pero se dio tregua para concluir la traducción del quichua del drama Ollantay en verso, de autor desconocido.
Sumido en la mayor pobreza, murió en el hospital de la ciudad de Santiago del Estero, el 12 de agosto de 1895. El diario “La Prensa”, de Buenos Aires, dio la noticia de su desaparición, diciendo que “vivió consagrado a la ciencia de la religión y también a la religión de la ciencia, que le debe trabajos de positivo mérito”.
Tiempo después se le rindieron numerosos homenajes póstumos. La legislatura de Santiago del Estero votó una pequeña suma para que los restos del insigne filósofo fuesen trasladados a un sepulcro especial, que debía llevar una placa con esta inscripción: “Al Presbítero Miguel Angel Mossi, la Legislatura de Santiago interpretando la gratitud americana”.
Ricardo Rojas sintetizó su personalidad, al decir que: “Italiano de origen, llegó a ser argentino por su vida, su obra y su posteridad”.
La Universidad Nacional de Tucumán publicó algunas obras inéditas del padre Mossi, en 1926, entre ellas, el Diccionario analítico-sintético-universal, con una importante biografía. Su retrato lo pintó Honorio Mossi.
Fuente
Barrio, Maximino de – Noticia biográfica – Incluida en la edición de Ollantay – Universidad nacional de Tucumán (1916).
Cutolo, Vicente Osvaldo – Nuevo Diccionario Biográfico Argentino – Buenos Aires (1975).
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Portal www.revisionistas.com.ar
Se permite la reproducción citando la fuente: www.revisionistas.com.ar