Juan Fugl (nombre originario Hans Fugl), hijo menor de una familia numerosa, nació en Horslunde, Isla de Lolland (Dinamarca), el 24 de octubre de 1811. Fueron sus padres Christen Nielsen Fugl y Mette Olesdatter, que era la hija mayor de un granjero acomodado de la aldea que había empleado a Christen Fugl como peón.
Después de realizar trabajos ocasionales en las granjas de la aldea, en su temprana adolescencia, Juan Fugl consiguió su primer empleo estable como sirviente en una granja en Horslunde. Allí trabajó unos años como ayudante en el molino y en la labranza de la tierra. Su paso siguiente fue un puesto de caballerizo en la casa del obispo de Maribo, quien al conocer sus inquietudes intelectuales terminó ayudándolo a ingresar en el seminario de magisterio de Snested al norte de Jutlandia, egresando como maestro en 1837. En su país, se dedicó a la enseñanza, siendo preceptor en varios hogares de pastores daneses, pero como esas tareas no estaban de acuerdo con sus inquietudes, resolvió emigrar a la Argentina después de leer un artículo en el “Berlingske Tidende” (1), sobre nuestras ricas tierras.
Viajó de Copenhagen hasta Hamburgo, desde donde se embarcó hacia Buenos Aires. Hizo el viaje en compañía de un médico, el doctor Jacobsen, y Christopher Holer, quien fue recomendado a Fugl por sus padres, que lo conocían de su trabajo en una escuela de la isla de Falster. Saxild, un médico de Dinamarca residente en Buenos Aires, les hizo una carta de recomendación. También estaban respaldados por la Sociedad Cristiana de Misiones Extranjeras de la iglesia luterana de su país, con el compromiso de investigar las posibilidades de establecer una misión cristiana entre los indios de Sudamérica.
Llegaron a Buenos Aires, el 11 de noviembre de 1844, luego de 40 días de viaje. Allí hicieron contactos con unos marinos daneses y otros alemanes para emplearse en la ciudad de Buenos Aires, gobernada en ese entonces por Juan Manuel de Rosas; Fugl encontró a la ciudad decorada en rojo “desde los tarros de los lecheros hasta las imágenes de los santos estaban adornados con moños colorados de la Federación”.
Se estableció en los alrededores de la ciudad con su compañero de viaje, abriendo el primer año, una granja y lechería (2), y el segundo trabajando como agricultor asociado con el doctor Jacobsen lo que permitió reanudar su relación con la comunidad protestante, y en manera especial, participar de los cultos religiosos en el templo luterano de la calle Esmeralda 162.
Luego de reunir cierto capital se internó al sur de la provincia con Jacobsen a quien se le ofreció la oportunidad de ejercer la medicina en Barrancosa, un pueblo que estaba entre Chapaleufú y Tandil, donde en 1848 levantó una cosecha de cebada y papas. Allí hizo trabajos de artesanía, especialmente de carpintero, lo que le relacionó con la gente del fortín de Tandil.
Invitado a radicarse en el lugar, se le ofreció la donación de la tierra (3). Allí levantó su casa de paja y barro y se dedicó a la agricultura. y tras no pocos percances en 1850, levantó su primera cosecha de trigo, en la que salvó la semilla. Para industrializar el trigo, construyó un dique en el río y un molino harinero, estableciendo una panadería cuyo horno estaba a cargo del francés François Lebrun (4).
Fue un gran propulsor del adelanto de los pueblos de esa región, estableciendo el servicio de “galeras” o mensajerías entre Buenos Aires, Dolores y Tandil. En 1855 llegó a presenciar los malones de Yanquetruz, sin que sufriera daño alguno.
Las buenas relaciones con las autoridades, con los estancieros y con los comerciantes prósperos del pueblo lo condujeron por el camino del poder local. La década de 1850, que trajo aparejados cambios tan centrales en la política de la provincia y del país, fue testigo del acceso de algunos extranjeros al gobierno municipal. Entre ellos se encontraba Fugl, que iba a desempeñar diversos cargos en la Municipalidad de Tandil, hasta su regreso definitivo a Dinamarca.
En 1856, ocupó el cargo de concejal de Tandil, trazó las calles del futuro pueblo y construyó varias casas. Fundó la primera escuela para varones (5), y luego para niñas. Cuando pudo aprendió la lengua araucana, confeccionando un diccionario y visitando la toldería de uno de los caciques.
En 1858 retornó a Dinamarca, donde el 25 de junio de 1859 se casó con su sobrina Anne Dorothea, casi treinta años más joven que él. En un caluroso día de comienzos de febrero de 1860, Fugl, su esposa y Magrethe Larsen, una isleña treintañera que trabajaría como sirvienta del flamante matrimonio, llegaron a Buenos Aires.
No descuidó el cultivo de la vida espiritual, mediante las prácticas religiosas de sus connacionales. Su casa fue centro de reunión de la colectividad, y estableció la primera iglesia luterana danesa en el Plata; más aún, ofició en servicios religiosos como organista.
Deseoso de agradecer al país, donde logró reunir una gran fortuna, intervino activamente en la administración local. Contó con la cálida amistad de los presidentes Sarmiento y Mitre.
En 1871, emprendió viaje a su país natal para visitar a sus familiares, y a su regreso trajo un núcleo de compatriotas con los que fundó la colonia danesa en la Argentina (6).
Anciano ya, en 1875, retornó definitivamente a su tierra, y se radicó en Copenhague, en una lujosa villa en Østerbro, donde en la entrada ostentaba el nombre: “Villa del Tandil”. Tal era su agradecimiento por tantos años de esfuerzos por Tandil. En sus Memorias, Fugl deja entrever que se decidió a liquidar sus propiedades en Argentina y a abandonar aquel mundo en 1875 para satisfacer el deseo de su esposa de regresar a Dinamarca.
Falleció el 25 de enero de 1900. Escribió los recuerdos de su vida para sus hijos (7), y el voluminoso manuscrito de sus Memorias, permaneció largos años en la Biblioteca real de Copenhagen. Fueron traducidas al castellano por Lars Baekhoj con el título de Abriendo Surcos, donde se ofrece una selección coherente y orgánica que da una buena idea de la personalidad de Fugl como de sus grandes trabajos y esfuerzos en un medio duro y hostil.
En Tandil se emplazó un monumento al pionero danés en la ladera del Parque Independencia, representándolo erguido mirando el futuro, apoyado en una base donde está una las piedras de moler trigo (8), de la primera tahona que instaló en lo que entonces era un caserío. Fue inaugurado el 24 de octubre de 1964 con la presencia del presidente de la Nación Dr. Arturo Illia y la princesa Benedikte de Dinamarca. Es de granito, obra del escultor Carlos Alfonso Allende (1910-1979), nacido en Ayacucho, pero que desarrolló su actividad en Tandil.
Juan Fugl habitó en Tandil la casa de la calle 9 de Julio 292; forma parte de la edificación denominada “Panadería de Altos” construida aproximadamente en el año 1874. El frente en conjunto, alcanza unos 80 metros de longitud. Sus paredes blancas, el techo colonial de tejas rojas y las ventanas ojivales pintadas de verde le dan un curioso aspecto. Aún hoy es imponente. Fue la primera casa de dos plantas erigida en la aldea del siglo pasado. En ella hoy tiene su asiento la Escuela de Artes Visuales 1 “Vicente Seritti”. En Tandil existe hoy una calle que conmemora justicieramente su vida y su obra. La misma comienza en la ladera del Parque Independencia y finaliza en la Avenida Brasil.
En el parque de Snoghøj, donde el Dansk-Argentinsk Forening realiza su Asado Fest anual, se encuentra un “mindesten” (piedra en memoria) de Juan Fugl.
Referencias
(1) Diario danés fundado por Ernst Henrich Berling en 1749. Desde 2010 circula con el nombre de “Berlingske”.
(2) De ahí se conoce una de sus anécdotas: como extranjero que no manejaba aún perfectamente nuestro idioma, confundía la palabra “beso”, con “peso”. Y, como lo ha relatado en sus Memorias, en cierta oportunidad cuando vendió un litro de leche, una señorita le dio en pago un beso.
(3) Por entonces el gobierno ofrecía tierras gratuitas a los colonos, para que se afincaran y sembraran trigo.
(4) Fue la primera panadería que conoció Tandil, en la esquina de Maipú y 9 de Julio.
(5) Se la denominó “Escuela Nº1”, actualmente es la Escuela EGB Nº1 “Manuel Belgrano” (Gral. Belgrano 557, entre Gral. Rodríguez y Fuerte Independencia)
(6) Varios de sus connacionales se expandieron por la zona de Tres Arroyos y Necochea. Se sabe que un gran porcentaje de los agricultores del partido de Tres Arroyos hoy día son de descendencia danesa. Recuerden también que una de las cervecerías más grandes del país que tiene Quilmes, está en Tres Arroyos. Esto demuestra que la iniciativa de Juan Fugl lleva a la importancia de los daneses establecidos en la zona, a contribuir en la economía argentina, por medio de la producción agrícola.
(7) Tuvo ocho hijo, un varón y siete niñas, de las cuales seis fallecieron a temprana edad.
(8) Fueron talladas en granito de Tandil y reemplazaron a las que Fugl comprara en Buenos Aires y se rompieron al llegar a destino.
Fuente
Bjerg, María M. – Entre Sofie y Tovelille – Ed. Biblos – Buenos Aires (2001)
Buus, Svend A. – Sobre don Juan Fugl - Mayo (2011)
Cutolo, Vicente Osvaldo – Nuevo Diccionario Biográfico Argentino – Buenos Aires (1971).
Los abuelos de mi historia – Daneses en Argentina
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Pérez, Daniel Eduardo – Juan Fugl: El pionero danés – Tandil Magazine (1999)
Portal www.revisionistas.com.ar
Se permite la reproducción citando la fuente: www.revisionistas.com.ar