Nació en la ciudad de Santiago del Estero, el 7 de marzo de 1906. Era hijo de Ramón Carrillo, periodista, político y docente, y de María Salomé Gómez Carrillo. Cursó sus estudios en la Escuela Normal “Manuel Belgrano”, donde rindió quinto y sexto grado libre, y luego pasó al Colegio Nacional. Se destacó como alumno brillante. A los 15 años publicó una monografía histórica titulada: Juan Felipe Ibarra, su vida y su tiempo, con la cual obtuvo una medalla de oro, premio instituido por las “Damas Patricias” de su provincia (1922). Por la misma época escribió otro trabajo Glosa de los servidores humildes, en la que propiciaba la protección de la vejez.
En 1923 egresó como bachiller, con medalla de oro. Al año siguiente. Ingresó a la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Buenos Aires, siendo el único alumno de diecisiete años, y en 1927 por sus relevantes calificaciones fue designado por concurso practicante del Hospital Nacional de Clínicas. Asistió al Instituto de Clínica Quirúrgica, que dirigía el profesor José Arce, su primer maestro en la cirugía. Colaboró con el doctor Manuel Balado, orientándose hacia la cirugía del sistema nervioso. Completó sus estudios de neuroftalmología con el profesor Carlos Argañaráz y Clínica otoneorológica con Eliseo Segura.
En 1928 publicó en colaboración con Balado sus primeros trabajos científicos que constituyen las primeras producciones dadas a conocer en el país.
Durante sus primeros años de practicante se ocupó en temas de psiquiatría y abordó cuestiones de medicina y filosofía. Se graduó de médico en 1929, con medalla de oro. Basándose en un procedimiento original del doctor Balado (la “yodoventiculografía”) dio a conocer sus primeros trabajos acerca de la Radiología del cuarto ventrículo. Sus investigaciones sobre este procedimiento novedoso, culminó con su obra científica más importante Yodoventriculografía fosaposterior, que obtuvo mención especial en el Premio Nacional de Ciencias (1938).
Sin descuidar su formación científica consiguió una sólida preparación humanística, cultural y política. Vivió la bohemia literaria de los cafés de Buenos Aires, y alternó con poetas, Entabló una entrañable amistad con Homero Manzi, otro santiagueño, y se inclinó por la pintura argentina formando una importante pinacoteca. Políticamente adhirió al nacionalismo.
En 1930, obtuvo una beca universitaria para perfeccionarse en Europa, apadrinado por su comprovinciano doctor Nerio Rojas –años más tarde adversario político-, quien lo recomendó al profesor Balthazar, decano de la Facultad de Ciencias Médicas de París. Por su intermedio se vinculó con el centro neurológico más importante del mundo establecido en Amsterdam (Holanda). Allí trabajó durante dos años consecutivos junto a los profesores C. U. Ariens Kapper, titular de anatomía del sistema nervioso; R. Brouwer y Oljenik. Tras una breve estada en París, asistió en Berlín a los cursos del profesor Schulfer en la clínica neurológica de Aufflelans Krakenhaus y visitó importantes servicios especializados. Nuevamente en París, siguió los cursos de clínica neurológica del profesor Georges Guillain, y en el laboratorio del profesor Bertrand, en la Salpetriére, tuvo ocasión de revisar el abundante material histopatológico acumulado por Pierre Merie.
El doctor Carrillo regresó a Buenos Aires en 1933, reencontrándose con los amigos de la “bohemia” y sus compañeros nacionalistas. Los profesores Arce y Balado le confiaron de inmediato la organización del Laboratorio de Neuropatología del Instituto de Clínica Quirúrgica. No ejerció la profesión dedicándose a la investigación y a la docencia, publicando numerosos trabajos científicos.
A partir de 1939, se hizo cargo del Servicio de Neurología y Neurocirugía del Hospital Militar Central. Promovió un estudio estadístico para determinar la cantidad de camas disponibles en todo el territorio nacional, realizándolo por intermedio del Instituto Geográfico Militar, dependiente del Ministerio de Guerra.
A la muerte del profesor Balado lo sucedió como profesor titular en la cátedra de Neurocirugía de la Facultad de Ciencias Médicas de Buenos Aires, en 1942. Allí hizo escuela y formó discípulos. Se lo consideraba como el más importante neurólogo y neurocirujano del país, conocido en los círculos especializados del extranjero.
Al producirse la Revolución de 1943, comenzó a colaborar con el gobierno militar en la planificación y organización de la política sanitaria. Al crearse la Secretaría de Salud Pública de la Nación, el 23 de mayo de 1946, fue designado secretario y confirmado el 4 de junio, al asumir la presidencia de la Nación, el coronel Juan D. Perón. Posteriormente la Secretaría se transformó en Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social de la Nación. Fue su primer ministro desde el 17 de marzo de 1949 hasta el 22 de julio de 1954. Trabajó en ella por espacio de ocho años, y sus ideas se insertaron en la doctrina social y humanista del justicialismo.
Dotó a la Secretaría de bases normativas, organizativas y de infraestructura aptas para la conducción y ejecución de una política nacional de salud pública. Se construyó durante su ministerio el Policlínico “Evita”, actualmente Hospital Interzonal General de Agudos “Evita” (HIGA), en Lanús (Pcia. de Buenos Aires) y otras creaciones en materia de servicios asistenciales fueron numerosas y fecundas a lo largo de todo el país.
Con la ayuda de sus colaboradores se transformó en planificador sanitario, y elaboró el Plan analítico de Salud Pública, un estudio completo y orgánico de 4.000 páginas que contempla e incluye los objetivos, principios y acciones de su ministerio hasta en sus mínimos detalles.
Puso en marcha una estructura administrativa, basada en la centralización normativa y descentralización ejecutiva. Esas normas fueron agregadas en su Teoría del Hospital (1951) con sus respectivos volúmenes sobre Arquitectura y Administración.
Realizó campañas masivas de gran envergadura y dimensión nacional, que instrumentó para erradicar enfermedades endémicas, como el paludismo en el nordeste del país (empleó el método de dedetetización), brotes de fiebre amarilla en la frontera con Bolivia, enfermedades venéreas, la tuberculosis, lepra, viruela, etc.
Otro éxito notable fue el drástico descenso de la mortalidad infantil que bajó del 90 por mil en 1940 al 56 por mil en 1955. Creó miles de centros de protección materno-infantil. Encaró también un plan orgánico de construcciones y creación de servicios hospitalarios y de asistencia a la salud. Establece una tipificación arquitectónica para institutos de 30 a 480 camas, extensibles según las necesidades. Define los requerimientos de personal, normaliza servicios y procedimientos administrativos y de economía. Organiza, en síntesis, la medicina social. Según sus profundas convicciones estuvo orientado a lograr mediante ella un cierto grado de “socialización”.
Fue un colaborador íntimo y fiel del general Perón durante sus dos primeras presidencias.
Una seria dolencia lo obligó a viajar a Estados Unidos de N. A. para su recuperación. Renunció como ministro en 1954, y solicitó licencia en su cátedra. La versión más coherente es que disentía profundamente con el contralmirante Alberto Teisarie, presidente del Partido Peronista. Como así también con el grupo de funcionarios y dirigentes políticos que respondían a éste. Carrillo criticó la conducción y los procedimientos de este grupo.
El 15 de junio de 1954, Perón anunció la reestructuración del gabinete, en esa reunión durante dos horas expuso su pensamiento y formuló una autocrítica de la política gubernamental. Derrotado ante los ministros Perón no quiso desprenderse del doctor Carrillo y le ofreció que se encargase de un organismo centralizador de Investigaciones Científicas y Técnicas. El 31 del mismo mes aceptó el ofrecimiento y le envió un anteproyecto para dicho organismo. Pero su salud estaba seriamente quebrantada y partió hacia los Estados Unidos para recuperarse. No sólo eso, sino que también emprendió el camino del exilio.
Desde Nueva York siguió con interés el curso de la política argentina, comprobando que sus predicciones se fueron cumpliendo con los errores del oficialismo. Vivió con tristeza los acontecimientos de junio y setiembre de 1955, que terminó con el derrocamiento del gobierno peronista.
En Estados Unidos dio una serie de conferencias en la Universidad de Harvard, visitó laboratorios de investigación y sometido a un intenso tratamiento sólo logro leve mejoría. Como le resultaba imposible sostener a su familia aceptó un puesto de médico en la empresa minera norteamericana “Hanna Mineralization and Company”, que tenía una explotación a 150 kilómetros de la ciudad brasileña de Belém do Pará, adonde arribó con ellos. Debía viajar dos veces por semana en helicóptero hasta el campamento minero en medio de la selva brasileña. Mientras tanto en Buenos Aires sus bienes fueron confiscados por las comisiones investigadoras de la Revolución Libertadora.
El 28 de noviembre de 1956 sufrió una hemorragia cerebro-vascular por lo que fue internado en el Hospital Aeronáutico de Belém do Pará, para un tratamiento intensivo. Se hicieron consultas con especialistas argentinos hasta dos veces por día. El 20 de diciembre de 1956, falleció siendo enterrado en el Cementerio local.
Estaba casado con Isabel Susana Pomar. Sus restos fueron repatriados en 1972. Tras ser depositados en el Cementerio de Olivos (Pcia. de Buenos Aires) pasaron a descansar a Santiago del Estero.
Se constituyó en Buenos Aires una Comisión Nacional de Homenaje. Impuso su nombre al Hospital Policlínico Regional de la ciudad de Santiago del Estero y al moderno Hospital de San Martín de los Andes (Neuquén). Se dispusieron actos de homenaje y reivindicación. En 1974 la Facultad de Ciencias Médicas le dio el nombre de “Profesor Ramón Carrillo” al pabellón sede del Instituto de Neurocirugía y la cátedra homónima. Una calle de Buenos Aires lleva su nombre.
Expresó su discípulo, el doctor Raúl Matera que. “Carrillo, el hombre, era serio en seriedades. De sonrisa fácil y amplia como una mano tendida hacia los semejantes. Físicamente no se destacaba de los demás sino por su criolla tez morena y curtida por el sol santiagueño, de la cual se sentía orgulloso. Hombre de pensamiento y acción, jamás escindió la inteligencia de la voluntad de la praxis. Hombre sensible; abierto a todos los rumbos de la inquietud intelectual. Optimista impenitente, creía en el Creador y el hombre hecho a su imagen y semejanza”.
Fuente
Cutolo, Vicente Osvaldo – Novísimo Diccionario Biográfico Argentino (1930-1980) –Buenos Aires (2004).
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
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