En la Argentina se menciona la participación de los negros en las artes desde la época de la esclavitud. No sólo están presentes en toda clase de oficios y artesanías, sino en talleres de plateros, escultores y pintores de la época colonial. Entre éstos últimos se destacó Fermín Gayoso, quien era natural de Buenos Aires, hijo de español y de mulata.
Desde 1790 vivió en la casona de estilo pompeyano construida por la familia Pueyrredón en un poblado que comenzó a crecer ese mismo año alrededor de la Capilla (con el tiempo se convertiría en la ciudad de San Isidro).
Con afición a la pintura, siendo esclavo y criado de Juan Martín de Pueyrredón, no pudo concurrir a la Escuela de Dibujo del Consulado (1), porque sus estatutos prohibían el ingreso a mestizos. Ante esta situación fue educado en sus ratos libres por el afable párroco de San Isidro, el que le enseñaba, entre otras cosas, a manejar pinturas y pinceles, para retocar santos y cuadros habidos en aquella Capilla, tarea que cumplió a satisfacción.
En esa época los esclavos eran muy demandados por los españoles para suplir las necesidades domésticas y ejercer las artes mecánicas. Pero a pesar de que se los necesitaba en los talleres y se les enseñaba el oficio, tenían prohibido recibir una educación formal que les permitiera convertirse en maestros.
En 1806 se produjeron las Invasiones Inglesas. Como en Inglaterra desde 1789 existía una corriente que propugnaba por la abolición de la esclavitud, coincidiendo con la llegada de los ingleses a Buenos Aires hubo un levantamiento de esclavos convencidos de que la expedición inglesa llegaba principalmente para darles su independencia. William Carr Beresford emitió un comunicado a pedido de Juan Martín de Pueyrredón, en el que ordenaba se les hiciera entender a los esclavos que su condición de tales no cambiaría. Esta medida impulsó a los negros a combatir contra los ingleses en la reconquista organizada por Juan Martín de Pueyrredón, y Fermín Gayoso fue incorporado para luchar contra ellos en 1806 y 19¡807.
Su educación artística exigió tiempo y gastos. En 1808, su amo lo llevó a España, donde invocando su oficio de “retratista”, para poder mantenerse, solicitaba del monarca Carlos IV, la gracia de su libertad, pues carecía de los trescientos pesos necesarios para obtenerla. Alegaba para ello que no era negro, sino hijo de español casado con mulata, se hallaba en esa condición por muerte de su padre, y fundamentaba el pedido, de acuerdo a los servicios prestados en la Reconquista de Buenos Aires durante las Invasiones Inglesas. La nota marginal del petitorio que existe en el Archivo General de Indias dice: “que exprese el mérito que hizo en la Reconquista”. No se sabe si amplió los términos de su solicitud o si regresó a Buenos Aires.
Lo más probable es que regresara a la patria, para proseguir el ejercicio de su arte, y acaso iniciara en los secretos de la pintura al hijo de su amo, Prilidiano Pueyrredón, considerado el padre de la pintura argentina.
El niñito Prilidiano amaba, como su padre, al buen esclavo Gayoso; lo admiraba y espiaba cuando aquel trabajaba. Una mañana le dijo: “Tu mi buen Fermín, que haces cosas tan bellas, por qué no retratas con tus colores a mis nubes, las que tanto quiero; ellas están ahora como clavadas sobre el río”. El dócil esclavo, con ternura afectiva, pintó las nubes y el niñito Prilidiano, después de besarle, corrió hasta su dormitorio y colocó la tela sobre el rugoso muro blanco diciendo: “Primero Dios, después mis nubes”.
Fermín Gayoso –que se distinguiera combatiendo en las invasiones inglesas anhelando su libertad- escapó una noche de la vieja casona de San Isidro: jamás nada se supo de su suerte. Se presume que falleció en Buenos Aires alrededor de 1832. Fue el primer pintor argentino de que se tenga noticia.
Dice el historiador Romualdo Brughetti: “Lamentablemente no existe ningún vestigio sobre su trabajo pictórico, pero si consideramos su condición económica, situación que le imposibilitó obtener estudio académico alguno, es fácil imaginar el tipo de factura de sus retratos, es decir muy próximo a las características de la pintura popular alejada de las normas clásicas”.
Un pasaje de la ciudad de Córdoba lleva su nombre (situado por Artigas, entre Courel y Duarte Quirós).
Referencia
(1) Academia de dibujo fundada en 29 de mayo de 1799 por el general Manuel Belgrano, por entonces secretario del Consulado, de la que fue director Juan Antonio Gaspar Hernández, reemplazado luego por los hermanos Cañete. Tenía su sede en la casa de Miguel de Azcuénaga, en la actual esquina de Rivadavia y Reconquista. Allí se enseñaba dibujo y arquitectura, conocimientos que Belgrano estimaba indispensables para el progreso de las industrias del país. Podían asistir a ella sólo “españoles e indios netos”, no los mestizos. Es oportuno tener en cuenta que la Escuela de Dibujo y la de Náutica sólo funcionaron hasta 1804 porque fueron clausuradas por Real Orden, “por ser establecimientos de mero lujo”.
Fuente
Biagini, Hugo E. y Roig, Arturo A. – El pensamiento alternativo en la Argentina del siglo XX – Ed. Biblos –Buenos Aires (2004).
Brughetti, Romualdo – Nueva Historia de la Pintura y la Escultura en la Argentina – Ed. de Arte Gaglianone, Buenos Aires (1991).
Cutolo, Vicente Osvaldo – Nuevo Diccionario Biográfico Argentino – Buenos Aires (1971)
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Portal www.revisionistas.com.ar
Solari Parravicini, Benjamín – Dibujos Proféticos – Tomo I, Ed. Kier, Buenos Aires (2002).
Sukama, Nengumbi C. – Aportes en la reconstrucción de la memoria afroargentina – 2014
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