Seudónimo de Gustavo Adolfo Martínez Zuviría, quien nació en Córdoba el 23 de octubre de 1883, siendo sus padres Zenón Martínez y Cabanillas, nacido en Tulumba, y Carlolina de Zuviría, de la capital provincial. Es bautizado en la Catedral de Córdoba el 24 de noviembre de 1884.
Se dice que su primer cuento fue redactado a sus siete años, y que a los catorce ya escribía para el tradicional diario cordobés Los Principios. Sus estudios primarios los realizó en el Colegio Santo Tomás de Aquino, institución católica de los Padres Escolapios, en la ciudad de Córdoba. Cursa los estudios secundarios en el Colegio Inmaculada Concepción de Santa Fe, graduándose de bachiller en 1901.
En 1902 publicó su primera novela, “Alegre”, prólogo de una fecunda carrera en la que editó 28 novelas, 4 novelas cortas, 37 cuentos y 14 relatos, además de un centenar de colaboraciones para el diario La Nación y la revista Caras y Caretas.
Hacia 1907, con solamente 24 años, el novelista obtuvo el grado de doctor en Derecho y Ciencias Sociales en la Universidad de Santa Fe. Fue profesor de Economía en dicha universidad, y ese año se desempeñó como secretario de la Asamblea Constituyente de la Provincia de Santa Fe.
Un año más tarde se casó con Matilde de Iriondo Iturraspe, a la que define en el cuento “Picaflor de biblioteca” como su “primera y única novia”. En su viaje de bodas el Papa Pío X los recibe en la sala del Tronetto del Vaticano, les dice “tengan hijos” y los bendice. Se piensa que en la historia de la familia de ella fue que el escritor se inspiró para escribir la novela histórica “La casa de los cuervos”, ambientada en la época de las luchas civiles en Santa Fe. Con Matilde compartió su vida, tuvo 13 hijos y casi sesenta nietos.
Entre 1916 y 1920 ?durante el gobierno de Hipólito Yrigoyen-, fue diputado nacional por el Partido Demócrata Progresista (1), liderado por su amigo Lisandro de la Torre. En su labor como diputado fue conocido por su agudeza en el recinto parlamentario, sobre todo ante las ironías que despertaba de parte de otros colegas por sus novelas. Víctor Funes recuerda que una vez el diputado Horacio Oyhanarte le espetó: “¿Por qué no se dedica el señor diputado a La casa de los cuervos?” (refiriéndose a la novela de Wast La casa de los cuervos). Wast comprendió el doble sentido y replicó: “Es que ahora estoy muy ocupado en la caza de los gansos… ¡de los gansos como usted, hombre, como usted!”.
En 1922 obtuvo la medalla de oro de la Real Academia Española Real Academia (Madrid) por su novela Valle Negro (1918). De esta obra diría el español Miguel de Unamuno: “He leído “Valle negro” con el ánimo suspenso y volveré a leerlo, porque el interés que me despertó es el de un dramático juego de pasiones”.
Recibió en 1926 el Premio Nacional de Literatura por su Desierto de piedra (1925), quizá su obra más estimable por su valor costumbrista y su sentido del paisaje.
Luego de viajar por el extranjero y residir unos años en París, donde continuó publicando obras, Martínez Zuviría regresó al país en 1931 para tomar la dirección de la Biblioteca Nacional, que había dejado vacante Paul Groussac. Allí se desempeñó hasta 1954, momento en el que comienzan las desinteligencias entre el gobierno de Juan Perón y la Iglesia Católica. Para cuando dejo su cargo, Martínez Zuviría había triplicado el patrimonio existente en la Biblioteca, alcanzando el volumen de 700.000 ejemplares.
En 1941 fue interventor federal en Catamarca, y luego, ministro de Justicia e Instrucción Pública, cargo desde donde impulsó la enseñanza religiosa en las escuelas.
Bajo el mandato del general Ramírez, en 1943, fue nombrado ministro de Justicia e Instrucción Pública, cargo que ocupó hasta que, avanzada la Segunda Guerra Mundial, el gobierno se vio obligado a romper relaciones con el eje. En la carta de renuncia, Martínez Zuviría arguyó que se negaba a que la Argentina “se embandere y que nuestros soldados vayan a morir en tierras extrañas sin saber porqué, a las órdenes de jefes extranjeros que nos desprecian y a la sombra de banderas de todos los colores”.
Martínez Zuviría vio con buenos ojos el gobierno de Juan Domingo Perón mientras mantuvo buenas relaciones con la Iglesia católica. Pero, con posterioridad, debido varias acciones llevadas a cabo por dicho gobierno que no fueron de su agrado lo llevaron a alejarse, esta vez definitivamente, de la acción política.
En 1954 El gobierno de España le confiere la condecoración de la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio.
En su obra Año X, editada en 1960, Wast plantea su propia visión de la Revolución de Mayo, sobre todo respecto a la actuación de Mariano Moreno. El escritor tenía especial aversión por este personaje. Que un revolucionario de ideas liberales hubiera sido el fundador de la Biblioteca Nacional -la misma a la que él dedicó más de veinte años de su vida- era un hecho que le costaba aceptar.
“Flor de Durazno” no es solamente una de sus novelas más famosas, sino el lugar donde descansaba, situado en la localidad cordobesa de San Esteban, Departamento de Punilla. Fue en este solar donde el escritor se inspiró y creó la mencionada novela.
“Mi casita está situada en el cruce de dos caminos. Por el uno, que va a San Esteban y Capilla del Monte, pasan las polvorosas cabalgatas de las gentes alegres. El otro, ancho, melancólico y de costumbre solitario, lleva pausadamente al blanco cementerio, tendido en una loma pedregosa y estéril, donde solo crece el tomillo. Desde mi galería diviso la quieta mansión“, dice el escritor Wast en el prólogo de la primera edición de su novela “Flor de Durazno”.
Hacia 1917, su casa fue visitada por el mismísimo Carlos Cardel quien arribó con el fin de protagonizar una película basada en la historia de Hugo Wast.
El autor recibió muchas distinciones en la época, además de ser traducido a más de 20 idiomas (como inglés, francés, checo, alemán eslovaco, holandés, húngaro y hasta japonés, entre otros).
A fines de los años 1950 su salud comenzó a declinar visiblemente a causa de una infección pulmonar. Falleció en Buenos Aires el 28 de marzo de 1962 en su casa, y fue enterrado en el panteón familiar del Cementerio de la Recoleta, siendo vestido su cuerpo con la sotana de la Compañía de Jesús, orden en la que fue formado y en la que en su juventud pensó ingresar.
Gustavo Martínez Zuviría trató en su obra literaria los temas más espinosos de su tiempo con valentía y honradez. Según el padre Guillermo Furlong SJ, su confesor, “lo hizo a la luz de la Verdad. El la buscó, la siguió, la secundó y ella lo hizo libre, en la libertad de los hijos de Dios, única verdadera libertad”.
Fue un hombre bondadoso y piadoso, de una profunda formación teológica, un cristiano práctico, de misa y comunión diaria, fue fiel a sus principios y vivió conforme con ellos, así como creía, así pensaba y obraba.
Vivía como sentía, sentía como escribía y escribía como obraba.
Sus obras
1905: Alegre.
1907: Pequeñas grandes almas
1911: Flor de durazno.
1914: Fuente sellada
1916: La casa de los cuervos.
1917: Novia de vacaciones (una mera reedición de Pequeñas grandes almas, de 1907).
1918: Valle negro (medalla de oro de la Real Academia Española en 1922).
1919: Ciudad turbulenta, ciudad alegre.
1920: La corbata celeste.
1921: Los ojos vendados.
1921: El amor vencido.
1922: El vengador.
1925: Desierto de piedra (Premio Nacional de Literatura en 1926).
1926: El jinete de fuego.
1926: Las espigas de Ruth
1926: Myriam la conspiradora.
1927: Tierra de jaguares.
1929: Lucía Miranda.
1930: El camino de las llamas.
1932: Don Bosco y su tiempo.
1935: El kahal.
1935: Oro.
1941: El sexto sello.
1942: Juana Tabor.
1942: 666
1944: Esperar contra toda esperanza.
1948: Aventuras del Padre Vespignani.
1960: Año X
Referencia
(1) Su relación con el Partido Demócrata Progresista (al que había representado como diputado por la provincia de Santa Fe) terminó cuando Wast consideró que ciertas expresiones de Lisandro de la Torre habían ofendido a la religión.
Fuente
Colombres, Mercedes – El descanso del escritor Hugo Wast.
Diario La Nación, Buenos Aires, 25 de setiembre de 2004.
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Gociol, Judith – A 50 años de la muerte de Hugo Wast – La Maga, noviembre de 1994.
Martínez Zuviría, Prudencio – Hugo Wast
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