En 1823, Juan Antonio Lavalleja regresaba a la Banda Oriental –en ese entonces Provincia Cisplatina bajo el dominio portugués recientemente devenido brasileño- luego de estar cinco años preso en la Isla de Cobras. El ex lugarteniente de Artigas se afincó en la zona denominada “Rincón de Zamora”, actual departamento de Tacuarembó, y dio rienda suelta a su gusto por las actividades vinculadas al ganado.
Pero eso no duraría mucho pues, al producirse ese mismo año el movimiento llamado de “Los caballeros orientales”, Lavalleja no tardó en unirse nuevamente a la causa revolucionaria. Primero se trasladó a las provincias argentinas de Entre Ríos y Santa Fe y luego pasó a Buenos Aires, buscando apoyo para iniciar la cruzada libertadora de la Banda Oriental.
Ese primer intento independentista fracasó y Lavalleja decidió asilarse en Buenos Aires, pero no se dio por vencido. Un año después alquiló los galpones de un saladero en la zona de Barracas y allí se abocó a organizar la invasión a la Banda Oriental.
A comienzos de 1825, casi todo el sur del continente americano había logrado independizarse de la colonización española. Con la batalla de Ayacucho, en 1824, se había puesto punto final a la dominación española. Pero aún sobrevivía otra dominación, la de los brasileños en la zona de la Banda Oriental, llamada por los colonizadores Provincia Cisplatina. La misma databa de 1820, cuando empezó siendo dominación portuguesa y que luego, con la independencia de Brasil de Portugal, pasó a manos de los brasileños.
Al enterarse del resultado de la batalla de Ayacucho, Lavalleja decidió redoblar los esfuerzos para conseguir la soñada independencia. La idea era reunir una fuerza expedicionaria que se dirigiría a la Banda Oriental para liberarla del dominio brasileño.
De eso resultó la conformación de un grupo de treinta y tres hombres que por agua emprendió viaje a territorio oriental. Embarcaron en dos lanchones en San Isidro, un poco al norte de Buenos Aires, en las nacientes del Río de la Plata. Se internaron hacia el delta del Río Paraná, navegando sobre todo en la noche, a fin de eludir los patrullajes brasileños.
Su primer destino fue la isla Brazo Largo, donde acamparon cuatro días, transcurridos los cuales decidieron que era el momento de intentar el cruce hacia la costa oriental del Río Uruguay. La empresa fue exitosa ya que el 19 de abril de 1825 los treinta y tres orientales estaban poniendo sus pies en la Playa de la Agraciada. Allí los esperaba Tomás Gómez, un hacendado de la zona, con una caballada, y el “baqueano” Andrés Cheveste, un conocedor del territorio.
En el camino se les fueron uniendo otros contingentes de milicianos y el grupo logró ocupar primero Dolores y luego Villa Soriano. Avanzaron hacia el sureste eludiendo Mercedes, una ciudad muy bien defendida por los brasileños.
Todavía faltaba el encuentro con el grupo de Fructuoso Rivera, que en ese momento formaba parte del ejército ocupante. El grupo de Rivera había sido enviado por el general Lecor para detener a los liderados por Lavalleja. Pero el encuentro, el 29 de abril de 1825, no derivó en una batalla como era de esperar, sino en el conocido “abrazo del Monzón” (río a orillas del cual ocurrió el hecho), porque Rivera no enfrentó a Lavalleja sino que se unió a él.
La incorporación de Rivera fue fundamental para el éxito de la campaña, llevando a que el alzamiento contra la dominación brasileña se extendiera a toda la Banda Oriental. De ahí en más se sucedieron más ocupaciones, Lavalleja organizó el gobierno del territorio liberado y finalmente llegaron las batallas de Rincón y Sarandí que liberaron completamente a la Banda Oriental de la ocupación brasileña.
La bandera de los Treinta y Tres Orientales
Los orientales que resistían en Argentina la dominación luso-brasileña, y que se lanzaron a liberar la patria en la Cruzada Libertadora, necesitaban un estandarte.
Adoptaron entonces para su bandera los colores que José Artigas -quien se había visto obligado a retirarse al Paraguay en 1820- había usado siempre.
La bandera de los Treinta y Tres orientales es actualmente uno de los símbolos patrios uruguayos, junto con el Pabellón Nacional, la bandera de Artigas, el Himno Nacional y la escarapela nacional.
Está formada por tres franjas horizontales.
La azul, en la parte superior, simboliza la grandeza.
La blanca, en el medio, la república.
La roja, en la parte inferior, la sangre derramada por la libertad y la independencia.
Lleva la leyenda “Libertad o Muerte” reafirmando el juramento que animaba la Cruzada y que habían hecho los orientales a su Patria.
Fuentes
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Filosi, Analía – Desembarco de los Treinta y Tres Orientales.
González, Cecilia – La Bandera de los Treinta y Tres Orientales.
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