Martín de Alzaga

Martín de Alzaga (1755-1812)

Nació en la pequeña población de San Martín de Ibarra de Aramayona, provincia de Alava (España), el 11 de noviembre de 1755. Era hijo de Francisco de Alzaga y Manuela de Olavarría, oriundos del mismo valle. Todos sus antepasados eran vascos. Llegó a Buenos Aires en 1767, a los doce años, probablemente a instancias de su tío, el acaudalado comerciante Mateo Ramón de Alzaga. Entró como dependiente en la casa de comercio de Gaspar de Santa Coloma, en la que permaneció hasta los veintidós. Según el propio Santa Coloma era “tan cerrado en el vascuence que no sabía palabra castellana”. Siendo muy joven se independizó y salió de la casa de aquél con 24.000 pesos, agregando que “se ha sabido manejar en el comercio con mucha conducta y crédito”.

El 13 de setiembre de 1780, contrajo matrimonio con María Magdalena Carrera, hija de Francisco Carrera y Josefa de Suda, en la iglesia de la Merced, con la que tuvo trece hijos.

Alzaga se dedicaba por completo a las actividades mercantiles y poco a poco iba logrando imponer su nombre honrado y laborioso en la mezquina vida del flamante virreinato. Sus actividades no se dedicaban solamente a Buenos Aires sino que tenía sucursales establecidas en toda América. Pronto se convirtió en uno de los comerciantes más ricos de la Argentina.

Cuando tenía veintiocho años, en 1783, salió rumbo a España. Por mares lejanos volvía sobre sus pasos de muchachito andariego que un día bajó de las montañas vizcaínas buscando tentar suerte en la América rica y poderosa. No podemos precisar cuánto tiempo estuvo, pero si sabemos que ya en 1785 estaba de regreso en Buenos Aires, nuevamente en los trajines de su vida tormentosa, entre los. desvarios de la política colonial y con las intensas preocupaciones del comerciante ávido de riquezas.

El 1º de enero de 1785, cuando toda la villa festejaba la entrada del nuevo año, se realizan en el Cabildo, frente a la Plaza Mayor, las elecciones consejiles y esta vez aparece junto a los hombres de largos años de servicios públicos un nombre joven perteneciente a una figura en formación pero a la que se asegura importante destino: Martín de Alzaga, electo Defensor de Pobres.

En 1789, por asuntos de negocios realizó otro viaje a Potosí. Su yerno, José de Riquena, lo representó en Cádiz, de donde recibía grandes cantidades de mercaderías. Se le acusó de importar negros. Fue en cantidad insignificante, inferior a la de cualquier otro vecino de Buenos Aires.

El 1º de enero de 1790 es electo Procurador Síndico General. Ya en ese momento el volumen de sus operaciones no le permitía ocuparse con la dedicación que a él le agradaba y resuelve renunciar. Los cabildantes, conociendo su genio moral, deciden la no aceptación de la renuncia y Alzaga continúa todo ese año en el cargo.

El 1º de enero de 1795 fue electo Alcalde de Primer Voto. Con esta elección comienza su verdadera actuación intensa y desde ese momento el Cabildo todo es Martín de Alzaga y su diligente actividad.

Su mayor gloria se halla en las dos invasiones inglesas, ya que se ha demostrado que a él, se debe en primer término, la preparación de la Reconquista de Buenos Aires, el campamento de Perdriel y la organización del regimiento “La Unión”, y otras fuerzas que permitieron a Liniers aparecer como el reconquistador de la ciudad.

El triunfo de 1806, le dio a Alzaga gran autoridad para preparar la defensa de Buenos Aires cuando Liniers fue derrotado en forma aplastante en la Plaza de Miserere, y tuvo que huir buscando solo un refugio. Sin la acción decidida de Alzaga, el ataque inglés en 1807, habría significado el establecimiento definitivo de las fuerzas de Gran Bretaña en esta parte de América. Alzaga era entonces alcalde de primer voto, y cuando se trató la rendición de los ingleses exigió, en contra del parecer de no pocas personas, que devolviesen también la ciudad de Montevideo.

Durante las dos invasiones Alzaga proyectó, con un grupo de criollos, catalanes y vascos, poner en independencia el virreinato del Río de la Plata. Cuando se conocieron los sucesos en España, de la revolución madrileña del 2 de mayo de 1808 y la instalación, en todas las ciudades españolas, de Juntas provisionales de gobierno, Alzaga convenció al gobernador de Montevideo, Francisco Javier de Elío, que organizara una Junta en esa ciudad. Así nació la Primera Junta del Río de la Plata el 21 de diciembre de 1808. La Junta justificaba la violenta enemistad que existía entre el Cabildo de Buenos Aires y el gobernador de Montevideo en contra del virrey Liniers, acusado de haber nacido en Francia, estar dominado por madama Ana Perichón Van Deuil de O’Gorman (agente inglés), nombrar jefes militares franceses sin ningún antecedente, hacer gastos excesivos y estar dispuesto a aceptar cualquier gobierno que triunfase en España.

El deseo de derribar a Liniers hizo preparar a Alzaga la revolución del 1º de enero de 1809, movimiento político de enorme trascendencia, insospechada en otros tiempos. Esa revolución, que ha sido disminuida y llamada asonada o motín, tenía por fines declarar la independencia del virreinato del Río de la Plata, fundar una Junta, de la cual Mariano Moreno estaba designado como secretario, y convocar un Congreso con dos representantes de cada ciudad del interior para que proclamasen la independencia.

Estos hechos fueron denunciados principalmente por Cornelio de Saavedra, Manuel Belgrano y otros jefes militares, además de gran número de civiles. Unos eran enemigos de Alzaga por querer entregar esas tierras a Gran Bretaña; otros por querer traer a reinar en Buenos Aires a la infanta Carlota Joaquina, mujer del regente de Portugal y hermana de Fernando VII, y otros por ser secuaces de Liniers.

El proceso, enorme, que se levantó a Alzaga y a otros acusados dio con ellos en la cárcel, hasta que el nuevo virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros los absolvió de las resultas de la conmoción, pero no del proyecto de la independencia.

Alzaga, aprisionado por Liniers, fue enviado a Patagones junto con otros capitulares, pero todos lograron huir en una fragata que envió el gobernador de Montevideo y desde esta ciudad fomentaron los levantamientos de Chuquisaca y La Paz, del 25 de mayo y 16 de julio de 1809, que tenían por fin impedir que algunas autoridades del Alto Perú entregasen esos dominios a la infanta Carlota Joaquina.

Vuelto a Buenos Aires, Alzaga tuvo que guardar prisión por estar bajo proceso con motivo de sus planes separatistas. Por ello no actuó en los días de Mayo, pero en el Cabildo abierto del día 22 estaban sus amigos y correligionarios. El teniente general Pascual Ruiz Huidobro fue el segundo en hablar en el Cabildo, después del obispo Benito de la Lué y Riega, y propuso la destitución del virrey y el nombramiento de un nuevo gobierno por indicación del Cabildo; fórmula que logró la mayoría de votos y dio origen a la Primera Junta del día 24 de mayo, que resultó, por decisión del Cabildo, presidida por el ex virrey Cisneros, y luego, a la Segunda Junta, la del 25 de mayo, que tuvo como presidente al comandante Cornelio de Saavedra. Se sabe positivamente, por declaraciones en otros tiempos ignoradas, que el partido de Alzaga fue el que logró la caída de Cisneros. Así lo atestiguan, por ejemplo, Rivadavia, Belgrano, Guillermo Pío White y otros.

El triunfo de Saavedra, logrado por una transacción, significó para Alzaga, el comienzo del fin. Empezó a ser perseguido, lo mismo que su íntimo amigo, Mariano Moreno, y mientras éste tuvo que dirigirse a Londres, Alzaga tuvo que salir de Buenos Aires, hasta que, en 1812, El Triunvirato de Rivadavia, Pueyrredón y Chiclana creyó descubrir una conspiración misteriosa. Primero apresó a un emisario que desde el Alto Perú llevaba cartas a Montevideo y se entrevistó una vez con el obispo de Buenos Aires, gran enemigo de Alzaga. Luego el Triunvirato oyó hablar a mucha gente de planes de invasión desde el Uruguay y otros rumores.

Se trata, indudablemente, de tres hechos separados y perfectamente analizados. El primero es el relativo al emisario del Alto Perú, que terminó fusilado y no tuvo trascendencia. Como primer resultado, el obispo apareció muerto, envenenado, según testimonios indubitables. La segunda conspiración es la de Posidonio da Costa, portugués, que proyectaba la venida a Buenos Aires del ejército de Portugal que se hallaba en la Banda Oriental y habría puesto en el trono a la infanta Joaquina. La tercera conspiración es la conocidísima de San Martín, Alvear, Holmberg, Monteagudo y otros que estalló el 8 de octubre de 1812 y derribó el Triunvirato, pero antes que sucediese este hecho, el gobierno en que dominaba Rivadavia hizo aprisionar a Alzaga y a otros cuarenta sospechosos y en pocos días los fusiló y colgó en la Plaza de la Victoria.

Alzaga murió el 6 de julio de 1812. La inocencia de Martín de Alzaga está perfectamente probada, Enrique de Gandia afirma terminantemente que la llamada conspiración de 1812 es una leyenda en lo que se refiere a la participación de Alzaga. Este personaje tiene una actuación social y política intensa en la historia de Buenos Aires. Sus restos fueron hallados en 1866, en una caja sólidamente construida, al efectuarse una excavación en uno de los patios de la iglesia de San Miguel. Fueron recogidos y trasladados al Cementerio de la Recoleta.

Lo indudable es que la historia de Alzaga no es la de otros tiempos. Gandia lo presenta como el precursor de la independencia argentina, su indubitable fundador. Confirma su tesis, Enrique Williams Alzaga con otros documentos. No se ha levantado todavía la oposición a estas demostraciones que significan un cambio profundo en los orígenes de la historia argentina. Están en discusión detalles de menor trascendencia.

Fuente
Cutolo, Vicente Osvaldo – Nuevo Diccionario Biográfico Argentino, Buenos Aires (1968)
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
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