Nació en Berlín (Alemania). En su patria prestó servicios como maquinista a bordo de vapores que navegaban el Rhin. En 1854 viajó con sus padres a Buenos Aires, quienes fijaron residencia en el partido de Magdalena (Prov. de Buenos Aires). A su llegada trabajó a bordo del “Asunción”, que hacía la carrera entre Buenos Aires y Rosario de Santa Fe.
Sus primeros años en este país fueron de duro trabajo, y sus frecuentes estadas en Santa Fe lo vincularon a personas de figuración como Cullen, Cabal, Oroño y Rams. Después estableció una calera en el Rincón de Noario (Partido de Magdalena) por cuenta de Juan Antonio Escribano; estuvo luego de maquinista en el establecimiento de Tomás Harkness, constructor de buques, y obtuvo una plaza en el molino “Los Andes”, de la ciudad de Buenos Aires. Allí fue donde inició sus actividades industriales que habían de llevarle a conquistar el renombre que alcanzó, estableciendo en 1863 un taller naval y herrería mecánica, el más importante de la época. En él se estaba en condiciones de construir vapores, además de construir calderas, ruedas de tranvías, maquinarias industriales y agrícolas varias. La planta se levantaba en un terreno de 10.000 metros cuadrados de superficie, en el que la parte cubierta totalizaba 6.000 metros cuadrados.
Algunos años después, montó grandes talleres en la calle Defensa, frente a la quinta de Lezama, donde construyó el vapor “Ventura”, para Esteban Rams y Rubert destinado a exploraciones en el Río Salado, en Santa Fe.
Construyó también el vapor “Santa Lucía”, y luego otros catorce más de distintas dimensiones y calados. El establecimiento poseía talleres de ajuste, calderería, fundición, chapas, etc., dando ocupación a 180 hombres.
Dueño de una considerable fortuna, con el concurso de su hermano Mauricio, ingeniero que trabajaba en Río de Janeiro, formó en 1871 la Sociedad Anónima Talleres Casa Amarilla, montándolo con los últimos perfeccionamientos técnicos.
La fundición producían las piezas para los demás departamentos de la fábrica y tirantes y columnas de hierro para la construcción de edificios. El hierro era fundido al estado líquido para ser transportado luego por medio de una grúa o pescante hasta los moldes donde era vertido. Este proceso de fabricación de piezas de hierro por moldeado requería de la elaboración previa de los moldes de madera y tierra: la construcción de los moldes y el acabado mecánico son las únicas tareas manuales en la producción de piezas de fundición. En otras dos secciones estas piezas eran montadas para construir calderas de vapor y cajas de seguridad. Por último, la “sección de ajustaje” estaba destinada a la elaboración de máquinas para molinos, fideerías, curtiembres, fábricas de aceite, prensas hidráulicas, sierras de cinta para maderas, motores, tuberías, ascensores, trilladoras y desgranadoras. Contaba con herramientas para cepillar, taladrar, serrar y cortar, así como tornos de diferentes medidas. En los talleres el proceso de trabajo se fue dividiendo de manera tal que en la fundición se elaboran piezas que luego eran prensadas, cortadas y remachadas en esa y en las demás secciones para montar las diferentes manufacturas finales. Esta división del trabajo también se manifiesta en la existencia de herramientas complejas destinadas a trabajos específicos, como las cortadoras, los tornos, las cepilladoras, las punzadoras, etc. En suma, el establecimiento “Casa Amarilla” presentaba las características que definen al régimen de manufactura moderna.
Disuelta esa sociedad, en 1889, continuó trabajando solo. Consiguió numerosos triunfos en el terreno industrial y tuvo parte principalísima en la instalación de numerosos establecimientos nacionales.
En la Primera Exposición Industrial de Buenos Aires, en 1877, fue premiado con medalla de oro por sus máquinas. Aparte de la construcción de barcos a vapor hizo todas las maquinarias y aparatos para numerosos molinos de viento, ascensores, prensas hidráulicas, etc.
En 1875 fabricó un tipo de noria llamada “Salvación del campo”, totalmente de hierro, que se impuso inmediatamente en la campaña siendo accionada por un caballo atado a la barra del malacate.
En 1892, el diario La Prensa comunicaba la aparición de un nuevo producto de los talleres mecánicos de Felipe Schwarz: una trilladora de 6 caballos de fuerza, que podía procesar 300 fanegas diarias de trigo, destacando que “(…) ya tenemos que en el país se fabrican tan perfectas como lo pueden ser las extranjeras”.
Construyó en su taller mecánico en 1883 un gran cuarto de hierro, destinado al Banco Hipotecario de La Plata. Este cuarto pesaba sesenta toneladas, y se había empleado en su construcción cerca de cuatro meses, trabajándose en él continuamente. Los planos fueron confeccionados por los ingenieros Juan Antonio Buschiazzo y Luis Viglioni. Medía cinco metros de altura y cinco de ancho; la puerta tenía cuatro metros de altura; el espesor de las paredes era de dieciocho centímetros, estando dividida cada una de ellas en veinticuatro pedazos. En el interior tenía ochenta gavetas y una galería de hierro por la que podía andar cómodamente una persona. El gobierno pagó por el cuarto y su instalación la suma de 22.000 moneda nacional.
Construyó en 1885 la primera “Caja Argentina” de hierro, uno de los primeros “tesoros” nacionales que se utilizó hasta época reciente en diversas oficinas del Banco de la Nación Argentina. De su fundición en 1895 se logró fundir piezas de hasta 8.000 kilos de hierro.
Al mismo tiempo que procuró perfeccionar su industria, Schwarz cuidó muy especialmente de la situación del obrero, llegando a establecer un reglamento modelo para el personal. Sin embargo, no consiguió realizar su mayor aspiración: el de forjar hierro con carbón argentino.
También se dedicó a la construcción, y fue el autor del viejo Hospital de Clínicas, que existió en la manzana de las calles Córdoba, Paraguay, Junín y Uriburu (actual Plaza Dr. Bernardo Houssay) que fue comenzado en 1879 y habilitado en 1881. El edificio comenzó a demolerse en 1975, a poco de haber sido habilitado el nuevo Hospital de Clínicas “José de San Martín”, en la manzana contigua. La Parroquia Universitaria San Lucas es el único edificio que sobrevivió a la demolición.
Publicó un artículo importante sobre La industria azucarera en la República Argentina en “Anales de la Sociedad Científica” (t. XXII), que es un resumen del progreso técnico de la industria.
Falleció trágicamente en Buenos Aires el 18 de junio de 1895 en momentos en que dirigía la construcción de un edificio en la Avenida de Mayo, desde donde cayó de considerable altura.
Fue uno de los industriales que mayores prestigios y más justa popularidad alcanzó en el país.
Fuente
Cutolo, Vicente Osvaldo – Nuevo Diccionario Biográfico Argentino, Buenos Aires (1985)
Domínguez, Ing. Arístides Bryan, El general Savio y el desarrollo siderúrgico e industrial de la República Argentina – Anales Academia Nacional de Ingeniería
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
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