Nació en la villa de Oropesa, valle de Cochabamba (Bolivia), el 14 de Julio de 1780, hijo de Pedro Carrasco y Fabiana Zambrano. Pertenecía a un linaje distinguido oriundo de España. En su juventud residió en Lima como en Buenos Aires para alcanzar más ventajas en su preparación. Aunque estudió en la Universidad de Charcas, graduándose de doctor en teología, parece ser que también cursó medicina en la Universidad de San Marcos de Lima hasta recibirse de doctor.
Comenzó su actuación pública en el año 1802, como practicante de cirugía en el regimiento de voluntarios y de manera gratuita, antes de su designación oficial.
Durante las Invasiones Inglesas fue cirujano del Regimiento de Patricios que mandaba Cornelio Saavedra. Fue nombrado por el virrey Sobremonte, el 8 de octubre de 1807, primer Cirujano de la Legión de Patricios Voluntarios Urbanos de Buenos Ayres, siendo relevado de ese cargo el 12 de mayo de 1808, por Liniers, en reconocimiento a los importantes servicios prestados. En ese mismo año, acreditó los requisitos para adquirir el título de “Cirujano Latino”, y aprobó los exámenes el 20 de diciembre en el Real Protomedicato ante los doctores Agustín E. Fabre y Miguel O’Gorman. El mismo tribunal lo nombra con igual fecha, “oprimidos por el crecido número de curanderos, charlatanes y simuladores”, Teniente de Protomedicato para la ciudad de Cochabamba y su distrito, cargo que juró ante el gobernador intendente don Francisco de Biedma en noviembre 11 de 1808.
Actuó en la insurrección de Chuquisaca en 1809, siendo uno de los más ardientes sostenedores, y en 1810, en la de Cochabamba. Carrasco fue quien sustituyó al canónigo Francisco Xavier de Orihuela, rector del seminario de San Cristóbal, como representante de Cochabamba. La elección de éstos se llevó a cabo el 28 de setiembre de 1810, “habiendo obtenido 22 votos en cabildo abierto, el joven Pedro B. Carrasco con la intervención de los cuerpos y la más sana parte de la ciudad”.
El combate de Aroma del 14 de noviembre de 1810 lo encontró presente cumpliendo su ministerio. Fue un triunfo obtenido en el Alto Perú por un ejército irregular de la intendencia de Cochabamba adherente a la Junta de Gobierno de Buenos Aires, sobre las fuerzas realistas fieles al Consejo de Regencia de España e Indias. Tuvo lugar en los campos de Aroma o Arohuma (del aimara HaruUma), a orillas del río Aroma, a pocos kilómetros de SicaSica y al noroeste de Oruro.
Intervino en el Cabildo Abierto del 28 de setiembre donde se pronunció por los ideales revolucionarios. Marchó a Potosí como representante del gobernador para felicitar al doctor Juan José Castelli por el triunfo de Suipacha y ponerse a sus órdenes, oportunidad en que pronunció una elocuente arenga: “El señor Gobernador Intendente me manda hacer presente a V. S., dijo, sus sentimientos de lealtad y adhesión al nuevo gobierno y sus disposiciones, su complacencia imponderable por el triunfo de nuestras armas en Suipacha, que decidió la feliz suerte de estas provincias comandadas por el señor Balcarce, cuyo nombre brillará entre aquellos héroes a quienes la América debe su libertad y con la protesta de su eterna sinceridad y lealtad a la patria, se congratula con V.E. de sus sabias disposiciones cuyos felices resultados nos anuncian ya aquel día feliz cuya aurora llorarán para siempre los ministros del despotismo y en el que los habitantes de América tendrán un mismo modo de pensar y gozarán igualmente el mismo beneficio de un gobierno libre…”
Castelli lo nombró en 1811, Ministro Tesorero de las Reales Cajas de Cochabamba, y en 1812, cirujano mayor del segundo ejército auxiliar del Perú, a las órdenes del general Manuel Belgrano, en el que sirvió gratuitamente. Fue jefe de división en dicho ejército. Se le dio también una importante misión para conducir armamento con destino a Salta y Jujuy, y en compañía con Gregorio Zeballos.
Luego de las victorias de Tucumán (1) y Salta, pidió nuevamente destino a Cochabamba “por hallarse muy estropeado”. Belgrano negó la solicitud de Carrasco en esos términos altaneros que crearían tan malas relaciones entre los jefes porteños y los patriotas de Charcas: “No ha lugar. El suplicante debe entender que extraño su solicitud y no menos su exposición pues el que se dice patriota debe hacer uso de sus luces y conocimientos a favor de su patria y de la humanidad; porque por muchos facultativos que tuviera el ejército no sería bastante como por si mismo lo ha visto como resultado de una acción de guerra; si padece, si está estropeado, todos estamos en lo mismo, y sin embargo debemos sacrificarnos a este modo por la santa causa que tiempo habrá para disfrutar de empleos y de comodidades. (Manuel Belgrano, Potosí, 13 de julio de 1813)”.
Elegido diputado por Cochabamba concurrió al Congreso de Tucumán, reunido en 1816. Se incorporó el 17 de agosto, y fue nombrado presidente en las sesiones de setiembre. No figuró en el Acta de la Independencia, porque en ese interregno debió cumplir una importante comisión militar.
Desempeñó otros cargos públicos antes de la traslación del Congreso a Buenos Aires en 1817. Fue nombrado en comisión por los diputados Castro Barros y Darregueira para dirigir conjuntamente con el Director Pueyrredón las relaciones con el Brasil.
En 1818 fue elegido vicepresidente del Congreso reunido en Buenos Aires. Como diputado suscribió la Constitución Unitaria de 1819. Envuelto en la agitación política de 1820, fue tomado preso con los demás congresales y enjuiciado. En carta que le mandó a su cuñado Rafael Lucena, residente en Montevideo, apenas iniciado el proceso, para que le hiciera publicar por medio de la prensa, decía haber cumplido con el mandato que le dio el pueblo. Poco después recuperó su libertad, y continuó viviendo en Buenos Aires.
Hacia 1822 Bernardino Rivadavia creó la Academia de Medicina, y el Dr. Carrasco fue uno de los quince académicos de número, siendo electo vicepresidente el 7 de octubre de ese año.
Residía en su amplia casa de la calle Corrientes número 60 -numeración de 1834- y lo alternaba con su refugio veraniego en la quinta que poseía sobre el camino de Santa Fe, hoy Av. Santa Fe en las proximidades de la calle Agüero, hasta Córdoba.
Casi olvidado murió el 13 de julio de 1839, a los 50 años de edad. Estaba casado con María Florencia Pereyra Lucena (2), hija de José Pereyra de Lucena, Capitán del Regimiento de Voluntarios de Caballería de Buenos Aires y de María Inés de Pelliza. Tuvo cinco hijos: Pedro, Benito, Eugenio José, Rufina y María Dolores. Era concentrado, de un carácter lleno de entereza y seguro de sí mismo, aunque de temperamento nervioso, sabía dominarse aun exaltándose a impulsos de su pasión.
El retrato que de él se conoce, es de expresión meditativa, impresa por el hecho de pensar intensamente, revela al hombre austero y grave. Rostro ovalado, de mirar profundo y fijo, frente amplia y elevada, cabello escaso y patillas a la española. Era de fuerte y musculosa complexión, con talla y aire imponentes. Una calle de la ciudad de Buenos Aires, en el barrio de Floresta, recuerda al ilustre patricio.
Referencias
(1) Los médicos que atendieron a los heridos de la batalla de Tucumán no tenían experiencia ni habían sido entrenados para ello. Por otra parte, los servicios médicos tampoco estaban organizados. También era complicada la evacuación de los heridos por el escabroso y desparejo terreno del Campo de las Carreras, donde se libró la batalla. No se disponía de ambulancias ligeras, y los heridos fueron levantados al finalizar la contienda y transportados en carretas tiradas por bueyes a los improvisados hospitales de sangre establecidos en conventos y galpones de la ciudad, los que sólo contaban con precarias dotaciones de material de sanidad. En esas instalaciones la atención médica fue brindada por los cirujanos militares Pedro B. Carrasco como primer médico, junto con los cirujanos segundos Baltasar Tejerina y Antonio Castellanos, a quienes acompañó Joseph Thomas Redhead, que aunque no estaba incorporado, era el médico personal de Belgrano y contribuyó en el tratamiento de los heridos, a quienes ayudaron y secundaron vecinos del lugar.
(2) Era hermana del Comandante don Felipe Pereyra de Lucena, cuyo nombre en bronce ostenta la Pirámide de Mayo en recuerdo, como lo ordenó la Junta de Mayo en 1811 del sacrificio de su vida a los 22 años, en aras de la Patria, allá en los cerros de Yuraicoragua en la acción de Huaqui, batalla del Desaguadero, a quien se considera uno de los primeros oficiales patriotas de alta graduación, muertos por la libertad.
Fuente
Buroni, José R. y Buroni, María Laura – La asistencia médica al Ejército Auxiliar del Alto Perú en la batalla de Tucumán – Revista AMA, Vol. 126, Número 1 de 2013.
Cutolo, Vicente Osvaldo – Nuevo Diccionario Biográfico Argentino, Buenos Aires (1969)
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Lemus, J. D. y Lucioni, M. C. – Pedro Buenaventura Carrasco; un médico en el Congreso de Tucumán, USAL (2017).
Portal www.revisionistas.com.ar
Roca, José Luis – Ni con Lima ni con Buenos Aires, Plural editores, Lima (2007).
Urquidi, J. M. – Figuras históricas, diputados altoperuanos en el Congreso Constituyente de Tucumán, Cochabamba (1945).
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