José Baldebenito

Aunque su verdadero nombre era José Benito Valdez, adoptó el de Valdebenito o Baldebenito, con el que fue muy conocido. Nacido en 1811, era natural de Chile, y vinculado a los Pincheira cruzó la cordillera en 1827, al mando de José Antonio Zúñiga, cometiendo depredaciones en las provincias argentinas. Miembro de las montoneras realistas que combatieron a los republicanos chilenos durante la guerra a muerte (1819-1832), Baldebenito migró con los borogas a la Pampa, donde negociaron la paz con el gobierno de Buenos Aires (1830). Se afincó en ella, y en 1832, formó parte como alférez de un piquete de voluntarios que mandaba el capitán De la Plaza, santiagüeño.

Por orden de Juan Manuel de Rosas acompañó al cacique Canioullán con sus indios s sus tolderías de Guaminí. En 1835, formaba parte de la plana mayor de la fortaleza “25 de Mayo”, y al año siguiente, Rosas lo ascendió a sargento mayor graduado. En su propuesta se decía que no sabía leer ni escribir, pero que era lenguaraz, de buena conducta, a caballo y valiente, capaz de desempeñar cualquier comisión.

Intervino en la persecución de indios ladrones que en 1840, se llevaron caballadas y haciendas del Fuerte “25 de Mayo”, después de haberlo incendiado. Baldebenito con el chileno Castro lograron rescatar todo el ganado vacuno después de quitárselos a los salvajes.

Cuando se produjo la invasión de Lavalle a la provincia de Buenos Aires, Rosas ordenó la persecución de los unitarios a marcha forzada hasta que Baldebenito el 30 de setiembre de 1840, logró engañar a una partida al mando el coronel Valdéz, diciéndole que eran partidarios suyos, y mientras festejaban el encuentro apareció De la Plaza y los pasó a degüello muriendo muchos en esa ocasión. Después sorprendieron al coronel Pedro Orona, de las fuerzas de Lavalle a quien dieron alcance en la Laguna del Trigo, tomando a varios oficiales prisioneros, pero éste logró huir, siendo alcanzado y ultimado en las Saladas.

En 1846, Baldebenito con sus milicianos del Escuadrón Mayo derrotaron a los salvajes en las estancias de las Mulitas, y al año siguiente, a otra partida de indios en Cabeza del Buey. El general Pacheco lo mencionó varias veces en la orden del día por su recomendable empeño con que se condujo siempre. Residió permanentemente en el fortín de la Cruz de Guerra (1).

Hacia finales del gobierno de Juan Manuel de Rosas, éste comenzó a aplicar de manera sistemática una estructura defensiva en la frontera en la cual el lugar de los lanceros indígenas cobró una importancia decisiva. De norte a sur de la provincia los principales núcleos de población nativa se ubicaban en el Fuerte Federación, 25 de Mayo, Tapalqué-Azul y Bahía Blanca. El uso de estos lanceros tenía dos ventajas muy claras: por una parte, eran divisiones que tenían un conocimiento exacto del tipo de enfrentamiento que debía realizarse para combatir a los agresores indígenas y, por otra, era una fuerza menos costosa que las divisiones regulares del ejército o las milicias de vecinos, ya que, al menos hasta el final del gobierno rosista, no cobraban sueldo por su función militar porque la actividad defensiva era considerada como una más de las tareas que debían realizar dentro del marco de obligaciones que implicaba el Negocio Pacífico. Todas esas actividades eran retribuidas mediante la entrega de las raciones mensuales de ganado y “vicios” (yerba, tabaco y azúcar) que llegaban a los asentamientos de frontera.

Después de Caseros dio alcance a una partida de indios quitándoles toda la caballada robada, y malogró otras invasiones. En 1855, los derrotó en “Los 14 Jagüeles”, apoderándose de 2.000 yeguarizos y 600 vacunos robados a los hacendados vecinos.

Acompañó al teniente coronel Emilio Mitre en su malograda expedición contra los ranqueles, y lo salvó de morir de sed, gracias a su instinto de baqueano.

Enfermo, falleció de un síncope en el pueblo de 25 de Mayo (Prov. de Buenos Aires), el 6 de marzo de 1859, a los 48 años de edad. Fue la primera lanza del ejército rosista, y no conoció la derrota. Constituyó –dice un autor- el prototipo de nuestro benemérito soldado de frontera, por su fiereza sin par de salvaje dentro de un uniforme de militar de línea. Y así como era indisciplinado, altanero y veleidoso, fue igualmente leal al gobierno en todo momento.

Indio, el mismo, constituyó el terror de los indios ladrones, y los combatió con iguales armas y procedimientos. Nadie gozó de mayor fama en su época. Sus hazañas fueron tema obligado de payadores, porque se constituyó en defensor de la frontera veinticinqueña, y la salvó más de una vez del saqueo y la depredación del salvaje.

Una de sus mujeres fue Felipa Rondeao, india chilena, hermana de los capitanejos Martín y Francisco, hijos del cacique mayor Mariano Rondeao, asesinado por Calfucurá en 1835 (2).

Referencias

(1) En 1826, por decreto del presidente Rivadavia se instalaron tres fuertes principales, uno de ellos fue situado en la laguna denominada Cruz de Guerra. Este punto fue reconocido en 1825 por el capitán de artillería José María de los Reyes quien lo aceptó por la calidad de sus pasturas y aguadas. En 1827, el ministro de guerra y marina, coronel mayor Juan Ramón Balcarce, comunicó a Juan Manuel de Rosas, organizador de la expedición, que en adelante el fuerte se llamaría “25 de Mayo”. En enero de 1828, desde “Las saladas” (Suipacha) sale Pedriel con el Regimiento 6 de Caballería de Línea con el fin de crear el nuevo fuerte, asimismo, desde Navarro partieron los agrimensores y materiales en 24 carretas con el mismo destino. El 14 de enero llegan al lugar, ubicando el fuerte sobre un albardón a 600 metros de una laguna de agua dulce conocida como “Cruz de Guerra”. Poco a poco fue perdiendo importancia al construirse el “Mulitas” (actual ciudad 25 de Mayo), hacia 1860 una partida de indios lo destruye totalmente.
(2) Por el año 1835 la tribu vorogana vivía tranquilamente en los territorios de su Imperio, cuando llegaron emisarios de Tierra Adentro anunciando la venida de una caravana de más de doscientos indios mercaderes, quienes portarían objetos de plata hechos en el país y los más comprados en Chile, trayendo además pintura para la cara, abalorios, sarcillos, etc, etc.. Una vez concedido el permiso la caravana arrivó, siendo recibida por el cacique Mariano Rondeao. Sin embargo, los mercaderes no llegaron pacíficamente; cumpliendo con lo ordenado por Calfucurá, descendieron el médano a la furia de los caballos, blandiendo sus formidables lanzas y atronando los aires con feroces alaridos. Los humildes caminantes se trasformaban en sangrientos enemigos. Rondeao, Melin, Venancio, Alun, Callvuquirque, y muchos capitanes, ancianos y adivinos fueron degollados.

Fuente
Cutolo, Vicente Osvaldo – Nuevo Diccionario Biográfico Argentino, Buenos Aires (1968)
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Junín Historia – Línea de fortines a mediados del siglo XIX: la defensa en el partido de 25 de Mayo, Junín (2011)
Literas, Luciano – ¿Vivir entre dos mundos? Parentesco y política en la vida de José Valdebenito, “Encargado de los Indios en Cruz de Guerra (1830-1859)”, Corpus, Vol. 4, No 2 | 2014, Buenos Aires (2014).
Medina Bustos, J. M. y Padilla Calderón – Indios, españoles y mestizos en zonas de frontera, siglos XVII-XX, Hermosillo, México (2013)
Portal www.revisionistas.com.ar
Zeballos, Estanislao S. – Callvucurá y la Dinastía de los Piedra, Ed. Hachette, Buenos Aires (1954)

Se permite la reproducción citando la fuente: www.revisionistas.com.ar