Nació en Lyon (Francia), en el año 1821, siendo hijo de M. Pierre Revol y de Jeanne Pauline Perriere, hermana de Casimiro Perriere, ministro de Luis Felipe. Cursó sus estudios en la Escuela Politécnica de París hasta graduarse de ingeniero. Luego se trasladó a América entre los años de 1838 a 1842, en misión oficial del gobierno de Francia, para ser cumplida en el Perú, posiblemente sobre asuntos de minería, viaje que realizó a través de nuestro territorio, y al pasar por Córdoba, se relacionó con los pobladores de aquella sociedad.
Al regreso del Perú, se radicó en la ciudad mediterránea donde contrajo matrimonio el 28 de enero de 1848, en la Catedral Nuestra Señora de la Asunción con Gumersinda Núñez Bazán, de familia cordobesa y riojana, dando origen a una familia argentina de ilustre tradición.
Estando Revol a la sazón en Buenos Aires, luego de su arribo de Francia, y practicando su oficio de pintor, ingeniero y arquitecto, no escaparon a los ojos de Juan Manuel de Rosas las condiciones de este artista francés. Así fue que en 1847, recomendado por Felipe de Arana, ministro del Restaurador, se presentó en Santa Fe adonde llegó para hacerse cargo de los trabajos del altar mayor de la Iglesia de Todos los Santos. El pintor allí trabajó en el retablo de la iglesia matriz y realizó un cuadro para el mismo: “Reunión de todos los Santos“.
Sus conocimientos profesionales lo llevaron a efectuar varios trabajos como el trazado de la actual ciudad de Río Cuarto, el abroquelamiento del cauce del Río Primero, que atraviesa la ciudad de Córdoba, y la construcción de la iglesia, actualmente Catedral de Tucumán. En 1863, fue nombrado vicepresidente del Departamento Topográfico de la provincia de Córdoba, por el gobernador Roque Ferreyra.
Aparte de los trabajos mencionados, fue un pintor que se caracterizó por su ingenuidad y suave frescura en los cuadros que realizó llenos de un hermoso colorido. Actuó especialmente en las provincias de Córdoba, Santa Fe y Tucumán. Entre sus composiciones se destaca el retrato ecuestre del coronel Martín de Santa Coloma, existente en el Museo Histórico Nacional, el que puede decirse que es uno de sus principales.
También pintó el retrato del general Pascual Echagüe (1), los decorativos retratos de los esposos Aldao (Tiburcio y Tránsito Zaballa) (2), Mazorqueros de Rosas y cañoneras federales custodiando el Paraná, etc.
Originales suyos fueron algunos frescos que otrora decoraron la Catedral de Tucumán, y que no han llegado hasta nuestros días (3).
Falleció en Córdoba, el 29 de diciembre de 1867, a los 46 años de edad. El artista escapaba con su familia de la primera gran epidemia de cólera que afectaba a varias provincias argentinas, incluida Córdoba. La muerte lo sorprendió en Anisacate, camino a Río Cuarto, hacia donde se dirigía. Sus hijos lo habrían enterrado en el camino, siendo trasladados sus restos el 6 de abril 1872 al Cementerio San Jerónimo, Córdoba.
A mediados de octubre de 2011, mientras trabajaban en el interior de la iglesia de San Francisco (esquina de Entre Ríos y Buenos Aires), Córdoba, restauradores de arte descubrieron, detrás del ático de la iglesia franciscana, valiosos frescos de Félix Revol. Se trata de una pintura al óleo sobre la pared de siete metros de ancho por cuatro metros de alto. La restauradora del templo, Alicia Beltramino, cree que el pintor quiso retratar a la Santísima Trinidad. Detalló al respecto: “En un extremo puede verse un Cristo glorioso, en ascensión, con el torso desnudo, un paño entre las piernas y la herida de la lanza en un costado; en el otro extremo se ve una figura masculina, barbada, que sería Dios Padre; y más arriba aparece el Espíritu Santo”.
Su obra representa un esfuerzo ponderable y digno de estimación, introduciendo en la pintura argentina, según se ha escrito, el mismo naturalismo candoroso que medio siglo más tarde se actualizaría.
Tuvo seis hijos, uno de ellos, Luis Revol (1858-1915), fue senador y diputado por la provincia de Córdoba e intendente de la capital provincial, desde el 13 de mayo de 1887 hasta el 13 de octubre de 1891.
Referencias
(1) Actualmente se exhibe en el Museo Histórico Provincial “Brigadier Estanislao López”, de la ciudad de Santa Fe, y pertenece a la familia Zavalla Carbó de la ciudad de Paraná.
(2) Ambos en el Museo Nacional de Bellas Artes, de Buenos Aires.
(3) En 1851, el gobernador de Tucumán Celedonio Gutiérrez contrató a Félix Revol para encargarse tanto de la decoración de los muros de la catedral, como de la confección de esculturas, colocación de pisos, cielos rasos, rejas y multitud de otros trabajos decorativos. Además, tenía la misión de colocar en su sitio el órgano que el Gobierno había adquirido en París. Revol pintó el techo de la Catedral de Tucumán (los rostros de los ángeles eran los de sus hijos) y la decoró con esculturas y ornamentaciones. La nueva iglesia matriz es inaugurada el 19 de febrero de 1856, con un recordado sermón de Fray Mamerto Esquiú. Fue considerada la mejor del país en esos tiempos. Sin embargo, la cúpula de este templo debió ser restaurada entre 1938 y 1941, y lamentablemente las pinturas del artista terminaron desapareciendo. Fueron reemplazadas por una obra de Raúl Soldi.
(4) El 7 de enero de 1948, el poeta Ricardo Molinari, de visita en la estancia de Jorge Furt, por entonces en la Villa del Lago (Córdoba), vio la tela y le dedicó el siguiente poema: A una rosa que, en un cuadro antiguo, tiene una dama en la mano. ¿Será en su hermosa mano una sombra perdida, o flor ya del olvido, rosada, quieta y fría? Llama quizás abierta y en el aire cautiva, o en su deseo inmenso, luz y ardor todavía. Entre los ramos firmes, qué soledad tan fina, y lumbre e instrumento, en mano parecida. ¿Quién te mantiene, flor, ya en la nada y sin prisa? ¿Quién –di–, tan excelente, sin mirarte te aspira? ¡Oh, llama de pincel, de son, de arco –de fibra–, de pulso y de frescura, y brillante delicia! Y subes de su mano, sutil, ay, sin espinas, ignorante y sin miedo, desnuda y encendida. Y quién te habrá mirado, y cuya luz disipa el vacío severo, en su razón y dicha. ¡Recuerde el tiempo, el alma, estos ojos y vida, y esta flor enseñada, en que el aire vacila! Y para siempre vuelve, mano, brillo –tez–, briznas, entre mis prisioneros suspiros, y estos días. ¡Volved, horas y fuentes, noches y harpas crecidas! Sí, vientos, nubes, rostros. y cielos hacia arriba.
Fuente
Cutolo, Vicente Osvaldo – Nuevo Diccionario Biográfico Argentino, Buenos Aires (1983)
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
La Voz del Interior – Hallan pinturas de Revol en la iglesia de San Francisco, noviembre de 2011
Olmos, Marcelo – Los jinetes de Revol, El Litoral, agosto (2005)
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