Nació en Elgin (Escocia), en el año 1787, hijo de John Miller y Margaret Grenlan. Siendo muy joven llegó a Buenos Aires con su hermano Andrew (1), en fecha no establecida aún exactamente. Aquí merced a su parentesco con el cónsul británico Woodbine Parish pudo abrirse fácilmente caminos sin traba alguna. Fue uno de los primeros caballeros ingleses que tomó carta de ciudadanía de nuestro país.
Fundó una estancia en Cañuelas que llamó “La Nueva Caledonia”, que constaba de 10 leguas adquiridas en el Rincón de Flores. En 1823, ya era estanciero en la provincia de Buenos Aires, pues figuran tres marcas suyas registradas en la Policía, para errar los animales de su estancia.
Instaló un saladero en la margen este del Riachuelo, en sociedad con Mariano de Escalada, cuyas instalaciones se remataron en 1831. Poseyó varios caballos mestizos, hijos de padrillos livianos introducidos al país durante las Invasiones Inglesas, que estaban al cuidado de un peón llamado Barragán, y que había atendido a los famosos caballos shires, entrados por Bernardino Rivadavia. Barragán fue empleado por Miller como “trainer”, y tuvo al famoso parejero Gustavo que corrió su última carrera, el 6 de noviembre de 1826, en la playa de Barracas. Miller fue el fundador del Racing Club en ese año, donde se corrieron las primeras carreras de caballos.
Miller tuvo algunas dificultades en el saladero, ya que en mayo de 1826, se dirigió en queja al gobierno denunciando atropellos que cometían en su propiedad marineros de buques mercantes y de guerra. Este saladero era un excelente fondeadero para las operaciones de carga de tasajo y cueros que Miller embarcaba en balleneras y exportaba a Cuba, por lo que recibió el nombre de Puerto Miller.
Fue un hombre de empresa vinculado a nuestro puerto. También se quejó al gobierno de los abusos de autoridad que cometían los empleados policiales, en particular, del comisario Parra, lo que dio lugar a su destitución. Fue puesto a disposición del juez de primera instancia, el 9 de noviembre de 1827.
Juntamente con Mariano Fragueiro, José de Haedo y José María Achával, el 24 de setiembre de 1828 propusieron al gobierno la construcción de un muelle de madera, que partiendo de la prolongación de la actual avenida Córdoba, en el bajo de las Catalinas, llegaba hasta el canal, permitiendo un atracadero fácil y seguro. El muelle –decían- tendrá que bautizarse con el nombre de Muelle de la Patria. Exigían la concesión por sesenta años, cumplido el plazo, pasaría la obra a posesión del gobierno por un tercio de su tasación. Los empresarios según ellos, explotarían el muelle fijando una tarifa confeccionada por una comisión integrada por el Consulado y dos representantes de la empresa. Después de una larga discusión en la Sala de Representantes, el proyecto quedó encarpetado, posiblemente, por los acontecimientos políticos que se fueron sucediendo entonces.
Si bien el nombre de Puerto Miller no perduró en la toponimia del Riachuelo, a John Miller se lo recuerda como un pionero de la ganadería argentina.
En 1829, formó parte de una comisión de quince hacendados para que presentaran al gobierno un Reglamento de Policía de Campaña.
Introdujo en la Argentina el primer toro puro de raza Shorthorn, dando así origen a las famosas crías que, al multiplicarse en los fértiles campos bonaerenses, señalaron el comienzo de una era trascendental para la riqueza pecuaria nacional: la del refinamiento de los rodeos.
El toro importado por Miller fue “Tarquino”, un hermoso ejemplar colorado un poco blanco, de raza Shorthorn o Durham mejorado, de condiciones zootécnicas notables, y gran precocidad, que adquirió por intermedio de la firma Hallet & Cía., en Inglaterra en el año 1836. Hay historiadores que señalan su llegada en 1827, otros en distintas fechas de la década de 1830, y por último, otros la establecen en años posteriores.
“The British Packet and Argentine News” trae la noticia escuetamente al decir: “Entre los pasajeros llegados en el bergantín “Cariboo” se encuentra un ternero (bullcalf, en el original) de raza Durham, llamado Tarquín. Esperamos que no demuestre ser tan terrible como su tocayo de la antigüedad”.
El mencionado reproductor estuvo un tiempo depositado en la quinta de James Brittain, en Barracas, siendo enviado luego a la estancia “La Nueva Caledonia”, en el partido de Cañuelas. La era “Tarquina” duró casi tres décadas, fue la precursora de la importación de reproductores Shorthorn por los ganaderos del país y de la fundación de las primeras cabañas argentinas (2). El esfuerzo de Miller fructificó ampliamente.
Falleció en su estancia “La Caledonia”, en Cañuelas, el 2 de mayo de 1843, siendo inhumados sus restos en el antiguo Cementerio de los Disidentes (Hipólito Yrigoyen y Pasco. Más tarde, pasó a la sección protestante de Chacarita, donde hoy reposa. Estaba casado con María Balbastro, una de las mujeres más bellas de la época, estableciendo así vínculos sanguíneos con la familia del general Carlos M. de Alvear. Su hija contrajo matrimonio con Franc, hijo de Lord Ponsoby. Un monolito lo recuerda en el partido de Cañuelas, sobre el kilómetro 61 de la ruta nacional 205.
Escudo de Cañuelas
Consta de dos manos estrechadas que simbolizan el Pacto de Cañuelas (3) firmado en 1829 entre el entonces Gobernador de Buenos Aires, general Juan Galo de Lavalle, y el Comandante General de Campaña Juan Manuel de Rosas, en la Estancia “La Caledonia”. Las manos empuñan una lanza en homenaje a las milicias de frontera formadas por pobladores de la zona que frenaron las incursiones de los indios en la Guardia del Juncal. Corona la parte superior, en forma de sol naciente, un engranaje como símbolo del nacimiento industrial del Partido. Una cabeza de toro recuerda al precursor del mejoramiento de nuestra ganadería, Juan Miller, que introdujo al país el primer reproductor de pedigree llamado “Tarquino”. En la punta o barba del escudo aparece el Monte Carmelo con los emblemas de la Virgen del Carmen, Patrona del Partido de Cañuelas.
Referencias
(1) El 2 de junio de 1827 se casó con Julia Canning, sobrina del almirante Guillermo Brown.
(2) El nombre de Tarquino es reconocido, también, por una marca de whisky (“Criadores”) que, en su etiqueta, lo muestra junto a Virtuoso y Niágara, precursores a su vez de las razas Aberdeen Angus y Hereford, como reconocimiento al trabajo de los criadores de ganado bovino.
(3) El resultado práctico de la entrevista del jefe de los unitarios con el jefe de los federales, fue el convenio del 24 de junio de 1829 que firmaron el general Lavalle a nombre del “gobierno de la ciudad” y el coronel Rosas a nombre del “pueblo armado de la campaña”. El mismo se llevó a cabo en la estancia de Miller (estancia La Caledonia), cerca del pueblo de Cañuelas. Este convenio tenía por objeto hacer cesar las hostilidades, restablecer las relaciones entre la ciudad y la campaña y olvidar el pasado. Concurría a ello estableciendo: 1º, la elección inmediata de representantes de la Provincia; 2º, el nombramiento del gobernador que harían estos diputados, y al cual Lavalle y Rosas entregarían las fuerzas a sus órdenes; 3º, el reconocimiento que haría la Provincia de las obligaciones contraídas por Rosas durante la campaña, y de los grados de los jefes y oficiales del ejército de este último. Cabe destacar que dicho acuerdo no se suscribió dentro del casco donde vivían los Miller, sino en una pequeña construcción de vigilancia o mensajería ubicada cerca de la entrada, por donde pasaban las diligencias. Cuenta la leyenda que a raíz de la sorpresiva llegada de Lavalle una criada de Rosas olvidó una lechada sobre el fuego y sin querer “inventó” el dulce de leche, aunque no hay ninguna prueba documental que lo demuestre más allá del relato transmitido en forma oral. A partir de un dictamen de la Academia Nacional de Historia fechado el 9 de octubre de 1977 que sostiene de manera indubitable que el Pacto de Cañuelas tuvo lugar en La Caledonia, fue declarado el casco de la estancia Monumento Histórico Nacional mediante el decreto Nro. 2015/79 publicado el 10 de septiembre de ese año en el Boletín Oficial.
Fuente
Cutolo, Vicente Osvaldo – Nuevo Diccionario Biográfico Argentino, Buenos Aires (1975)
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Mendoza, Prudencio de la C. – Historia de la ganadería argentina, Ed. L. J. Rosso, Buenos Aires (1928).
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Sáenz Quesada, María – Los Estancieros, Ed. Sudamericana, Buenos Aires (1980)
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