Auguste Ringuelet

Auguste Ringuelet (1829-1915)

Nació en Courtesoult (Francia), el 30 de octubre de 1829, una aldea situada entre Belfort y Los Vosgos, próxima a la frontera alemana. Era hijo del doctor Auguste Ringuelet, médico de Napoleón I y nieto del arquitecto Jean-Baptiste Ringuelet. Hizo sus estudios en el liceo de Besançon, y al mismo tiempo en la Facultad de Ciencias. En 1848, ingresó a la Escuela Central de Artes y Manufacturas de París, para recibirse de ingeniero el 12 de agosto de 1851.

Trabajó algún tiempo como arquitecto en su departamento, y a principios de 1853, entró al Ferrocarril del Este.

Por sus ideas liberales bajo el gobierno de Napoleón III, como muchos otros profesionales emigró a Suiza con su esposa y su hijo Jules, hacia el año 1858. Se empleó en empresas ferroviarias suizas y por recomendación de un amigo se trasladó a la Argentina, adonde llegó en noviembre de 1863.

En Buenos Aires por mediación de Ignacio de las Carreras ingresó a las oficinas de Otto Arning, que en esos momentos dirigía la ampliación del Ferrocarril del Oeste. En 1864, se le designó ingeniero de vías y obras del mismo ferrocarril, y en 1872, se lo nombró gerente de la empresa.

Debido a la epidemia de fiebre amarilla que azotaba Buenos Aires, el 11 de marzo de 1871, el gobernador Emilio Castro dispuso la apertura de un cementerio en la Chacarita, que no era precisamente el actual, éste cementerio se conocería después como -Chacarita Vieja- y se encontraba emplazado en lo que hoy es el parque Los Andes, rodeado por las calles Dorrego, Guzmán, Jorge Newbery y la avenida Corrientes (justo arriba de la actual cochera Rancagua de la línea “B” de subtes). Dado lo retirado que era de la Buenos Aires de entonces, y con acceso muy dificultoso principalmente para la cantidad de cadáveres a trasladar, fue prevista la construcción de un “camino de fierro” para facilitar la tarea de darles rápida sepultura.

La construcción del ramal, que partiría desde una estación ubicada en Bermejo (Jean Jaurés) y Corrientes llamada posteriormente Estación Fúnebre, fue confiada al ingeniero Auguste Ringuelet, quien en un enorme esfuerzo concluyó con las tareas en menos de un mes. La obra tuvo un costo de $2.000.000, no incluyendo el valor de los terrenos ni las indemnizaciones; trabajaron de 600 a 700 obreros.

Con fecha 11 de abril, el señor Francisco B. Madero, a la sazón administrador del citado ferrocarril, comunicó al ministro de Gobierno, doctor Antonio Malaver, que el ramal había sido terminado y que quedaba a disposición de las autoridades, así como la formación que integraría este macabro tren y el personal que la conduciría. Sólo una locomotora y dos vagones que todas las tardes harían un lúgubre trayecto transportando pasajeros que en la realidad, ya habían emprendido su viaje sin retorno. La locomotora de este corto tren era La Porteña y su maquinista John Allan, los mismos que en aquel lejano 29 de agosto de 1857 realizaron el viaje inaugural.

El 14 de abril ingresó a la Chacarita el primer difunto, se trataba de Manuel Rodríguez, un albañil de 50 años. En la estación Bermejo, se levantó un gran galpón donde se depositaban los ataúdes, que luego eran subidos al tren. Las cajas eran apiladas atándolas con fuertes cuerdas, se cubrían con lona, y partían hacia el nuevo cementerio.

El 17 de abril caía abatido por la implacable enfermedad el propio maquinista John Allan, cuyos restos se enterraron en La Recoleta.

Durante su permanencia en el cargo Ringuelet proyectó y dirigió personalmente la construcción de líneas telegráficas, venciendo grandes dificultades; también hizo ampliaciones de las ferroviarias.

Fue miembro de numerosas comisiones para estudio y proyectos de puentes en la campaña de Buenos Aires, edificio de la Penitenciaria Nacional y Puerto de la ciudad.

Al fundarse la Sociedad Científica Argentina, el 28 de julio de 1872, se le eligió vicepresidente de la junta directiva. En 1873, confeccionó el primer Reglamento General de Ferrocarriles.

Retirado del cargo en 1882, por razones de salud, viajó a Europa, radicándose en Barcelona. El Ferrocarril del Oeste estableció en ese continente una oficina a fin de estudiar y aconsejar la compra de determinados vagones que la explotación creciente requería (sea de trenes especiales para la conducción de granos o vagones especiales para el transporte del ganado en pie para el abastecimiento de la población, rama del comercio que se comienza a desarrollar en la primera mitad de la década), así como para realizar la inspección técnica de los materiales comprados. La misión estuvo a cargo del ingeniero Auguste Ringuelet, secundado por el ingeniero Carlos Stegmann.

En 1889, fue designado asesor técnico de la comisión argentina de la Exposición Internacional de París.

De regreso al país, se le rindieron homenajes de simpatía, y en 1891, integró el directorio del Banco Hipotecario de la provincia de Buenos Aires. La Facultad de Matemáticas lo nombró académico, y en 1894, el consejo directivo de la Facultad, resolvió por unanimidad de votos acordarle la reválida del título de ingeniero civil sin dar las pruebas señaladas por los estatutos, en atención a su capacidad reconocida y puesta de manifiesto en los 31 años de trabajos de su profesión en el país. La Facultad lo nombró ingeniero “ad honorem”.

Posteriormente, intervino en diversas instituciones como asesor y miembro de las mismas, en cuyo desempeño acreditó altas condiciones profesionales. Fue delegado a varios congresos científicos.

Radicado en La Plata, falleció el 14 de julio de 1915, a los 85 años, rodeado del respeto y la consideración general. Fue un hombre práctico y progresista que realizó una importante actuación profesional en las ramas ferroviarias, sanitarias y en otras donde puso de relieve condiciones nada comunes.

Una estación del Ferrocarril General Roca, lleva su nombre desde 1885.

Fuente
Breve historia de los ferrocarriles argentinos – UTN, Facultad Regional de Haedo (2012).
Cutolo, Vicente Osvaldo – Nuevo Diccionario Biográfico Argentino, Buenos Aires (1983).
Diario La Prensa, 22 de enero de 1871.
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
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Schvarzer, Jorge, Gómez, Teresita y Rougier, Marcelo – La empresa ayer y hoy, UBA, Cs. Económicas, Buenos Aires (2007).

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