Nació en Buenos Aires el 28 de julio de 1829, siendo sus padres Manuel José Boneo y Petrona Cabello. Inició su aprendizaje artístico con Juan L. Camaña (1), en el Colegio Republicano Federal, siendo entonces un modesto empleado del Departamento de Policía desde 1854 a 1855, en que renunció. Restablecida la cátedra de Dibujo Natural en la Universidad de Buenos Aires, fue nombrado profesor a propuesta del Rector. Hizo el escudo de la Universidad y la insignia de la Policía que representa un gallo. Renunció en 1857, con motivo de un viaje a Italia para perfeccionarse en pintura. Permaneció tres años en Florencia y dos en Roma.
En 1862, el gobierno de la Provincia lo subvencionó con 150 francos mensuales. Ingresó a la Academia de Bellas Artes de Florencia, donde fue discípulo predilecto del maestro Antonio Ciseri, a quien le hizo un retrato. Pintó las telas de Rebeca, San Juan predicando en el desierto y San Pablo ante el Rey Agripa.
Regresó a la Argentina en 1863, al habérsele solicitado que pintara la cúpula del recién inaugurado Congreso Nacional, y dos años después se instaló en Valparaíso donde empezó por retratar a los miembros de la familia de Sarratea. Luego se trasladó a Santiago para realizar los retratos de Barros Arana, Carlos Mendeville y de otros personajes de la época. Desde entonces sobresale el cuadro que representa el Paso de los Andes por el general San Martín (2). Luego de una importante exposición que hizo en esa ciudad, regresó a Buenos Aires llamado por el presidente Sarmiento en 1870, para confiarle la dirección de la Escuela de Dibujo.
En 1871, participó en la Exposición de Córdoba con naturalezas muertas y algunas escenas de costumbres romanas, como Músicos ambulantes, otras nacionales como Lustrabotas y algunas chilenas; escenas campestres, lecheros, aguadores, mujeres devotas dentro y fuera del templo, completan su envío. También expuso un óleo con título explicativo: Composi Calderi Tachi, que representa a los napolitanos recién llegados a esta ciudad, que en media lengua castellana voceaban su industria de caldereros ambulantes.
En 1874, hizo una publicación de los Antecedentes sobre la Escuela de Dibujo y pintura fundada bajo el patrocinio del gobierno nacional.
Cuando se cerró la Escuela de Dibujo, en la que tuvo discípulos aventajados como Graciano Mendilaharzu y Augusto Ballerini, el Ministro de Instrucción Pública, Dr. José María Gutiérrez lo nombró profesor de la Escuela Normal de Maestros, en la que siguió enseñando dibujo hasta 1905, en que se jubiló.
Tal vez uno de sus cuadros más interesantes es El Candombe en 1838, en presencia del gobernador Juan Manuel de Rosas, Encarnación Ezcurra y Manuelita Rosas, a quienes se ve a la izquierda de la imagen acompañados por el “rey Bamba”, especie de “maestro de ceremonias”; es de grandes proporciones y contiene en profundidad como 20 figuras distribuidas naturalmente, con verdadero arte.
Otra de sus obras emblemáticas, y a la vez polémica, es “Capilla de la piedad, Rosas preside el Santo Sacrificio”, que representa una ceremonia religiosa en la Iglesia de la Piedad donde se puede observar el retrato de Rosas no sobre el altar sino a su izquierda, en el presbiterio.
En relación a esta última obra, afirma el arquitecto Juan Carlos Doratti: “El cuadro pintado por Martin L. Boneo fue realizado en la Iglesia parroquial de la Guardia de Luján, hoy Ciudad de Mercedes, y no en la antigua capilla de la Piedad, en Buenos Aires, según testimonio de Guillermo Saubidet Boneo, en “Apuntes para la historia de Mercedes” (diario El Orden, Mercedes, 25 de enero de 1946). Saubidet Boneo era nieto por parte de madre de Mariano Teófilo Boneo. El párroco de la iglesia de la Guardia, P. Manuel Velarde, a cargo del curato desde el 23 de enero de 1852 -6 días antes a que las avanzadas del ejercito de Urquiza llegaran a la Guardia- nos cuenta que el cuadro de Rosas, que era propiedad del ex juez de paz D. Pedro Casas López de Osornio, que no lo había aún retirado, se ocultó en la sacristía del templo. Estando en la Guardia Martin Boneo, de visita a su hermano Mariano Teófilo, concurrió a almorzar a la casa del cura, quien le comento la existencia del cuadro, oculto detrás de un armario. Pidió que se lo mostrara, y que le dieran referencias al respecto, informándose que el cuadro era el mismo que se llevaba en manifestación por las calles del pueblo hasta la puerta del templo, donde, recibido por el sacerdote, era colocado en sitio preferencial, presidiendo la misa, seguida de Tedeum. Ello sugirió a Boneo la idea de pintar la escena. Así pues, con la ayuda de Velarde, se dispuso el templo tal como se lo veía en aquellas manifestaciones, arreglándose el altar y colocando el retrato de Rosas en su lugar. “Listo con todos sus elementos, Boneo pintó un cuadro maestro” dice Saubidet Boneo. La pintura se denomina “Tedeum Federal”, y muestra el retrato de Rosas a la izquierda de los fieles, sobre un asiento y no sobre un altar. Un sargento hace guardia junto al cuadro mientras tres sacerdotes ofician la misa. Hoy se halla en el Museo Nacional de Bellas Artes, por donación en 1943 de su hijo, Martin Boneo Belgrano. La iglesia que se percibe en el cuadro responde a la descripción del templo que hiciera Felipe Senillosa en la Guardia de Luján. Los datos aportados, además de la fuente citada, son tomados de Ricardo Tabossi “La Guardia de Lujan de Mayo a Caseros”, del Dr. Agustín Duerto y del Diario “El Orden” de Mercedes, Prov. de Buenos Aires”.
Otro comentario al respecto es el del sacerdote jesuita José Sató, -por entonces Superior de los Padres Jesuitas- quien expresó que “el retrato de Rosas nunca se colocó en los altares, sino que ocupaba una silla que a él le estaba destinada, y que quedaba vacía cuando Rosas no podía concurrir a la celebración”.
Por su parte Alberto Ezcurra Medrano, dijo: “Se deseaba contar con la presencia de Rosas y como esta no era posible en todas y cada una de las ceremonias, se le representaba con el retrato. Luego esto se hizo costumbre y así se explica que haya ocurrido…”.
En 1892, participó de la fundación del “Ateneo”, y fue uno de los pintores sobrevivientes que se hizo presente en ese acto.
Falleció en Buenos Aires el 20 de setiembre de 1915. Fue un espíritu fino, discreto y bonachón, que en sus últimos años fue el decano de los artistas argentinos.
Se había casado el 10 de octubre de 1871 con Eusebia Martina Belgrano en la Basílica San Nicolás de Bari, de Buenos Aires. Tuvo un hijo, Martín Boneo Belgrano.
Figuró en la Exposición “Un Siglo de Arte en la Argentina” (Buenos Aires, 1936) y “La Pintura y Escultura Argentina en este Siglo” (Buenos Aires, 1952-53).
Boneo se inscribió dentro de una corriente estética que se preocupó por registrar las características típicas de la vida cotidiana. Así, los tipos y costumbres tanto de Chile, como de nuestro país, las naturalezas muertas y las escenas religiosas, se fueron sucediendo en el registro de su producción. Pero lo que sin duda marcó la importancia de Boneo dentro de la historia del arte argentino, y que García Martínez rescata como dato destacado, fue su particular interés por el tema de la inmigración, del cual queda como testimonio Agencia de colocaciones, del Museo de Bellas Artes, y que permite referirlo como un antecedente de lo que luego se reflejaría como preocupación del campo estético en el tránsito de los siglos XIX al XX.
Referencias
(1) Quien lo fue también de Juan Manuel Blanes y Angel Della Valle, entre otros.
(2) Oleo sobre tela titulado “Después de trasmontar los Andes”, mide 230cm x 174cm, y es propiedad del Museo Histórico Nacional.
Fuente
Babino, M. E. – Catálogo artístico del Ministerio de Educación de la Nación, Buenos Aires (2018).
Cutolo, Vicente Osvaldo – Nuevo Diccionario Biográfico Argentino, Buenos Aires
(1968).
Diario El Orden, Mercedes, Pcia. de Buenos Aires.
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Ezcurra Medrano, Alberto – “Sobre Rosas en los Altares”, Diciembre (1959)
Gutiérrez Viñuales, Rodrigo – Síntesis histórica del arte en la Argentina (1776-1930), Ed. Sur, (2003).
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