El profundo amor que Parodi tenía por el campo y las plantas, y que inclinarían su vida profesional hacia la agronomía y la botánica, nació con él mismo en la localidad de Pergamino, el 23 de enero de 1895.
Apasionado por el estudio de las gramíneas argentinas, Parodi ingresó a la Facultad de Agronomía y Veterinaria en 1915, luego de un breve paso por la Escuela de Agricultura de Santa Catalina (Bs. As.). En la Facultad, fue alumno y discípulo de Lucien Hauman, profesor belga que había llegado al país en 1904 para enriquecer la plana docente de la naciente Facultad.
Un año después de su ingreso en la Facultad, Parodi publicó su trabajo “Clave para la determinación de los géneros de gramíneas silvestres en los alrededores de Buenos Aires”, la primera de más de 150 obras que elaboraría a lo largo de su vida.
“Mis primeros libros fueron la “Botánica” de Holmberg y la de Lucien Hauman-Merck, y también la “Historia de la Creación”, de Haeckel. Me llamaba la atención la vida de las plantas”, decía Parodi para explicar su vocación y su pasión por la botánica. Por eso, ocupaba su tiempo leyendo esos libros, o haciendo experimentos de laboratorio, usando el microscopio y preparando herbarios. Con el tiempo, su herbario, de más de 15.000 números, se constituiría en uno de los más importantes de Sudamérica. Dicha colección se conserva hoy en la Cátedra de Botánica de la Facultad de Agronomía.
En la Facultad, Parodi estudió química orgánica con Alfredo Sordelli, mineralogía y geología con Enrique M. Hermitte y matemáticas con Krauss. En tercer año, inició el trabajo que, a la sazón, sería su tesis de graduación: un estudio sobre las clorídeas argentinas. Gracias a ese trabajo, se vinculó con eminencias de la botánica y la ciencia internacionales, como Ernst Haeckel, Albert Spear Hitchcock, Johannes Theodoor Henrard, etc.
Una vez graduado, de inmediato se le designó como Jefe de Trabajos Prácticos de Botánica, Fitopatología y Microbiología. En 1926, luego de la partida de Hauman, Parodi se hizo cargo de la Cátedra de Botánica Agrícola General y Especial, al tiempo que dictaba cursos de la misma materia en la Universidad de La Plata y en el Museo de Historia Natural de esa ciudad.
La labor científica de Parodi fue impresionante: descubrió muchas especies nuevas, hizo una revisión de los géneros de gramíneas argentinas (cuyos estudios inició en el país), identificó correctamente cereales de importancia como el trigo y la avena amarilla, y malezas como el abrojo grande, hizo un profundo estudios sobre malezas en los cultivos, se ocupó de las plantas aptas para la dunicultura y de las plantas alimenticias.
Hace varias décadas, Parodi explicaba en una entrevista en la revista “La Chacra” su idea sobre los estudios que realizaba. “El conocimiento de las gramíneas asociadas a leguminosas y otras herbáceas que forman nuestras pasturas naturales nos permitirán un pastoreo más racional, quitando a los animales si resultaren perjudiciales y recargando los campos en las épocas más favorables para la vegetación. De este modo no se dañarían las pasturas, se evitaría la erosión y se evitaría la propagación de hierbas mediocres en perjuicio de las buenas forrajeras”. Estos conceptos son hoy el núcleo de las teorías sobre manejo racional de los agrosistemas y la sustentabilidad de los mismos.
Otra opinión de Parodi lo pintaba de cuerpo entero: “Habría que incorporar al patrimonio nacional la reserva de campos naturales donde se conserve y se pueda ver evolucionar una estepa o una pradera virgen. Y también reservas de la agricultura indígena para que no se extingan ciertas razas domésticas que aún se mantienen en cultivos precarios. Para un agrónomo es tan atrayente la exploración de una pradera virgen como para un turista la observación de la selva”.
El Profesor Parodi fue también un embajador de la ciencia nacional: realizó numerosos viajes de exploración y herborización, a todas las regiones del país y de los países limítrofes. Fue delegado de la Facultad de Agronomía al Congreso Internacional de Botánica en Amsterdam (Holanda), Cambridge (Inglaterra) y Montreal (Canadá), recorrió España, Francia, Italia, Alemania, Inglaterra y Rusia, visitando universidades, laboratorios e institutos. En Estados Unidos pudo observar numerosos jardines botánicos, museos y laboratorios, en 1941, invitado por la Fundación Guggenhein.
Por otra parte, y más allá de la investigación, promovió constantemente del desarrollo de ciencia y la técnica en el país: fue varias veces presidente de la Sociedad Argentina de Ciencias Naturales y uno de los fundadores de la Asociación Argentina de Agronomía. Formó parte de la Academia Nacional de Agronomía, de la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, de la de Ciencias de Córdoba, de la Academia de Ciencias Naturales de Chile, de la Sociedad Británica de América, de la Sociedad Linneana de Londres y de la Academia de Artes y Ciencias de Bostón; y participó en la creación de CONICET, organismo que dirigió en distintos períodos.
Alberto Soriano, quien fuera su alumno y continuador, describía con estas palabras a Parodi en su función de docente: “Fue el profesor que más lograba entusiasmar, en general, a los estudiantes con alguna inclinación que no fuera puramente profesionalista. Sus ejemplos, las anécdotas que refería y sobre todo la certeza que transmitía acerca de la relación estrecha que guarda la agricultura con la ciencia, nos mostraban un mundo que iba mucho más allá de aprender nombres de órganos y tejidos. Como todo buen pedagogo enseñaba principalmente con el ejemplo. No necesitaba dar peroratas didácticas. Contagiaba su entusiasmo, su curiosidad, su afán por observar los hechos que nos rodean, y predicaba con su gran modestia”.
Las anécdotas que recuerdan su humildad, profesionalidad y dedicación son incontables. En un escrito de homenaje, Osvaldo Boelcke recuerda que Parodi “era el primero en entrar por las mañanas al edificio de Botánica, generalmente alrededor de las seis. En los últimos años, sabiendo que físicamente no estaba del todo bien, se logró convencerlo de venir un poco más tarde. Una de sus colaboradoras quedó encargada de buscarlo en un auto todas las mañanas en la estación del subterráneo a una hora razonable. Sin embargo, invariablemente el Ing. Parodi allí se encontraba al menos un cuarto de hora antes de lo convenido, tomando frío en una esquina ventosa y mojándose los días de lluvia, con tal de evitar que tuvieran que esperarlo. Se trató de buscarlo un poco más temprano para abreviar su espera, con el único resultado que luego llegaba más temprano aún”.
Lorenzo Raimundo Parodi falleció en Buenos Aires el 21 de abril de 1966. Su legado de amor por la naturaleza, su prédica por la conservación de los recursos naturales, su idea de resguardar el suelo, su esfuerzo por educar y formar, quedaron grabados a fuego en numerosos discípulos, algunos de los cuales llegaron a ser tan grandes como el maestro.
Fuente
Boelcke, Osvaldo – Parodi, Lorenzo Raimundo Ing. Agr., Bol. Soc. Ana. de Bot., julio de 1968
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Ing. Agrs. Cámara Hernández, Julián, Valla, Juan J. y Hilfer, Ana María, Ing. Agr. Lorenzo R. Parodi, Facultad de Agronomía, Universidad de Buenos Aires
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