Alexander N. Brown

Nació en la población Sorn, del condado de Ayrhsire (Escocia), el 18 de noviembre de 1804. Era hijo de John Brown y Joanne Mac Millan. Desde muy joven comenzó la carrera de medicina, que cursó probablemente en Glasgow, donde se recibió. En 1826, llegó a Buenos Aires siendo nombrado cirujano naval en la escuadra republicana, en la vacante dejada al renunciar el Dr. Fernando María Cordero. El almirante Guillermo Brown con el que no tenía parentesco, lo propuso el 29 de marzo de ese año para tal cargo, embarcándose en la fragata “25 de Mayo”, comandada por aquél. Recibió su nombramiento por decreto del 6 de abril de 1826.

Intervino el doctor Brown en el Combate de los Pozos, el 11 de junio, y en la gloriosa acción de Quilmes, el 30 de julio, desempeñando su cargo siempre a bordo de la “25 de Mayo”, dirigida por Espora, y en la que enarbolaba su insignia el almirante Brown, buque que salió casi destruido del combate, con las baterías llenas de muertos y heridos, a quienes debió atender.

Asistió al asalto de la “Emperatriz”, realizado por Brown, quien penetró de noche en el puerto de Montevideo, y atacó audazmente a la escuadra brasileña anclada en ese puerto.

En 1827, prestó servicios en el “Sarandí”, mandado por John Halsted Coe, con el que realizó el crucero que Brown condujo sobre las costas del Brasil. Posteriormente se halló en la acción naval de Juncal, el 8 y 9 de febrero del mismo año, recibiendo como todos los que pelearon en ese sitio una paga doble a modo de gratificación por parte del gobierno.

Luego se embarcó en el “República” y estuvo en el desastre naval de Monte Santiago, el 7 y 8 de abril de 1827, en el que murió Francis Drummond, y a él, le tocó amputar el antebrazo al heroico comandante de su buque, capitán Enrique Granville.

Los relevantes servicios prestados y el elevado concepto que se tenía de la escuadra cuya atención médica realizó, impulsaron al almirante Brown a solicitar al gobierno su ascenso consistente en la creación de una jerarquía no fijada reglamentariamente, la de “Cirujano Mayor de Marina”, el 12 de setiembre de 1827. En conocimiento el gobernador Dorrego de esa petición, pidió informes al respecto al Comandante General de Marina, coronel mayor Matías de Irigoyen, quien de inmediato informó. Poco después fue ascendido a capitán, el 8 de octubre.

Realizó varios cruceros al sud, algunos a Patagones, embarcado en el “Sarandí”. Al finalizar la guerra estando en ese puerto compró en setiembre de 1828, al Dr. Carlos Meyer, por orden del 2º Jefe de la Escuadra, teniente coronel Santiago Jorge Bynnon, medicinas e instrumentos de cirugía para el bergantín de guerra “Republicano”. Luego Bynnon y Brown regresaron a Buenos Aires.

Una vez terminada la guerra el Dr. Brown prosiguió sirviendo en la marina como Médico de Sanidad del Puerto, cargo que renunció al retirarse del servicio a fines de 1832, siendo reemplazado por el Dr. Rafael Gutiérrez.

El 1º de marzo de 1831, fue ascendido a sargento mayor, por su buen comportamiento. Al año siguiente, solicitó su baja que le fue concedida el 6 de noviembre.

Como el Dr. Brown no había revalidado su título de médico obtenido en Escocia, se presentó a examen ante el Tribunal de Medicina de Buenos Aires, el 15 de diciembre de 1835, donde fue examinado y aprobado; estaba integrado por Cristóbal Martín de Montúfar, Silvio Gaffarot y José Fuentes Arguibel, actuando como secretario el Dr. Juan José Fontana.

A partir de este momento, el Dr. Brown vivió dedicado exclusivamente al ejercicio de su profesión. Fue médico de Juan Manuel de Rosas. Atendió una enorme clientela que le tenía ocupado no sólo todo el día, sino además una parte de la noche.

Fue muy caritativo y atendió a gran cantidad de enfermos indigentes a los que no les cobró nada por su asistencia médica. Tenía en su consultorio un cartel en lugar bien visible, y que decía: “A los pobres gratis”. Además les proporcionaba las medicinas que éstos no podían costear. Toda su actuación fue puesta al servicio de la salud pública sin desmayos, prodigando su vida a la noble tarea.

El Dr. José Antonio Wilde lo recuerda en su obra Buenos Aires desde setenta años atrás: “….Efectivamente, a las doce de la noche, a la una de la mañana, veíase a Brown a caballo, continuando sus visitas. Fue médico de gran número de familias pudientes; asistía gratis una larga clientela de pobres, y según opinión pública, ejerció muchos actos de caridad. Era brusco e imperativo en sus dichos y en sus maneras, y más de una vez dijo al enfermo rotundamente: “Usted muere, su mal es sin remedio. En prueba de que era hombre de pocas palabras, recordamos lo siguiente: Tenía un portero andaluz, cincuentón, rechoncho, conservador inveterado. Un día, hablando en la puerta de la calle con un conocido, le decía: “Mire uté, hace cuatro años que sirvo al dotó, y por la Virgen de los Milagros, no le he oído más palabras que, Juan, saca la caballo; Juan mete la caballo”.

Udaondo en su Diccionario Biográfico Argentino, dice que: “Un hecho digno de notarse y que habla a favor de su ecuanimidad, es que pertenecía a la religión anglicana y no obstante eso, fue médico del convento de monjas capuchinas por espacio de muchos años”. Si bien es cierto que fue protestante durante muchos años (como escocés debe haber sido presbiteriano y no anglicano como dice Udaondo), algún tiempo antes de morir se convirtió al catolicismo –tal vez siguiendo las insinuaciones de las buenas monjas capuchinas a las que asistía-.

A pesar de su carácter retraído y de su exclusiva dedicación a la medicina, siempre fue objeto de gran y distinguida consideración tanto por parte de las autoridades como por sus contemporáneos.

En 1857, por una resolución del gobernador de la Provincia de Buenos Aires fue designado miembro de la comisión que debía asumir la representación del gobierno en los funerales del almirante Guillermo Brown, comisión presidida por el Ministro de Guerra y Marina, general José Matías Zapiola.

Falleció en Buenos Aires, el 29 de agosto de 1868, soltero. Fueron publicados sendos artículos necrológicos en La Tribuna; La Revista Médico-Quirúrgica, y el periódico inglés The Standard and River Plate News.

Su albacea Tomás Armstrong le hizo erigir un monumento funerario en la Recoleta, donde reposaron sus restos durante muchos años, hasta que fueron trasladados al Panteón Naval, del Cementerio de la Chacarita.

Fuente
Cutolo, Vicente Osvaldo – Nuevo Diccionario Biográfico Argentino, Buenos Aires (1968).
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
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Udaondo, Enrique – Diccionario Biográfico Argentino, Ed. Coni, Buenos Aires (1938).
Wilde, José Antonio – Buenos Aires desde setenta años atrás, EUDEBA, Buenos Aires (1960)

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