Nació en Villa Rica (Paraguay), en 1768. Era hijo de José Ramón de Ugarteche y de María Josefa de Herrera. Muy joven vino a Buenos Aires para cursar estudios en el Real Colegio de San Carlos. Luego pasó a la Universidad de Charcas donde se graduó de doctor en sagrada teología, el 21 de noviembre de 1791.
De regreso a esta ciudad, se casó con Marta González, y en segundas nupcias con Juana Echenagucía. Ejerció la profesión, y se anotó en la Matrícula de Abogados en 1801. Fue regidor del Cabildo de Luján, y después se plegó al movimiento de Mayo de 1810.
Representó a Chuquisaca en la Asamblea del 4 de abril de 1812; y en ese año, fue juez de la Comisión de Denuncias. Resultó electo diputado por La Rioja a la Asamblea General Constituyente de 1813, en la que ocupó la vicepresidencia (30 de junio). Presentó la renuncia a ese cargo, el 31 de agosto del mismo año, a raíz de que el Triunvirato lo comisionó con Antonio Alvarez Jonte a las provincias del interior con el propósito de aliviar las cargas que pesaban sobre Buenos Aires. Les fueron dadas las instrucciones del caso, el 23 de setiembre, y partieron de esta capital, el 14 de octubre. Llevaron como secretario al escribano Justo José Núñez. Los dos primeros designados eran los encargados de “restablecer el orden y arreglo de los pueblos”, en la forma concebida por la política oficial, destruyendo en su propio suelo la planta del federalismo, mediante la persecución o la destitución y el destierro.
La tarea a cumplir era verdaderamente abrumadora, porque la suerte del Estado quedaba confiada a la actuación de ambos, hallándose facultados para tomar todas las medidas que correspondieren. Según Ugarteche, el pueblo de La Rioja se mostró sorprendido por su alejamiento de la Asamblea, y deja insinuar que lo enviaron en comisión para separarlo intencionalmente.
La primera etapa en cumplir era Córdoba, cuya posición clave exigía preferentemente atención, donde fueron recibidos por el gobernador intendente coronel Francisco J. de Viana. Tomaron parte en muchas medidas de Gobierno, pero no estuvieron acertados. Las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma fueron contratiempos que debieron sortear, preocupándoles seriamente la posible pérdida de Potosí, por lo que significaba para la causa de la Revolución.
Luego pasaron a Santiago del Estero donde permanecieron por espacio de diez días; en Tucumán les cupo un trabajo ímprobo por hallarse en completo desorden y confusión. Observaron todo detalladamente. Cumpliendo instrucciones dispusieron varios confinamientos; en lo económico preparó extensos planes para la contribución extraordinaria que impuso a Córdoba, La Rioja y Tucumán.
El 9 de febrero compenetrados de la situación del norte, elevaron al Poder Ejecutivo una memoria aconsejando la creación de una Casa de Moneda y de un Banco emisor. En los primeros días de ese mes, Alvarez Jonte le escribió al Director Posadas, explicándole la necesidad de que la Comisión debía cesar en sus funciones porque no tenía objeto. Tras un desempeño de siete meses, lleno de peripecias, donde no demostraron poseer condiciones diplomáticas, regresaron a Buenos Aires, terminado así su cometido.
El 5 de mayo de 1814, fue designado Ugarteche, vocal de la Cámara de Apelaciones de la Capital. Más tarde, se desempeñó como juez en el proceso seguido a las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma.
El 2 de marzo de 1818, se lo nombró subasesor de Gobierno, y posteriormente, formó parte de la Junta Protectora de Libertad de Imprenta. Hacia 1824, en unión con Baldomero García, Pedro F. Sáenz de Cavia, y el coronel Manuel Dorrego, dirigió el periódico “El Argentino” que abogaba por el federalismo.
En 1825, fue electo diputado al Congreso General Constituyente por la provincia de Santiago del Estero, donde demostró sus cualidades oratorias y en el que defendió el credo federal del cual era partidario. Dicha provincia también estuvo representada por Manuel Dorrego. Ambos intervienen con énfasis en los debates sobre la Constitución, el régimen político y la realidad social del país. Cuando se trata el despacho de comisión recomendando el sistema republicano “en unión de régimen”, Dorrego vota categóricamente por la negativa: “De conformidad con la voluntad expresa de mi Provincia y del voto general de las demás, y no habiéndose convencido ninguna de las razones que se han aducido en la discusión a favor del sistema de unidad; me pronuncio por el sistema federal”. Critica el proyecto sobre derechos de la Ciudadanía, excluyendo de ellos a los domésticos, jornaleros, soldados y criados a sueldo. La pretensión oligárquica de eliminar a las mayorías populares, le hace decir al Diputado por Santiago: “Queda cifrada en un corto número de comerciantes y capitalistas la suerte del país. He aquí la aristocracia del dinero, y si esto es así podría ponerse en giro la suerte del país y mercarse. En el sistema representativo, la mayor extensión que se pueda, es la que deba adoptarse”. En cambio, a los extranjeros se daban las facilidades y derechos negados a los nativos, reafirmando que se buscaba excluir a los nacionales de su nación. Entonces su colega Ugarteche, tuvo especial lucimiento al rebatir la pretensión de que “después de 17 años es que insistimos en que vengan extranjeros a sacarnos del estado en que estamos”.
Posteriormente, concurrió como representante de la Banda Oriental a la Convención Nacional reunida en Santa Fe, incorporándose el 25 de setiembre de 1828, y cesó en sus funciones el 4 de noviembre de ese año, por haberse declarado la independencia de ella.
El 5 de marzo de 1830, se le designó camarista en lo Criminal, un año después era llevado a la fiscalía del Crimen.
Fue electo diputado a la Legislatura de Buenos Aires, durante varios períodos, y en 1833, ejerció interinamente el Ministerio de Hacienda en la administración del General Balcarce.
Considerado como un destacado jurisconsulto, el Gobierno lo consultó respecto a la actitud por asumir frente a la usurpación de las Islas Malvinas por el gobierno británico que lesionaba la soberanía nacional. Todos los consultados, con excepción del Dr. Ugarteche, manifestaron la conveniencia de solucionar ese problema por la vía diplomática. Ugarteche fue el único que comprendió la magnitud y gravedad de lo ocurrido, previendo incluso con el desenlace de una guerra entre ambos países. Después de una exposición referente a detalles prácticos, sugería: “Yo me atrevo a indicar como el mejor modo, el más pronto….a la par que no haríamos sino poner en ejercicio la reivindicación de nuestra soberanía: es retornar a las Malvinas. Este proyecto exige rapidez en su ejecución. Con aprestar en quince días dos buques de guerra y dos transportes con quinientos hombres bien provistos de pertrechos de guerra, y guardar un sigilo impenetrable de su objeto y despacharla con pliego cerrado… La retoma de las Malvinas es un paso de energía nacional; ella será aplaudida y nos granjeará crédito en el exterior”.
Siendo ministro de Relaciones Exteriores en el convulsionado período del gobierno de Balcarce, condujo las negociaciones diplomáticas iniciadas por Manuel Moreno, confiando en la arbitración de un tercero. Poco después fue derrocado el gobierno de Balcarce.
Falleció en Buenos Aires, el 3 de julio de 1834, a los 66 años de edad. Con motivo de su deceso, Pedro Feliciano Sáenz y Cavia publicó una nota necrológica en “El Censor Argentino” (Nº 56). En un juicio que se formuló sobre su personalidad, se dijo que era “abogado de condiciones medianas, amigo de las intrigas, enemigo de los ingleses y activo amigo de los americanos”.
En el Museo de Luján se exhibe su retrato. Una calle de la ciudad de Buenos Aires lleva su nombre. También un Distrito del Departamento de Luján de Cuyo, en Mendoza.
Fuente
Alen Lascano, Luis C. – Juan Felipe Ibarra y el federalismo del Norte.
Cutolo, Vicente Osvaldo – Nuevo Diccionario Biográfico Argentino, Buenos Aires (1985)
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
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Udaondo, Enrique – Reseña histórica de la Villa de Luján, (1939)
Ugarteche, Alberto G. – Las Malvinas, La Nación, abril (1982)
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