El día que Liniers tembló

Estado de uno de los galpones del Polvorín de Liniers tras la explosión del 9 de enero de 1911

En tierras que el gobierno virreinal alquilaba a la familia Cueli, se instaló uno de los primeros depósitos de pólvora del Río de la Plata, llamado tradicionalmente “Polvorín de Cueli”. Se trataba de un edificio de reducidas dimensiones de finales del período colonial que se hallaba enclavado en un terreno de larga historia, de forma triangular, que remataba en la actual Plaza Italia. Ocupaba parte de lo que hoy son los invernaderos del Jardín Botánico de Buenos Aires. En la época de las invasiones inglesas este lugar era un depósito de pólvora; y cuenta la historia que los miembros de la familia Cueli fueron capturados y tomados como rehenes por los ingleses en este sitio. Dicha familia tuvo varias posesiones en la zona y ese terreno desempeñó un papel particular en la región ya que quedaba inserto como cuña entre los terrenos altos, a partir de Santa Fe, y los bañados que había remodelado masivamente Juan Manuel de Rosas: el actual Palermo, antiguamente llamado Palermo de San Benito en honor a la imagen de la virgen que estaba en el oratorio de Horacio Porro Cueli.

El edificio tenía planta rectangular con techo a dos aguas cubierto de tejas españolas sobre cabreadas de madera y sus muros eran de mampostería de ladrillos. A su alrededor había otra pared que rodeaba toda la construcción, dejando un paso de ronda para la guardia, que a su vez impedía que nadie se acercara o que un golpe o choque casual provocara una explosión. Eran normas de seguridad establecidas desde la colonia y que caracterizaron a todos los depósitos de pólvora de América. Muy cerca y sobre la barranca existía una pequeña casa que ocupaba la guardia. Es factible observar esta forma de construir en muchísimos otros polvorines levantados durante la colonia y los inicios del siglo XIX.

El polvorín fue desafectado y luego desapareció debido a que el paisajista Jules Charles Thays, fundador del Jardín Botánico y Director de Paseos, no pudo adjudicarle una función acorde con el nuevo proyecto y también a su escaso valor estético, cosa que para Thays era prioritaria. El Jardín Botánico Municipal fue creado en 1892 e inaugurado en 1908. La demolición del edificio la llevó a cabo seguramente Carlos Thays, al comenzar la edificación, dado que en 1892 ya no figura en los planos del sitio.

Con el tiempo hubo en la zona otras fábricas y depósitos de pólvora, tanto cercanas como sobre el Maldonado hacia el río.

Polvorín de Flores

Luego de la expulsión de los jesuitas del Río de la Plata, en 1767, parte de los terrenos pertenecientes a éstos, situados donde actualmente se halla el Parque Chacabuco, fueron destinados a la instalación de un polvorín, el cual comenzó a edificarse por orden del virrey Juan José de Vértiz y Salcedo en marzo de 1781. Utilizando maderas y ladrillos pertenecientes a las antiguas construcciones jesuíticas se construyeron allí dos depósitos e instalaciones para los guardias, una para los oficiales y otra para la tropa, siendo designado Francisco Belbezet como comandante. Tras su inauguración al establecimiento llegó la pólvora proveniente de Cueli, y el predio pasó a ser conocido como el “Polvorín de Flores”.

En tiempos de su creación el depósito se hallaba en una zona rural, pero a medida que el pueblo de Flores se fue extendiendo, prontamente se halló rodeado de quintas y viviendas particulares que alarmaron a sus moradores quienes, temerosos de una posible explosión, solicitaron al Gobierno se dispusiera “…que el polvorín allí existente sea destinado a otro fin que a depósito de pólvora y materias inflamables, por el peligro que esto encierra para la población que lo rodea. Ese polvorín es actualmente un obstáculo para el adelanto de esa parte del municipio, pues todos huyen de su proximidad y sólo la necesidad hace que algunos vecinos continúen en sus alrededores”.

Accediendo en parte a los reclamos, el gobierno dispuso en 1879 repartir la pólvora y los explosivos entre los polvorines de Cueli, Maldonado y Flores. Al primero se destinaron los cartuchos de artillería, al segundo la pólvora de uso comercial, mientras el edificio de Flores “por sus buenas condiciones” recibió la pólvora y munición de guerra. Veinte años después, por resolución del 11 de diciembre de 1899, los terrenos fueron cedidos para la creación de un parque público.

Fábrica Nacional de Pólvora

Estaba situada situada en el camino de Campana, inmediato a Villa Devoto, cerca de la vía del ferrocarril, en la calle Libertad (actual avenida de los Constituyentes) y Chorroarín, en terrenos que hoy ocupa el Polideportivo Costa Rica.

A pesar de denominarse “Fábrica Nacional”, nada tenía que ver con el Estado. Se trataba de un título como cualquier otro, que le habían asignado sus dueños. Era entonces frecuente el uso del término “nacional” para empresas de carácter privado, hasta que con posterioridad se limitó exclusivamente al ámbito oficial.

La “Fábrica Nacional de Pólvora” perteneciente a los señores Juan Minelli y Luis Fontana, se hallaba a veinticinco cuadras de la Chacarita, en una extensión de terreno de 72.000 metros cuadrados. Comenzó a construirse en 1893 pero no funcionó sino hasta un año después.

Alrededor de las 15hs del 26 de enero de 1898 se produjo una gran explosión que sacudió toda la ciudad de Buenos Aires, haciendo entrar en pánico a los porteños debido al polvo, humo, rajaduras y rotura de cristales en las casas de numerosos barrios, por la abundante lluvia de cascotes.

En un principio, la misma se había atribuido a un incidente en el “Polvorín de Flores”, pero con el correr de las horas se supo que la deflagración fue originada en la Fábrica Nacional de Pólvora,

El estallido, según declaraciones de Luis Fontana, uno de los dueños de la fábrica, fue de unos 1.000 kilos de pólvora que arrasó todo, dejando totalmente en ruinas al establecimiento, con la consiguiente pérdida de más de una decena de vidas humanas y ocasionando gran cantidad de heridos.

Cuarteles de Liniers

Cuarteles de Liniers

El 6 de diciembre de 1880 se promulgó la Ley 1029, que declaró oficialmente a la ciudad de Buenos Aires como capital de la República Argentina. Con posterioridad, en 1888, se produce una modificación de los límites juridiccionales y, consecuentemente, el Partido de General San Martín cedió a esta Capital sus tierras al sur de la Avenida General Paz (por entonces inexistente) que actualmente forman los barrios de Villa Pueyrredón, Villa Devoto y Villa Real. Para compensar esta secesión, el Partido recibió las actuales localidades de Ciudadela, José Ingenieros, Santos Lugares y Sáenz Peña (que pasarían a formar el Partido de Tres de Febrero en 1961).

Parte de estas tierras en los primeros años del siglo pasado eran conocidas como Villa Liniers, denominación que se fue perdiendo con el tiempo, imponiéndose el nombre de Ciudadela. Esta zona permaneció casi despoblada con la permanencia de algunos pocos ranchos y negocios de campo, distanciados entre sí.

En 1902 fueron finalizadas las obras de los “Cuarteles”, los que se levantaron en la parte alta de la loma, linderos a la quinta de Achával, ocupando tierras de don Demetrio Pastorino y que con anterioridad pertenecieron a la familia Cervetto. La edificación se realizó con ladrillos fabricados en el mismo terreno y fue por aquel entonces la más importante del país. Se destinó al acantonamiento de distintos cuerpos entre ellos el Regimiento 2 de Artillería y el 8 de Caballería de Línea (por entonces escolta presidencial).

Fábrica de pólvora en Villa Liniers

A raíz del incidente ocurrido en 1898 en la “Fábrica Nacional de Pólvora” sus dueños decidieron reubicarla en algún lugar más adecuado, lejos de los populosos asentamientos humanos, siendo adquiridos para dicho propósito terrenos situados en Villa Liniers, donde se la rearmó con el nombre de fábrica de pólvora “El Polvorín”, con oficinas centrales en la calle Garay 1024, de esta Capital. Se hallaba ubicada dentro de un predio de treinta hectáreas, en cuyo centro se levantaban diez casetas, ocupando en total una extensión de 30 metros de frente por 180 de fondo. Anchos y elevados espaldones de tierra separaban una de otra las casetas. A 150 metros de la última se levantaban cuatro espaldones más anchos y levantados que los anteriores, rodeando una sólida construcción de material, en cuyo interior se guardaban grandes depósitos de pólvora.

Tiembla el barrio

Por causas que se ignoran, el 9 de enero de 1911, alrededor de las cinco de la tarde se produjo una gran explosión, causando la muerte de doce personas que trabajaban en el establecimiento. Debido a la actividad y valentía de los oficiales y personal subalterno de los Cuarteles de Liniers, quienes acudieron de inmediato al lugar del hecho, la catástrofe no tuvo mayores proporciones, pues, se impidió que el fuego llegara a la santabárbara. En este punto había ese día, 25.000 kilos de pólvora para minas y caza que, providencialmente, se salvó.

La explosión fue causada por los inflamables que había en las diez casetas. Los obreros, cuyo número no se lograba averiguar al principio y se supo después que eran unos dieciocho, entre los cuales había cinco mujeres, entraron a los talleres a las 3 de la tarde y distribuidos en las casetas, dieron principio a su labor. Transcurrieron así dos horas, sin que se produjera novedad alguna, hasta que a las 17.20hs se produjo la explosión.

Ninguno de los obreros sobrevivientes podía declarar ante los funcionarios policiales, porque la excitación de que estaban dominados les impedía coordinar bien sus ideas.

La explosión se inició, según versiones generalizadas en una de las casetas centrales, siendo seguida de inmediato por nueve estallidos más. Los últimos parecieron más estruendosos que los anteriores. Fue algo así como una rapidísima sucesión de truenos, de sonoridad insólita, que sacudió rudamente la atmósfera con indescriptible violencia.

Taller donde se fabricaba pólvora

Todas las instalaciones de la fábrica fueron lanzadas al espacio y arrojadas a varias cuadras de distancia del sitio de la catástrofe. En las casas próximas a Liniers se derrumbaron las paredes y los techos, y las puertas saltaron de sus marcos. En localidades como Ramos Mejía y Haedo, situadas a varios kilómetros de distancia, saltaron en mil pedazos los cristales de las vidrieras, derribándose las estanterías en las casas de comercio.

Inmediatamente al sentirse las terribles explosiones, de los cuarteles de Liniers, distantes quince cuadras, aproximadamente, del lugar de la catástrofe salieron numerosos soldados y algunas ambulancias para socorrer a las víctimas.

Una vez allí, los soldados trataron de aislar el fuego que, por el pastizal seco, se aproximaba al depósito general de pólvora, al mismo tiempo que otros soldados trataban de buscar a algunos de los obreros que, según varios vecinos, habían huido aterrorizados, suponiéndose que iban heridos. Mientras se practicaban estas diligencias, se buscaba también por las inmediaciones del local ocupado por la fábrica, los restos de algunos de los obreros, completamente despedazados.

Se presume que la imprudencia de algún obrero fue la que produjo la inflamación de alguna pequeña cantidad de pólvora recientemente elaborada, iniciándose así la explosión.

Algunos de los fallecidos que pudieron ser identificados fueron: Valentín Pittone, Francisco Cartelli, Andrés Valerdi, Rosa Caseroni, Pedro Lentini, Carmen Ferreyrone, Teodora Ferreyrone y Francisco Schimio

Han pasado 110 años de este luctuoso incidente, desconocido seguramente para los nuevos vecinos de nuestro barrio, pero que en el seno de las tradicionales familias linierenses, cuyos ascendientes fueron testigos presenciales del hecho, ya es parte del anecdotario familiar.

Por Oscar A. Turone

Bibliografía

Anuario del Comercio, de la Industria, de la Magistratura y de la Administración de España y sus colonias – Madrid 1908
Cunietti Ferrando, Arnaldo J., San José de Flores: el pueblo y el partido (1580-1880), Buenos Aires, 1977.
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
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Schávelzon, Daniel – El Polvorín de Cueli en el Jardín Botánico, informe preliminar, Arqueología Urbana, Instituto de Arte Americano, Buenos Aires (1986)

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